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domingo, 26 de junio de 2016

UNA DIFÍCIL ENCRUCIJADA, por Adrián Corbella



EL PRONTUARIO DEL NEOLIBERALISMO:

El Neoliberalismo es una teoría económica que ya se acerca al medio siglo de existencia. Nació en los albores de la década del ’70, a partir de las teorías de economistas como el austríaco Friedrich von Hayek o el norteamericano Milton Friedman, y tuvo una de sus factorías  intelectuales en la famosa “Escuela de Chicago”.
Argentina fue uno de los conejitos de indias de estas teorías durante las dictaduras militares de esos años, a partir de la labor del ministro José Alfredo Martínez de Hoz. El efecto de las políticas de este ministro fueron las clásicas del neoliberalismo: predominio del capital financiero por sobre el productivo, destrucción del tejido social –con deterioro de la educación, aumento de la inseguridad y de la pobreza y marginalidad-, aplastamiento del mercado interno, endeudamiento creciente e incontrolable, y liquidación de activos.
En 1983-84, el presidente radical Raúl Alfonsín intentó aplicar una política distinta, más heterodoxa y keynesiana, con el ministro Bernardo Grinspun, pero pronto la Argentina alfonsinista cayó en manos de otro neoliberal, Juan Vital Sourrouille, el creador del “Plan Austral” –antecedente de la “Convertibilidad” menemista-. El plan generó, como todos los planes neoliberales, una etapa de “estabilidad” de bases vidriosas, que estalló pronto en dos muy dañinas hiperinflaciones.
Menem entregó el control de la economía a otro neoliberal, Domingo Felipe Cavallo, quien diseñó el famoso “1 a 1”, que generó efectos similares a “La Tablita” de Martínez de Hoz y al “Plan Austral” de Sourrouille: financiarización de la economía, destrucción de PYMES y del mercado interno, endeudamiento, desocupación, marginalidad social, violencia e inseguridad crecientes.
De la Rúa aplicó más de lo mismo con sus ministros: Machinea, López Murphy y el propio Cavallo que llegó para supervisar la defunción de su criatura.
El 2001 no fue un accidente en la historia argentina. Trabajaron treinta años para construir esa etapa de destrucción masiva.
Lo que sucedió en Argentina aplicando el neoliberalismo no fue un resultado inesperado. Basta con ver los ejemplos de España o Grecia, de Irlanda o Islandia, junto a la creciente posibilidad de que la acción de los talibanes del neoliberalismo se lleve puesta a la propia Unión Europea.
No se trata de errores ni de que las medidas no se hayan aplicado bien. Cuando uno da poder a los neoliberales son tan predecibles como un fanático religioso –a los que se parecen mucho-: hacen lo único que saben hacer, lo único en lo que creen, y lo hacen con rapidez y eficiencia.
Los neoliberales piensan que su ideología contiene la verdad absoluta y definitiva del pensamiento humano. Por eso es común escucharles frases del estilo “es lo único que se puede hacer”, “es lo que se hace en todo el mundo”, “no hay otra salida”, “es duro pero es necesario y más adelante se van a ver las ventajas”. Negociar con un neoliberal es tan difícil como hacerlo con un fanático religioso. Por eso hay que adoptar con ellos la misma actitud que se le aplica a estos personajes: con los Talibanes no se negocia, se intenta evitar que hagan daño.


SER OPOSITOR EN TIEMPOS DE UNICATO:

