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domingo, 13 de abril de 2014

ALDO FERRER: "Hubo un buen manejo de la política monetaria", entrevista de Mariano Beristain para "Tiempo Argentino" del 13-04-14

 

Por Mariano Beristain

Entrevista de Tiempo Argentino a Aldo Ferrer. El economista recorre todo el abanico económico de la actualidad con una perspectiva crítica histórica.



–¿Cómo analiza la economía postdevaluación?
–El ajuste cambiario es un reconocimiento de que había un atraso producto de la apreciación que agravaba la escasez de divisas como el problema más urgente. Esto llevó al gobierno a una devaluación cambiaria y a otra serie de medidas como los recortes de gastos innecesarios, el sinceramiento de los índices y el aumento de las tasas de interés. Hay allí una polémica sobre cuál es el fin de estas medidas. Sí se trata de un ajuste de cuneo liberal. No lo es. Lo veo como un ordenamiento de una economía que complicaba la gestión: la inflación, el déficit fiscal. Además, lo que se conoce como la restricción externa afecta las expectativas e influye en los precios y en la fuga de capitales. 
–¿Qué diferencias percibe entre las gestiones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández en este terreno?
–Hubo una cambio muy fuerte porque en la época de Néstor Kirchner había abundancia de divisas con un alto nivel de precios internacionales, superávit energético y, entonces, ello dio lugar a una capacidad de pagos externos que el gobierno además fortaleció con la solidez fiscal que configuró un escenario con mucha fortaleza de la macro. Esto permitió, entre otras cosas, nacionalizar los fondos de pensión. Esta situación externa cambió con el segundo mandato de la Presidenta. En primer lugar porque el sector industrial empezó a generar un gran déficit, en autopartes, en maquinaria agrícola, que hizo un agujero tremendo, después apareció el déficit energético. 
–Y ¿qué ocurrió entonces?
–El gobierno reaccionó permitiendo que se apreciara el tipo de cambio y una situación fiscal que agravó el cuadro, hasta que se tomaron las medidas recientes.
–¿Qué puede ocurrir de aquí en más?
–Lo primero que ha pasado es que se ha tranquilizado el tipo de cambio. Antes de las medidas había una gran incertidumbre con el dólar paralelo. Esto se ha ordenado. Me parece que hubo un buen manejo de la política monetaria que puede tener un efecto positivo sobre las expectativas si se consolida esta tendencia, si contribuye a bajar la tasa de inflación y esto se acompaña con una cuestión fiscal y el gobierno recupera el superávit primario y puede retomar un manejo de la macro que contribuya a mejorar las expectativas. Este es el escenario optimista.
–¿Cuál es el otro?
–El gran problema es que pasa si la inflación sigue siendo alta en los próximos tres meses, que pasa con el tipo de cambio. Entonces, podemos volver a la situación anterior si se mantiene nominalmente el tipo de cambio al nivel actual. Allí está todo el tema de los Precios Cuidados para desactivar los ajustes de precios agresivos. Ahí se corre el riesgo de considerar que la inflación y estos ajustes son consecuencia de la maldad de los especuladores que están tratando de aprovechar la incertidumbre.
"Acá el problema son las condiciones en las que operan los mercados. Cuando hay una situación macroeconómica fuerte y hay perspectivas, los mercados operan con una baja tasa de inflación".

