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miércoles, 30 de mayo de 2012

PACIENCIA DESBORDADA, por Hernán Andrés Kruse (para “Redacción Popular” del 30-05-12)


La derecha recibió la noticia del holgado triunfo de Carlos Menem en mayo de 1989 con desconfianza y temor. La imagen del riojano le recordaba a Facundo Quiroga, el célebre caudillo que motivó a Sarmiento a escribir su clásica obra de sociología argentina. Muy pronto el metafísico de Anillaco la tranquilizó. Al enviar al Congreso las leyes de Emergencia Económica y de Reforma del Estado, e imponer en la Corte Suprema la mayoría automática, envió al orden conservador un claro mensaje: la “economía popular de mercado” sería el eje central de su gobierno. El “salariazo” y la “revolución productiva” habían sido enarboladas durante la campaña electoral para hipnotizar a las masas, siempre tan crédulas e ignorantes. Y Menem cumplió con creces. Durante sus diez años y medio de reinado no hizo más que favorecer los intereses de los grupos económicos concentrados. Las privatizaciones fueron una cabal demostración del denominado “capitalismo de amigos”, del reparto de la torta entre el poder político y sus amigos empresarios. Fue un gigantesco y miserable saqueo del patrimonio nacional que benefició a una élite corrupta y rapaz, y que, gracias a la ilusión del 1 a 1, gozó de un amplio consenso popular. Menem no fue otra cosa que un pintoresco y excéntrico empleado del orden conservador, un payaso que creía que tenía bajo control a los dueños del país, un títere que fue presentado por el entonces presidente George Bush como un ejemplo para el mundo.

El orden conservador se aprovechó del metafísico de Anillaco. Le hizo creer que era un estadista de excepción, el Sarmiento de fines del siglo XX. Tanta adulación y obsecuencia tuvieron su premio: con las privatizaciones la derecha hizo un negocio fabuloso, fue partícipe de un “robo para la corona” inédito en la historia. ¡Cómo no iba a estar feliz con semejante monigote en la Casa Rosada! Ello explica por qué toleró dos feroces atentados terroristas, la demolición criminal de una ciudad, el “accidente” del hijo presidencial, el desempleo galopante, la inexorable profundización de la brecha entre ricos y pobres; la feroz amoralidad menemista, en suma. El orden conservador estaba exultante con el metafísico de Anillaco. La Casa Rosada y la residencia de Olivos se habían transformado en mansiones privadas donde el presidente y sus “compinches” tejían todo tipo de negociados en perjuicio de la clase trabajadora. El poder económico concentrado encontró en Menem al presidente ideal. Es probable que jamás hubiera imaginado saborear las mieles del poder de la mano de un peronista. El nuevo contexto internacional y la presencia en la Rosada de un símbolo del pragmatismo, lo habían hecho posible.

Carlos Menem no pudo finalmente presentarse en 1999. Pese a que hizo todo lo que estuvo a su alcance para obtener la re-reelección, Eduardo Duhalde se lo impidió. El orden conservador rezaba para que el sucesor del riojano fuera tan “generoso” como él. La figura de Duhalde le despertaba poco entusiasmo. Depositó, pues, su confianza en el por entonces político mimado de los porteños, Fernando de la Rúa, a quien habían depositado en la jefatura del gobierno autónomo en 1996. De la Rúa hizo lo imposible por granjearse el respaldo y la simpatía del poder económico concentrado. Por eso tuvo como ministros de Economía a José Luis Machinea, Ricardo López Murphy y Domingo Felipe Cavallo. Por eso se desprendió también del vicepresidente Álvarez, líder del Frepaso. Muy pronto el gobierno aliancista se vio envuelto en una dura puja entre los partidarios de la devaluación y los partidarios de la dolarización. Ese duelo terminó con su gobierno en diciembre de 2001. En enero de 2002 asumió Eduardo Duhalde y lo primero que hizo fue devaluar el peso y pesificar la economía. El grupo devaluacionista había obtenido la victoria. Con la devaluación retornó la inflación, los precios se dispararon, se licuaron las deudas en dólares contraídas por los grupos económicos concentrados (el grupo Clarín, por ejemplo) y millones de argentinos ingresaron en la pobreza y la indigencia. Sin embargo, Duhalde no era Menem. El orden conservador lo veía como un dinosaurio, como un nostálgico del Perón demagogo e intervencionista. Consciente de ello, Duhalde intentó por todos los medios convencer a Carlos Reutemann para que se hiciera cargo de la presidencia. La derecha lo hubiera recibido con los brazos abiertos.

