No hay nada más importante hoy que repudiar la agresión mafiosa a Víctor Hugo Morales. Sin demora, sin excusas y sin peros. El episodio que vivió en Barracas constituye un real ataque a la libertad de expresión, instigado por los mismos empresarios monopólicos de la comunicación que vienen intentando demonizar su figura desde que él se plantó con resolución frente a los privilegios derivados de su concentración.
La belicosidad del grupo agresor sólo se explica en el contexto habilitante de ira, alteración y violencia simbólica que los voceros de Héctor Magnetto fabrican cotidianamente desde sus licencias no adecuadas a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual contra aquellos que no comulgan ni ceden a sus aprietes.
El muro que el Grupo Clarín levantó ilegalmente sobre una calle pública de la Capital Federal, ese que Víctor Hugo estaba registrando con las cámaras de su programa cuando fue atropellado por un auto, es la metáfora perfecta del accionar constante de sus accionistas: la apropiación de lo público para sus negocios privados, la división entre argentinos por réprobos o elegidos según el grado de subordinación a sus intereses y la lesión sistemática de las normas como forma de acumulación mercantil.
Desde esta columna, vaya un enorme abrazo solidario al maestro Víctor Hugo Morales, esperando que el mal trance se haya visto, aunque sea en parte, suavizado por la extraordinaria noticia de que la Sala I de la Cámara Federal aceptó el recuso de queja presentado por el fiscal Leonel Gómez Barbella que involucra en su dictamen a Héctor Magnetto, Ernestina de Noble y Bartolomé Mitre en los delitos de lesa humanidad cometidos en la apropiación ilegal de Papel Prensa durante la última dictadura cívico-militar.

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http://www.infonews.com/nota/195101/una-agresion-mafiosa