Nació en Montecarlo (Mónaco) en 1972, tiene nacionalidad francesa e
italiana, y su trabajo de años como ingeniero de sistemas no le hubiera
sacado posiblemente nunca del anonimato si no fuera porque un día dijo
¡Basta! y decidió arriesgar su trabajo, su estabilidad económica y
personal y su propia libertad, con tal de quedarse tranquilo con su
conciencia.
Desde 2008, Falciani se convirtió en el azote de los evasores fiscales,
reveló las cuentas secretas en Suiza de más de 130.000 personas o
empresas de los cinco continentes, incluidas muchas de Argentina.
Hervé Falciani se lo pensó mucho antes de tomar la más audaz decisión de
su vida. Trabajaba desde el año 1997 en el departamento informático de
la filial del poderoso banco HSBC en Mónaco, realizando una tarea bien
remunerada aunque gris, rutinaria, pero las cosas habrían de cambiar, y
mucho, cuando fue trasladado a la sucursal en Ginebra en 2006.
Se le encomendó la tarea de mejorar su base de datos y el sistema de
seguridad digital. El HSBC, nacido en 1865 y que hizo su primera gran
acumulación de capital gestionando las ganancias que reportaban las
Guerras del Opio, tiene actualmente más de 10.000 oficinas en todo el
mundo repartidas en 82 países de los cinco continentes, con cerca de 125
millones de clientes de sus servicios financieros, banca comercial,
banca de inversión y mercados. Es el principal banco europeo y uno de
los mayores del mundo.
Aunque su sede central se encuentra en Londres, la sucursal del HSBC en
Ginebra nunca fue una filial más, estaba, y está, en el propio corazón
del país que ha hecho del secreto bancario su principal seña de
identidad.
Los superiores de Falciani lo habían recomendado muy especialmente para
una labor muy delicada en Ginebra tras reconocer su gran capacidad
profesional, pero nunca podían sospechar que el ejemplar empleado se
convertiría en el “Enemigo Nº1” de esa gran banca mundial. El propio
informático tampoco podía imaginar que pronto sería perseguido por la
Justicia de varios países y que terminaría viviendo finalmente con
guardaespaldas y en semiclandestinidad como el escritor italiano Roberto
Saviano, el autor de
Gomorra, por cuya cabeza la Camorra napolitana ofrece una verdadera fortuna.
“Antes de dar este paso lo hablé con mi familia, lo hablamos mucho
juntos, sabía que podría tener graves consecuencias en mi vida personal,
pero no podía dejar de hacerlo, estaba viendo cosas siniestras que
afectaban a mucha gente, mientras tanta gente lo estaba pasando tan mal a
causa de la crisis, no podía mirar para otro lado”, dice Falciani.
Durante su trabajo, Falciani tomó conciencia de que la banca para la que
trabajaba era cómplice del fraude fiscal de sus clientes, grandes
fortunas de todo el mundo, y decidió denunciarlo a las autoridades
judiciales suizas. El informático ya había empezado para ese entonces a
copiar y traspasar a su ordenador personal los archivos sobre los
clientes del banco que defraudaban al fisco de sus respectivos países.
“Mis primeros contactos fueron con las autoridades que regulan los
mercados, y después con la justicia federal, que me dijo que me buscara
un abogado”, explica el informático.
Falciani no se dio por vencido y utilizó una triquiñuela más propia del
agente 007
que de un empleado bancario para hacer activar el sistema de alarma
interno con el que cuenta la Asociación Suiza de Banqueros. Para ello
viajó al Líbano y utilizando una identidad falsa se presentó en la
filial local del HSBC en Beirut con una falsa oferta: aseguró a sus
directivos que tenía un sistema para poder conocer la identidad de
clientes de la banca suiza. El sistema en realidad no existía pero con
ello logró hacer saltar las alarmas y que se abriera una investigación
interna por espionaje, pera ésta no fue demasiado lejos.
Falciani decidió, entonces, en 2008, trasladarse a Francia dejando
pistas sobre su paradero, por lo que Suiza reclamó su extradición. Es lo
que el prófugo buscaba, que la Justicia francesa se viera obligada a
investigarlo, momento que aprovechó para hacer su denuncia y aportar al
juez su ordenador con todas las pruebas documentales. El juez tomó así
conciencia de la gravedad del caso y del intento de Suiza por
acallarlo.
El magistrado rechazó su extradición y pidió a Falciani colaboración
para desentrañar toda la documentación sobre el macro fraude fiscal, que
representa el 2,5% del PIB de toda la zona euro, unos 300.000 millones
de euros.
Mientras el HSBC denunciaba a su ex empleado por robo de “material
sensible” y le acusaba de haberlo hecho por motivos económicos, el juez
francés pasaba a la Justicia los datos de los más de 8.000 evasores
fiscales franceses que aparecían en la lista y puso en aviso a las
autoridades de otros países.
La Administración Obama fue una de las que primero fue informada del
escándalo y el Senado de Estados Unidos acusó en un informe al HSBC no
sólo de complicidad con miles de evasores fiscales, sino también por
colaborar en el lavado de dinero procedente de carteles de la droga
mexicanos y por prestarse a operaciones financieras con Irán eludiendo
el embargo. El banco tuvo que hacer frente a una sanción de 1.400
millones de euros.
Pero Suiza no se resignaba a no poder capturar a Falciani y ante un
viaje de éste a Madrid lanzó nuevamente su orden de captura y
extradición. La Justicia española lo detuvo, tal como exigen los
acuerdos internacionales, pero rápidamente lo dejó en libertad.
El informático se puso inmediatamente al servicio de la Justicia para
ayudar a investigar a los 659 evasores fiscales españoles con cuentas en
el HSBC. Entre ellos, el banquero más poderoso de España, Emilio Botín
–recientemente fallecido– y su familia, que no habían declarado al fisco
900 millones de euros en una cuenta en el HSBC. Botín, que era
presidente del Banco Santander –ahora lo es su hija– tuvo que pagar más
de 200 millones de euros a Hacienda. Algunos de los personajes de la
“trama Gürtel”, el caso más grave de corrupción del PP, tenían
igualmente cuentas en el HSBC.
Hoy día, Falciani es un testigo protegido de la Justicia de Francia y
colabora igualmente con las agencias tributarias de numerosos países.
Junto con otros siete expertos trabaja en la elaboración de un programa,
“una especie de radar que pueda detectar los movimientos ilegales de
capitales entre países”, según sus propias palabras.
Cuando se le pide que identifique a algunos grandes defraudadores de un
país determinado –la AFIP argentina lo ha pedido– Falciani se resiste.
“No es mi labor revelar un nombre u otro, de eso deben encargase los
responsables de las agencias tributarias y de la Justicia de los
distintos países con los que colaboro”, dice. “En lo que yo puedo
aportar, como también lo pueden hacer muchos otros expertos, es en crear
sistemas que impidan todo este aceitado mecanismo actual de evasión
fiscal y lavado de dinero. Si los gobiernos y los organismos
internacionales lo quieren, se puede hacer; sólo hace falta voluntad
política y destinar los medios necesarios para ello.”
Publicado en:
http://sur.infonews.com/nota/10108/falciani-el-azote-de-los-evasores-fiscales
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