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domingo, 2 de octubre de 2011

CARLOS BARRAGÁN : 678, EL PERIODISMO PURO, LA BARBARIE Y LOS MIEDOS, extracto de “Soy la mierda oficialista”, Ed. Norma, 2011, pags. 204-208.

“El kirchnerismo es una vuelta de página para el país”

Carlos Barragán

YA NO ES EL 2010

“[…] Eva Row da una buena explicación sobre la pluralidad o no de 678. Ya no es el año 2010, y 678 ya no es tan imprescindible, ni tan débil, ni tan bajo y rastrero, ni tan genial, ni tan odiado, quizá sigue siendo amado, ya no es tan marginal, ni tan brutal. Ya se desenmascararon las cosas, ya se aprendió a leer el diario y a ver el noticiero, la credibilidad de Clarín y sus sucursales bajó. Como bajó la credibilidad de muchos periodistas, incluso la nuestra, porque bajamos la credibilidad de todo el periodismo. El caso es que 678 hizo el trabajo sucio. Rompió la gran máquina de generar realidad, y dejó en mal estado a todas las demás máquinas de generar realidad. 678 fue el equipo de demolición de un edificio que se estaba pudriendo y se nos podía caer encima, y la metáfora quizá no sea la mejor, porque ese edificio hacía rato que nos venía haciendo daño. En ese sentido 678 no fue constructivo, fue destructivo. Destructivo como lo es cualquier actividad que deje el terreno limpio para la construcción. O sea que fue constructivo, pero sólo rompiendo y aplastando. Por eso es imprescindible pasar a lo que sigue, a un periodismo sin topadora.

A veces me encuentro con gente que ve el programa, que son K, que son piolas, y que son fans de 678, que me preguntan por qué no informamos sobre tal cosa que está sucediendo y es fantástica u horrible. O te traen alguna denuncia y te dicen ‘digan esto que es muy grave’. Y yo trato de explicar que 678 no informa, que no vean a 678 como un informativo porque no lo es. 678 es formativo, educativo, y destructivo. También es un problema político, pero a mi modo de ver eso es secundario. Si bien 678 favoreció al gobierno kirchnerista, sobre todo destruyó la lógica del mensaje hegemónico. Si el kirchnerismo quisiera y pudiera, y decidiera utilizar un mensaje hegemónico a su favor, ya no lo podría hacer porque ahora la gente tiene las herramientas para desarmar esa clase de trampas. Por eso creo que 678 responde a intereses que son populares y civiles : el derecho del pueblo a informarse, a conocer la verdad, a saber qué está pasando. No es casualidad que el programa haya aparecido como una necesidad para este gobierno y no para otros que se favorecían con un pueblo desinformado y con medios de comunicación socios, patrones o empleados.

678 nunca volverá a ser lo que fue en 2010, porque Clarín y sus socios nunca volverán a tener la potencia mediática –en términos de credibilidad- que tenían. Aunque todo fallara y la ley de medios no se aplicara nunca, o volviera para atrás, o se esfumara en el aire, esa batalla diaria y salvaje, e iconoclasta, no se volverá a dar porque los íconos ya no lo son. Por eso pasó el Día del Periodista y los periodistas consagrados no lo pudieron festejar. Me angustió descubrir que el Día del Periodista no aparecieran editoriales con un recorrido por la profesión, o alguna autocrítica, o declaraciones sobre el “periodismo del futuro”, o qué sé yo. Nada de eso, sólo encontré críticas y ataques a 678 y a este nuevo monstruo que es el periodismo kirchnerista en sus diversas variantes. Me angustió porque sentí que yo era uno de los responsables de que no pudieran festejar su día. El periodismo puro, el periodismo objetivo, el periodismo ecuánime, se quedó triste cuando con muy poco demostramos que todo periodista es un sujeto político que hace periodismo. Aún los que no lo saben, de tan salames que son. Aún los que lo niegan, de tan hipócritas que son.

