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domingo, 19 de septiembre de 2010

Víctor Laplace: “Hay mucha gente que es peronista, y no lo sabe”, entrevista realizada por Jorge Llistosella (para "Miradas al Sur")



Por Jorge Llistosella, periodista
contacto@miradasalsur.com


El miércoles 24 se estrenará la adaptación que Víctor Laplace hizo de Borges y Perón, entrevista secreta, de Enrique Estrázulas. El actor y director cuenta la cocina de la obra que lo tendrá nuevamente en el rol del general. El debate se abre para analizar esa relación turbulenta entre dos símbolos ineludibles de la argentinidad y sus ecos actuales.
Víctor Laplace es un peronista visceral. De los que dicen “compañero” para referirse a otro peronista. Como cuando dice “el otro día, hablando con un compañero, le comenté que ésta es una obra que tiene que ver más con la conciliación que con la confrontación. Y él me contestó ‘ahora lo que nosotros queremos es confrontar’. Pensé mucho en eso, y dije qué lástima que siendo un tipo del palo crea eso. Después me puse a reflexionar, y armé esto de la confrontación de ideas para apuntar a la conciliación.” Esto de la confrontación de ideas es Borges y Perón, entrevista secreta, la obra de Enrique Estrázulas que Laplace montará el 24 en el Teatro Carlos Gardel, de Valentín Alsina. Y en la que, además de dirigir, representará, como ya hizo en varias películas y obras teatrales, a Perón. Es que, para Laplace, Perón es pasado, presente y futuro. Por eso, entre sus proyectos hay un guión que, filmado, se llamará Puerta de Hierro y tratará del exilio que vivió el general en ese barrio madrileño. Por eso, ahora, próximo a un estreno en el que pondrá sobre un escenario a Perón y a Borges diciéndose lo que nunca pudieron, Laplace asegura: “El peronismo es casi una carga. No para el obrero que yo era cuando tenía 14 años y trabajaba en Metalúrgica Tandil, pero sí para el muchacho sensible que también fui. Me pasé la vida explicando mi condición peronista. Pero llegó un punto en que no tengo ganas de explicar nada. Me remito a mis acciones, que son peronistas. Además, creo que hay mucha gente que es peronista, y no lo sabe”.En 1998, en el Cervantes, Laplace como Perón y Duilio Marzio como Borges estrenaron Borges y Perón, entrevista secreta. Aquella versión incluía a otros personajes: la madre de Borges, Adolfo Bioy Casares, una secretaria. Esta vez, Laplace concentró el diálogo en los dos hombres-símbolo, con Jean Pierre Noher como Borges.


–¿Qué aporta presentar en la obra a un Perón irreal vinculado con Borges, tan talentoso como antiperonista?


–Por empezar, la confrontación de ideas. En la obra hay un apagón y Borges entra en pánico. Justo él, con su ceguera. Y Perón comienza a cuestionarlo muy duramente: “Dicen que usted no conoce la mayoría de las cosas sobre las que escribió; que fuera de sus libros, no conoció nada; que imagina a los malevos, que imagina a las mujeres. A usted le falta calle, Borges. Le falta haber vivido. Le falta todo lo que a mí me sobra.” Se arma una cosa muy interesante en cuanto a la capacidad de uno y del otro. Los dos se marcan mucho la cancha. Me gusta la idea de dos tipos que confrontan fuertemente sus ideas, pero no tengo la menor duda de que a Perón le hubiera gustado el poema de Borges sobre Malvinas, esa magnífica parábola sobre la estupidez bélica, Juan López y John Ward, soldados argentino y británico que combatieron en 1982.Una vez Laplace dijo que “Perón es una necesidad para entender el sentimiento del pueblo argentino”. En esta ocasión agrega: “Perón hizo una transformación brutal entendiendo al mundo de hoy hace cincuenta años. Yo, como obrero, conocí las reivindicaciones que otorgó Perón a los trabajadores. Entendió el pensamiento del pueblo y lo puso en funcionamiento con un sentido social que nadie logró antes ni después... excepto este modelo de gobierno que estamos teniendo ahora”.


–¿Este Gobierno se acerca a la comprensión que tuvo Perón respecto del sentimiento popular?


–Yo creo que sí. Y creo que, de algún modo, la historia de amor entre Perón y Evita tiene que ver con algo que yo percibo en el matrimonio de Cristina y Néstor Kirchner.


–¿Sabe lo que está diciendo?


–Sí.


–¿Por qué será que aún hoy algunas personas creen necesario aclarar “yo soy peronista de Perón y Evita”?


