D'Alessio fue indagado por la intimidación al empresario Gabriel Traficante
POR ALEJANDRA DANDAN
Marcelo D’Alessio llegó al juzgado vestido con ropa deportiva. Ocurrió esta semana. El escenario fue Comodoro Py. El juez Luis Rodríguez lo esperó con dieciocho páginas escritas con los datos de otra denuncia por extorsión, en este caso del empresario Gabriel Traficante investigado en la causa de las mafias de los contenedores en el fuero federal penal económico. D’Alessio se disculpó porque no llevaba puesto un traje. Cuando le preguntaron por su ocupación ni siquiera respondió. Y se negó a declarar tras escuchar el contenido de la acusación cargada con desgrabaciones fragmentadas, mensajes asfixiantes a su extorsionado, que llegan a contarse en 46 en un sólo día.
D’Alessio: Yo sé cómo lo tengo que arreglar, es la Argentina. Para bien y para mal. Para mal porque te pueden re-contracagar la vida cinco hijos de puta. Para bien, porque se puede arreglar. Vos me preguntas: Marce, ¿se puede arreglar ahora? Si.
El juez de Dolores Alejo Ramos Padilla definió a D’Alessio como un posible agente de la Drug Enforcement Administration (DEA) o de otra agencia de inteligencia de Estados Unidos, que actúa en posible connivencia con agentes y/o ex agentes orgánicos o inorgánicos de la AFI. Rodríguez desempolvó esta causa luego del escándalo de las últimas semanas. Al comienzo creía que se trataba de una disputa entre particulares. Y dice que sólo ahora se dio cuenta de la notoriedad del personaje. Esta semana va a definir si procesa o no procesa a D’Alessio por haber ejercido intimidación sobre Gabriel Traficante entre el 2 de noviembre y el 9 de diciembre de 2016, con el objeto de que entregue distintas sumas de dinero. Sumas que fueron escalando con el paso de los días, de 90 mil dólares a 600 mil dólares o, como les decía, 600 gringas.
D’Alessio: Yo te puedo garantizar el juzgado, te puedo garantizar la fiscalía, eso numero uno. Que se borre todo el pasado, número dos. Que no te agreguen que Carrió, que las pelotas, que acaba de hacer una denuncia, y que nadie te vuelva a joder por lo menos judicialmente porque atrás de esto vienen los que quieren empezar a pensar que tenes 50 palos. ¿Me seguís lo que te quiero decir?
Y le dice:
—Es un tema federal, no es un tema comercial de un despido. Yo daría 100 y 100 mañana a las 8 de la mañana. Ahora yo pagándole al juez, pagándole al fiscal, ¿puedo tener el 100 por ciento de seguridad de que Santoro va a tener que confiar en mi palabra? Voy a intentar que crea que esto es pescado podrido. A ver, tampoco me quiero embarcar en algo donde puedo perder 200 gringas porque no me corresponde. A ver, Santoro se nutre cien por ciento del juzgado, sino tiene más nada el juzgado, te vas a dar cuenta.
El fiscal no tiene nombre. Santoro es el periodista Daniel Santoro del Grupo Clarín que vuelve a aparecer como parte del anillo de extorsiones. El juez federal del que hablan una y otra vez, denunciado en ese expediente hace ya dos años, es Marcelo Aguinsky del fuero penal económico a cargo de la causa de los contenedores.
Aguinsky condecorado en la embajada de España por su lucha contra el narcotráfico. Año 2015.
El juez Rodríguez sabe que está en medio de un fuego cruzado. Él mismo está contra las cuerdas porque los diputados de Elisa Carrió presentaron una ampliación del pedido de juicio político cuando la arrepentida Carolina Pochetti le dijo a Stornelli que su exposo Daniel Muñoz le pagó millones de dólares para no avanzar en una investigación sobre su patrimonio.