El “plan Reutemann” fracasó por la negativa del por entonces gobernador de Santa Fe a aceptar el desafío. Dispuesto a todo con tal de impedir el retorno de Menem al poder, Duhalde finalmente encontró a su delfín. No era el que tenía en mente, pero con tal de no entregarle el poder a su enemigo íntimo, consagró a Néstor Kirchner, por entonces gobernador de Santa Cruz, como “su candidato”. Pese a que durante los noventa, Kirchner y Cristina habían hablado maravillas de Menem y de la convertibilidad, la presencia del patagónico en la Rosada inquietaba bastante al orden conservador. La pregunta que el poder económico concentrado se formulaba era la siguiente: ¿Kirchner seguiría el ejemplo de Menem? Como la derecha tenía más dudas que certezas, utilizó la pluma de Claudio Escribano para hacerle saber lo que pretendía de él: que fuera una continuación del menemismo. Al fin y al cabo, se había acostumbrado a que el presidente de turno le rindiera pleitesía y no había motivo alguno para que esa “tradición” se modificara.

Néstor Kirchner puso en evidencia su deseo de modificar, precisamente, “esa tradición”. Apenas se sentó en el sillón de Rivadavia demostró que no iba a estar dispuesto a gobernar para el orden conservador. Semejante osadía jamás fue tolerada por el poder económico concentrado. Su animadversión por el presidente y por el movimiento político que iba gestando-el kirchnerismo-fue creciendo sin prisa pero sin pausa. Si no hizo eclosión durante su presidencia se debió, quizás, a que el pueblo no hubiera soportado otro 2001. En consecuencia, la derecha tragó saliva y aguantó como pudo al patagónico en el poder. Pero no soportó su decisión de consagrar a su esposa como candidata presidencial del oficialismo. La presencia de Cristina en la Casa Rosada fue imposible de digerir para el orden conservador. Ello explica por qué a partir de su asunción el 10 de diciembre de 2007 hasta la fecha, le ha hecho la vida imposible. Toleró el desafío de Kirchner, pero no iba a hacer lo mismo con Cristina. Le resultaba inadmisible que desde la Casa Rosada no se respetara el “orden natural de las cosas”. El gobernante debe estar al servicio de los “mercados”, o lo que es lo mismo, de los intereses del poder económico concentrado. Ello explica por qué cada decisión de Cristina fue duramente combatida por la derecha. Su intolerancia fue creciendo a pasos agigantados y, finalmente, se produjo el hecho que terminó por colmarle la paciencia: la histórica goleada de octubre. Ese 54% que obtuvo Cristina fue la gota que rebalsó el vaso. ¡Ocho años de kirchnerismo eran demasiados! ¡Cómo van a tolerarse otros cuatro años más de esta degradación populista!

La paciencia del orden conservador ha sido desbordada. No soporta más al kirchnerismo, a Cristina, a la Cámpora y a 6.7.8. No soporta más a una presidenta que realmente ejerce el poder, que no se deja manipular, que no se arrodilla para decir “amén”. La derecha está verdaderamente crispada. Le resulta muy difícil controlar su ira. Si las Fuerzas Armadas fueran las de los años sesenta o setenta, Cristina estaría en prisión. Pero como el contexto nacional e internacional es otro, no puede valerse del poder militar para terminar con lo que considera es una “patología política”. No puede sorprender, entonces, lo que está padeciendo la presidenta de todos los argentinos. El orden conservador no cuestiona su decisión de expropiar el 51% del paquete accionario de Repsol o la de quitarle a TBA la concesión de las líneas Sarmiento y Mitre del ferrocarril. Lo que le cuestiona es su permanencia en la Casa Rosada.

Hernán Andrés Kruse
Rosario
hklruse@fibertel.com.ar

Publicado en :

http://www.redaccionpopular.com/node/5425

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