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jueves, 8 de agosto de 2013

República Dominicana y Haití La Española, sus coaliciones y la solidaridad entre sus fronteras, por Jeb Sprague (para "Rebelión" del 08-08-13)




La disfunción política en la isla La Española (República Dominicana y Haití) es rampante. Ese territorio, en sus aspectos sociopolíticos y económicos, se encuentra empantanado en las redes clientelistas, constantes denuncias de corrupción (como el caso de República Dominicana) y manipulación electoral (como en Haití). Considerando que las poblaciones están históricamente interconectadas de muchas maneras, las divisiones siguen siendo, lo que es utilizado para dominar sectores e intereses nacionales y transnacionales para profundizar la explotación de personas y riquezas naturales.
Las recientes tensiones bi-nacionales, a raíz de la crisis de la exportación avícola desde República Dominicana, estuvieron normadas de xenófobas acusaciones y puntualizaciones orientadas a golpear las bajas capas sociales de emigrantes haitianos, siendo uno de los miles de casos que ilustran la situación. Bajo ese panorama, se persigue crispar a poblaciones pobres unas con otras, a partir de una base fijada en fronteras nacionales arbitrarias, mitos racistas, y rivalidades históricas dentro de una isla más pequeña que el estado continental de Maine (un estado en EE.UU.).
¿Cuáles son las perspectivas para la izquierda y los movimientos populares en La Española bajo tales condiciones?
Con los triunfos en los últimos años de muchos movimientos sociales de izquierda y gobiernos progresistas en la región, ¿cuál sería entonces el enfoque para los pueblos interdependientes de La Española?