–¿No es así? 
–Acá el problema son las condiciones en las que operan los mercados. Cuando hay una situación macroeconómica fuerte y hay perspectivas, los mercados operan con una baja tasa de inflación. Cuando las perspectivas cambian, los mercados operan en contrario. Pescadores en río revuelto siempre hay. Los operadores están para ganar plata, si lo tienen que hacer especulando lo van a hace, si lo tienen que hacer produciendo van a producir.
–Uno de los escenarios que se observa es una tasa de interés bastante alta…
–No en términos reales.
–Pero, ¿las tasas nominales altas pueden afectar la economía?
–No se puede operar indefinidamente con una tasa de interés real negativa. Hay que tener tasas razonables y desde luego, en el marco de una política de desarrollo, que haya líneas preferenciales para el sector productivo. El problema de la historia argentina, desde mediados del siglo pasado, es inflación crónica. Eso fue destruyendo la función de ahorro. La destrucción del peso llevó a que las funciones de ahorro y medida de valor no las cumpla. Por eso cuando tratamos de pensar el precio de un departamento o de cualquier activo fíjo lo determinamos en dólares porque hay inestabilidad en el referente moneda nacional. La dolarización no es una perversión argentina es consecuencia de que no hay una moneda nacional que cumpla la función de ahorro. Mientras se recupera hay que tratar de que la gente confíe en el país. Hay que transmitir confianza en este sentido y dar seguridad de una tasa de interés pasiva del 2 o 3 por ciento.
–Y la incidencia de las tasas sobre el crédito.
–Una de las características de la economía argentina es que hay poco crédito. No hay burbuja de crédito, este es uno de los aspectos saludables. El sistema bancario está sólido y la verdad es que los créditos aquí es uno de los grandes déficits del sistema. El crédito se ha dirigido al consumo.
–Pero, entonces puede incidir negativamente sobre el consumo?
–Si, justamente. El ajuste cambiario va a afectar el crédito. Pero también es cierto que no puede sostenerse sobre bases irreales y en función de la demanda cuando hay escases de divisas porque esto aumenta la presión y la incertidumbre. Puede llevar, y creo que es lo que están esperando los neoliberales, a que el gobierno salga a pedir crédito en el exterior a tasas muy elevadas así se vuelve a endeudar, con lo cual así dejaría de lado una gran contribución, lo que ha sido el desendeudamiento. Si uno considera cual ha sido las consecuencias del endeudamiento, la deuda es fatal porque termina demoliendo la soberanía de los países, que terminan dominando los mercados y el FMI, que es lo que nos pasó a nosotros desde hace mucho tiempo. 
–¿Cómo en el menemismo?
–Por ejemplo. Entonces, el haber salido de eso ha sido un paso de soberanía fundamental. Espero que el marco de la crisis actual no lleve al gobierno a tomar plata afuera. Sería una mala solución. Y visto desde una perspectiva más amplia también es cierto que el país está operando sobre una base de recursos mayor que la del pasado. El fenomenal aumento de la producción agraria y el de las exportaciones ha levantado la restricción externa y el piso del stop and go, es decir cuando había divisas crecíamos y cuando no había se estancaba. Esto ha cambiado mucho. Estamos debatiéndonos en el marco de una economía real con más divisas pero el problema es que en este escenario reaparece déficit. 
–¿Cambió el panorama entonces?
–Insisto aquí que no hay que entrar en la idea de que estamos al borde del desastre, que estamos cerca de lo que fue el '83. No es así. Es una situación distinta con desajustes en los precios, con problemas de divisas, pero con una economía que cuenta con más recursos que el pasado, sobre todo por el bajo nivel de deuda. Es una situación compleja pero de ninguna manera desesperante. 
–Vuelvo a la pregunta inicial. ¿Cómo sigue la economía?
–Dependerá mucho de la firmeza del gobierno en sostener un tipo de cambio competitivo, manejar la situación fiscal. En este contexto el gobierno no puede apelar a una expansión de demanda vía gasto público porque generaría desequilibrios. Hay que esperar el elemento impulsor por el lado de las inversiones y las exportaciones. Así que desde el punto de vista del nivel de actividad con un consumo débil no va a ser posible mantener una tasa de crecimiento interesante. Pero también es cierto de que no es previsible que haya un proceso de ajuste. 
–Usted indica que la economía está funcionando sustentada en la producción agroindustrial. Sin embargo, este sector está escatimando la liquidación de divisas.
–No creo en este argumento que lo expresó muy bien (Juan Carlos) Pugliese cuando dijo 'les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo' (N de R: frase del ministro de Economía de Raúl Alfonsín en 1989). Los operadores privados contestan siempre con el bolsillo. Es la naturaleza del sistema. Ahora la pregunta no es esa, la pregunta es porque se crean ciertas condiciones para especular. Incluso el comportamiento en la retención de la cosecha forma parte del negocio.
–Pero, ¿cuáles son las herramientas que tiene el Estado?
–Hay que crear las condiciones para que convenga liquidar sin hacer esta retención de stock. Depende del tipo de cambio y de muchas cosas. De hecho ahora ha habido cierto cambio en el comportamiento de los actores que es lo que explica, en parte, que el Banco Central está comprando modestamente divisas. Entonces, la cuestión es esa, como hacer para que los operadores se comporten de forma consistente con el interés público. Y eso depende de las reglas de juego.
–¿Usted no ve un componente político-ideológico detrás de las retención de divisas por parte de los operadores agroexportadores?