Pero no me sentí contento por su falta de festejos. Contento me sentiría si mostraran algún gesto de franqueza, o algún intento por comprender que es improbable que todo esto sea sencillamente una enorme confabulación contra los periodistas buenos.

LA BARBARIE

Fuimos salvajes e irrespetuosos, porque no tuvimos respeto por aquello que se había respetado durante años. Voltear dioses de bronce es una actitud de bárbaros, y eso fue lo que hicimos durante el año pasado. Y el salvajismo fue mucho mayor porque lo hicimos –Lanata dixit- tipos de cuarta línea. Una obviedad, nadie de la primera línea se hubiera atrevido a romper la lealtad con sus colegas en igualdad de prestigio y prerrogativas. ¿Qué era esa máxima de “no hacer periodismo de periodistas” sino una especie de versión periodística de la omertá de la Camorra napolitana? Cuatro boludos en un escritorio –eso también lo dijo Lanata- era lo que hacía falta para demostrar que el periodismo independiente era puro verso.

Por mi parte lo viví con la alegría de saberme parte de un grupito de inadaptados que estaban cambiando las cosas. También con miedo porque era evidente que la gente más poderosa del país nos miraba las caras todas las noches. Y todas las noches nosotros los irritábamos, por decir poco. Miedo esas veces en que todas las editoriales del trío Clarín, La Nación y Perfil nos mencionaban directamente, o criticaban indirectamente la ‘propaganda oficial’, y exigían libertad y basta de violencia. Y ‘esa violencia’ éramos nosotros. Y juro que da susto cuando te das cuenta de que esos grandotes de los más grandotes negocios sin escrúpulos te ponen en la mira, y te acusan nada menos que de ‘violento’. Pero así y todo siempre fue divertido. Y descubrir la necesidad del apoyo de la calle, porque hacía falta saber que había mucha gente que te quería y que no pensaba que uno era una rata, un ladrón, un corrupto, un mentiroso, un violento, un agente del mal como estaban diciendo los medios más poderosos del país. ‘Yo no les creo, estoy con ustedes’. Era –y es- lo mejor que uno puede escuchar cuando sabés que hay cosas oscuras y bestiales que te tienen bronca.

QUEDARSE AFUERA

Otro miedo era el miedo a quedar afuera, el ‘¿Y vos dónde vas a laburar cuando se vayan los Kirchner?’. Es verdad, dónde voy a laburar yo, y dónde millones de tipos que tienen laburo gracias a la política de los Kirchner.

Hasta cierto momento la idea de ‘si vienen los opositores dónde vas a laburar’ tenía su viso de realismo. Y yo lo pensaba como algo lógico y me decía que volvería a trabajar de guionista, en las sombras, para algún amigo no tan jugado con los K y que salga indemne ¡de esa locura!. Pero hace tiempo me di cuenta de que el kirchnerismo cambió las cosas. Si bien al principio Néstor y Cristina funcionaron como un agente externo que venían a aplicarnos un invento, que eran ellos mismos, y ante el cual la sociedad reaccionaba bien o mal, ahora ya no es así. Ahora el kirchnerismo es un emergente político, un movimiento cultural, un organismo que vive y crece con conciencia de sí y de la historia que quiere escribir.

Por eso ya no vale la pregunta de ‘dónde vas a trabajar cuando se vayan éstos’. Por más que se vayan éstos, y los otros, y los otros, el país cambió. El kirchnerismo no fue –como querían y creían muchos- una excepción, una anomalía en la historia lineal de la Argentina. El kirchnerismo es una vuelta de página para el país.”

Tomado de : Carlos Barragán : Soy la mierda oficialista, Ed. Norma, Bs As, 2011. Pags.204 a 208.

1 comentario:

sonoio dijo...

como análisis autobiográfico es muy bueno
como analísis del programa mejor y como análisis final del país actual
un paso más adelante


un gran abrazo!