Luis Rodríguez
Pero también sabe que la causa de D’Alessio está en medio de una guerra feroz por jurisdicción y protecciones. Comodoro Py quiere esa causa. Rodríguez dice que no la quiere. O, más bien, que como su contenido es una réplica exacta del tipo de prácticas descripta por su colega de Dolores, la causa Traficante debería viajar hacia esa ciudad. Una ciudad que el abogado del fiscal Carlos Stornelli definió por estos días como la ciudad más meada del mundo.
—¿Y qué tal es el juez? Dicen que es buen muchacho —dijo Roberto Ribas a un abogado, pasillo de por medio en Comodoro Py.— Voy a viajar esta semana a la ciudad más meada del país. ¿O, no es así? ¿No es Dolores la ciudad más pishada?
El abogado de Stornelli, Roberto Ribas se prepara a viajar a Dolores. Foto: Nicolás Aboaf
Pero hay un dato que surge de las conversaciones entre D’Alessio y Traficante que bien mirado debería impedir que nada de lo que tenga que ver con el espía quede en Comodoro Py. Es que en uno de los tramos, D’Alessio le dice a su extorsionado que todos los jueces están tarifados. Habla de los jueces federales. Y la lectura de ambos expedientes a la vez sirve para entender que en realidad habla de los dos edificios de Retiro: Comodoro Py y el fuero penal económico de avenida de los Inmigrantes.
D’Alessio: Llegar libre a un juicio en un juzgado federal, te sale 800 mil dólares –dice–. Llegar libre, ¡no zafar! 800 lucas. Y a veces, ni siquiera ofreciendo esa plata, te dicen que si. Entonces, lo que te digo es que no llegues a una instancia donde te privan de tu libertad porque de ahí si no se vuelve, Gaby. De ahí no.
Y luego:
—Y vos decís: Marce, no tengo un porongo que ver. Bueno, listo, vos sabrás. Si algún día hiciste algo que estaba bien o no estaba bien. O si estás metido en un quilombo. No lo sé. Me chupa un huevo. Yo no te cuento las costillas. No creo que tengas 50 millones de dólares. No creo que me estés rusiando, a ver. Creo que está bien. A alguien enojaste y alguien quedó herido.
La cocina
Uno de los datos interesantes de esta causa es el tono. D’Alessio le habla a un tipo que conoce, viven en el mismo country, el Saint Thomas de Esteban Echeverría. Tienen una edad parecida. Y aunque no habla de la DEA. Ni le cuenta sus operaciones como infiltrado. Existe una suerte de entre nos, como un pedagogo que explica a alguien cercano como funciona el detrás de escena de las causas. Las operaciones que dice hacer para limpiar un expediente. En un caso, acerca de la manipulación de testigos reservados. En otro, el modo de eliminar tramos reservados antes de que lleguen a ser blanqueados en el expediente oficial al que tienen acceso todas las partes. Un ejemplo es este tramo. Dice que puede tirar esos informes a la basura. Y habla del anticipo en un programa de televisión.
D’Alessio: Yo me encargo, porque además no tienen sustento. Son dos declaraciones. Cuando está en fojas reservadas yo las tiro a la basura, y ya está: no vuelven a declarar y no los van a volver a llamar. Entonces, vamos a los pasos, uno el juez, dos el fiscal, tres el servicio de inteligencia, cuatro Santoro. Y que Santoro se encargue de llamar a América porque lo que hizo América por lo que yo vi es una venta de programa.
En otro tramo, y para que no queden dudas, le pone nombre a sus números 1, 2, y 3. Reveladores si se contrastan los dos párrafos.
El comienzo de la historia
La causa de los contenedores es de comienzos de 2016. Empezó con una denuncia de Patricia Bullrich y se leyó como parte de una guerra de espionaje. Bullrich acusó al entonces director de la Aduana Juan José Gomez Centurión de integrar una organización que sacaba contenedores irregularmente de depósitos fiscales. Los integrantes de la banda cobraban a los interesados suculentas sumas de dólares por contenedor. La causa aún la tiene Marcelo Aguinsky. Entre los ya procesados está Oldemar Barreiro Laborda, quien en esta conversación aparece de distintas maneras: Rolo o Cuqui Barreiro, ex dueño de Lo Jack, una persona con numerosas llamadas con el ex carapintada Gómez Centurión y que se presentaba como su mano derecha. Daniel Santoro hizo la cobertura de la causa. Publicó una y otra vez y presentaba cada nota como parte de la corrupción k porque uno de los detenidos es Claudio El Mono Minnicelli, ex cuñado de Julio de Vido pero con quien el ex ministro no tenía vínculos desde hacía trece años, un hombre que sí tenía vínculos con Barreiro Laborda. En ese contexto aparece Gabriel Traficante, a quien D’Alessio hasta le susurra al oído un apriete por el nombre.
