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lunes, 11 de marzo de 2013

La disputa de soberanía y el rol del Lobby Falkland (británico), por Federico Bernal (Suplemento especial de Tiempo Argentino del 10-03-13)





El referendo de hoy, que en nada modifica o resuelve la disputa, es el corolario de una política colonialista pergeñada y apañada por Gran Bretaña desde 1968. El estudio del impacto que el grupo de presión británico tuvo en el conflicto del Atlántico Sur entre aquel año y 1982 conduce, sin lugar a dudas, a un fortalecimiento de la posición argentina. 

Por:


 INTRODUCCIÓN AL SUPLEMENTO

A mediados de 1960, muy probablemente el pragmatismo hubiera conducido al gobierno británico a la transferencia de soberanía de las Falkland de no haberse levantado el Lobby Falkland para contrarrestar las demandas argentinas. Es por tanto sorprendente que la actividad e influencia de este grupo de presión haya sido largamente incomprendido o pasado por alto" (Clive Ellerby. Role of the Falkland Lobby, 1968-1990, en Alex Danchev. International Perspectives on the Falklands Crisis).

Introducción al Suplemento.

El referendo del día de la fecha, que en nada modifica o resuelve la disputa, es el corolario de una política colonialista pergeñada y apañada por Gran Bretaña desde 1968. De hecho, fue ese mismo año que se planteó la convocatoria popular por primera vez en el Parlamento. ¿Qué estaba sucediendo? Un grupo de lobbistas británicos con intereses económicos en las islas y la región sub-antártica, emprendían entonces una exitosa campaña política, ideológica y mediática cuyo objetivo principal se proponía abortar un acuerdo formal alcanzado entre la nación europea y nuestro país para el traspaso de la soberanía. De haberse concretado ese acuerdo, la guerra no habría existido. A propósito, traemos a colación un documental  que la BBC elaboró en 1999 y que transmitió exclusivamente en Gran Bretaña. Su título: "El Reino Unido planeaba entregar la soberanía a la Argentina". Así lo publicita aun en su portal oficial: "Documentos secretos del gobierno han revelado la historia completa detrás de los eventos de 1968. La BBC tuvo acceso inédito a esos documentos, abiertos el 1 de enero de 1999 por la regla de los 30 años." Más adelante explica: "Se reveló que el gobierno británico preparó un acuerdo secreto en 1968 para darle a la Argentina el dominio de las Islas Falklands. El plan colapsó por presión de los isleños. Su cristalización hubiera evitado la guerra." Luego agrega: "Por lo menos un ministro del Foreign Office de aquel entonces insiste en que debería haberse forzado a cumplirlo [el acuerdo con la Argentina]." ¡Estrategia británica al mejor estilo Canninng! Pero la BBC esconde una cuestión clave y que aquí revelaremos. Nos hicieron creer a todos que fueron los isleños quienes presionaron para terminar con ese acuerdo, acuerdo que atentaba contra sus "deseos". Pero, ¿qué pasaría si se comprueba que en vez de isleños fueron británicos (ingleses), y no el pueblo británico sino británicos en defensa de sus propios "intereses" económicos en las islas?
El estudio del impacto que el Lobby Falkland tuvo en el Conflicto del Atlántico Sur entre 1968 y 1982 conduce sin lugar a dudas a un fortalecimiento de la posición argentina. ¿Cómo pudo ser posible que un grupo de presión minúsculo, compuesto en un comienzo por menos de cinco integrantes, lograra vetar la política exterior británica entre 1968 y 1982? Al igual que en la invasión de 1833, el honor y el orgullo imperial (y no la solidez en la titularidad de las islas) hicieron estragos entre la prensa y la mayoría de los parlamentarios en aquel estratégico 1968. Pero el lobby británico fracasó en algo: si bien logró dar marcha atrás con el acuerdo de 1968, no pudo lograr que Londres revirtiera su cínico desinterés por la economía de la colonia y la calidad de vida de los isleños. Así, claro, hasta después de la guerra, cuando Thatcher decidió invertir en un par de años lo que Gran Bretaña no había querido entre 1833 y 1982 ("Informe Shackleton" 1976/1982. Ver entrevista a Jim McAdam en este Suplemento). La idea de simple casualidad entre los objetivos del lobby y la guerra, adquiere ribetes más serios y comprometedores cuando se descubre el rol que dicho lobby jugó en la escalada del conflicto armado.
Esperamos que este material  –que nuevamente llega al lector por cortesía de Tiempo Argentino– contribuya con un granito de arena a la definitiva restitución de nuestras Malvinas a su legítimo dueño. Dedicamos el presente Suplemento al más grande revolucionario, bolivariano y sanmartiniano jamás parido por la Nación Latinoamericana, Comandante Presidente Hugo Rafael Chávez Frías.

La historiografía del frustrado acuerdo de 1968.

