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domingo, 8 de febrero de 2015
Los fondos buitre, la familia judicial y el uso político de la muerte de Nisman, por Roberto Caballero (para "Tiempo Argentino" del 08-02-15)
Las coincidencias entre la campaña buitre y
las denuncias del fiscal. Mientras el gobierno nacional levanta el
secreto que ampara por ley al mayor espía de la historia argentina para
que hable, la judicatura corporativa convoca al silencio de una marcha
junto a los referentes de la oposición.
Es llamativo que el minuto a minuto mediático del caso Nisman
no haya reparado todavía en un detalle, en apariencia casual: la
sintonía de argumentos entre la denuncia floja de papeles del fiscal de
enero pasado y la campaña que desplegó la American Task Force Argentina
(ATFA, el grupo de lobby a escala global del fondo buitre de Paul
Singer) entre el 4 y el 25 de junio de junio de 2013, con dos
publicidades en The Washington Post, donde se denunciaba el "pacto entre
Argentina e Irán".
Según consignó Tiempo Argentino,
la primera, bajo el título "Aliados vergonzosos", estaba ilustrada con
las imágenes de Cristina Kirchner y el entonces presidente iraní,
Mahmoud Ahmadinejad. Veinte días después, se publicó la segunda, aunque
esta vez la foto de la presidenta lucía junto a Hassan Roahani, el
sucesor de Ahmadinejad, bajo una inquietante pregunta: "¿Cuál es la
verdad del acuerdo de Argentina con Irán?"
El memorándum se había firmado el 27 de enero de
2013. El Congreso Nacional lo aprobó la última semana de febrero, y el
gobierno iraní lo aceptó el 20 de mayo.
En esta, se destacaban, además, las versiones encontradas sobre los
alcances del Memorándum de Entendimiento. Kirchner aparece diciendo que
"va a permitir el interrogatorio de funcionarios iraníes" y Roahani
afirmando que "bajo ninguna circunstancia se permitirá que el juez y el
fiscal entren a Teherán a interrogar a nadie".
Una semana más tarde, aquella movida publicitaria, sin dudas dirigida
a influir sobre el ánimo de los congresistas y los funcionarios de la
administración de Barack Obama para que tomen medidas en contra de
nuestro país, y allanarle de ese modo el camino a los buitres en el
cobro de la sentencia Griesa, fue puesta bajo la lupa por dos
periodistas, Christina Wilkie y Ryan Grim, del prestigioso portal The
Huffington Post. El informe que produjeron comenzaba con un párrafo demoledor:
"Publicidades como las que atacan a Argentina son un método por el cual
los capitalistas buitre buscan forzar a un país dañando su reputación
entre los decisores políticos."
El texto sigue con un breve resumen
sobre el eje de la disputa:
"Un fondo de inversión con el que el país se
enfrenta compró deuda defaulteada por menos de 50 millones de dólares,
exigiendo ahora más de 1000 millones de dólares de pago. Para lograr su
objetivo, los cobradores de deuda de esta magnitud necesitan astucia
política y amigos en los lugares correctos. Ellos (los fondos buitre)
pagan generosamente por ambos. En este marco, ATFA, el grupo que aboga
por la devolución total de los bonos, lanzó un amplio ataque sobre
Argentina en su campaña de relaciones públicas."
Detalla también que Paul Singer
"gastó por lo menos 150 mil dólares
para hacer lobby en el congreso en los primeros tres meses de este año,
cuya porción más grande fue a la poderosa firma de abogados Covington
& Burling. El último año, gastó casi un millón de dólares en lobby y
desde 2007 gastó más de 3,8 mil millones de dólares en consultores".
Siempre según los autores,
"ATFA está compuesta por dos grupos
aparentemente no relacionados: los fondos de inversiones buitre, que
esperan beneficiarse de pagos de la deuda ordenados por los tribunales y
los grupos de agricultores y ganaderos de Estados Unidos, quienes ven a
Argentina como un competidor potencial."
Y apuntan a Robert Raben, ex
empleado del Capitolio y de la administración Clinton, como director
ejecutivo de ATFA; y a Robert Shapiro, un ex subsecretario de Comercio, y
a Nancy Soderberg, ex embajadora ante la ONU, como sus laderos.
Por último, informan que
"junto con Raben, los representantes del
grupo ganan sus honorarios de consultorías, en parte, escribiendo
artículos de opinión sobre cuán inestable es Argentina y cómo su
negativa a pagar a los fondos buitre debería servir como una advertencia
a otros para no hacer negocios ahí. Desde 2009, estas piezas de opinión
aparecieron en The Wall Street Journal , The Hill, el periódico
británico Daily Telegraph y hasta en The Huffington Post."