—Una vez que a un tipo lo agarran de punto porque les vienen bien hasta por el apellido –dice—, o lo que carajo sea, no me preguntes qué carajo es, pero esto no empezó ahora, empezó 15 días antes que nos veamos.
Imagen del country St. Thomas de Esteban Echeverría, que compartían D’Alessio y Traficante.
Traficante y D’Alessio se vieron por primera vez el día 2 de noviembre de 2016 en casa del supuesto agente de la DEA. D’Alessio le dijo que alguien, no sabía quién, tal vez la Side o alguien que no lo quería, había plantado elementos en la causa de Aguinsky sobre dos sociedades: Fashion Box SA y Vissagismo SRL, firmas vinculadas a Traficante. Le ofreció eliminar la evidencia a cambio de 90 mil dólares. De no limpiar todo, dijo, Traficante podía ser objeto de un escrache en los medios, con fotos suyas y de su familia, dado que había gente muy poderosa detrás. “Limpiar” era borrar “las llamadas entrantes y salientes del teléfono”, por ejemplo. Algo que podía hacer porque tenía un cargo de Director de Observaciones Judiciales de la AFI, lo que le daba poder para suprimirlas.
Un día después, 3 de noviembre, se vieron en inmediaciones del Departamento de Policía. D’Alessio dijo que no se preocupe, que tenía gente muy poderosa, que un amigo de nombre Rolo Barreiro dirigía todo y podía ayudarlo. Nombró a Santoro. Dijo que tenía relación con el periodista, que el periodista tenía información para escracharlo a él y a su familia, que podía parar toda esa publicación, y que si salía, iba motorizar investigaciones judiciales.
Traficante: Pero, ¿y vos podes arreglar en una hora con Santoro?
D’Alessio: Con muchos mas de los que te imagines. Porque si yo le digo a Santoro que compró pescado podrido se la tiene que comer porque yo estoy haciendo cinco investigaciones con Santoro, entonces yo llego a Santo si quiero.
D’Alessio: Vos me decís si podemos parar todo esto, yo te digo: creo que sí. Porque todo lo que sea foja reservada, yo lo puedo (tirar) a la puta madre que lo parió con el juez y a vos ni te citan. Y si te citan es una testimonial, te presentas con tu abogado. Y sino, yo te pongo un abogado, punto. (…) Y después demandarás a quien se te cante el orto. Después esperá un tiempo. Yo esperaría un tiempo. Y le meto una demanda civil, más para limpiar el buen nombre y honor. No por nada el grupo Clarín tiene su seguro y le debe chupar la pija. Y, ¿sabes que? La desmentida la sacan en (la sección de) turf. La sacan en la página 74.
Traficante: Está bien. Y cual es el número, Marcelo. Porque hay cosas que yo no te puedo dar, yo estoy mal, estoy fundido, boludo.
D’Alessio: Pero, qué te estoy diciendo… Vos me das tu palabra de honor, y para mí ya está Gaby. No vas a escapar, Gaby.
Traficante: ¿Pero con qué condición? Yo no te puedo dar una palabra de honor si no sé cuánto es.
D’Alessio: Todo es seis gambas.
Traficante: No.
D’Alessio: Boludo, hay que arreglar a un juez, arreglar un fiscal, los teléfonos. No estoy pidiendo… Dame tres horas y los pongo yo. Si vos me (decís) que si. Así no tengas plata en Buenos Aires, tengo algo en la caja de seguridad. Yo lo resuelvo. Lo resuelvo. ¿Sabés en cuánto? En una hora y cuarto.