República Dominicana
A mediados de 2012 la prensa indicaba que algunos grupos de izquierda en República Dominicana, intentaban formar una coalición electoral previo a las inminentes elecciones en el país, pero esto no llegó a materializarse.
Sin embargo, los diferentes grupos de izquierda que permanecen, y más importante aún los movimientos sociales no electoralistas, tienen una oportunidad para relanzar ese proceso y llevarlo hacia delante, formando una coalición que no esté meramente limitada a la política electoralista.
Esto podría incluir a grupos tales como Alianza País, la Alianza por la Democracia de Max Puig, el Frente Amplio, Dominicanos por el Cambio, los comunistas aglutinados en Fuerza de la Revolución, y los numerosos movimientos de base, el sector sindicalista que no ha sido co-optado, los grupos universitarios, y los grupos de la izquierda no-electoralista (que en años recientes ha hecho el reclamo de una Asamblea Constituyente).
Lo más importante es que una verdadera coalición de la izquierda necesitaría incluir a la comunidad haitiana de emigrantes. Una coalición de la izquierda y los grupos populares podría movilizar a las masas excluidas, y hasta podría ganar apoyo de las capas medias y la diáspora.
Queda por verse si estos grupos (o un grueso numeroso de ellos) pueden conformar una coalición, conforme permanezcan las consabidas divisiones históricas y rivalidades.
El Partido Revolucionario Dominicano (PRD), principal fuerza política neoliberal, con retórica populista, para la campaña electoral del 2012, saturó con publicaciones por todos los medios del país, con el tema: ¨Llegó Papá¨, como identificación y fundamental propuesta electoral del candidato perredeísta y ex presidente Hipólito Mejía.
El PRD y su más conservador adversario, el PLD (el que mantiene en la actualidad la presidencia), aparentan mantener un monopolio del proceso político, aunque este hecho no puede asegurarse como ocurre con los demócratas y republicanos en los E.U.
Entre las organizaciones políticas dominicanas existen abundante fisuras, tal como lo evidencia la consabida corrupción rampante en ambos partidos, como también, en los pequeños partidos que siempre les siguen.
El último gobierno perredeista (2000-2004) encabezado por Hipólito Mejía, fue tan fraudulento y moribundo que llegó a permitir, durante años, a los paramilitares haitianos derechistas e incluso, emprender incursiones violentas hacia Haití contra el gobierno Lavalas.
Además, la administración de Mejía se incorporó en la ocupación ilegal estadounidense de Irak, como parte de ese absurdo histórico en donde soldados de diferentes países latinoamericanos, estuvieron bajo el mando de oficiales españoles, recordándonos los nostálgicos tiempos de las colonias.
En la actualidad, el PRD está atrapado en luchas intestinas por el control del poder. Miembros de diferentes facciones, enfrentados, pasan en ocasiones de contradicciones verbales y violencia física, con saldos de heridos y destrucción de propiedades.
Pero, las causas que provocan esta situación son más de carácter personal. Son una manifestación del enfrentamiento entre el empresario Miguel Vargas Maldonado y la sempiterna figura de la política dominicana, Hipólito Mejía.
Esto es un conflicto por intereses económicos y control caudillista, en nada de esto están presentes razones ideológicas o preocupación por el bienestar del país, donde su población exhibe una elevada tasa de pobreza (44%) e indigencia (26%), trabajo informal (63%) y desempleo (17%).
Mientras tanto, en la corporación política del PLD (Partido de la Liberación Dominicana), que goza de la abundancia pecuniaria y proyecta mayor unidad interna que el PRD, este ha sido salpicado de escándalos de corrupción, algunos de los cuales han sido evidenciados y se debaten en los tribunales.
Se acusa a la alta dirección del PLD, la Comisión Política, de constituir una guarida de jefes mafiosos, donde el ex presidente Leonel Fernández se mantiene como el jefe de todos los jefes del PLD, es decir, el ¨Capo di tutti cappi¨.
Durante los dos periodos presidenciales de Leonel Fernández (2004-2012), el PLD respaldó e impulsó acciones políticas de derecha ultra conservadoras, tales como: la ilegalización del aborto, profundizar la discriminación haitiana y otras.
La otrora tercera Fuerza, el viejo cuasi-fascista partido Balaguerista, PRSC (el Partido Reformista Social Cristiano), continúa sirviendo intereses y acciones que conspiran contra “el Bienestar de la Nación”, vendiéndose al mejor postor.
En este ambiente, una coalición triunfadora y enérgica de la izquierda y sectores anti-corrupción, tiene un espacio para crecer e incluso ganar las elecciones del 2016, si lograran atraer a cientos de miles de simpatizantes y militantes de esas organizaciones, caracterizadas por dirigentes corruptos y entregar las riquezas nacionales a corporaciones transnacionales.
La mayor captación podría venir del PRD, donde un elevado porcentaje de sus miembros todavía honran la memoria e inspiración de líderes, como José Francisco Peña Gómez, fallecido en el 1998. Peña Gómez se pronunció en contra del golpe en Haití en el 1991, apoyó a la Nicaragua sandinista de los 80 y muchas de las nobles causas en la región. Queda por ver si la izquierda dominicana puede unificarse.