Entre 1965 y comienzos de 1968, la Argentina  y el Reino Unido negociaron en muy buenos términos, sin rodeos y en línea con el espíritu de la Resolución 2065. Fueron tres años de negociaciones de muy buena fe que estuvieron a un paso de resolver la disputa. Sin embargo, todo se frustró en un par de meses. La Resolución 2065 sería sistemática y progresivamente quebrantada por Gran Bretaña, convirtiendo un asunto bilateral en uno trilateral, de integridad territorial en uno de autodeterminación, de "intereses" en "deseos". ¿Qué ocurrió para que se verificara semejante giro en la posición británica? Si bien el rol del Lobby Falkland es mencionado en la gran mayoría de los trabajos sobre la disputa, apenas tres de ellos lo analizan en profundidad, atribuyéndole además el hecho de haber impedido el traspaso de soberanía a la Argentina en 1968. Hablamos de los trabajos de Ellerby (ya citado), Virginia Gamba en The Falklands/Malvinas War y Peter Beck en su invaluable libro The Falkland Islands as an internacional problem. Existe asimismo un cuarto libro que también menciona el boicoteo del Lobby Falkland al Memorando de Entendimiento de 1968 (ver recuadro homónimo). Se trata nada más ni nada menos que de la historia oficial británica del conflicto, cuyo autor es Lawrence Freedman (entrevistado en este Suplemento). Y por si esto resultara poco, tenemos finalmente los registros oficiales del Parlamento británico, cuyos debates certifican una y mil veces el nefasto papel jugado por dicho grupo de presión.

Gran Bretaña al banquillo de los acusados.

Como se verá a continuación, del estudio y entrecruzamiento de las fuentes aludidas (más otras tantas secundarias) se desprende que el Lobby Falkland (LoF) fue el culpable de haber entorpecido y neutralizado las distintas propuestas e iniciativas para una resolución pacífica y negociada del conflicto, entre 1968 y fines de 1980. Pero si el LoF fue responsable, lo fue secundariamente. Más bien fue Gran Bretaña la principal responsable de la irresolución del conflicto, antes, durante y después de la guerra. ¿Por qué? Primero, por no neutralizar al lobby cuando debía haberlo hecho (ver más adelante el recuadro "BBC: El arrepentido Chalfont y el Lobby triunfante").  Segundo, por haberse dejado influenciar. Tercero, por haber adoptado los  "deseos" del grupo de presión como propios, esto es, como nacionales. Cuarto, por haberlos incluido físicamente en las negociaciones bilaterales –a partir de enero de 1980 (gobierno de Thatcher)– con el agravante de estar sus funcionarios de mayor rango y servicios de inteligencia en conocimiento de que la impaciencia argentina podría desembocar en una respuesta militar. Y quinto, haber compartido y, por momentos delegado, el manejo de la crisis de marzo de 1982, sucumbiendo a sus presiones tanto en Malvinas como en Londres. En fin y a partir de 1968, gobiernos laboristas y gobiernos conservadores por igual serían vetados en su política exterior por un minúsculo y conservador lobby de británicos, cada vez que esta se aproximara a una solución, conforme lo establecido por distintas resoluciones de las Naciones Unidas. Pero hete aquí que, desgraciadamente, el funesto papel jugado por este grupo no se limitó al período 1968-1981, sino que incluso y como vimos el año pasado en el Suplemento "Malvinas Tiempo de Descolonización", se adentró en el conflicto armado de 1982. Una vez más, son muchas y muy valiosas las fuentes británicas, estadounidenses y argentinas que describen el papel jugado por el LoF en la escalada del conflicto luego de producido el Incidente Davidoff (20 de marzo de 1982). El libro La Trampa de Rubén O. Moro, héroe de Malvinas y redactor oficial de la Comisión Rattenbach, desarrolló ampliamente el accionar del grupo de presión británico en la antesala de la guerra.

El rol jugado por el Lobby Falkland (visto por The Guardian).

