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domingo, 6 de octubre de 2013

Algunas consecuencias políticas de la expansión de las clases medias, POR Por Eric Calcagno y Alfredo Eric Calcagno (para "INFOnews" dell 06-10-13)


Por Eric Calcagno* y Alfredo Eric Calcagno**
 
Una de las transformaciones sociales más importantes de la última década es la expansión de la clase media y las variaciones en su composición. Este cambio es el resultado del Proyecto Nacional aplicado desde 2003. Algunas de sus consecuencias económicas y políticas de trascendencia fueron estudiadas por el Banco Mundial, que calculó que se duplicó en número entre 2003 y 2009 (Economic mobility and the rise of the Latin America middle class, Washington, 2012), y por Héctor Palomino y Pablo Dalle (“El impacto de los cambios ocupacionales en la estructura social de la Argentina, 2003-2011”, Revista de Trabajo, n° 10, 2012).
 
Cómo cambió la clase media argentina. El estudio de Palomino y Dalle se refiere a la población ocupada, y para determinar las posiciones de cada clase social considera varios tipos de indicadores (entre otros, ingresos, tipo de trabajo, autoridad en la organización, calificación, rama de actividad, propiedad de los instrumentos de producción). Analiza los cambios sociales producidos en la Argentina entre 2003 y 2011.
 
En primer lugar, establece que la movilidad producida no fue de carácter individual, provocada por vacantes ocasionales, sino un movimiento colectivo que favoreció a los estratos asalariados de la clase media y a la clase obrera calificada, que incorporaron en conjunto a 3 millones de personas.
 
Veamos algunas cifras. Entre 2003 y 2011, las clases medias crecieron del 43% de la población ocupada al 46,4%; incorporaron a 1,7 millones de personas, de las cuales 1,4 millones corresponden a la clase media inferior. A su vez, las clases populares disminuyeron su porcentaje del 56,1 al 52,8%, aunque aumentaron 1 millón de personas en términos absolutos, dada la suba de la ocupación; registraron además un hecho muy positivo: los obreros calificados aumentaron en 1,3 millón, mientras los trabajadores manuales no calificados disminuyeron en 0,7 millón.
 
Pero no sólo fue una suba en la escala, sino también una consolidación de todo el sistema. El crecimiento del empleo asalariado y el incremento de la participación de trabajadores registrados fortaleció el sistema de relaciones laborales. Su núcleo es la relación salarial que vincula a los trabajadores con un sistema de garantías, tales como las jubilaciones y pensiones, la protección de la salud a través de las obras sociales y la negociación colectiva de los salarios y las condiciones de trabajo (Héctor Palomino, La nueva dinámica de las relaciones laborales en la Argentina, 2010).
 
Reflexiones para los sectores medios. La clase media argentina es muy heterogénea e incluye a personas con muy diferentes valores, ocupaciones, intereses y aspiraciones. Es muy difícil suponer opiniones y conductas análogas entre profesionales autónomos, empresarios pequeños, oficinistas, docentes y técnicos asalariados. Además, una parte de ella tiene una gran versatilidad política, que la empuja muchas veces a adoptar visiones de la realidad ajenas a sus intereses objetivos. Veamos algunos ejemplos.
 