Es que los periodistas Wilkie y Grim, mientras desarrollaban su
valiente investigación, descubrieron que Raben, Shapiro y Soderberg
habían escrito contra la Argentina en su propio portal sin advertir a
los editores que Singer los tenía contratados, precisamente, para hacer
eso. Un claro conflicto de intereses. Desde entonces, la publicación
decidió levantar las notas de los tres lobistas que se camuflaban como
columnistas desinteresados. Esa firme actitud del portal estadounidense contrastó con la cálida y
amigable recepción que, un año más tarde, un grupo de periodistas
argentinos les brindó a los mismos Shapiro y Soderberg, en el exclusivo
Palacio Duhau, durante el viaje que realizaron para desacreditar la
estrategia del gobierno y contactarse, de manera misteriosa, con aun más
enigmáticos interlocutores locales.
Volviendo a los aspectos concordantes entre el escrito de Nisman y la
campaña de ATFA, no puede eludirse en el análisis la simultaneidad de
fechas entre otra acusación producida por el fiscal contra Teherán por
la causa AMIA y las publicidades aparecidas en The Washington Post.
El memorándum se había firmado el 27 de enero de 2013, entre los
cancilleres de Argentina e Irán, en Adis Adeba, Etiopía. El Congreso
Nacional lo aprobó la última semana de febrero, y el gobierno iraní lo
terminó aceptando el 20 de mayo.
Nueve días más tarde, Nisman presentó 500 páginas de acusación contra
Irán, calificando a su gobierno de "régimen terrorista que desde hace
años tiene el claro objetivo de exportar la revolución acudiendo a la
violencia". En su dictamen, daba por probado que "Teherán instaló
estaciones de inteligencia, además de la Argentina, en Brasil, Paraguay,
Uruguay, Chile, Colombia, Guyana, Trinidad y Tobago y Surinam con el
fin de cometer, fomentar y patrocinar actos terroristas". ¿Cómo hizo Nisman para investigar esas ramificaciones continentales
del terrorismo internacional? ¿De dónde surgía su certeza, por ejemplo,
de la actividad de supuestos combatientes clandestinos chiítas en
Surinam? ¿O en Trinidad y Tobago?
Quizá de otro lado, pero no de su fiscalía especial. Dos meses antes,
Roger Noriega, el ex secretario de Estado Adjunto del Hemisferio
Occidental de George Bush, había comparecido ante el "Subcomité de
Terrorismo y no Proliferación", en la Cámara de Representantes de los
Estados Unidos, y allí describió supuestas redes paralelas de
colaboración con el terrorismo iraní, que "crecen a un ritmo alarmante
en América Latina. Una de ellas es operada por colaboradores venezolanos
y la otra por un ex diplomático iraní. Abarcan más de 80 cuadros en al
menos 12 países de la región, siendo sus grandes áreas prioritarias
Brasil, Venezuela, Argentina y Chile." Lo concreto es que, el mismo día que Nisman presentó su denuncia
sobre la amenaza de las redes iraníes en Latinoamérica, el Departamento
de Estado difundía su informe anual "sobre el terrorismo en el mundo".
Y, en el párrafo dedicado a la Argentina, deploraba "el marcado giro" de
la política del gobierno kirchnerista CFK hacia Irán y reflejaba
también las críticas de la AMIA y la DAIA al memorándum. De mínima, corresponde decir que el fiscal que consultaba los pasos a
seguir en la investigación de la causa AMIA con la Embajada de los
Estados Unidos –relación acreditada en los cables de Wikileaks y
confirmada por el protagonista–, era el autor de escritos que
conceptualmente no contravenían lo regimentado en la materia por algunas
de las agencias de inteligencia de aquel país y su sector político más
conservador y radicalizado, representado por Noriega. Sin ir más lejos,
mientras Nisman escribía que Irán era la expresión más acabada del
terrorismo planetario, Barack Obama reanudaba las relaciones con
Teherán, interrumpidas desde 1979.
No es una conclusión, apenas una pregunta. ¿Por qué Nisman hace
pública la acusación contra Irán al mismo tiempo que la ATFA de Singer
castiga a la Argentina por el acuerdo? La sincronía es curiosa. Quizá no
haya relación directa entre una cosa y la otra. No se puede afirmar
eso, pero descartarlo es igual de temerario. ¿Existe una relación entre estos fondos y un sector del gobierno de
los Estados Unidos que quiere que le vaya bien a Singer y mal a la
Argentina en el pleito de la deuda? Casi seguro.
¿Acaso se usó la voladura de la AMIA, el dolor de los familiares de
los 85 muertos y una causa a la deriva, infectada por los lugares
comunes de la CIA y su paranoia planetaria, para debilitar a nuestro
país en el juzgado de Griesa? Sería terrible, pero no improbable. ATFA
lo hizo, eso seguro.