Nos parece apropiado comenzar abordando esta cuestión por un sorpresivo artículo publicado por The Guardian el 19 de junio de 1982, es decir, nueve días después de la capitulación argentina. Se verá que la elección de esta nota no es caprichosa. Allí se expuso cronológicamente y en detalle el rol jugado por el Lobby Falkland durante la disputa en el período de preguerra: "El abogado William Hunter Christie, ex miembro del Ministerio de Relaciones británico, a comienzos de 1968 fue informado por una fuente secreta dentro del Ministerio de Defensa inglés sobre las negociaciones que se realizaban entre la  Argentina y Gran Bretaña por la soberanía [de acuerdo a la resolución de la ONU de 1965]. La fuente indicó a Hunter –gran admirador de las islas y de su modo de vida– que se estaba a punto de concretar el reconocimiento de la soberanía argentina. De inmediato Hunter Christie fue a persuadir a la Falkland Islands Company de establecer un Comité para mantener las islas bajo el absoluto dominio y la soberanía de Gran Bretaña. Luego, el abogado dio instrucciones a un puñado de parlamentarios conservadores para debatir el tema en el Parlamento y, además, preparó información que colocó en los medios de difusión en una campaña publicitaria. La página primera del Daily Express se convirtió así en el arma principal de la campaña que arruinó y congeló la negociación que efectuaban los dos gobiernos de acuerdo con la resolución de la ONU. [...] El escándalo que se produjo en Londres obligó a que Michael Stewart [funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores] llamara al embajador argentino en Londres donde se le indicó que, si bien Inglaterra había prometido cuidar de los intereses de los isleños, la tormenta política desatada en las Cámaras de los Lores y los Comunes, el gobierno de su Graciosa Majestad no podía aparecer impulsando acciones contra los ‘deseos’ de los habitantes [término rechazado por las Naciones Unidas tres años atrás]. El embajador [argentino] Eduardo McLoughlin le contestó: 'No ha quedado en claro respecto a si debo negociar con el gobierno inglés, que dice ser soberano en esos territorios, o con 2000 isleños. ¿Con quién debo hablar?' Eso no tenía respuesta, recuerda el ministro Stewart hoy. 'Al fin y al cabo –continúa Stewart– no se podía otorgar a 2000 isleños un veto absoluto sobre toda la política exterior británica'". El artículo de The Guardian concluye: "Los debates de marzo de 1968 demostraron que las Falklands eran un campo minado político listo para explotar en las páginas principales de los diarios y de encender de forma extraña los viejos instintos imperiales de los conservadores [Conservative backbenchers]". El Daily Express, diario elegido por el LoF para emprender su campaña  mediática, saldría en sus primeras intervenciones con los siguientes titulares: "Gran Bretaña cede a las demandas argentinas" y "Liquidación de las Falkland (Malvinas)". El Lobby Falkland inauguraba sus funciones con un éxito rotundo: la suspensión del acuerdo que había cristalizado en el Memorando de Entendimiento de 1968. Al año siguiente, el Partido Conservador ganaba las elecciones y endurecía su postura. Los "deseos" de los isleños serían, de ahí en adelante, primordiales y prioritarios. Se violaba lo pactado con la Argentina entre 1967/8 y lo establecido por las Naciones Unidas.

El Lobby Falkland, lobby británico.

Stewart se quejaba equivocadamente de 2000 isleños. En realidad no eran más que cinco. Y no eran los "deseos" isleños los que guiaban su accionar, sino británicos, paradójicamente, con intereses (y no "deseos") en las islas. En efecto, el grupo de presión que había logrado dar por tierra con el traspaso de soberanía en 1968 representaba los intereses monopolistas de una compañía (la Falkland Islands Company), los de un grupo ultraconservador de funcionarios y parlamentarios británicos y los de un puñado de familias inglesas adineradas con negocios en Malvinas y en la región Antártida. El Lobby Falkland nació británico y nunca dejaría de serlo, por más kelpers (británicos nacidos en Malvinas) que se fueran sumando a la causa. Alegarán algunos que los directores de la Falkland Islands Company (FIC) eran isleños. Todo lo contrario. Los fundadores del Lobby Falkland aportados por la FIC eran ciudadanos británicos, vivían en Londres y eran dueñas del 47% de las tierras de las islas (Gamba. Ob. Cit. Pág. 95). Pero no todo eran "intereses" materiales. La fuerza real y efectiva más poderosa de persuasión y convencimiento del LoF residía en la restitución del alicaído orgullo imperial británico. No es por tanto ninguna casualidad que el lobby haya prendido primera y más fuertemente entre los parlamentarios conservadores y, entre ellos, los más ultrareaccionarios. No es casualidad tampoco que la decisión de Thatcher de responder con el uso de la fuerza militar pero boicoteando una salida pacífica (por ejemplo con el ocultamiento de la ayuda militar estadounidense –ver entrevista a John Lehman, ex secretario Naval de Reagan, Suplemento Tiempo de Descolonización–) se fundara en iguales aspectos.

La filtración del Memo a los isleños.

Las negociaciones con la Argentina que derivaron en el Memorando de Entendimiento de 1968 comenzaron en julio de 1966, y fueron confidenciales. Como se vio en el recuadro "Memorando de 1968 y la notable omisión...", Londres elaboró en 1967 una primera propuesta que sería rechazada por la Argentina, la cual terminó modificando conforme las exigencias de nuestro país, a su vez en línea con la Resolución 2065. Pero el Memo fue filtrado por el Foreign Office y llegó, a comienzos de febrero de 1968, a manos del gobernador de las islas, quien a su vez lo enseñó al Consejo Ejecutivo de la colonia ("Informe Franks". Punto 22). Los avances en las negociaciones bilaterales y el grado de acuerdo entre las partes era óptimo y estaba muy bien encaminado. O hacían algo o la Falkland Islands Company sería historia. El 27 de febrero, los miembros 

no oficiales del referido Consejo 
–Arthur G. Barton, Dick Goss, Sydney Miller y G.C.R. Bonner– enviaron una comunicación panfletaria (ver recuadro) a la totalidad de la prensa británica y a todos los miembros parlamentarios. Las presiones se tornaron insoportables.

El debate parlamentario del 13 de marzo de 1968 y la propuesta del referendo.

