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lunes, 6 de junio de 2016

PERONISMO, KIRCHNERISMO Y FRENTE CIUDADANO, por Adrián Corbella


La lectura de la nota de Osvaldo Drozd “El frente ciudadano y los riesgos de la abstracción” , con la que tengo muchas coincidencias y algunas discrepancias, me generó una serie de reflexiones no sobre la nota misma sino sobre la realidad nacional de la que se ocupa el artículo del citado periodista.


Por Adrián Corbella

En los países en los que el Neoliberalismo impera desde hace décadas funciona un sistema “bipartidista” con dos partidos neoliberales, uno más reaccionario y radicalmente regresivo, y otro con un neoliberalismo un poco más “light” y con aires “progres”. El ejemplo clásico es España con el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Algo parecido sucede en México.
Este bipartidismo falso se hace necesario porque las consecuencias socio-económicas de las políticas neoliberales son tan nefastas que la única manera de garantizar su continuidad es que el partido “opositor” haga más o menos lo mismo que el “oficialista”. Este opositor basa su peso electoral en una historia política previa al neoliberalismo que lo ubica “a la izquierda” del otro (“socialistas” contra “neofranquistas” en España), aunque hoy sean casi hermanos siameses.
En Argentina, las corporaciones ya tienen en Cambiemos su PP, y dado que sus políticas regresivas hacen muy difícil su continuidad en el tiempo, les urge construir un “PSOE” argentino.
Con la UCR dentro de Cambiemos, ese segundo partido neoliberal sólo puede surgir del peronismo, y de hecho ya desde 2013 vienen construyendo la figura de Sergio Massa, en la mejor tradición del “peronismo” menemista. Massa ha tenido un buen resultado electoral en 2015, y muestra virtudes como constructor de espacios políticos, pero incluso desde ese 20% el massismo solo no alcanza. Necesitan reforzarlo con una porción significativa de dirigentes “kirchneristas” del PJ, partiendo al peronismo por la mitad y generando un esquema de tres partidos: una alianza conservadora PRO-radical (Cambiemos), un neomenemismo neoliberal en torno a las figuras de Urtubey y Massa, y un peronismo kirchnerista antineoliberal.
En este contexto se entiende tanto la estrategia de Cristina Fernández  desde el 13 de abril como la del PJ de la dupla Gioja-Scioli –postura que es esencialmente la misma-: garantizar la unidad de una oposición cuyo eje sea la confrontación a las políticas regresivas del macrismo. En el acto del 13 de abril, Cristina cortó en seco a los militantes que intentaron criticar al disidente Diego Bossio. De la misma manera, en la reorganización del PJ los grupos más visceralmente kirchneristas no pretendieron ocupar roles protagónicos. Por el contrario, se impulsaron  para dirigir el justicialismo a dos dirigentes políticos que apoyaron todo el ciclo kirchneristas pero que tienen un perfil moderado aceptable tanto para la mayoría de los peronistas no kirchneristas como para muchos no peronistas: José Luis Gioja y Daniel Scioli.
Lo que Cristina planteó frente a los tribunales de Comodoro Py no es la construcción de una nueva fuerza política sino la organización de un Frente Ciudadano que defienda los derechos amenazados por las políticas neoliberales. Sabedora de que su figura todavía despierta polémicas, todavía polariza, se mantiene en un segundo plano. Tiene la ventaja de que seguramente no tiene aspiraciones personales a ningún cargo ejecutivo, sino solamente aspiraciones políticas: no perder doce años de transformaciones que fueron muy importantes. Entonces el primer paso es unificar el Partido Justicialista, no como una fuerza que obedezca a Cristina sino como una fuerza que se oponga a Macri. La puerta está abierta, y adentro hay una foto grande del General con los brazos abiertos, acogiendo a todos...(y todas).
Un PJ unido con un perfil claramente opositor es una parte fundamental y necesaria de un Frente Ciudadano. Pero no alcanza. Es necesario incluir otras fuerzas que pueden no ser ni peronistas ni kirchneristas.
En las guerras defensivas del siglo XIX era muy común la estrategia de “Tierra Quemada”. Belgrano, cuando los españoles avanzaban imparables hacia Jujuy, optó por impulsar el Éxodo. Se llevó de Jujuy hacia el Sur todo lo que era útil, y destruyó lo que no se podía llevar para que no pudiera utilizarlo el enemigo. Este repliegue sirvió para reorganizar las fuerzas de Belgrano, y vencer a los españoles en Tucumán y luego en Salta.
El PJ y Cristina llevan adelante una política de este tipo: se acepta sin reservas ni recriminaciones todo lo que sea útil para oponerse al macrismo. La lógica de esta política es que todo dirigente rechazado es ”abandonado” para que le sirva a Cambiemos. Esta estrategia de “tomar todo” sin muchas pretensiones de pureza dificulta el construir un fuerza política homogénea de cara a las elecciones presidenciales; pero eso importa poco en 2016, a tres años de la renovación presidencial. Por otra parte, tampoco debemos olvidar que esas alianzas extrañas a veces ganan: Macri llegó al poder al frente de un caleidoscopio que parecía imposible de construir, uniendo sectores bastante diversos.
“Unidos y Organizados”, los opositores pretenden replegarse para recomponer sus fuerzas, no dejando nada útil a retaguardia. Cuando el oficialismo y sus globos desinflados empiecen a retroceder, no encontrarán a sus espaldas otra cosa que tierra políticamente “quemada”.

Adrián Corbella
6 de junio de 2016

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