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lunes, 18 de marzo de 2013

LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA Y LA SEGUNDA INDEPENDENCIA, por Federico Bernal (para “INFOnews” del 18-03-13)





Es imposible desarrollar e independizar la economía, esto es, movilizar las fuerzas productivas en función de un proyecto socialista, nacional y popular sin vencer el status quo semicolonial.


Desde Ecuador, decía Bolívar, o nos unimos de verdad o un nuevo coloniaje legaremos a la posteridad. El Banco del Sur, la Telesur, una Petrosur, la unidad energética del sur; la unión, el esfuerzo de nosotros los países suramericanos para derrotar la miseria, la pobreza, la marginalidad, el analfabetismo. Sólo unidos, pero de verdad, es que nosotros podremos ser verdaderamente independientes, verdaderamente libres" (Hugo Chávez Frías, diciembre de 2007, acto de fundación del Banco del Sur). En otras palabras, independencia en la unidad, no para guerrear contra un enemigo extranjero, sino para terminar con el atraso, el subdesarrollo y la dependencia que nos atormentan desde hace ya más de cinco siglos. A propósito de todo esto, sería injusto y por demás incorrecto homenajear al magno bolivariano limitándonos a los extraordinarios indicadores socioeconómicos registrados por Venezuela desde 1999. Restringir el análisis de esta forma, sería quebrantar el nacionalismo latinoamericano que él forjó y ejerció  como nunca antes desde las gestas libertadoras del siglo XIX.  Nunca más oportuno pues, que subordinar la economía a la cuestión nacional latinoamericana para explicar la grandeza y trascendencia del Gran Mariscal de la Segunda Independencia, para comprender su legado y profundizar su lucha revolucionaria, que es la nuestra, que es la de los excluidos y oprimidos del mundo. 

DE GARCÍA MÁRQUEZ A LA "INTELIGENCIA" ARGENTINA

.¿Quién no sintió un sabor entre amargo y fatídico con El General en su Laberinto? Sus últimos renglones disparaban una sentencia letal para las ambiciones desde el más pequeño hasta el más grande de los revolucionarios: "... los últimos fulgores de la vida [de Bolívar] ... nunca más, por los siglos de los siglos, volvería a repetirse". Era el corolario de una obra brillantemente escrita aunque nefasta en su concepción política. Pero felizmente para el pueblo latinoamericano, el genial García Márquez se equivocó. El programa bolivariano reencarnaría, renovado y perfeccionado, mucho antes de lo previsto por ese indefinido e irrealizable "siglos de los siglos". Y hasta dónde habrá de llegar su error que, tres años después de publicado su  libro en 1989, Hugo Rafael Chávez Frías se alzaba con su Movimiento Revolucionario Bolivariano 200 (MRB). La atascada rueda de la historia latinoamericana volvía a girar. Se trataba de la primera expresión popular, bolivariana y revolucionaria hija no sólo del Caracazo de 1989 sino de la derrota del Congreso de Panamá en 1826. Siete años más tarde del alzamiento del MRB, Chávez ingresaba a Miraflores, tiraba a la basura el libreto de Washington y Londres (Consenso de Washington a secas queda muy corto), y proclamaba como "prioridad de su gobierno la incorporación de Venezuela al Mercosur... [si es posible] acompañada por todos los países del bloque andino,... [para] constituir una Confederación de Naciones Latinoamericanas que no se limite al intercambio comercial" (Alberto Guerberof. Cauce Latinoamericano.Año 1999). Bastaron catorce años para que el discípulo superara al maestro, con el primero incluso habiendo partido de peores condiciones. Similares a ambos libertadores fueron: la total dependencia mono-exportadora de la economía local y la enajenación de la renta estratégica y principal recurso económico del país en manos de un poderoso frente oligárquico-burgués, separatista, improductivo y aliado a las metrópolis del Viejo Mundo. Pero a Bolívar no le tocó ningún imperialismo. Olvida todo esto la izquierda tradicional y el progresismo socialdemócrata argentino cuando piensa a Chávez y a la revolución bolivariana. ¡Cómo no iban a hacerlo si nunca comprendieron a Bolívar ni a la cuestión nacional latinoamericana! Ni que hablar de la repugnancia que el origen militar del socialismo bolivariano genera a la "inteligencia" criolla (como el peronismo histórico, entre otras grandes experiencias nacionales y populares latinoamericanas). Las Fuerzas Armadas como fuerza productiva, revolucionaria y de justicia social ha sido y es uno de los pilares de la Nación Latinoamericana, de la misma manera que la defensa de los recursos naturales estratégicos de todos los latinoamericanos la razón de ser de las futuras e ineludibles FF.AA. del Sur. 

