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jueves, 21 de junio de 2012

Moyano vs. Moyano, por Roberto Caballero (para “Infonews” del 21-06-12)


Para Moyano, hoy por hoy, y sin quitarle mérito a su inclaudicable pelea contra el neoliberalismo en los ’90, el tema Ganancias es anecdótico.

Por:

Roberto Caballero

Dijo Hugo Moyano, el 29 de abril de 2011, frente a medio millón de trabajadores reunidos en la Avenida 9 de julio: “El movimiento Obrero Organizado a través de la CGT ha pedido a nuestra presidenta que se presente en elección para ser reelecta. Yo creo que no tiene que hacer mucho esfuerzo nuestra presidenta, porque lo que vemos al lado se desmorona solo.”
Me pregunto, como muchos por estas horas, ¿qué pasó desde entonces? ¿Qué pasó desde aquel apoyo incondicional de Hugo Moyano a la candidatura de Cristina Kirchner hasta el día de ayer donde, en el marco de una paritaria perezosa donde los camioneros piden el 30% de aumento y la patronal ofrece, por ahora, el 21%, el líder de la CGT haya amenazado con un paro nacional desde los estudios de TN, bajo la atenta supervisión de Marcelo Bonelli? Se habla de chantaje, de extorsión, pero eso por sí solo no explica la decisión, salvo que los funcionarios revelen en qué consiste ese chantaje o la presunta extorsión, como alguna vez Néstor Kirchner lo hizo con la Corte Suprema menemista. Moyano dice que es por el Impuesto a las Ganancias, y eso también se parece a una excusa para quedar bien con ese 10% de los trabajadores en blanco de ingresos medios y altos que se quejan porque el tributo funciona como una poda salarial, lo cual es cierto. Moyano reacciona en cámara porque el ministro Florencio Randazzo lo quiere denunciar penalmente por el desabastecimiento. En realidad, es algo menos visceral. Es más profundo. Viendo sus últimos reportajes y movimientos, Moyano actúa traicionando a Moyano, algo así como Moyano vs. Moyano, que reclamaba que el movimiento obrero organizado pasara a ser cabeza del peronismo y dejara de ser su columna vertebral. En el cónclave futbolero de La Ñata, Moyano se resignó a probar suerte, una vez más, como columna vertebral, pero esta vez de un armado post kirchnerista, donde reluce el ex consultor de Repsol Alberto Fernández, el ex ministro de Economía Roberto Lavagna y, desgraciadamente, el Daniel Scioli versión presidencial 2015, increíblemente ausente ayer en la trifulca, esperanza del establishment que quiere ver clausurado el proceso iniciado en 2003 por derecha. Creo que para Moyano, hoy por hoy, y sin quitarle mérito a su inclaudicable pelea contra el neoliberalismo en los ’90, el tema Ganancias es anecdótico. Lo prioritario sería agrietar la relación del gobierno que nacionalizó YPF y lanzó un plan de créditos para viviendas revolucionario –como pedía la CGT– con sus bases trabajadoras, para llevarlas al redil de un proyecto anti kirchnerista, que le ceda a él los espacios de poder que, en la teoría y en la práctica, el kirchnerismo le negó en su etapa cristinista. Ni siquiera está en juego la titularidad de la CGT. Es más que eso. Es un proyecto político, que no lo tiene como cabeza, sino como ariete para llenar la calle ya no de caceroleros de Recoleta y Barrio Norte que reclaman dólares, sino de trabajadores sindicalizados, porque sin esos trabajadores no existe la liturgia insurreccional que precede a un recambio de ciclo, como el que ansía Alberto Fernández, el nuevo armador de Scioli.
Pero Moyano está jugando todo su capital a un pleno. Lo sabe él, los moyanistas que dejaron de serlo, como su ex aliado Omar Viviani, y también los que en público lo respaldan, pero por lo bajo confiesan que extravió el rumbo porque decidió enfrentar un gobierno al que hay que examinar con un microscopio muy potente para detectarle medidas anti populares o anti sindicales. Es la primera vez en nueve años, por caso, que las paritarias van a empardar la inflación. Hasta ahora venían superándola, es decir, los trabajadores en la era K venían recuperando salario real, como no sucedía desde 1973/1974. Empatar no es perder. Y, mucho menos, cuando el frente externo se presenta crítico y hay medidas oficiales contracíclicas que son inéditas, al menos desde el retorno de la democracia hasta el presente, que desoyen todas y cada una de las recetas del FMI, del CEMA, de AEA y de la mismísima hegemonía del G-20.
Los que acusan a Moyano de traidor lo analizan desde la indignación del instante. Pero Moyano hace política: quiere tener diputados, espacios en la administración, ligereza en la adjudicación de fondos públicos, y supone que lo que Cristina le niega le será dado en un futuro más o menos próximo por Scioli como compensación a los servicios prestados en su proto-candidatura anti K. La respuesta, entonces, debería ser política y no emocional. Si la política busca el bien común y la coartada sindical de Moyano deja a un pueblo como Guaminí sin gas, sólo hay que confrontar dichos y hechos, de cara a la sociedad, que es la que decide.
Toda su movida se inició hoy, un 20 de junio, Día de la Bandera creada por Manuel Belgrano, quien en 1812 ordenó el “Éxodo jujeño”, para no dejar en manos realistas nada que pudiera servirle para abortar la lucha por la liberación. Belgrano redactó un bando que obligó a todo el pueblo a levantarse y a seguirlo hacia Tucumán, porque eso era lo que había que hacer si uno quería una patria libre. Y ese bando, sobre el final, previendo que la gente no iba a querer desprenderse de sus animales o de sus casas, decía: “Serán tenidos por traidores a la patria todos los que a mi primera orden no estuvieran prontos a marchar y no efectúen con mayor escrupulosidad sean de la clase y condición que fuesen.” No importaba el derecho de unos sobre sus propias cosas, porque había un derecho colectivo superior a resguardar: la libertad de todos, la construcción de una patria nueva, en la lucha anticolonial contra España.
La buena política persigue el bien común. Belgrano era un gran político, además de militar. Lo material era accesorio en esa encrucijada. No había interés sectorial o corporativo por encima del interés nacional.
Doscientos años después, la Argentina enfrenta una nueva encrucijada. Mientras el capitalismo mundial se hace añicos, un gobierno democrático intenta mantenerse de pie, exigiendo apoyo a los que se beneficiaron de sus políticas de casi una década.
En este contexto, ¿a quién se le ocurre un paro general de Camioneros que paralice el país?

Publicado en :

http://www.infonews.com/2012/06/21/politica-26447-moyano-vs-moyano.php

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