1. Creen en la irreversibilidad de los cambios que los favorecieron. Muchos integrantes de la clase media –en especial, aquellos que mejoraron sustancialmente su situación durante la década ganada– tienen la seguridad de que nadie podrá privarlos de las ventajas que obtuvieron desde 2003. Que son inamovibles la inclusión jubilatoria (que cubre el 96%), los dos ajustes anuales de jubilaciones, el casi pleno empleo, las 1.600 convenciones colectivas de salarios (en 2002 eran 200). Ojalá fuera así. Porque si el establishment vuelve a manejar el país, verán cómo se evaporan las conquistas obtenidas. Ya sucedió con todos los logros de los gobiernos peronistas. ¿Se acuerdan –o les contaron– cómo fueron las privatizaciones, las hiperinflaciones, el corralito, el déficit cero y el FMI a cargo de la economía? ¿Se enteraron de la pobreza (54%), el desempleo (21%), los chicos de la calle y la comida de los tachos de basura? Quizá caigan en la idea que luego de tantas transformaciones, éstas se deben consolidar, cuando la política enseña que para mantener las conquistas hay que construir más logros.
2. Problemas de ubicación. Existen varios problemas de percepción que atañen vastos sectores medios. Fogoneados por los medios de comunicación dominantes, tienden a adoptar posiciones equivocas.
La primera desubicación consiste en querer parecerse a las clases altas; pero como no pueden tener sus pautas de consumo, porque no les alcanzan los ingresos, tratan de imitarlos a través de sus opiniones reaccionarias; tal vez piensen que por algo se empieza. O porque en la relación igualdad / subordinación repiten la opinión dominante. Los caceroleos en la Ciudad de Buenos Aires mostraron, durante la 125, que muchos carecen de patrones de comportamiento propios, por lo que adoptan el comportamiento del patrón.
El segundo error, complementario del anterior, es el empeño en querer diferenciarse de las clases populares, a la que muchos de ellos pertenecieron hasta hace no mucho tiempo. Hablan con desprecio de “los negros” y de los inmigrantes latinoamericanos. Los culpan a unos por ordinariez y a los otros por quitarle trabajo a los argentinos, cuando no por la inseguridad.
3. Suelen actuar en contra de sus intereses propios y de la Argentina.
Los integrantes de la clase media a los que nos referimos, suelen no identificar correctamente sus propios intereses. ¿Practican acaso una especie de masoquismo político o económico? En la era neoliberal hubo muchos casos de pequeños empresarios que defendían con fervor la política económica de Martínez de Hoz y Cavallo, que inexorablemente los llevaba a la ruina (como ocurrió).
Ahora, hay quienes se oponen al gasto público en servicios esenciales, al sistema jubilatorio (en especial a la moratoria), a la asignación universal por hijo, a la ley de medios de comunicación audiovisual, al fútbol para todos; todas, medidas de gobierno que los beneficia en lo material y cultural.
Peor aún. Impulsados por la prensa hegemónica, quieren que le vaya mal a la Argentina en todos los conflictos internacionales. Un caso típico es la lucha contra los fondos buitre: primero deseaban que no devolvieran la Fragata Libertad; en este momento anhelan que perdamos el pleito en los tribunales de Estados Unidos. Sobreactúan la mimetización con las clases altas: si no tienen los mismos ingresos, al menos comparten los prejuicios.
4. Creen en falsos equilibrios políticos. Muchos electores fluctuantes sostienen que en las elecciones parlamentarias hay que votar por candidatos opositores para que contrapesen al Poder Ejecutivo. Repiten una fábula que se origina en la elaboración de la Constitución de Estados Unidos. Es el sistema liberal de “pesos y contrapesos”; pero lo que se oculta es que más que evitar los abusos de dictadores, se propone impedir que el pueblo gobierne (véase Adolfo Gurrieri, Estado y democracia en la Constitución de Estados Unidos). Tratan de frenar a los Poderes Ejecutivo y Legislativo mediante las mayorías calificadas en el Senado y el control constitucional de la Corte Suprema de Justicia (además de las chicanas cautelares). Así, por someterse a los medios de comunicación hegemónicos, se oponen a reformas que favorecen a las clases medias.
 
El programa para las clases populares y medias: el Estado de bienestar. Pero no todo son errores y mezquindades. Si estuvieran a la altura de las circunstancias, las clases medias podrían ser un puntal del desarrollo argentino. El 3 de octubre, en San Juan, la presidenta de la Nación subrayó que “ésta fue la década del crecimiento, pero ahora tiene que venir la década del desarrollo, que es la de la consolidación y la profundización con innovación tecnológica para todo el país, articulando el país en su desarrollo”.
 
En ese sentido, la consolidación del ascenso social de gran parte de las clases populares y medias lograda durante la década ganada, requiere la institucionalización del Estado de bienestar. Existe una coincidencia objetiva entre el desarrollo nacional y el bienestar de las clases medias.
 
Esto significa darle a esos grupos sociales el conjunto de cosas necesarias para que vivan bien (que eso es el bienestar para el diccionario). Supone, ante todo, el pleno ejercicio de la soberanía nacional y popular, el respeto de los derechos humanos y la democracia política; la acción de un Estado justo, libre y soberano; todos estos requisitos se cumplen con el Proyecto Nacional comenzado en 2003.
 
En lo económico y social implica el pleno empleo, salarios determinados por convenciones colectivas, la construcción de una infraestructura adecuada (vivienda, ferrocarriles, caminos, energía). Al mismo tiempo, debe existir una seguridad que incluya la vida y la propiedad, pero que también abarque a la seguridad en la alimentación, la salud, la educación, la vivienda, el trabajo y la cultura. Así es el Estado de bienestar.
 
Ojalá que la acción política de la mayor parte de la clase media se encamine por ese rumbo, que no piensen ni sientan por ojos ajenos y disfruten con plenitud del lugar que tienen en el modelo de industrialización con justicia social.
 
*Diputado Nacional (FpV), **Doctor en Ciencias Políticas 

Publicado en:
 http://www.infonews.com/2013/10/06/economia-101679-algunas-consecuencias-politicas-de-la-expansion-de-las-clases-medias.php


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