¿Hasta dónde llega Singer en la superestructura del poder financiero
económico mundial controlado desde Wall Street y aledaños? La nota del
Huffington Post le asigna una importante injerencia. ¿Es capaz, incluso,
de haber encontrado ayuda de parte de alguna de las múltiples
contratistas de la CIA que operan en la Argentina para conseguir su
propósito? En una novela de espionaje no sería descabellado, pero en la
realidad hay que atenerse a los hechos, y los hechos dicen que una cosa
es Singer y la AFTA, otra la CIA, otra el Departamento de Estado y otra,
los escritos de Nisman, aunque abunden los hilvanes conspirativos entre
todos ellos.
Las elucubraciones de esta columna pueden llegar al infinito. No así, los último hechos, que se pasan a describir. Cristina Kirchner decidió descabezar la SI (ex SIDE) en diciembre. Al
parecer, detectó que, desde la firma delmemorándum con Irán, que
agotaba en la práctica la pista iraní en el expediente AMIA al llevar a
indagatoria a los acusados, paso final del proceso judicial, los jefes
operativos de la central de inteligencia local lanzaron una serie de
operaciones, en connivencia con un sector de la Justicia Federal,
destinadas a demoler la imagen pública del gobierno y sus funcionarios.
No sólo eso: la sospecha es que muchos de los agentes estarían
trabajando para agencias extranjeras y prestarían servicios de
pinchaduras y seguimientos a empresas privadas.
El 5 de enero, la presidenta puso a Oscar Parrilli al frente del
organismo y jubiló al director Jaime Stiuso, ladero de Nisman,
constructor meticuloso durante varios gobiernos, en 20 años de fallido
expediente, de la conexión que conducía a Teherán para explicar el
bombazo de la calle Pasteur.
Esta semana, decidió que Stiuso sea relevado del secreto para que
vaya a la fiscalía de Viviana Fein y relate qué tipo de relación
mantenía con Nisman, con quien habría hablado 12 minutos, el día
anterior del hallazgo macabro en la Torre Le Park de Puerto Madero. Si se agota la pista iraní, que sirvió para consumir en una década
casi 1000 millones de pesos de presupuesto público para llegar a nada,
la investigación va a volver a concentrarse sobre la conexión local y
sus encubridores: Menem, Anzorreguy, jueces, policías y fiscales.
También sobre la SIDE.
Circula una versión que estremece. La aportó el ex prosecretario de
la causa, Claudio Lifschitz, en la época del ex juez Juan José Galeano.
Habla de la voladura de la AMIA como un atentado entregado por la CIA
para ser descubierto por el gobierno de las relaciones carnales y
mejorar su imagen a nivel internacional. Pero 48 horas antes, los espías
locales habrían perdido el rastro del coche bomba. ¿Será cierto? Lo
demás es trágicamente conocido.
Esto no exculpa a los iraníes para nada. Pero, ¿qué pasaría si las
pruebas materiales que los incriminaban se eliminaron en el trayecto de
estos años para borrar la torpeza de los que tenían que actuar de una
manera y lo hicieron de otra? ¿Se puede condenar a los funcionarios de
Teherán sólo con informes de inteligencia provistos por la CIA, sin que
estos se corporicen como prueba en un expediente judicial, como manda la
legalidad más elemental? Es imposible. Ese era el problema más grave que enfrentaba Nisman. Como fiscal
sabía que lo que la SI le entregaba como evidencia no resistía una
revisión de un tribunal superior más o menos despierto. Mucho menos,
después de que la Argentina sellara un principio de acuerdo con Irán
para resolver la situación de sus funcionarios. Lo del encubrimiento fue un atajo a ningún lado. Esto no hace más
soportable su lamentable muerte, pero ofrece una explicación al dolor. Por eso no tiene sentido que, mientras la presidenta releva del
secreto a una figura clave de esta historia para que hable fuerte y
claro, y diga todo lo que sabe, con los fiscales federales al frente,
toda la familia judicial y el sindicato moyanista del rubro hayan optado
por el silencio de una marcha callejera para el 18F, en alianza con la
oposición.
Si toda esta historia reclama algo, esa es la verdad, a los gritos si se puede.
Nunca el silencio.
Hola Adrián, Perdón por el autobombo, pero hace casi 2 semanas yo apunté en la misma dirección que la nota de Roberto Caballero: http://el-lobo-estepario.blogspot.com.ar/2015/01/rebancando_27.html
Soy "Profesor de Enseñanza Secundaria, Normal y Especial en Historia" recibido en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Ejerzo desde 1991 como docente en escuelas secundarias de Capital Federal y el Gran Buenos Aires.
Desde marzo de 2010 edito el Blog "Mirando hacia adentro", cuyas imagenes originales serán publicadas en esta página satélite.
1 comentario:
Hola Adrián,
Perdón por el autobombo, pero hace casi 2 semanas yo apunté en la misma dirección que la nota de Roberto Caballero:
http://el-lobo-estepario.blogspot.com.ar/2015/01/rebancando_27.html
Un abrazo.
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