La advertencia del lobby tuvo un éxito espectacular. El embajador Lord Chalfont, secretario de Estado del Foreign Office, debió comparecer a la Casa de los Lores el 13 de marzo. Allí sería literal y violentamente interrogado. Se le preguntó qué tipo de negociaciones se estaban llevando a cabo con la Argentina. Respondió: "Sólo puedo agregar que el Gobierno está siendo guiado por un fuerte aprecio a los intereses (sic) de la gente de las Islas Falkland, y en breve se verá que existe el mayor grado de consulta con ellos" (The Guardian – 19/6/1982). Chalfont recordaría más tarde que los próximos diez minutos de su exposición habrían de ser los peores de su carrera política (ver recuadro BBC:...). Pero las explicaciones del funcionario no contentaron a los desencajados thories, quienes pidieron se trate nuevamente el asunto el 26 de marzo. Antes de continuar con el relato, varias perlitas. Frente a los embates de los parlamentarios ya cooptados por el Lobby Falkland, Chalfont mantuvo en alto la posición oficial en relación a la disputa. Entre los varios ataques se destacó uno, de un tal Lord Merrivale, quien preguntó al funcionario si el gobierno "estaba considerando convocar a un referendo para determinar con exactitud cuáles son los ‘deseos’ de los habitantes de las islas, de la misma manera que se hizo con Gibraltar, y actuar en consecuencia." Chalfont bajó la guardia pero retrucó. A lo que Merrivale redobló la apuesta: "Parecería que la situación de la gente de las Islas Falkland es muy similar a la de Gibraltar. Por tanto, si el Gobierno de Su Majestad está preparado para conocer con exactitud los deseos de los habitantes de Gibraltar, ¿por qué no hacer lo mismo con los habitantes de las Falkland? Chalfont respondió: "Mis lores, no he dicho que no lo haríamos, sino que creo que aún es demasiado pronto para considerar ese paso. A propósito, existen enormes diferencias entre Gibraltar y las Falkland Islands" (HL Deb 13 March 1968 vol 290 cc206-12). Entre los Lores que más defendieron los "deseos" de los isleños figuraba un tal Carrington, futuro canciller en tiempos de Margaret Thatcher hasta su renuncia el 5 de abril de 1982. ¿Insólita casualidad? El debate prosiguió con el cruce sobre las Naciones Unidas que citamos al comienzo de este informe.
Una cuestión de honor. El hecho de haber instalado los "deseos" de los isleños en el Parlamento no aseguraba una victoria. Un representante de las islas debía viajar a Londres para explicar personalmente sus "deseos" a los parlamentarios. El elegido fue Arthur Barton que, oh casualidad, llegó un día antes del nuevo debate que los thories habían impuesto para el 26. ¿Quién era Barton? Con anterioridad a su función ejecutiva, Barton había sido director colonial y director de la FIC. Había llegado a las islas en 1920. Frank Mitchell, el secretario de la compañía en Londres, fue quien arregló las entrevistas a Barton con los parlamentarios de los Comunes y los Lores. La noche anterior a los acalorados debates del 26, el enviado isleño se reunió con miembros de la Asociación Parlamentaria del Commonwealth – rama británica. Participaron el parlamentario Clifford Kenyon y John Biggs-Davidson, Michael Clark Hutchison y Bernard Braine (asesores no parlamentarios). El primero había visitado las islas en 1967, mientras que el segundo, devoto del Ulster Unionism, había protestado vigorosamente ante el abandono de la línea imperial por parte de la administración laborista. Para Ellerby, dicho grupo de presión "nació motivado por una combinación entre nostalgia imperial, un sentido de obligación hacia las personas que deseaban mantenerse británicas y el resentimiento hacia las Naciones Unidas por aparentar ignorar los deseos de las personas en detrimento de intereses descolonizadores" (Ob. Cit. Pág. 88). En un notable libro titulado Nationalism and Internationalism: Britain’s Left and Policy towards the Falkland Islands, 1982-1984, su autor concluye sobre las bases fundacionales del Lobby Falkland que "el honor, en vez de intereses nacionales, estuvo en la raíz  de la posición del Lobby Falkland" (pág. 3). ¿Honor? Cuando casi dos siglos atrás, el primer ministro Lord North explicó al parlamento la base de las protestas que guiaron la recuperación de las islas en 1771 (España había desalojado a los británicos por la fuerza), señaló: "Desde un comienzo, el principio sobre el cual hemos tratado se basó no en una cuestión de derecho sino de honor. No hemos venido disputando hasta aquí, y con el riesgo de ir a la guerra, por una roca yerma e inútil" (Henry Cavendish. Debates of the house of commons during the thirteenth parlia, Volumen 2. Pág. 222). ¿No guió a Thatcher el honor y el orgullo imperial cuando se decidió ir a la guerra? La autodeterminación de los isleños y su bienestar socioeconómico jamás importaron a Londres hasta antes de 1982 (ver entrevista en este Suplemento a Jim McAdam).

Del debate parlamentario del 26 de marzo al viaje de Chalfont.