CUESTIÓN NACIONAL EN LA INCONCLUSA NACIÓN LATINOAMERICANA.

Al referirse a Chávez, Feinmann subordinó la política a una filosofía importada (Programa TVR - 9/3/13). Pero ahí quedó. La imposibilidad de comprenderlo y propagar su mensaje amortigua su daño. Diferente es el caso de sendos personajes (O'Donnell, entre ellos) que escribieron sobre el "fracaso económico" de Chávez. Afirmar que el presidente bolivariano fracasó porque en catorce años no pudo diversificar el aparato productivo ni industrializar a Venezuela es de un nivel de ignorancia e infantilismo supino. Cientos de años necesitó Europa para derrotar el feudalismo. Cientos de años lleva luchando América Latina para superar un sistema social heredado de la España conquistadora, tan atrasado y dependiente como vital a la supervivencia del imperialismo. Sucede que,empujada por la invasión napoleónica, la independencia de las colonias hispanoamericanas no sólo fue prematura sino que su largada coincidió con la consolidación planetaria de la burguesía europea. El Viejo Mundo –y EE.UU. más tarde– impidió la conformación de la Nación Suramericana porque atentaba contra su sistema industrial metropolitano en auge. Necesitaba de un mercado comprador de manufacturas y vendedor de materias primas (agrarias, alimenticias y mineras) y no más de las experiencias unionistas y proteccionistas como las propias europeas. Bastante ya con las renegadas ex colonias en América del Norte. El taller del mundo necesitaba de socios internos que suplantaran el comercio español por el comercio inglés, el sistema colonial por uno semicolonial, no por uno con ínfulas de autosuficiencia e industrialización. Las burguesías importadoras y las oligarquías terratenientes de las ciudades puertos, nacidas y consolidadas por centurias desde 1492, fueron los socios locales de Gran Bretaña en tiempos de Bolívar y del imperialismo desde fines del siglo XIX. Doscientos años después, dicha sociedad sigue imperturbable. Estos grupúsculos nativos de comerciantes y terratenientes agrícolas y mineros rechazaron y rechazan la unidad de la América del Sur, su modernización económica e industrialización. Los trastorna la idea de someterse a un centro económico y político aglutinante, abrazando un mercado interno sin fronteras desde el Caribe hasta la Antártida (por eso abominan el Mercosur, la Unasur y la CELAC). En suma, rechazaron y rechazan revolucionar las relaciones productivas, de propiedad y jurídicas erigidas y consolidadas por ellos y con auxilio extranjero para mantener impávido el estatus quo semicolonial, amparado a la vez en la apropiación (por esos mismos grupúsculos) de la riqueza y las rentas derivadas de los productos del suelo y del subsuelo. En consecuencia, resulta imposible desarrollar, modernizar e independizar la economía, esto es, movilizar todas las fuerzas productivas en función de un proyecto democrático, socialista, nacional y popular sin vencer el estatus quo semicolonial. Y vencerlo llevará décadas, consumirá millones de revolucionarios y será lento y progresivo. Pero a no desfallecer, que Chávez ha sembrado dragones. Abelardo Ramos concluye su magistral crítica al libro de García Márquez con estas palabras "...el vientre de la América que lo produjo [a Bolívar] es insaciable y fértil, y seguramente engendrará muchos otros". No habían irrumpido aún en la historia ni Chávez, ni Kirchner, ni Lula, ni Cristina. En una coincidencia más con el fundador de la Izquierda Nacional, el Gran Mariscal de la Segunda Independencia expresó poco antes de su partida: "Yo espero mucho del tiempo. Su inmenso vientre, contiene más esperanzas que sucesos pasados". Firmeza y esperanza, que la revolución se ha tornado invencible.

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