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miércoles, 28 de diciembre de 2022

EL MOLINO DE POTSDAM Y LOS JUECES DE BUENOS AIRES, por Adrián Corbella

 



El siglo XVII fue  el gran siglo de Francia, sobre todo con el reinado de Luis XIV, el rey Sol. Una de las mayores muestras de poder de este monarca fue construir el fastuoso Palacio de Versalles, en una pequeña ciudad cercana a París.

Los demás reyes europeos trataron de imitar al gran monarca francés, incluso los de Prusia, el estado más fuerte de una Alemania atomizada, que se había colado a los premios en el grupo de las “Grandes Potencias” europeas.

Federico Hohenzollern, Federico el Grande, construyó un pequeño Versalles en una ciudad cercana a Berlín, Potsdam. Sans Souci (sin preocupaciones) se llamaba el Palacio. Pero se encontró con un problema: un gigantesco  molino que se ubicaba junto al Palacio, cuya rueda giraba sin parar generando un ruido muy molesto.

El rey prusiano hizo diversas propuestas del compra al Molinero, que siempre las rechazaba. Finalmente decidió presionarlo, y le dijo:

-Debería aceptar lo que le ofrezco, que es mucho más de lo que vale. Si no lo acepta se lo voy a expropiar y a pagarle su valor real, que es muy inferior.

Se dice que el molinero miró al rey a los ojos, y le dijo:

-Usted no va a poder hacer eso porque hay jueces en Berlin…

Aquellos que tengan la posibilidad de visitar Alemania, si pasan por Potsdam van a poder recorrer Sans Souci, que no será Versalles pero es un edificio muy bonito, pero se van a sorprender al ver detrás un enorme molino, más alto incluso que el propio Palacio…

Ningún rey de Prusia, y luego ningún  Emperador alemán después, se atrevió a tocar el Molino de Potsdam. No porque hubiera jueces en Berlín, porque uno puede suponer que el rey le hubiera ganado el juicio al Molinero. Lo respetaron porque los monarcas prusianos tenían muchos defectos, eran autoritarios, militaristas, y muchas cosas más. Pero no eran tontos. Sabían que los sistemas jurídicos funcionan cuando la mayoría de le gente los respeta, y quienes no lo hacen son declarados delincuentes y encarcelados. Pero no se puede encarcelar a la mitad de la población. Cuando la gente pierde la confianza en una ley y la viola masivamente, la ley entra en desuso , es decir muere.

Si la mayoría de los prusianos confiaba en su sistema jurídico, creía que Prusia era un país de leyes donde un molinero podía ganarle un juicio al rey, no era conveniente destruir esa útil convicción para expropiar un Molino. Se aguantaron el ruido y mantuvieron firme la imagen de Prusia como un país de leyes, como un reino donde estaba vigente el Estado de Derecho.

En Argentina estamos observando a una justicia que de manera casi pornográfica destruye esa imagen: personas juzgadas dos veces por el mismo delito, condenas sin pruebas, procedimientos que ruborizarían a los jueces de la Santa Inquisición, jueces que son amigos no solo de los fiscales sino de los enemigos de la persona juzgada, empresarios que les pagan costosos viajes a jueces federales, fallos nudistamente partidarios, jueces supremos que fallan en casos que afectan a ex clientes suyos cuando eran simples abogados... Un combo realmente explosivo.

Tarde o temprano, estas cosas se pagan. Como dijo el ex juez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni, el  Estado de Derecho ha dejado de existir. Nuestro sistema jurídico tiene fecha de vencimiento.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los norteamericanos bombardearon Potsdam, destruyendo Sans Souci y el Molino. Terminada la guerra, los alemanes, con esa tozudez que los caracteriza, reconstruyeron ambas cosas. Porque ese Molino representa un principio básico de todo sistema liberal: la igualdad ante la ley.

En palabras de Eugenio Raúl Zaffaroni, ex integrante de la Corte Suprema:

“Nos queda un vacío del derecho, no hay autoridad a quien reclamarle la eficacia de las normas de la constitución y algún día el pueblo se va a dar cuenta de esto. Esto es el caos jurídico y la teoría del caos dice que este se organiza. Hay formas de caos que tienen un centro y en este caso es el pueblo soberano, la política democráticamente entendida es el pueblo. El derecho no puede llenar un vacío de derecho, lo jurídico no puede llenar lo ajurídico. El pueblo es el que va a devolver el derecho, los juristas no tenemos soluciones porque provocaron una situación de ausencia de juridicidad”

Y el Molino sigue girando… en Postdam. Porque en Buenos Aires fue demolido hace tiempo.

 

Adrián Corbella

28 de diciembre de 2022

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente. Sobrecogedor.Me quedé sin adjetivos

Anónimo dijo...

Muy bueno todo. El último párrafo, sencillamente impecable, el pueblo está algo adormecido