Trece días después, el gobierno debió comparecer nuevamente en el Parlamento para tratar la cuestión Malvinas. Y así sucedió, nada más que esta vez se presentó Michael Stewart, otro funcionario de la Cancillería. Stewart comenzó justificando con estas palabras el accionar oficial: "La idea de que habrá una transferencia de soberanía inmediatamente carece de toda justificación." A lo que desde la banca se le preguntó: "¿Cuándo se consideraría la transferencia de soberanía?" Stewart respondió: "Sólo como parte de un acuerdo en el que se tomen las mayores salvaguardas hacia los derechos especiales de los isleños" (Clive Ellerby. Ob. Cit. Pág.86). La ambigüedad no convenció a nadie y la presión siguió en aumento, tanto que el gobierno se vio obligado a viajar a las islas para consultar directamente a los isleños. Chalfont, el elegido, arribó a Puerto Argentino en noviembre de 1968, consagrándose como el primer funcionario de rango ministerial en visitar las Malvinas desde la invasión británica de 1833. El objetivo de su visita era persuadir a los isleños de las ventajas que reportaría para ellos llegar a un acuerdo con la Argentina. Prometía que de proceder así, mejorarían las comunicaciones, mientras que el desarrollo económico compensaría la caída del precio de la lana. No obstante, les remarcó 

especialmente que la capacidad de defensa de las islas frente a un vecino hostil estaba disminuyendo como consecuencia de los recortes presupuestarios en defensa (Virginia Gamba. The Falklands/Malvinas War. pág. 92) y el hecho de que "Gran Bretaña no es el mismo poder imperialista (¡sic!) que era en el siglo XIX" (Peter Beck. Ob. Cit. Pág 102). Sus recomendaciones no llegaron a buen puerto, resultado que se reflejó en las calles de "Port Stanley" con abucheos y escraches por parte de la población (ver recuadro "BBC...").

Un fundador del lobby y su lazo con la región austral.

El 25 de marzo, antes de comenzar Barton con sus reuniones, quedó formalmente constituido el Lobby Falkland. Se autodenominó Comité de Emergencia de las Islas Falkland. Su instigador fue un abogado de jueces de la Corte Suprema llamado Bill Hunter Christie, personaje de película que conocía muy bien no sólo la Argentina sino nuestra zona austral. En efecto, Christie había sido secretario de tercera línea en la embajada británica en Buenos Aires, entre 1946 y 1948. Estando en la Argentina, desarrolló un ávido interés por las Malvinas y la región Antártida, el cual plasmó en su libro The Antartic Problem (1951). En una entrevista concedida a la BBC el 17 de mayo de 1987, Christie dijo que su "dedicación a la causa de las Falklands se explica en una referencia hecha por Lord Shacketon una década atrás [se refiere al Informe Shacketon de 1976]. Luego visité a Patrick Ainslie, director de la FIC, y le sugerí una reunión de hombres interesados en el asunto". La reunión a la que refiere el entrevistado, se llevó a cabo en las oficinas de la FIC en Londres. Asistieron directores de la FIC, Barton, Mitchell, Christie, terratenientes de las islas, empresarios agrícolas y los parlamentarios Clifford Kenyon (laborista) y John Smith (conservador). Su primera tarea sería la de analizar el manifiesto (panfleto kelper) enviado por el Consejo Ejecutivo de las islas. En la reunión fundacional decidieron además a las autoridades del flamante grupo: Mitchell, como secretario y un tal Sir John Barlow (ex director de la FIC y antiguo parlamentario) como director. Su primera acción, la creación de una fuerza parlamentaria de apoyo a su causa, la denominada UKFIC, cuya misión fue la de "despertar apoyo entre la opinión pública y contrabalancear la presión argentina sobre el gobierno británico. [...] La campaña culminó en la decisión de la Jefatura de Gabinete de abandonar el Memorando de Entendimiento [para la transferencia de soberanía], el día 11 de diciembre de 1968" (Ellerby. Ob. Cit. Pág. 89). Como ejemplo, podemos citar el artículo del Daily Telegraph del 28 de noviembre, el cual coincidió con el regreso de Chalfont de su fracasada visita a las islas. La primera página del matutino titulaba con enormes caracteres: "Gran Bretaña preparada para entregar las Falklands". La nota afirmaba que el emisario había dejado a los isleños en un "estado de depresión y nervios". Así se recibía a Chalfont.
   
Cuando el gobierno británico termina con el Memo de 1968.

De regreso de su viaje de las islas, el 3 de diciembre de 1968 "el gobierno formuló declaraciones en ambas Cámaras del parlamento acerca de la visita de Chalfont. Estas declaraciones fueron recibidas desfavorablemente y tuvieron una amplia difusión en la prensa" ("Informe Franks". Punto 25). ¿Qué pasó después? "En vista de la reacción del Parlamento y de la prensa, el gobierno decidió en una reunión de Gabinete realizada el 11 de diciembre no continuar en la búsqueda de un acuerdo en base al Memorando de Entendimiento, ya que la Argentina no estaba dispuesta a aceptar ni que el Memorando incluyera una declaración que cualquier transferencia de soberanía estaría sujeta a los deseos (sic) de los isleños, ni que la declaración unilateral, que incluía esta garantía, estuviera específicamente ligada al Memorando" (Franks. Punto 25). Y ahora, una frase fundamental del Comité Franks (Punto 25): "No obstante, se reconoció [en la reunión de Gabinete del día 11] que si no se llegaba a un acuerdo con la Argentina habría un riesgo de mayor hostigamiento a los isleños y de la posibilidad de un ataque. En consecuencia, el Gobierno decidió continuar con las negociaciones con la Argentina, si bien dejando en claro la actitud británica con respecto a la soberanía".