Repiblik Ayiti
En Haití por contraste, la izquierda y las fuerzas populares han sido históricamente más fuertes que las dominicanas, pero asimismo, se han encontrado con diferentes condiciones.
El Movimiento Lavalas ha tenido una larga historia de aglutinar a numerosos movimientos populares y organizaciones de base, pero ha carecido de la infraestructura necesaria para imponerse, además, de haber sufrido el embate de repetidos asaltos de la derecha en medio de grandes dificultades.
Fanmi Lavalas (FL) es el partido político formal, el cual fue un engendro del movimiento pro-democrático de Lavalas. Su fuerza popular provocó la desestabilización de la elite político-económica, que posteriormente contratacó con el golpe de estado del 2004, encabezado por E.U.
Como resultado de ese escenario, se instaló la dictadura de Latortue que desarrolló una intensa ola represiva entre el 2004 a 2006.
Después de ese evento del 2004 el partido Fanmi Lavalas (FL) no ha podido participar en los posteriores procesos electorales, a pesar de mantener su capacidad de movimiento político, con apoyo popular, como se ha demostrado por muchas veces.
En años recientes, a raíz del terremoto de enero del 2010, ese país ha visto una reactivación de la derecha neo-duvalierista, simbolizada por el gobierno de Michel Martelly, el cual accedió al poder tras unas elecciones controversiales con poca participación (y empujado hacia adelante a través de la manipulación de la OEA, Organización de los Estados Americanos). El gobierno de Martelly se considera profundamente corrupto.
Hoy, después de desastres naturales, desastres hechos por el hombre y la formación de un sistema sin rendición de cuentas de las ONG, la soberanía del país se ha visto socavada. Tropas de la ONU también han mantenido guarniciones de todo el país desde mediados de 2004.
Existen no obstante, varias posibilidades para el movimiento popular Lavalas recomponerse a sí mismo, como por ejemplo: el asesoramiento que recibe de activistas experimentados, la aparición de nuevos y emergentes grupos de formación izquierdista sustentados por bases populares, como Koodinasyon Dessalines y diversos círculos lavalas .
Se han dado pasos positivos, por ejemplo, por la Universidad de la ¨Fondasyon Aristide¨, con su escuela médica y la recreación de ¨Radyo Timoun¨ de Lavalas.
Algunos otros grupos políticos, con bases en algunas comunidades, la pequeña clase media del país o en la universidad, aunque no siempre en buenos términos con las bases de Lavalas, podría ser capaz de trabajar con Lavalas contra el ala derecha.
Se podría llegar a una alianza anti-macoute, aunque se afirma que es una tarea difícil.* De hecho algunos de los pequeños grupos de la ¨intelligentsia¨, los cuales ostentaban estar con la izquierda del país, fueron, en el peor de los casos, cómplices del golpe del 2004 y sus sangrientas secuelas.
En Haití, si es que se llegan a dar a cabo elecciones libres y justas, Lavalas y sus aliados, podrían lograr la victoria electoral. Del desafío es, que esa posibilidad real se pueda reflejar y percibir en la organización de las bases y una participación sostenida desde abajo, sin permitir la manipulación de algunos grupos ilegítimos de poder. El riesgo de burocratización y diversas parcelas, oportunismo, y desestabilización siempre estará presente.