Las elecciones presidenciales de 2015 generaron una concentración de poder inusitada en la historia argentina, ya que la misma fuerza política que controla el gobierno nacional, el gobierno de las principales provincias (Buenos Aires, CABA, Mendoza más un aliado panperonista en Córdoba y un “opositor” amable en Santa Fe), y cientos de intendencias, tiene una Corte Suprema que la mira con mucha simpatía, un poder judicial mayoritariamente aliado, y el apoyo decidido de los principales grupos económicos del país –incluyendo las principales cadenas mediáticas-.
Esta concentración abrumadora de poder ha permitido al oficialismo operar sobre el poder donde era más débil: el legislativo. Nunca antes una misma mano había contado con la “caja” política estatal y las “cajas” del poder económico privado. A eso se suma la posibilidad de “ofrecer” paraguas u hostilidad mediático-judicial… Por eso muchas convicciones se agrietan, lo que ha permitido a Cambiemos dividir al bloque del FpV en varios sub bloques y atraerse a diversos gobernadores e intendentes que habían apoyado a Cristina y a Scioli. Es  realmente difícil ser un opositor férreo en un contexto donde de un lado tenemos el poder político, económico, judicial y mediático, y del otro solamente convicciones…
Los que hacen esta alquimia oficializante dicen generalmente que hay que garantizar la gobernabilidad (tanto del actual presidente…. como la propia). Entonces terminan generando, al igual que hacen otras fuerzas como el Frente Renovador massista, una oposición más discursiva que real: critican, se quejan, pero terminan negociando y votando lo que propone el oficialismo, con escasas modificaciones de fondo.
Algo que también distorsiona el rol de la oposición es que reúne a antiguos oficialistas del FpV con antiguos opositores al kirchnerismo, y la colaboración de ambos sectores sigue presentando dificultades. El eje “K o Anti-K” sigue siendo fuerte en muchos, de un lado y del otro, tendencia que ha sido combatida por Cristina en sus escasas apariciones. La ex Presidente parece considerar, probablemente con razón, que en esta etapa un excesivo protagonismo de ella polariza dificultando ingresar a una lógica que sea “M o Anti-M”. Por eso en su más prolongada aparición pública, en abril frente a Comodoro Py, no habló de FpV sino de “Frente Ciudadano” e impidió el abucheo a Diego Bossio, que se había separado del FpV formando el Bloque Justicialista. Luego hubo otras escisiones, como la salida de los diputados misioneros, de los del Movimiento Evita, o las presiones que hay hoy dentro del PJ para armar un bloque separado del FpV.
Las ventajas de esta actitud, para los que la toman, son evidentes: mientras que los opositores duros son demonizados por los medios, acosados por la justicia y se mueven casi sin respaldo político territorial, los blandos son bendecidos por los medios, obviados por la Justicia y bienamados tanto por los poderes económicos como por los territoriales.
Esta situación está provocando una atomización de la oposición que le dará al oficialismo el control del único poder que le era ajeno: el legislativo. Un auténtico unicato, una concentración que pulveriza la “división de poderes”.
Pero, a mediano y largo plazo, esta estrategia tiene límites muy claros. Por un lado, hay un núcleo duro de votantes que comulgan con las ideas y políticas llevadas adelante entre 2003 y 2015, que piensan que los casos de corrupción se miden con distinta vara según sean de un lado o del otro y que rechazan las políticas macartistas que se han hecho tan frecuentes en estos meses. Este núcleo, que es entre un cuarto y un quinto del electorado a nivel nacional, difícilmente disminuya ya que la recuperación económica no vendrá ni en el segundo semestre, ni en el “tercero” ni en el “cuarto”. Lo único que puede proporcionar a este modelo neoliberal una tan fugaz como costosa primavera es un plan de obras públicas basado en un dramático endeudamiento externo. Este tipo de primaveras son seguidas normalmente por un verano caliente o un invierno polar, alterando el orden normal de las estaciones.

OBJETIVOS CLAROS:

Frente al avance del un modelo neoliberal que destruye la economía y el tejido social, el eje no debe ser si la fuerza política se llama FpV, PJ, Frente Ciudadano o como se quiera llamar. Tampoco son válidos los personalismos. Lo importante es tener claro que hay que oponerse a políticas que afectan derechos básicos de millones de argentinos y comprometen la independencia del Estado y el futuro de sus habitantes. Debemos tratar de unir a todos aquellos que ya vean o que más tarde empiecen a ver que aplicar por cuarta vez consecutiva políticas que ya lastimaron profundamente al país en las tres oportunidades anteriores sólo puede terminar de la misma manera que terminó en esas situaciones precedentes.
Como bien saben los griegos y los españoles, el 2001 no fue un accidente.


Adrián Corbella, 26 de junio de 2016

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