A partir de ese encuentro, siempre según la denuncia del empresario, hubo una serie de intercambios asfixiantes. Larguísimos audios de WhatsApp. Capturas de pantallas. Y dos publicaciones de Clarín. Una al inicio, cuando comenzaba esa negociación. Otra al final, cuando Traficante dejó de contestar las llamadas. La primera nota salió el 26 de noviembre.
Clarín, 26 de noviembre 2016.
Un día antes, D’Alessio adelantó al socio de Traficante, Gabriel Garcés, sobre la publicación. Bajo el título Aduana: investiga si un millonario es el jefe de la banda del cuñado de De Vido y la firma de Santoro, la nota dice que un imputado había señalado a Traficante como el cerebro detrás de la organización. Y menciona la participación del empresario en las firmas Fashion Box SA y Vissagismo SRL. Según la imputación, ocurrió todo tal como había sido advertido por D’Alessio días antes.
La referencia a los testigos
La referencia a las empresas.
El día 29 de noviembre, D’Alessio y Traficante mantuvieron una conversación vía WhatsApp con 46 intervenciones del extorsionador, siempre verborrágico, desbocado, un siniestro juego de ablande, que va del che boludo al ¿me entendés lo que te quiero decir, no? Traficante guardó todo. Y aportó las grabaciones en la causa. En este tramo, D’Alessio habla de Mariana, la esposa del empresario, de Cuqui Barreiro y del Coreano. El Coreano es Sung Ku Wang, otro de los buscados. El grupo coreano tenía retenidos seis contenedores en la Aduana. Y, según se supo después, Mister Korea llamó a Cuqui Barreiro para arreglarlo.
D’Alessio: Gaby, yo no creo que tengan un porongo, ni con vos, ni con Mariana, ni con las sociedades (…). Yo creo que hoy necesitan cinco Traficantes, dos Traficantes o lo que sea para consolidar.
Explica que Cuqui quiere matar al Coreano porque admitió las operaciones y dio su nombre, “y de tentativa pasa a ser real. ¿Está bien? Pusieron 100 mil dolares, ahora están poniendo 120 mil más por la cabeza del coreano que está pidiéndole a Rodrigo Alegre una nota para TN. Para ver si puede llegar a zafar, armando un exclusivo para que no lo maten. Eso es lo que esta pasando hoy con el coreano”.
Y luego:
D’Alessio: Yo cuando tuve información que te estaban pisando, lo primero que hice fue llamarlo a … y te senté en mi propia casa.
Traficante: No, vos me dijiste: mirá hay que borrar la llamada para el día de mañana, así no hay cruces. Eso es lo que me dijiste vos.
D’Alessio: Y bueno, ¿qué queres que te diga? (…) ¿A quien enojaste adentro de la Side? No tengo la más puta idea. A mí lo único que me importa es la realidad. Y la realidad es que si yo te puedo dejar a foja cero, que la tiren a la basura.
Y luego:
—Yo hoy lo puedo parar, yo hasta hoy lo puedo parar. ¿Okey? Con tu palabra de honor, yo levantó. Yo me voy a Inmigrantes. Yo sé lo que tengo que hacer y levanto los campamentos. (…) ¿Querés que sea un negocio de los abogados? ¿Querés que te hagan mierda, eh? Santoro, Clarín. Y que hagan un informe completo que va a salir el domingo en Majul, ¿te lo saco? ¿Te lo puedo parar? Si. Lo puedo parar. ¿Es cosa de mango? Si, es cosa de mango.
Durante la conversación, D’Alessio le pasó dos fotos al empresario. Eran dos imágenes de dos autos de la policía que se estaban moviendo alrededor de su casa. Le pasó las patentes. Y le dijo que estaban a nombre de la Metropolitana del Gobierno de la Ciudad. Que eso era un indicador de que alguien, tal vez el juzgado, ya no confiaba en la Side. Traficante no quiere saber más nada.