Un proyecto local, intra-isla, regional, y transnacional
En ambos países, la formación de coaliciones encara numerosas dificultades, desde luchas intestinas y la competición hasta la explotación por sectores oportunistas, y la desestabilización por parte de la derecha y las potencias extranjeras.
Con las actuales y considerables economías informales y desempleo sistémico (la población apenas está luchando por subsistir), y la adicional apatía que genera la cultura consumista-individualista impulsada y sostenida para mantener la despolitización popular, existen aún muchas dificultades.
Lanzarse a desafiar tales condiciones es, por supuesto, una tarea con grandes exigencias. La isla, además, está localizada en las latitudes de la “Frontera Imperial”, una región con un largo historial de intervenciones estadounidenses.
También, algunas elites tienen a su disposición a grupos paramilitares, una amenaza que ocurre a menudo dado el factor de impunidad imperante y sus nexos con el narcotráfico.
Al mismo tiempo, las fuerzas de seguridad en La Española, como en otras partes de la cuenca del Caribe y Centroamérica, están densamente penetradas por agencias de E. U. tales como la DEA y la CIA, que forman parte del nuevo concepto hegemónico de ¨soft power¨, sustituyendo las anteriores intervenciones militares y golpes de estado.
Por tanto, las dificultades y los desafíos que encaran los movimientos sociales y la izquierda de La Española son cuantiosos.
Se agregan otros obstáculos para el establecimiento de una gran coalición de las fuerzas políticas emergentes, la tendencia del brote de numerosos pequeños partidos políticos y grupos en la escena nacional, que son presa fácil para las redes de padrinaje criollo y el ya consabido y desgastado ¨caudillismo¨.
Ello no solo neutraliza el potencial de liberación de la izquierda, sino que a su vez, puede hacer que muchos pierdan interés, especialmente dentro de la juventud.
En un plano socio-cultural el asunto es más profundo. La habilidad de sobreponerse a la tremenda xenofobia y racismo existente en República Dominicana hacia los emigrantes haitianos es vital.
Según los acontecimientos del 1965, conocidos como la “Revolución del 65”, cuando los reflejos condicionados anti-haitianos fueron desechados, y se asumió una lucha hombro con hombro por un proyecto intra-isla, la izquierda dominicana floreció, aún siendo amortiguada por el militarismo estadounidense de la Guerra Fría, con el apoyo incondicional de los conservadores locales.
Cabe recalcar aquí la participación de combatientes haitianos, entre las filas constitucionalistas que se enfrentaron a los invasores norteamericanos, algunos de los cuales incluso ofrendaron sus vidas en aras a la Patria Quisqueyana (un nombre indígena de la isla anterior a la conquista europea).
La lucha por los derechos de inmigrantes, debería estar en la vanguardia de los progresistas y la izquierda en cualquier sociedad, en especial, porque los inmigrantes, como los haitianos, son un factor importante en la dinámica económica, en particular de la mano de obra.
El activismo por los derechos de los inmigrantes en curso, en la República Dominicana, ya exhibe protagonismo mediático con la participación de organizaciones como el Grupo Sacerdotal Helder Cámara, seguidor de la teología de la liberación, los sacerdotes Jesuistas en diferentes puntos del país y agrupaciones a las que pertenecen, tales son los casos de Rogelio Cruz en el Cibao Central y Regino en Dajabón, provincia donde se desarrolla el mayor mercado binacional de la región del Caribe.
En resumen, estas ideas no sólo deben entenderse como un sueños lejanos, en relación a las constantes día a día luchas políticas que se están llevando a cabo. Las clases populares tienen que pensar en grande. Necesitamos pararnos en seco y vislumbrar el horizonte futuro, no solo en La Española, sino alrededor del mundo.
Vivimos en condiciones maduras para los cambios sociales. La derecha no posee las respuestas a las crecientes crisis ambientales y las crisis de desigualdad. En estas circunstancias deplorables, la derecha local solo puede dividir al pueblo y explotar las variopintas debilidades actuales (o sus remanentes históricos), para así mantenerse en el poder y, por supuesto, hacerles el llamado a sus poderosos aliados.
La unidad de la izquierda tiene que suceder en La Española, si es que se va a dar algún cambio sustantivo al desigual sistema socioeconómico, político-cultural y toda su estructura de corrupción que controla la isla, partiendo de la premisa de acabar la construcción de alianzas populares y progresistas locales y transnacionales.
A corto plazo, se debe dar un giro a la izquierda aunque en varios pasos intermedios. Parece ser más factible que se produzca primero en Haití, especialmente con el cisma paulatino de los grupos de poder, esto último entre los macoutes y los sectores liberales de la burguesía.
Continúa la movilización y la organización, y, a veces, los compromisos, tendrá que ser hecha para las clases populares de la isla de La Española para mejorar sus condiciones y para detener la derecha del poder recuperador.
Para esto es imprescindible un proyecto político concertado y coherente, y con fuertes nexos de solidaridad que cubra la isla, incluyendo la participación popular, y con las nuevas alternativas regionales.


Jeb Sprague es candidato a doctorado en Sociología en la Universidad de California Santa Bárbara y es autor de: Paramilitarism and the Assault on Democracy in Haiti (Monthly Review Press, 2012). Su página web universitaria está aquí : https://sites.google.com/site/jebsprague/

* El término “macoute” se usa para describir a los derechistas que apoyan la vieja dictadura duvalierista que creó a los tonton macoutes, y por extensión, aquellos que promueven sus nuevas manifestaciones políticas.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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