–Todos los que somos peronistas de Perón y Evita hemos tenido que comernos algunas... galletitas. Y no sabrosas. Ha habido mucha sangre derramada. Hubo algunas peleas internas que a uno le hacen pensar ¿hasta cuándo? El peronismo tiene esa revolución interna constante. Tiene una cosa que no se puede terminar de juntar. En el peronismo hay mucho amor; y mucho odio, también. El exceso de pasión de los argentinos nos llevó siempre por caminos de desmesura. Cuando Perón vuelve y en la Plaza de Mayo les dice “imberbes” a los jóvenes, los jóvenes se van y cambia la historia. Por la política yo he dejado de hablar durante años con una hermana que es radical. Como artista, sin embargo, he tratado de ir conciliando. A mí me han dicho “vos fuiste menemista y ahora sos kirchnerista”. No: yo soy peronista. Y cuando aparecen las cuatro o cinco cosas fundamentales que ha levantado este Gobierno, yo estoy ahí. No estoy en otro lado. No puedo estar en otro lado.


A los 66 años, Laplace es la contrafigura de la crispación que la oposición le atribuye a lo que se relacione con el kirchnerismo. Es tanta su convicción partidaria que hasta se permite una suave autocrítica: “Si bien es cierto que tenemos un pensamiento que puede aparecer como totalizador, el peronismo explica el presente y habla de un proyecto para el futuro. En la Argentina no ha aparecido nada igual”. Y relata, entusiasta, cómo logró su propia transformación: “Yo era un pibe de 14 años y trabajaba con obreros metalúrgicos que eran hombres de 30 o más años. Pero también entonces tenía veleidades de actor y los invitaba al teatro. Algunos me decían lo consabido: ‘Ustedes, los actores, son medio raros’. Pero cuando conseguía que fueran al teatro quedaban fascinados. Yo modifiqué gente, antiguos compañeros de laburo que todavía hoy me dicen: ‘¿Te acordás, Víctor, cuando les recitabas a las fresadoras y al torno, y nosotros nos reíamos porque no entendíamos un carajo lo que estabas diciendo?’. Bueno, ahora todos saben qué era lo que yo quería decir. Yo crecí en medio de esa confrontación-conciliación con las que se construye cambio. Y el cambio es búsqueda de felicidad”.


–¿Qué le aporta Borges y Perón, entrevista secreta al peronismo de hoy?


–Una mirada sobre qué es el peronismo y qué es lo que está pasando en América latina. Y cómo ese hombre, Perón, entendió lo que ahora provoca mucha emoción: ver unidos a los presidentes latinoamericanos... a casi todos. A mí me conmovió cuando Cristina dijo que hoy como nunca los presidentes representaban a sus pueblos.


–¿Alguna vez odió a Borges?


–¡No, para nada! A mí me hubiera gustado mucho que Borges y Perón se conocieran realmente. Hay mucha gente dentro del peronismo que dice: “Es una pena que durante tantos años nos hayamos perdido a Borges”. Yo nunca hablé con él, pero lo admiro: me entrego a la belleza de su literatura. Yo tuve una formación que me permite elegir, y elijo una transformación que abra el juego. El pensamiento popular no se debe perder una poética como la de Borges.La conclusión es Borges, Perón o, si se prefiere, Perón, Borges, dos figuras en una relación que podría definirse con lo que contaba el epistemólogo Mario Bunge: “Eramos tan apasionadamente antiperonistas que no fuimos capaces de hacer un análisis objetivo del peronismo. Más aún, usábamos categorías políticas europeas. Creíamos que el peronismo era una forma de fascismo. Y no lo es: es original, es un tipo de populismo. Creíamos también que Perón era bruto. Es falso. Era inteligente, no sólo habilidoso, y tenía cultura histórica. Al fin y al cabo fue profesor de historia militar en el Colegio Militar. Lo menospreciamos, y por eso no lo entendimos. Gino Germani, que fue el fundador de la sociología moderna en la Argentina, se fue del país en 1966 y al año siguiente me visitó en Montreal. Le pregunté: ¿Por qué te fuiste de la Argentina? ¿Por la persecución? ‘No –me dijo–. Me fui porque era incapaz de entender al peronismo’. Y quien no entiende al peronismo no entiende al país”.


Publicado en la edición impresa de "Miradas al Sur" del 19 de septiembre de 2010, Año 3. Edición número 122

1 comentario:

Adrián Corbella dijo...

Me parece muy interesante la reflexión final de Germani, ya que siempre pensé que el peronismo es un emergente de toda la historia argentina. No sólo no es algo "inexplicable", como sostuvieron siempre los antiperonistas ; sino que por el contrario, ARGENTINA ES INEXPLICABLE SI NO SE ENTIENDE EL PERONISMO...