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martes, 4 de septiembre de 2018

Historia universal de la infamia, por Juan Chaneton (para "Va con firma" del 28-08-18)

Hemos llamado a CFK "presidenta Cristina" y ello ha sido más la obstinada afirmación de una certeza que el inopinado desliz de un entusiasta: ella tiene un mandato cumplido, por eso es presidenta; y otro por cumplir, por eso la persiguen.

Neuquén, Martes 28 de Agosto de 2018 
 por Juan Chaneton *


Las instituciones nacen cuando son necesarias y mueren cuando empiezan a ser inútiles y peligrosas, tiene dicho y escrito Andre Maurois en su Historia de Inglaterra. El aserto es eficaz, pues trasciende el tiempo y explica un poco algo de lo que ocurre hoy.
La gravedad institucional de lo que sucede hoy en la Argentina política -a eso nos referimos- se mide, en parte, por la renuncia al decoro y a la decencia sociales en que ha incurrido un diario que se mira a sí mismo y se postula hacia afuera -es decir, hacia el ágora en que se ventila la virtud pública- como última ratio de la moral y del ser-en-sí de la República. Ese diario y sus repetidoras son parte el problema, no de la solución, porque son parte de la decadencia. No defienden ideas, defienden la estabilidad social que garantiza los negocios en que han devenido sus empresas originariamente periodísticas.
Lo fenoménico del párrafo anterior es la sintaxis, mas, su esencia recóndita y escondida es la postulación de una evidencia: el periodismo que decidió reimpulsar la persecución contra la presidenta Cristina Kirchner invoca valores que no profesa y razones que no puede confesar.

Él había soñado, casi con conmiseración, a muchos hombres, hasta que comprobó, aterrado, que a él también lo estaban soñando, y que era, por lo tanto, un mero simulacro de hombre, al que no lo dañaban ni el fuego de los dioses ni el odio que destilan los mortales. De ese modo, era invulnerable, pero lo era en el sueño de otro, soñado junto a unas ruinas circulares ubicadas a la vera de un río, aguas abajo, en una ciudad sin nombre. 

