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lunes, 2 de julio de 2018

GANÓ LA IZQUIERDA Y HAY UN NUEVO COMIENZO, por Miguela Varela (para "Revista PPV" del 02-07-18)



Con 90 millones de electores, la segunda economía de América Latina eligió un nuevo presidente para los próximos seis años. Lo que parecía una sorpresa hace meses, se hizo realidad y el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ganó por fuera de los cálculos del establishment. Sus competidores apenas figuraron: Ricardo Anaya, impulsado por una coalición de derecha e izquierda (PAN, el PRD y Movimiento Ciudadano) y José Antonio Meade, del oficialista del Partido Revolucionario Institucional (PRI) obtuvieron el 22,7% y el 15,3% respectivamente, ante el imponente 53,7% de AMLO, según el Instituto Nacional Electoral.

Otro elemento interesante es el triunfo de Claudia Sheimbaun, candidata de Morena, en la capital del país, después de 20 años de gobierno del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Se trata de la primera mujer en gobernar el DF. Por su parte, en el estado de Tabasco, tierra de López Obrador, Morena arrasó con el 70% de la votación. De esta forma, AMLO se convirtió en el presidente con mayor apoyo de la historia de México luego de décadas de neoliberalismo.

AMLO: la tercera es la vencida

Después de perder las elecciones de 2006 y las de 2012 a manos de Peña Nieto, muchos dieron por muerto al candidato y más aún en 2013 después de haber sufrido un infarto. Sin embargo, su militancia no descansa y creó una nueva formación política por fuera de los partidos políticos tradicionales: el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). De la mano de un discurso que corre el velo de lo políticamente correcto denunció la concentración económica y mediática, la corrupción del sistema político, la violencia en las calles y los altos índices de pobreza. Si bien proviene de una tradición política en el marco de los partidos sistémicos como el PRI y el PRD, AMLO supo interpretar la crisis del sistema político mexicano que esperaba respuestas diferentes y espacios políticos novedosos y más amplios.

En este marco, propone la Cuarta Transformación, haciendo referencia a la Independencia como la primera, la Guerra de Reforma de 1858 como la segunda y la Revolución Zapatista de 1910 como la tercera. La cuarta promete arrancar de raíz la corrupción sistémica y revitalizar la economía mexicana en función de una nueva industrialización y del empuje del consumo del mercado interno. Además, propone acceso gratuito a la educación y a la salud, aumentos de salarios y una política exterior independiente.


El comienzo del fin del neoliberalismo

Con índices de aceptación que no suben del 30%, el actual presidente Enrique Peña Nieto se perfila como una de las figuras más nefastas del neoliberalismo latinoamericano, permeado por casos de corrupción y por la ejecución de políticas que sumieron a México en un estado de violencia sistemática. Sin embargo, los grupos económicos que concentran la riqueza del país no esperan este cambio político con agrado. Así lo manifestó Alberto Bailleres, el segundo empresario más rico de México, dueño de grandes empresas mineras y almacenes de lujo, quien a través de un video pidió a lxs trabajadorxs de sus empresas no votar por el populismo. Pero no fue el único, el director de Aeroméxico, Andrés Conesa, también invitó a sus colaboradores a no votar con enojo en las elecciones. Evidentemente, las políticas de Peña Nieto si tenían algunxs ganadorxs.


Violencia y narco-política

La única cifra de México que recorrió el mundo fue cuando se constató que el año 2017 fue el más violento de los últimos 20 años. Tras el asesinato y desaparición forzada de dirigentes políticos, sociales y periodistas, el escenario se complejizó y los grupos ligados al narcotráfico, al gobierno y a los grandes poderes económicos apostaron por una estrategia violenta para desanimar a la sociedad y generar caos en el escenario electoral. Así fue como fueron 120 lxs políticxs asesinadxs.

Por su parte, junio de 2018 registró la cifra más alta de homicidios dolosos en los 20 años, con 2234 personas ejecutadas extrajudicialmente. Asimismo, fueron 110 lxs periodistas víctimas de homicidio, donde el 90% de los casos quedaron impunes. El caso emblemático fueron las desapariciones forzadas de lxs 43 estudiantes de Ayotzinapa, que la justicia aún no ha resuelto para impedir que se destape una olla que incluye componentes gubernamentales, parapoliciales y narcos. Que esto salga a la luz no le conviene a ningún sector del poder mexicano, y mucho menos en un año electoral.

Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres (IISS), que monitorea conflictos armados a nivel mundial, “México sufre un conflicto armado no reconocido y es el segundo país más letal en el mundo, después de Siria”. Esta caracterización se debe a los altos niveles de criminalidad violenta, a su duración e intensidad en el tiempo y a la ausencia del estado mexicano sobre el control territorial que le permita regular o disminuir el conflicto. De acuerdo a la consultora Etellekt, especialista en violencia electoral, durante esta campaña, el porcentaje de asesinatos aumentó un 4500%, con respecto a los comicios del año 2012.

Bajo la consigna “guerra contra el narcotráfico”, los agentes del poder mexicanos apuestan al quebrantamiento del estado territorial, la anomia social y la adquisición por despoblamiento o por la fuerza de territorios que poseen importantes recursos naturales e importancia estratégica.

América Latina viene golpeada por la asunción de gobiernos de derecha en Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Colombia. Sin embargo, el triunfo de AMLO puede ser el comienzo del fin de esta restauración conservadora. A pesar de las políticas económicas excluyentes, el cuestionamiento al sistema político tradicional y la violencia, el pueblo mexicano no se replegó y salió a la calle a apoyar en masivas manifestaciones a su candidato hasta el triunfo. Cuando los pueblos no tienen miedo, pueden inclinar la balanza hacia un nuevo comienzo.

Publicado en:
https://revistappv.com.ar/2018/07/02/8857/





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