“Pretendemos continuar con las negociaciones lo más posible mientras aparenten dar alguna esperanza de éxito [a los argentinos].”

Pero los miembros del Franks olvidaron traer a colación un pequeño detalle. El mismo 11 y ante la Cámara de los Lores, Chalfont expresaba lo siguiente ante la avanzada conservadora que el lobby parlamentario Falkland había logrado imponer: "Mis lores, hemos consultado el deseo (sic) de los habitantes de las Falkland y el resultado de tal consulta es que no desean que la soberanía sea transferencia. Mientras mantengan esta posición, la soberanía no será transferida." Era la primera vez que un gobierno británico priorizaba los "deseos" por los "intereses" de los isleños. Pero no fue esto lo más jugoso de aquella jornada. A las palabras de Chalfont, la baronesa Horsbrugh preguntó: "Mis lores, ¿podría decirnos el noble Lord cuánto tiempo más pretende el Gobierno de Su Majestad continuar con las negociaciones [con la Argentina]?" A lo que el funcionario respondió: "Mis lores, esa pregunta es imposible de responder. Pretendemos continuar con las negociaciones lo más posible mientras aparenten dar alguna esperanza de éxito [a los argentinos]" (HL Debates - 11 December 1968. Vol. 298 cc532-42). ¿Lee el lector lo mismo que este humilde cronista? El 11 de diciembre, el borrador original portador de la posición británica [la acordada con la Argentina], esto es, la de "la soberanía será transferida a una fecha a convenir" fue eliminada del mapa. A propósito de esto, el historiador oficial británico del conflicto de Malvinas explica en su libro que, de allí en más "los 'deseos' de los isleños serían de primordial importancia para los sucesivos gobiernos, confinándolos de hecho y haciéndoles saber que sea lo que sea que acuerden con la Argentina, los isleños tendrían el poder de vetarlo" (Freeman. Ob.Cit.). Eso que Stewart le había dicho al embajador argentino, que el gobierno no podía "otorgar a 2000 isleños un veto absoluto sobre toda la política exterior británica", acababa de suceder. El laborismo había sucumbido al Lobby Falkland. ¿Y el partido conservador?

Un diálogo con Peter Beck ("el régimen Kirchner").

Un día después, el 12 de diciembre, Sir Alec Douglas-Home, vocero conservador para las Relaciones Exteriores, comunicó a los presentes que si un gobierno Tory volviera al poder "removería la 'soberanía' de la agenda" (Ellerby. Ob. Cit. Pág. 89). El parlamentario conservador se equivocó. Desde entonces, la estrategia conservadora sería "negociar", pero negociar sin llegar a discutir nunca la soberanía. La administración Thatcher, con Carrington de canciller, siguió el mismo camino. Con razón el historiador británico Peter Beck concluye señalando: "El único logro anglo-argentino entre 1968 y 1982 fue el acuerdo de Comunicaciones y Combustibles de 1971 (reeditado en 1974), aunque viendo retrospectivamente  se podría alegar que también la paz" (Ob. Cit. Pag.111). Pero la paz en el marco de un conflicto irresuelto durante década y media terminaría conduciendo a la guerra. Coincidimos con Beck en que "aunque la causa primigenia de la guerra de 1982 pasaba por la disputa de soberanía, la guerra no puede ser comprendida sin apreciar... la larga batalla conducida en la ONU desde mediados de los sesenta" (pág. 130). 


En suma y frente a la evidencia histórica que el mismo Beck da en su libro, sumada a la provista por los archivos del Parlamento, la BBC, la desclasificación de informes oficiales, la historia oficial británica y sendas investigaciones más, quisimos preguntar al mismísimo Beck si no sería justo que las Naciones Unidas y la Comunidad Internacional rechacen los resultados del "Informe Franks" y responsabilice a Gran Bretaña –si no íntegramente, al menos igual que a la Argentina– por la guerra de 1982. La respuesta no fue del todo la esperada, aunque en realidad explica mucho: "Aparte de no trabajar ahora en el tópico Falklands/Malvinas, me siento renuente a decir cualquier cosa en materia de soberanía (incluso sobre mis trabajos pasados) tan cerca a un evento [el referendo] que será politizado en la Argentina, especialmente dada la forma en que el régimen de Kirchner opera. La Argentina ha tenido gobiernos horribles en el pasado, pero el régimen Kirchner debe rankear como el peor. El país y los argentinos merecen algo mejor" (comunicación electrónica mantenida con este autor, 24 de febrero de 2013). ¿Habrá también sucumbido al Lobby Falkland este profesor emérito de Historia de la prestigiosa Kingston University, tal y como le ocurrió, entre otras víctimas, a los gobiernos de su país y al historiador Freedman (ver páginas 6 y 7 de este Suplemento)?

Conclusiones... de Chalfont (1968) sobre la ONU.

