Es cada vez más
común leer y escuchar opiniones de gente que habla sobre temas acerca de los
cuales toca de oído, y sin saber nada de música. Quizás lo más notorio en el
recién terminado 2020 fueron sesudas explicaciones acerca de cómo enfrentar la
pandemia emitidas por economistas neoliberales. Si bien no es el tema de esta
nota, sabemos que los neoliberales se sienten portadores de la verdad final de
la historia humana, por lo que se atreven a todo: te opinan de salud, educación
o ingeniería con la misma autoridad y precisión con la que hablan de economía –de
la que tampoco entienden demasiado, hay que decirlo-.
Hemos tenido que leer expresiones realmente curiosas,
como “año perdido”, “genocidio educativo”, o genios afirmando que “las escuelas
no están funcionando”, en un año que fue realmente una pesadilla para los
docentes y estudiantes de todos los niveles.
Obviamente, hubiera sido más productivo un año “normal”
con las escuelas funcionando como siempre. Pero vivimos en un año de pandemia
que afectó a todo el mundo y descalabró a las sociedades de todos los países.
Cada país adoptó las medidas que le parecieron
apropiadas, con éxito diverso. Casi todos adoptaron en algún momento
cuarentenas más o menos estrictas, y dentro de ese contexto las instituciones
educativas fueron un problema universal, debido a que concentran una gran
cantidad de alumnos en un espacio cerrado, pequeño y mal ventilado.
A Argentina le fue bastante bien en la primera etapa de
cuarentena estricta, pero los resultados se fueron deteriorando en la medida en
que esa cuarentena se fue flexibilizando. Sobre fines del año, y a pesar de las
múltiples flexibilizaciones, los números fueron mejorando, pero desde hace
algunos días parece que estuviéramos de nuevo en una aceleración de la curva de
contagios. Una aceleración que está encendiendo algunas luces rojas, porque
coincide con la aparición en Europa de una segunda cepa del Covid, más
contagiosa.
Algunos países que fueron tomados como ejemplos por los que no apoyaban la estrategia del gobierno argentino, terminaron luego en el desastre. Tal fue el caso de Israel (1) y Suecia (2).
A veces se tomaron como ejemplo países muy
distintos, se compararon peras con dinosaurios: Nueva Zelanda es un país del
tamaño y población de Córdoba, son dos islas flotando en medio de la nada, cuya
ciudad más grande tiene poco más de un millón de habitantes, siendo la
metrópoli más cercana Sydney, ubicada en Australia, a miles de kilómetros de
mar de distancia. Es muy difícil compararlo con Argentina, que tiene un mega núcleo
urbano que arranca en los suburbios sureños de La Plata y se extiende hasta el
Delta del Paraná, y que se continúa, con algunas áreas rurales intercaladas,
hasta Rosario.
Pero un denominador común a casi todos los países, fue el enorme riesgo representado por los establecimientos educativos, por el
propio diseño arquitectónico de los establecimientos escolares, y el poco
cuidado que a veces tienen los alumnos en este tipo de cuestiones. Fueron
muchos los casos de países que retomaron la actividad escolar para luego tener
que suspenderla de nuevo: uno recuerda el caso de las escuelas y universidades
norteamericanas (3), del rebrote israelí que se atribuyó a las escuelas (1), o a
lo que está pasando ahora en Gran
Bretaña (4).
En el caso argentino, el tema escolar se ve complicado
por una característica única de nuestro sistema educativo: el docente taxi.
Hay países donde cada docente trabaja en una sola
escuela, que se ubica cerca de su casa. En cambio en Argentina los docentes
trabajamos en diversas escuelas (2, 3 ,4, 5 o más), ubicadas en barrios
distintos, a veces en distritos distintos (CABA y PBA). Los docentes taxis
argentinos (la mayoría tiene esa condición) son la pesadilla de los
epidemiólogos. Tienen una capacidad de transmisión del virus realmente
escalofriante.