–Creo que en un escenario de incertidumbre, un clima de tensión porque el gobierno tomó decisiones fuertemente confrontativas pues se ha permitido hacer cosas muy fuertes; la reestructuración de la deuda fue a contrapelo del FMI y los mercados; la nacionalización de las AFJP golpeó un núcleo de negocios muy importantes; la nacionalización de YPF. Además de definiciones políticas: está la ley de medios. El gobierno generó inevitable y necesariamente un cuadro de tensión y se la bancó porque se la pudo bancar. Yo escribí un artículo que le puse "el que tiene plata hace lo que quiere". 
–¿A qué se refiere?
–El gobierno pudo hacer esto, porque tenía plata. Entonces, eso es lo importante, el poder mantener el grado de autonomía de la política económica. Sin embargo para eso hay que tener la casa en orden y acá las cosas se han ido desordenando. Desapareció el superávit primario, se fue configurando un cuadro de expectativas negativas, el salto de la tasa de inflación, la fuga de capitales. Entonces, no es la perversidad de los actores es que las reglas llevaron a eso. 
–Entonces...
–Si hay un campeonato mundial de empresarios nacionales, entendiendo como tal a los tipos que invierten, que generan empleo o sea un sector privado dinámico, esencial de la política económica. Es muy probable que lo ganaran los coreanos. En los mercados emergentes, lo que han hecho en el marco de las políticas públicas es fantástico. Entonces, yo digo si a esos coreanos usted los trae a la Argentina a los seis meses hacen lo mismo que los argentinos. Pero si a los argentinos usted los lleva a Corea se comportan como los coreanos. Los empresarios coreanos no tienen un ADN distinto sino porque hubo políticas del Estado Nacional que llevaron a que haya incentivos de rentabilidad para que actúen así. Además, no hay que olvidar que vivimos en una economía de mercado donde el sector privado es fundamental. Nunca hubo desarrollo hasta ahora fuera de la economía de mercado. El tema, entonces, es como hacemos para condicionar el comportamiento del sector privado que tiene que jugar un papel insustituible.
–Habla del sector privado pero la economía no paró de extranjerizarse en los últimos 30 años.
–Es cierto, pero también es consecuencia de las políticas públicas.
–Pero, ¿cómo se revierte?
–Desde la política. Porque acá tenemos dos modelos de inversión extranjera; uno es el asiático, traen filiales para incorporar tecnología, para exportar, acceder a terceros mercados, integrarse en el tejido productivo interno y manteniendo siempre el protagonismo de las empresas nacionales. Donde la inversión extranjera es un componente de la transformación. Acá que hicimos. Les regalamos el mercado interno. Hicimos una apertura sin condiciones para el ingreso. Y ellos como respondieron? Establecieron industrias para aprovechar el mercado interno e integrarnos en las cadenas de valor en los segmentos secundarios de la tecnología, que es lo que nos pasa en la industria automotriz, donde los componentes más complejos se importan y el agujero comercial crece. El déficit de autopartes no se va a resolver si no hay una terminal de automóviles argentina que integre la cadena de valor.  El problema no es la inversión extranjera, ni especuladores sino cual es la madurez de una sociedad y del Estado para fijar reglas de juego que orienten a los actores en determinado sentido. Y esto es lo que aquí no ha habido y no hay. Qué empresariado argentino va a crecer con ese grado de extranjerización. Bueno, con esa realidad estamos trabajando. Han cambiado las reglas de juego. Hay que traer la inversión extranjera. 
–¿Qué pasó con la política fabril en la que se privilegió a los sectores sensibles de la industria?
–Hubo una política de recuperación del nivel de actividad y de la capacidad instalada que permitió un aumento importante de la población industrial y sustituir importaciones pero no resolvió los problemas estructurales que suelen ser los de los sectores más complejos, que empujaron el déficit autopartista, electrónico porque la industria cuanto más crece más demanda divisas. Además, las filiales mandan más plata afuera.  En materia industrial la Argentina pasó de políticas como las del primer peronismo de promoción del mercado interno a políticas neoliberales de apertura incondicional con una macroeconomía extremadamente desordenada y un récord mundial de inflación el siglo pasado, con el stop and go y políticas destructivas de la industria como pasó con la tablita en la época de la dictadura y después con la Convertibilidad. 
–Los industriales tuvieron años para recomponerse. ¿Cree que estuvieron a la altura de las circunstancias?
–Se duplicó el producto industrial, creció la ocupación de la capacidad instalada. En esos términos respondieron. Pero en otros sectores como el automotriz el componente nacional es muy bajo. No ha habido una política de transformación estructural.
–¿Cómo puede hacer el gobierno para administrar los precios?
–Con una política muy firme de superávit primario, de organización de la situación fiscal, con un tipo de cambio competitivo, además de recuperar dólares de residentes argentinos que están en el colchón. Hay que apelar, en el marco de un cambio de expectativas, a recuperar los fondos en dólares. Sí la gente se dolariza que se dolarice acá. Tiene que mejorar la macro consolidando los equilibrios.
–¿Cómo valoriza la política de acuerdo de precios?
–Tiene un valor marginal. Es útil. Pero creo que ningún acuerdo de precios, lo demuestra la experiencia histórica, puede tener impacto en el deterioro de las expectativas. Ninguno aguanta. Ahora sí el acuerdo de precios se da en el marco de una política macro... Pero no hay que hacerse demasiadas ilusiones.
–¿Cómo imagina esta segunda etapa del gobierno?
–Se ha logrado una mejora de la gestión del mercado cambiario. Es riesgoso volver a usar el tipo de cambio como ancla inflacionaria. El otro riesgo es pretender aliviar la situación pidiendo plata afuera. Se ha avanzado en los temas pendientes. Uno el de Repsol que se resolvió muy bien. Se avanzó en el Club de París, que no es una cosa muy importante. También con el CIADI. Ahora si eso es para volver a los mercados no es una buena decisión.
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