
El convenio entre YPF y Chevron para explotar el yacimiento no
convencional de Vaca Muerta produjo reacciones encontradas. De las más
inteligentes, aunque no favorables al acuerdo, puede mencionarse la del
economista y ex presidente del INTI (Instituto Nacional de Tecnología
Industrial), Enrique Martínez, que en un texto no maniqueo ("Por qué no
es conveniente ni imprescindible el contrato YPF-Chevron", que puede
leerse en
http://www.propuestasviables.com.ar/index.php/2013/07/19/por-que-no-es-conveniente-ni-imprescindible-el-contrato-ypf-chevron/)
incursiona en críticas medulares, sin dejar de reconocer que el plan de
la compañía renacionalizada contemplaba, desde el principio, que el 12%
de la inversión para lograr el autoabastecimiento debía ser provisto
por socios estratégicos que quisieran producir en yacimientos no
convencionales. Pero también dice Martínez: "Establecer un régimen
especial para inversiones mayores de mil millones de dólares es reforzar
en la conciencia colectiva que solo las grandes corporaciones marcan el
camino de las soluciones importantes. La gran minería; el gran
semillero de semillas transgénicas; los grandes hipermercados; las
grandes terminales automotrices. Allí está el futuro de nuestra ventura y
en su ausencia puede estar nuestra desventura."
Convengamos que el tema petrolero, de Mosconi hasta el presente,
nunca fue un asunto fácil. Cuando Perón quiso asociarse a la Standar
Oil, no pudo lograr que el Congreso le votara el convenio, duramente
atacado por Frondizi desde su banca por extranjerizante. Pero cuando
este llegó a presidente, con el apoyo de los peronistas proscriptos,
abrió las concesiones a límites inimaginables. En ambos casos, hay que
decirlo, Argentina enfrentaba una crisis de abastecimiento. El
desarrollo había generado mayor demanda de energía. El Estado, por sí
solo, no tenía ni el dinero ni la capacidad técnica para resolver el
problema en poco tiempo. Las concesiones eran vistas como un atajo, pero
quedaron en la memoria colectiva asociadas a la entrega de un recurso
propio a piratas extranjeros. Por supuesto, en los ’90 se saldó de la
peor manera, porque ahí sí, YPF fue finalmente entregada a la española
Repsol. Los resultados están a la vista: hoy la Argentina no se
autoabastece y tiene un déficit energético de mil millones de dólares
mensuales. El kirchnerismo, desde el "Informe Mosconi" para acá, parece
haber tomado el toro por las astas para recuperar la soberanía
hidrocarburífera. En pleno proceso electoral, el anuncio del acuerdo con
Chevron calzó justo en una acusación de moda, fuertemente inoculada por
los medios opositores: el gobierno dice una cosa pero hace otra. Ver al
diario La Nación criticando la inversión extranjera fue de antología.
Al margen de eso, la crítica fácil pretende que la llegada de la
petrolera estadounidense es una resignación, cuando no una contradicción
insalvable, con los postulados de la autonomía agitados durante la
renacionalización de YPF.
Quien suscribe estas líneas habló esta semana con, al menos, nueve
especialistas en petróleo. La mayoría está a favor del convenio. No
podría reproducir en este recuadro lo que dijo cada uno. Pero releyendo
el libro La fuerza es el derecho de las bestias, escrito por Juan Perón
en 1958, surge un párrafo que, aunque parezca mentira, resume muchos de
los argumentos de los actuales especialistas. Defiende el general en el
exilio su intención de asociarse con la Standard Oil (hoy Chevron) en
1955, antes de ser derrocado por un sangriento golpe de Estado. Y dice
así: "Los sistemas empleados en la Argentina distan mucho de los nuevos
métodos de exploración, prospección, cateo y explotación racional de los
yacimientos modernos. Es menester reconocer que no estamos en
condiciones de explotar convenientemente los pozos de grandes
profundidades que se terminan de descubrir en Salta (...) Si la
capacidad organizativa y técnica de los Yacimientos Petrolíferos
Fiscales son insuficientes, la capacidad financiera es tan limitada para
encarar la producción en gran escala que podemos afirmar, a priori, su
absoluta impotencia. Descartando la posibilidad de la provisión de
materiales y maquinaria (sólo hipotéticamente, porque sabemos que no es
así), ni el Estado argentino está en condiciones de un esfuerzo
financiero semejante. (...) Y pretender que los inversores extranjeros
inviertan su dinero en compañías argentinas de petróleo es simplemente
angelical (...) Si ha de resolverse el problema energético argentino por
el único camino posible –el del petróleo– es necesario contratar su
extracción por compañías capacitadas por su organización, por su
técnica, por sus posibilidades financieras, por la disponibilidad de
maquinaria, etc. De lo contrario, será necesario detener el ritmo de
crecimiento del país. (...) El contrato con la Standard Oil de
California, que el PE sometió a la aprobación del Congreso, contrataba
con esta compañía la locación de servicios para la extracción de
petróleo para YPF mediante el pago del uno por ciento de beneficio
justo. Esa misma compañía se encargaría de la construcción de los
oleoductos correspondientes, a amortizar con el transporte del
combustible. Estos son los 'tratos inadmisibles' que desean insinuar la
entrega del petróleo al extranjero. Como si la locación de servicios
diera algún derecho de posesión. (...) El compromiso por Standard Oil de
California era de llegar a satisfacer en tres años las necesidades del
país, trabajando conjuntamente con YPF (...) También se comprometían a
incrementar su producción en los años sucesivos, en forma de mantener el
abastecimiento interno y aún comenzar la exportación de petróleo y sus
derivados, para poder aumentar así la disponibilidad de divisas (...)
Los tiranos de mi país, ignorantes e inexpertos, creen que resolverán la
financiación con YPF mediante empréstitos. ¿Es que ignoran lo que esto
representa? (...) Con este empréstito disminuido y nominal llegarán sólo
a YPF los materiales: ellos deberán encarar todo el trabajo y sus altos
costos. Yo me pregunto: ¿No es más conveniente traer las compañías
especializadas, darles trabajo, dividir las ganancias por mitades y
dedicar esas ganancias al pueblo argentino?”
Más de medio siglo después, el debate está instalado casi, casi en el
mismo sitio. Sólo cambia la provincia: Neuquén, en lugar de Salta.
Publicado en:
http://www.infonews.com/2013/07/21/politica-87280-la-fantasia-del-voto-equilibrante-paso-2013-ypf-chevron.php
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