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viernes, 15 de enero de 2016

Las cortas patas de la mentira, por Martin Alcala (para "Facebook" y "Mirando hacia adentro" del 15-01-16)





Suele decirse esa alegoría para indicar que se puede mentir acotadamente y que en algún momento se descubre la verdad.
Pues, con la estadística pública y el nuevo INDEC está mostrándose la mayor mentira con la cual se confundió al pueblo durante los últimos doce años.
¿El INDEC mentía?
Pues, parece que no.

¿Para qué le sirve a usted conocer la variación del IPC?
Sí, aquello con lo cual los economistas lo confunden llamándolo "la inflación".
Piénselo por un instante poniendo la mente en blanco.

¿Qué le cambia a usted si el organismo de estadística pública le dice que este mes el IPC varió 1% o 3% o 5%?
Bueno, si tiene usted un bono con interés ajustable por CER, cuanto mayor sea ese número, más plata gana.
Y más plata paga el Estado, es decir todos.
Si tiene usted una hipoteca sobre su casa ajustada por CER, significa que su acreedor podrá cobrarle más dinero y que el riesgo de perderla por no poder pagar aumenta.

Ahora, si tiene usted sólo un empleo o un negocio, pues objetivamente no le sirve de nada.
Así como lo leyó, de nada.


Inclusive lo confundirá.
Porque usted tiene un hábito de compra según su nivel social y cultural, el cual puede modificarse según su voluntad e ideales sociales, que encuadra en cierto presupuesto.
La variación de ese presupuesto dependerá de la voluntad de los comerciantes que le venden para remarcar los precios y de la suya de resistir ese incremento no comprando.
Y el IPC medido no necesariamente coincidirá con su propio nivel de consumo.
El precio de los alimentos básicos no varía del mismo modo que el precio de los instrumentos de cirugía o los repuestos de automovilismo de competición.

El precio de los perros de raza fina no varía del mismo modo que el de la carne. Inclusive el de los cortes cárneos culturalmente poco valorados tampoco lo hace igual que el del peceto o lomo.
Los precios que afectan su presupuesto no variarán igual si es usted un naturista que cultiva su propia comida y decide vivir frugalmente para conservar el ambiente, que si es usted un ricachón tentado por el desenfrenado consumo quien cambia su automóvil de alta gama cada año.
No hay modo de establecer un índice de variación que incluya a todos, el cual tenga algún valor informativo.
Cuánto más mezclemos los índices para las diferentes capas tanto menor será la utilidad social del dato.
Y siempre usted sentirá que el IPC general nacional no refleja el que usted percibe sin haber hecho ningún cálculo.


Por eso, siempre, sin excepción, aquí y en todos los países del mundo que realizan estadística, la variación del IPC requiere de una decisión política. De elegir cuál capa de consumo medir y dentro de ella cuáles productos priorizar.
Una decisión política porque importa determinar para qué servirá ese IPC.
La estadística de precios en realidad no le sirve a usted, ni al sindicalismo, ni al comercio.
Sólo sirve al negocio del dinero. Del alquiler de dinero, de especulación, de apuestas a futuro con los parámetros financieros, de timba, de engaño.
Un sujeto le pide más dinero por el mismo producto o servicio y aprovecha "la inflación" como pretexto.
Sin embargo no le aumenta "porque hay inflación", como dice.
Hay inflación porque él le aumenta y usted se somete a pagar.
Es decir, al revés.

¿Cuál es la mentira entonces?
Pues muy simple.
El INDEC controlado por la política de Nestor Kirchner, elegía medir como referencia la canasta básica universal real, definiendo tres categorías: masivo, selectivo y premium.
Y la Secretaría de Comercio actuaba sobre el empresariado para mantener los productos masivos bajo control, simplemente desalentando la codicia de esos sujetos.
Cuando alguno pretendía remarcar, se le exigía estricta justificación de costos y márgenes.
Como no podía presentarla, debía abstenerse o negociar.
Y no podían presentarla porque en la Argentina los incrementos retroalimentarios de precios son ficticios, es decir, no dependen de variaciones reales de costos sino que son intentos de incrementar márgenes de ganancia.
Y aún así, era una tarea muy difícil. Siempre es difícil luchar contra la trampa.


Las empresas privadas de estadística coincidían en acusar que el INDEC "mentía".
Sin embargo, ninguna de ellas poseía ni una mínima parte de la estructura funcional del INDEC como para elaborar siquiera una aproximación al IPC.
El INDEC es auditado por el FMI, organismo del cual somos socios, y presenta sus informes anuales ante sus departamentos técnicos. Las objeciones de ese organismo se centraban en que la medición del IPC no era nacional sino metropolitana y que no había una metodología confiable de inferencia.
Por esa razón en los dos últimos años se desarrolló un nuevo sistema con cobertura ampliada que fué aprobado por el FMI.
Si los charlatanes privados antes no tenían estructura como para confrontar al INDEC, en una medición acotada, mucho menos la tienen hoy cuando la medición se hace en todos los distritos con cientos de funcionarios y una estructura de procesamiento inmensa.
Sin embargo ellos aseguraban que la variación IPC era siempre mayor a la publicada.
¿Porqué?
Muy simple.
Si esa variación subía, los bancos y acreedores del Estado, tanto como los especuladores financieros podrían ganar muchísimos millones más. Y eso es suficiente como para poner unos pesos por aquí y por allá para comprar voluntades, cifras y protestas públicas.
El actual director del INDEC, Jorge Todesca, fué sancionado por la Secretaría de Comercio con una multa cercana a los cuatrocientos mil pesos, razón por la cual inició una denuncia contra el Secretario Moreno.
Pues, la multa se basó en razones muy simples.
Luego de publicar datos completamente distintos a los del INDEC, acusando al Estado de engañar al pueblo, se le exigió presentación de metodología y estructura que validaran su información.
No pudo justificarla.
Ahora, si en realidad ese sujeto, junto a toda la comparsa de acusadores y desmentidores que no excluye a periodistas afines al gobierno anterior que "reconocían" la falla del INDEC, tenían la verdad estadística contando sólo con cinco o diez encuestadores, la supuesta voluntad de los empresarios a brindarles los datos sin obligación legal, y un plantel exiguo de calculistas, podían entonces decirnos cuál era el verdadero IPC...

¿Entonces porqué ahora, contando con toda la estructura del INDEC, con cientos de funcionarios capacitados, con el mayor centro de cálculo estadístico del país, con un sistema aprobado por el departamento técnico del FMI con cobertura nacional incluyendo todos los distritos, no son capaces de definirlo?
Se declaran en "emergencia estadística".

¿Emergencia estadística? ¿Que significa eso? ¿Que se les rompió la calculadora?
No damas y caballeros. No hay ninguna emergencia.
La medición de la estadística pública siempre depende de un criterio político.
Depende de cómo el Estado emprenda su política y se plante frente a los poderes financieros.
Depende de la decisión de entregar los recursos al extranjero y las oligarquías locales o la de ejercer una soberanía nacional y defender al pueblo.
Y estos sujetos han decidido la entrega.

Su problema, por el cual no se atreven a darnos el dato y declaran su emergencia, es porque si lo hicieran descubriríamos que los verdareros mentirosos siempre fueron ellos.

Publicado en:
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