Traficante: ¡No! No, no. ¡No me des la patente! –le dice.
D’Alessio insistió:
—Pará —dijo—. La patente es NBJ000, es un Gol rojo. Y el que lo maneja gana 36 mil pesos por mes. Así que tiene que tener un rango de oficial de la Metropolitana, mucho mejor que la Bonaerense, y dice –indica como si leyera un legajo–: trabajos permanentes, servicios comunes, mayor de 18 años, Policía Metropolitana de la Ciudad. Le hice sacar la data a los dos tipos que tenes custodiándote la puerta.
Dice, aparentemente por los custodios del barrio.
El número uno
Aguinsky es otro eje de esta denuncia. Cuando habló sobre el tema dijo que no denunció a D’Alessio porque lo correcto es que Rodríguez proceda a investigar. Y dijo que no es una figura nueva aunque en estos días se puso de moda. “Estafadores existen y existieron siempre en diferentes actividades, pero en el campo de la Justicia moderna es especialmente perturbador”. Efectivamente, los datos de las grabaciones son perturbadores. D’Alessio le dijo a su víctima que si en la causa no hay datos, se los van a inventar. Que de eso esté seguro. Dijo que tiene suficiente poder sobre el magistrado. Y hasta le mandó una captura de pantalla con un mensaje entre ambos.
—¿Si tengo rango para sentarme con Aguinsky y decirle que saque a fulano de tal? No te quepa la menor duda —dice—. No te quepa la menor duda, pero no te quepa la menor duda.
Y luego:
—No me estas entendiendo. Todo lo que no tengan lo van a inventar, cuando se quieren llevar puesto a alguien, acá, todo lo que vos no tengas, se lo van a inventar. Así tengas a Cuneo Libarona como abogado y a los tres mejores abogados del país. ¿Me seguís lo que te quiero decir? (…) Es mucho mas fácil que lo veamos ahora en vez que cuando estés en Marcos Paz. ¿Está bien? Incomunicado o en Marcos Paz. ¿Esta bien? Porque ahí te metés en el orto los títulos de los abogados.
Y aclara:
—Te van a sacar cien mil dolares. No, que no pasa nada, es como ser puto con culo ajeno, okey. Entonces, si vos sabes que se puede manipular el tema de los llamados para un lado, se puede manipular para el otro.
Traficante: Yo para poder pagarte, voy a tener que vender cosas, Cabezón. O sea, olvidate.
D’Alessio: Bueno, juntate dos gambas para mañana y dame 50 mil dólares por mes, 60 mil dólares por mes. Lo que puedas y sino no podrás qué se yo, quedate tranquilo, yo tengo tu sí. Mira lo que te estoy diciendo: tengo tu sí, por teléfono y yo me encargo. ¿Me entendiste?
Traficante: Pero, ¿de qué te encargas?
D’Alessio: De todo, tengo que poner la guita donde tengo que poner la guita. No te voy a decir por teléfono, boludo. ¿Sabés con quién tengo que poner la guita?
Traficante: No. No, boludo, ¿contas los juzgados también?
D’Alessio: Claro. Tengo que sacarle el informe reservado de Tiscornia, del otro lado el de la mina, lo tengo que borrar, y como son reservados, todavía no pasaron a campo oficial. Lo puedo sacar, pero el tipo no me va a pedir menos de dos gambas, porque piensan que tenés 50 millones de dólares, esa es la verdad de la historia. (…) Si el juez pone buena onda, el fiscal pone buena onda, nosotros hacemos lo que tenemos que hacer y todo, te borramos a la mierda, y que sea un problema después, tendrás diez años para alucinar quién fue.
Traficante: ¿Santoro calma con esto?
D’Alessio: Si.
Traficante: ¿Lo mediático no lo frenás?
D’Alessio: Si.
Traficante: ¿Este Rolo Barreiro desaparece de mi vida o tengo que ir a buscarlo?
D’Alessio: Yo lo arreglo.
Traficante: Por qué decís hoy, eso es lo que no entiendo.
