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domingo, 27 de octubre de 2013

Kirchner: la mejor definición, por Carlos Tomada (para "Miradas al Sur" del 27-10-13)




Todos conocemos y sabemos quién es Bertolt Brecht. Pero él nunca conoció a Néstor Kirchner. Cuando este poeta murió, Néstor apenas tenía seis años. Sin embargo, nadie lo describió mejor que cuando escribió aquello que también casi todos conocemos: “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”.
 
Ese era Néstor. Así era. Un luchador de toda la vida. Tenaz. Y convencido. Un militante infatigable de sus ideas. Comprometido con su generación y con las futuras. Acostumbrado a las realizaciones. Y no a las promesas. Tal es así que fue –sin dudas– un presidente que hizo más de lo que prometió. Mucho más. A Néstor lo inquietaba la desigualdad. Lo irritaba la exclusión. Se indignaba con la decadencia que vivía nuestro país. Por el saqueo que habían hecho de las ilusiones. Individuales y colectivas. Él nunca se resignaba. No se daba por vencido. Y mucho menos bajaba los brazos. Era así. Como la descripción de Brecht. Imprescindible.
 
Sí. Fue imprescindible. Sin él, el país de hoy seguiría siendo aquel de 2003. Devastado por algunos dirigentes de quienes bien podríamos prescindir. Los argentinos lo sabemos bien. Habíamos perdido nuestra industria, nuestro trabajo. Nuestra dignidad. Y también la esperanza. Hasta que él llegó a proponernos un sueño. Que parecía difícil de creer, tal era nuestra resignación. Pero él nos mostró que era posible.
 
Fue posible tener millones de nuevos puestos de trabajo. Que devolvieron no sólo el pan en la mesa sino la ilusión a millones de familias. Fue posible –y lo sigue siendo– tener paritarias democráticas para proteger el salario y las condiciones laborales de los trabajadores. Fue y es posible el Consejo del Salario Mínimo, que durante años pareció ciencia ficción. O recuperar los fondos jubilatorios y asignarles aumentos automáticos cada seis meses. También fue posible, con Cristina, tiempo después, la AUH, y los 2000 nuevos colegios que permiten que millones de chicos vuelvan a la escuela y cuiden su salud. Hoy vemos que resulta real y concreto volver a trabajar todos juntos por una Argentina con justicia social. Como querían Perón y Evita. Y como hoy construye la Presidenta.
 
En este tiempo, en el que los nostálgicos de los privilegios para pocos y del ajuste para muchos quieren cambiarlo todo, Néstor sigue siendo imprescindible. Como rumbo. No es casual que los que aparecen aliados a intereses corporativos tengan el desliz de descolgar su cuadro. Es lógico. Le tienen miedo. Por lo que representa. Por el impacto social que produce. Por la referencia insoslayable junto a Cristina. Por el proyecto que tiene los mismos objetivos que planteó hace diez años. Ampliar derechos. En cada rincón. En cada ámbito de la vida de todos. Y de cada uno. En la cultura. En la producción. En la ciencia. En la tecnología.
 
Para los que queremos un país inclusivo, Néstor es, fue y será imprescindible. No sólo por lo que hizo. No sólo por lo que genera. Sino también por el enorme ejemplo que significa. Kirchner es para los adultos el que sacó del olvido a los jubilados. Es para los jóvenes un ejemplo militante. Y un estímulo para su formación. Y es para los chicos una luz de futuro. Una referencia de insoslayable justicia social para siempre.
 
Pero es más. Es el que enarboló las imprescindibles banderas de Memoria, Verdad y Justicia junto a las Madres y a las Abuelas. Es el que jamás dejó las imprescindibles convicciones de lado. A partir de sus realizaciones, Cristina siguió con otras. Y hoy podemos estar orgullosos de tener una Ley de Matrimonio Igualitario. U otra de Identidad de Género. De haber transformado leyes nefastas para los trabajadores. Y de haber puesto en un pie de igualdad a colectivos laborales largamente postergados. Tal como era el Trabajador Rural y las Trabajadoras de Casas Particulares.
 
Hoy se cumplen tres años de aquel 27 de octubre. Un día que a muchos de nosotros nos conmovió para siempre. Ese día la plaza de Mayo habló y dijo: “Gracias Néstor! Fuerza Cristina!”. Ese grito sigue vigente. Los jóvenes, sus jóvenes, nos ayudaron y nos ayudan a comprender. Aceptar cada vez que cantan “Néstor no se murió”. ¿Y saben por qué? Porque los imprescindibles nunca mueren.
 
"*" Carlos Tomada, ministro de Trabajo de la Nación.
 
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