A fines de diciembre de 1968, el gobierno británico, vencido por el lobby de un conjunto minúsculo de británicos, expresó en el Parlamento: "El Gobierno de Su Majestad insistió [a la Argentina] que ninguna transferencia de soberanía se llevaría a cabo en contra de los deseos de los falklanders" (Stewart. Hansard Debates. 1968). Los "deseos" del Falkland Lobby habían logrado poder de veto absoluto a toda la política exterior británica. La disputa había pasado de una bilateral a una trilateral, y como los "deseos" figuraba por encima de los "intereses", la solución al conflicto sería para Londres una cuestión de autodeterminación. Luego del desacuerdo de 1968, nunca se volvería a estar tan cerca de un acuerdo. Lo más parecido fueron las propuestas de arriendo (presentadas en la segunda mitad de los setenta). Pero una vez más, cuando la salida parecía estar al alcance de la mano, el lobby –en su versión parlamentaria– terminaría por frustrarlo, incluso a pesar de un considerable apoyo por parte de los isleños "verdaderos". El gobierno sucumbió al lobby y desaprovechó una nueva solución al conflicto, aunque manteniendo la política de "apoyo cero" hacia los pauperizados kelpers. Tuvo que suceder la guerra para que Londres se acordara de la existencia de su colonia austral. La modernización y diversificación socioeconómica entonces se hizo realidad. De la lana a la pesca y de la pesca al petróleo, entre otros recursos. En otras palabras, autosuficiencia para la autodeterminación. 

El punto de inflexión de 1968 encierra la clave del conflicto. Gracias al accionar del Lobby Falkland a partir de 1968, Gran Bretaña –conservadores y laboristas por igual– someterían cualquier negociación de la soberanía a los "deseos" de los isleños. Y como colocar los "deseos" de los isleños en la mesa de negociaciones no sólo violaba la Resolución 2065 sino que además era rechazado de cuajo por la Argentina, fue en realidad una virtual declaración de suspensión de las negociaciones. Claro que como los británicos fueron y son tan civilizados, nunca dijeron a la Argentina que las suspenderían. Por supuesto, tampoco lo hicieron público a las Naciones Unidas ni a la Comunidad Internacional. Nunca más oportuno pues, traer a colación un diálogo de aquel crítico año, entre un parlamentario cooptado por el susodicho lobby y un funcionario del Foreign Office protagonista del acuerdo con la Argentina: "Lord Conesford: Mis lores, qué derecho tiene, si le cabe alguno, las Naciones Unidas para interferir con nuestra soberanía sobre las Islas Falklands [se refiere a la Resolución 2065." El funcionario, Lord Chalfont, le respondió: "Mis lores, el solo hecho de ser miembro de las Naciones Unidas implica que los países que formen parte de ella delegan una cierta proporción de su soberanía al organismo. Esta es la idea fundamental de las Naciones Unidas; y por supuesto, tiene derecho a dar su opinión y a emitir resoluciones en materia internacional" (HL Deb 13 March 1968 vol 290 cc206-12). 


El memorando del año 1968 y la notable omisión del historiador oficial británico

El historiador oficial británico Lawrence Freedman dedica apenas dos páginas al Memorando de Entendimiento de 1968: "El 13 de junio de 1967, los británicos enviaron a los argentinos un borrador de acuerdo. [...…] El artículo primero ofrecía (sic) la soberanía a la Argentina: 'Su Majestad Británica se preparará para transferir la soberanía de las Islas Falkland a la Argentina siempre y cuando el cambio sea aceptable a los habitantes de las Islas Falkland'. [...] La respuesta argentina fue rechazar no sólo el derecho de los isleños a vetar la propuesta, sino también el hecho de que sean consultados sobre el principio de la transferencia'. En julio de 1967, Londres trató una versión más suave del artículo primero: 'El Gobierno de Su Majestad reconocerá la soberanía argentina de las Islas siempre y cuando las garantías y las salvaguardas ofrecidas a los isleños por el gobierno argentino sean aceptables para los isleños'" (págs. 24 y 25). La transferencia obedecía a las contundentes pruebas de la titularidad argentina, en poder del Foreign Office. Los "deseos" de los isleños no eran prioridad entonces. Ahora bien, a propósito de la referencia que el historiador oficial hizo del Memorando, cabe señalar una importantísima omisión. ¿Cuál? Justamente sus dos primeros artículos: "1) Los representantes del Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los del Gobierno de la República Argentina, habiendo mantenido discusiones en relación a la cuestión de las Falkland Islands (Islas Malvinas) bajo un espíritu de amistad y cooperación, de acuerdo con la Resolución 2065 (XX) de las Naciones Unidas, han registrado en este Memorando el entendimiento de la posición alcanzada en sus discusiones; 2) El objetivo común es terminar definitivamente y en una manera amigable la disputa de la soberanía, tomando en cuenta los intereses de la población de las islas. [...]" (Key to an Enigma. Ángel M. Oliveri López. Pág. 129). ¡Londres había acordado transferir a la Argentina la soberanía de acuerdo a la Resolución 2065 (XX)! Notable diferencia con la postura que tomarían apenas tres meses después.