D’Alessio: Porque cada día que avanza es peor, Gordo. Cada día que avanza. A ver si me entendés. Si lo arreglábamos el jueves, el jueves no existía el testigo reservado, que –oh casualidad– habló. Y ni siquiera sabemos si efectivamente habló o nos mintieron en la causa como que habló, es Argentina. A ver. Vos no tenes idea de las cosas qué se hacen. Entonces, si Aguinsky quiere, dice: bueno, listo, este no. Lo que sea. Nadie preguntó por él, o lo que mongo sea y queda bien con el Grupo Clarín y Gente que va a tener la upgrade del Grupo Clarín y va a ser el fiscal del año o juez del año. Perdoname, me cago que no sea con otro, que con vos, esa es mi teoría, pero yo arreglaría al juez y fiscal.
Los diálogos siguen. D’Alessio también le ofrece sentarlo con Santoro. Los números del acuerdo bajan con el correr de los días hasta llegar a 100 de uno y 100 de D’Alessio, como adelanto. El 1 de diciembre, hubo un nuevo cruce. Ese día, D’Alessio envió una captura de pantalla con una supuesta conversación con Santoro. Y otra con Aguinsky:
“Doctorazo, como veras soy de palabra. Fijate si podemos cerrar todo para irnos mas feliz a la feria. La semana que viene te cuento todo lo del bobo de Tiscornia. Sin merca encima, el idiota no funciona. Abrazos y gracias igual por lo de ayer”.
Ese Tiscornia posiblemente sea Federico Tiscornia, hermanastro del ex juez del fuero penal económico Guillermo Tiscornia, acusado en la causa de los contenedores.
D’Alessio ese día le ofreció un obsequio a su víctima. Borró las llamadas.
—Sacado hoy a la mañana. Listo. Y, además, no tienen nada. Sinceramente lo borré a mi criterio, conseguí el número de Mariana, el número de Madero, los números de coso, dejé todo lo que fuera como círculo familiar íntimo. El resto lo borré todo a la mierda. Te soy sincero, porque no se quien es quién. Pero no tenés nada con nadie de los detenidos, ¿okey? No tenés un puto contacto, nada de nada.
Le dijo que saque una foto de la pantalla, de un material que le mandaba, que lo guarde. Tal vez un mensaje con su perfil judicial o antecedentes comerciales. “Es una muestra de amor que le pedía a esta gente”.
Traficante: Está bien. ¿Con esto…
D’Alessio: Listo.
Traficante: ¿Yo en ese coso no voy a tener ningún problema, o sea ni me van ?
D’Alessio: No sé si te van a citar para una testimonial, para decir si usted conoce a este o al otro. Sí, lo conozco de vista, pero es una testimonial. A ver, podes ir sin abogado. A ver, eso es lo que te quiero decir. De la otra forma tenías un A, vas en cana. Te sacan una captura. Mirate, no hay nada. No existís. Listo. Tenés un restaurante que te fue como el ojete, el otro que traía CD, no se qué mierda hacía –por el socio–. Después, si falta algo es una cuestión fiscal. El día de mañana te metés en un blanqueo.
Eso fue el 1° de diciembre. El domingo 4, D’Alessio le contó que iba a estar en un operativo por drogas, le mandó fotos y le avisó que tenían que verse al otro día. El lunes 5, lo llamó tres veces. La primera vez, hablaron. La segunda, fue a las 16.05 y la tercera a las 16.09. Traficante no atendió. A las 16.15, D’Alessio mandó el último mensaje:
—Si te llamo es porque tengo novedades. Tengo hasta mañana a las 12 para verte. Sino, mejor dejemos todo sin efecto. Va a ser lo mejor.
La imputación se cierra el 9 de diciembre cuando salió otra nota en Clarín con la firma de Santoro. El artículo dice que la justicia busca a Mister Corea, un hombre que va a comenzar a ser clave en otras causas y arrepentidos uno y dos años más tarde. También, la nota parece un mensaje de D’Alessio: vuelve a mencionar a Traficante.
Publicado en:
https://www.elcohetealaluna.com/la-otra-extorsion/
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