El soñado es, siempre, un trash, un quídam. Es un delegado, que unas veces incurre en unas miserias y otras aspira al Moors Cabot. Argentina no necesita este periodismo y algún día deberá deshacerse de él.
El batilana, el delator, el amigo de la cana, el que traiciona a un "gomía", todos esos, no gozan de buena fama en los códigos axiológicos de los argentinos. Y las obras completas de Oscar Centeno, capítulo a capítulo, recrean y reconfiguran una suerte de historia universal de la infamia. Y no sólo a cargo, la infamia, de los arrepentidos que ayer coimeaban alegres y hoy dicen lo que se les requiere que digan para así volver al calor de su hogar, sino una infamia hipostasiada que exhiben con impudicia el juez Bonadio y el fiscal Stornelli.
Si José López no les sirve vivo les va a servir muerto. Para que les sirva vivo tiene que acusar a quienes Stornelli quiere que acuse: Cristina. Pero esas acusaciones, para que sean útiles, tienen que tener alguna verosimilitud y, también, plausible probabilidad de ser probadas. Si esto no ocurre y no se puede armar nada funcional al propósito de encarcelar a CFK, en ese caso, nadie querría, habida cuenta de qué es lo que está en juego y quiénes son los que juegan, estar en el pellejo de López. En una mente afiebrada o en la mente de profesionales de las operaciones de inteligencia (nativos o extranjeros), una presidenta cargando con las muertes de Nisman y con la de López al mismo tiempo debería ser too much y garantía de éxito.
El 15 de agosto pasado los senadores hicieron algo de "gravedad estratégica", según supo caracterizarlo un conspicuo de las operaciones en despoblado y en banda del diario La Nación: no dieron quórum para votar los allanamientos a CFK, es decir, pusieron un obstáculo temporario al desarrollo de la estrategia. Ésta, la estrategia, pondera hitos diversos y sucesivos que deben ir cumpliéndose, poco a poco, hasta arribar al objetivo final. 
Si, en principio, podía vislumbrase que tal objetivo estratégico era la prisión de CFK, una mirada más a fondo sugiere que esa prisión y los allanamientos su domicilio e, incluso, a departamentos ubicados en el mismo edificio para malquistarla con sus vecinos, son escalas tácticas en orden a la preparación de la batalla final. Sin embargo, esta batalla final (la prisión de CFK) tiene también, malgrado su importancia, un carácter táctico, de modo que, en rigor, no sería una batalla final, y esto se hace visible ni bien se consulta la dimensión geopolítica de la ofensiva mediático judicial basada en las fotocopias de Centeno. En efecto, la colusión fraudulenta entre medios y poderes judiciales se está desarrollando en todo el continente latinoamericano y no sólo contra gobiernos o líderes "populistas" como Lula, Cristina Kirchner o Rafael Correa, sino que también alcanza a Perú, Guatemala, El Salvador, Panamá y así seguirán las cosas, es probable, en el futuro. Nicaragua, Bolivia y, ni qué decir tiene, Venezuela, también son actores regionales "desafectos" al imperio.
El sábado 4 de agosto, el periodista Diego Cabot salió a apuntalar, en el diario para el que trabaja, el costado más endeble de la construcción mediática: de dónde aparecieron los cuadernos y por qué no están, es decir, por qué aparecieron sin, en realidad, aparecer del todo, por qué insinúan su presencia pero son renuentes a mostrarse tal cual son, por qué, como Jehová en el arbusto en llamas, se valen de un símbolo para su decir y son, esos cuadernos, ahora, materia consumida por el fuego, como fuego fue aquel ardid de Dios para exhibirse como fuego en el arbusto y ordenarle a Moisés que emprendiera la travesía redentora.
Pero el balurdo argentino de hoy es menos bíblico y más terrenal. Todo esto habrá tenido algún sentido sólo si Cristina va presa; y no sólo presa, sino presa con el aditamento de una inhabilitación política perpetua, como acaban de hacer con el artífice del Fondo de Garantía de Sustentabilidad para proteger a los jubilados, Amado Boudou. Si esto no ocurre, Bonadio habrá fracasado; o, mejor, habrá fracasado el actor que está detrás de los cuadernos.
Cada vez importa menos saber quién es Centeno, el memorioso. La compunción del compungido dio sus frutos. El guión se va desarrollando según lo pautado. Al kirchnerismo lo han identificado con "la corrupción" y ahora sólo falta la pata narco: en eso andan los que andan atrás de Lanata -el de la efedrina- para que le eche la culpa a Aníbal Fernández hasta de haber inventado la cocaína.
Sin embargo, el tiempo juega a favor de CFK o en contra de Macri. Si en los próximos meses, poco más o menos, no hay resultados tangibles que indiquen que se trata de algo serio, el soberano empezará a darse cuenta de que nuevamente lo están tomando por boludo y entonces es probable que decida que en octubre del año que viene va a votar según su estómago y su bolsillo. Esto no quiere sugerir que el soberano va a votar a CFK. Sólo dice que no va a votar a Macri.
Pues semejante operación para tan poco daño político a CFK no deja de ser un fracaso. Y, además, están los daños colaterales. Si no se trata de un designio del imperio de apartar competencia "foránea" en la región, entonces es fuego amigo. Porque pegarle a Techint y a Wagner no es lo óptimo, pero es lo imprescindible: hay que sacrificar la torre para ganar la partida. Paolo Rocca, a esta altura de la soiree, deberá comprender que el calabozo para sus Ceos y un poco de desprestigio para Techint no son otra cosa que fuego amigo, y que tolerar este fuego con estoicismo deviene sacrificio inevitable. Cristina presa bien vale el sofocón de un honorable. Nada de esto previeron los que, alegremente, están queriendo emular a Carl Bernstein, aquel del Watergate con que el poder detrás del trono derrocó a Nixon, que sólo Alconada Mon cree que éste se fue a su casa por obra de una investigación periodística.

Y mientras era soñado, creyó ser Tamerlán o San Martín, Chesterton o el Padre Brown, Ignacio Ezcurra o Bob Woodward, hasta que despertó y supo -también él- que también él vivía de la bondad del soñador primero, de la monstruosa materia de los sueños, del evanescente hilo que lo convertía en marioneta, y supo, en el colmo de su horror, que lo seguirían soñando hasta que ya no lo necesitaran.

Y es claro que, después que pasen los vientos de la vergüenza y el ludibrio, a muchos ya no los necesitarán, aunque eso no es grave pues ya cuentan, esos muchos futuros no necesitados por el periodismo señero de la Argentina, con las seguridades de la mayor consideración y estima y con los mejores deseos de paz, prosperidad y ventura personal, para ellos y sus familias, bajo la forma de un bien remunerado retiro, que es lo que suelen hacer las empresas con los empleados fieles.

El hombre soñado sigue, aun hoy, viviendo su vida de fantasía. Cree haber sido él el que descubrió la trama, pero ha sido la trama la que lo envolvió a él y lo convirtió en instrumento de un alguien, soterrado y externo, que no sueña ni es soñado.

El juego a que nos hemos entregado en estas líneas no tiene su origen en un ánimo feliz, pues no se es feliz en medio del dolor y el sufrimiento.  Al comienzo, hemos llamado a CFK "presidenta Cristina" y ello ha sido más la obstinada afirmación de una certeza que el inopinado desliz de un entusiasta: ella tiene un mandato cumplido, por eso es presidenta; y otro por cumplir, por eso la persiguen.

(*) Abogado, periodista, escritor.

Publicado en:
http://vaconfirma.com.ar/?articulos_seccion_719/id_7393/historia-universal-de-la-infamia

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