La lógica abstención del reino unido de la resolución 2065

Cuenta Ellerby en su libro citado que para mediados de los sesenta, las Malvinas parecían un anacronismo colonial. Nada proveniente de allí valía la pena ser sostenido por más tiempo, menos aún en aquel contexto. La noción de "imperio" y su accionar estaban en decadencia, las Naciones Unidas habían intervenido y presionaban para resolver la disputa de soberanía. Por otro lado, la  situación económica de Gran Bretaña distaba mucho de ser positiva. Y fue justamente en este escenario que apareció, en 1968, el Memorando de Entendimiento con la Argentina. ¿Por qué no querría Gran Bretaña resolver la disputa con nuestro país, si sus propias fuentes confirmaban la debilidad de sus reclamos, si las islas no aportaban nada más que gastos (y sólo ganancia para tres o cuatro familias inglesas), si los ajustes económicos estaban a la orden del día, si los isleños siquiera eran ciudadanos británicos? Muchos se preguntan cómo fue que Gran Bretaña se abstuvo en la Resolución 2065. Se vislumbra como un error. Error si se tiene en cuenta lo que vino con posterioridad a agosto de 1968. Lógica, si se tiene en cuenta la inexistencia del Lobby Falkland para 1965.


El panfleto kelper de 1968

El 27 de febrero de 1968, el Consejo Ejecutivo de las Islas Falklands envió el siguiente comunicado a los miembros del Parlamento británico, que por supuesto levantaron el guante. "Están advertidos que: las negociaciones en marcha entre los gobiernos argentino y británico en cualquier momento podrían desembocar en la transferencia de las Islas Falklands. Tomen nota que: los habitantes de las Islas jamás fueron consultados sobre su futuro; no desean convertirse en argentinos. Ellos son tan británicos como ustedes, la mayor parte con ancestros ingleses y escoceses, incluso hasta la 6ª generación. Cinco de seis son nacidos en las Islas. […] No existen problemas raciales, ni desempleo, ni pobreza, ni estamos endeudados. Sabían que: el pueblo de estas Islas no desea someterse a costumbres, cultura, lenguaje y una legislación foráneas, porque durante 135 años ha perseguido con felicidad su propio y pacífico estilo de vida. Un estilo de vida muy británico, único de hecho, al considerar que las Islas están a 8000 millas de distancia del país, país al que todavía llaman 'Casa' a pesar de la Ley de Inmigración. Lord Caradon dijo a la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1965: 'El pueblo de este territorio no será traicionado ni utilizado como trueque. Sus deseos e intereses son vitales, y nosotros debemos hacer lo que corresponde para protegerlos.' Los funcionarios británicos han sostenido lo mismo hasta 1967; desde entonces ha habido nada más que silencio. Preguntas: ¿Es nuestra pequeña comunidad una especie de peón para ser utilizado en el juego del Poder Político? ¿Qué pueden hacer para prevenirlo? ¿Qué están haciendo? ¡Necesitamos de su ayuda!" (Falkland Islands Newsletter, Edition 80, January 2002).


Carrington desclasificado: falsas negociaciones y presiones contra el arriendo

El mismo Lord que en 1968 se alzó contra Chalfont en defensa de los "deseos" de los isleños y a favor de terminar con las negociaciones de soberanía con la Argentina, declaró al Comité Franks (responsable del Informe homónimo que exculpó al gobierno de Thacther por la guerra): "Si uno no puede pagar la defensa de un lugar... la única posibilidad que queda es negociar el mayor tiempo que se pueda, más allá de que las negociaciones terminaran siendo o no exitosas." Refiriéndose a las iniciativas de arrendamiento que el Foreign Office había encarado en los años anteriores a la guerra, Carrington declaró: "Según recuerdo, las conversaciones con la Argentina no iban del todo mal y al comienzo los isleños no reaccionaron fuertemente, pero sí reaccionó muy fuerte la Casa de los Comunes." ¿Figuró algo de esto en el informe que Thatcher hizo público con los resultados de la investigación Franks? Obviamente que no. Esto recién se conoció en diciembre del año pasado con la desclasificación de documentos oficiales británicos relativos a Malvinas. Un notable artículo de The Guardian, "La política británica hacia las Malvinas: negligencia y a esperar lo mejor" (28/12/12) sintetiza estas, entre otras, enormes contradicciones. 


La bbc y el caso del lord arrepentido 

En el documental de la BBC citado al comienzo, se incluyó la entrevista a Chalfont, que esto dijo de su visita a las islas en 1968 y la recepción de los isleños: "Desde la distancia podíamos ver flamear las banderas de la Union Jacks, y pensamos que lindo y decente de su parte era dar la bienvenida a un ministro del Foreign Office de esta manera. Pero cuando llegamos un poco más cerca, encontré que no era del todo así. Advertí que entre las Union Jacks había pancartas que decían 'Chalfont go home'". El documental en su presentación dice, finalmente, que "Chalfont se arrepiente de no haber podido frenar la presión para mantenerse en el plan original. 'Creo que deberíamos haber continuado buscando eso [el acuerdo]', dijo. ‘Mirando atrás, considero que fue uno de nuestros grandes errores políticos y de política exterior'". Se sabe que la BBC aporta documentales a la televisión pública, lástima que no haya aportado este aún. 

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