Respecto al año escolar terminado, fue un ciclo dominado
por el esfuerzo y la incertidumbre. Cuando empezó la cuarentena, so sabíamos si
iba a durar una semana, un mes o un año (5). Los docentes tuvieron que aprender a
usar una serie de herramientas y plataformas que no les eran habituales, a
veces que les eran totalmente desconocidas (Zoom, meet, classroom, acadeu,
edmodo, wasap y tantas otras), acondicionar un espacio de trabajo en su
vivienda, disponer del equipamiento necesario, e irse adaptando a las
soluciones provisorias, siempre efímeras, que iban adoptando los directivos de
los colegios y las autoridades educativas. La sensación de que el trabajo
realizado, que estaba bien hoy, podía estar mal mañana cuando llegaran nuevas
directivas del ministerio y de los supervisores, fue continua. Y no era una
sicosis, fue un problema real. Todo podía cambiarse sobre la marcha, y
cualquier decisión, por más descabellada que pareciera hoy, podía ser la orden
que se recibiera mañana. Las instrucciones entraban por todos lados, mail,
plataformas, wasap, a cualquier hora y en cualquier día, y a veces uno se
encontraba atendiendo en simultáneo a tres o cuatro colegios.
Los alumnos vivieron la misma pesadilla, sin saber
cuánto iba a durar el sistema no presencial, cómo se iba a evaluar, y cómo
acceder a una máquina o a una conectividad que en muchos casos no existían en
sus casas, o que debían compartirse con padres y hermanitos.
También fueron muy negativas las noticias mal
explicadas o mal intencionadas, como cuando en agosto varios medios anunciaron
con bombos y platillos que “no iba a repetir nadie” –una media verdad muy
alejada de lo que realmente se iba a hacer, pero que hizo mucho daño-.
Es evidente que el ciclo lectivo iniciado en 2020 no va
a ser el mejor de la historia escolar de nadie. Fue una etapa en la que si bien
los docentes trabajaron por momentos 24/7, porque los horarios dejaron de tener
sentido, se vivió una incertidumbre
absoluta, y hubo una incómoda y continua sensación de “hacer camino al andar”,
de estar siempre improvisando.
Los estudiantes -los que podían conectarse, que no eran todos-
hicieron lo mejor que pudieron, padeciendo similares dificultades, a las que se
sumaron los efectos psicológicos de un aislamiento al que no están acostumbrados.
Pero es imposible decir, de buena fe, que las escuelas
no funcionaron. Funcionaron muy activamente, pero de una manera no tradicional.
En unas pocas semanas empieza el ciclo escolar 2021, y
a decir verdad la incertidumbre continúa, porque por un lado ha empezado la
vacunación, pero por el otro todos los
números de la pandemia se están complicando (6). Esperemos que las autoridades
educativas hayan capitalizado la experiencia, local e internacional. Las
escuelas han sido un problema en todos lados durante esta pandemia. Nuestro
sistema educativo, donde los docentes trabajan en múltiples escuelas, es el más
peligroso del mundo en medio de una situación sanitaria como la que vivimos. Un
regreso apresurado e irreflexivo a la presencialidad, sin tomar los recaudos
del caso, podría conducir a un desastre.
Adrián Corbella, 2 de enero de 2021
Ver también:
https://twitter.com/ernestorr/status/1283375749852954624
https://twitter.com/ernestorr/status/1282143912417734661?s=09
(3): Nuevo récord de coronavirus en EEUU: cierran escuelas y vuelven las restricciones
Ver también: https://twitter.com/ernestorr/status/1312845358754680834
(5): Ernesto Resnik, biólogo argentino radicado en Minneapolis, ha hecho a lo largo de todo el año 2020 interesantes reflexiones acerca de la relación entre la pandemia, los niñoz y las escuelas:
https://twitter.com/ernestorr/status/1343397540927074306?s=08
https://twitter.com/ernestorr/status/1336493672154746881?s=08
https://twitter.com/ernestorr/status/1322719456876003328?s=08
https://twitter.com/ernestorr/status/1322339513088282625?s=08
https://twitter.com/ernestorr/status/1308184404242698241?s=08
https://twitter.com/ernestorr/status/1304539507627302915?s=08
https://twitter.com/ernestorr/status/1296615014036635654
https://twitter.com/ernestorr/status/1289205476920422400?s=09
(6): Sobre esta cuestión, ver por ejemplo
https://twitter.com/HenryChinaski67/status/1345397310281420801?s=08
https://twitter.com/mmbarrionuevo/status/1345126155859484676?s=08
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