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jueves, 26 de septiembre de 2013

Greenpeace ya tomó nota: con Rusia no se jode, por Juan Chaneton (para "Nos Comunicamos" de septiembre de 2013)



Por Juan Chaneton

El bello rostro de una joven argentina llamada Camila Speziale, de quien su mamá Paula se siente muy orgullosa, ha desplazado el ojo de aquello que Oscar Wilde llamaba la estupidez institucionalizada (el escritor irlandés de refería a la opinión pública) a territorio ruso. Otra vez Rusia. En la hipótesis paranoica, podría tratarse de una devolución de gentilezas.
Porque como le ocurrió una vez a De la Rúa, a Obama hubo que mostrarle la salida. A aquél, Tinelli en un programa de tevé. A éste, Putin en San Petersburgo, cuando el negro boqueaba en el rincón y no encontraba ni el banquito (Bonavena dixit). Hay diferencias de escala, claro. Las que separan la farsa de la tragedia.
Vamos al punto. Estados Unidos, valiéndose de uno de sus tentáculos, le pasa factura a Rusia mediante una provocación. La parte débil de esta hipótesis paranoica estriba en que no está muy claro qué rédito podría obtener el reciente gran derrotado en el tema Siria yendo a molestar a gente que trabaja. Y que trabaja en su propia casa. Atarse con cadenas a una plataforma de Gazprom puede servir para llamar la atención pero también para constatar que con los rusos no se jode. Si había armas pesadas en el verde navío de estos agentes de intereses inconfesables, son terroristas. Y así lo ha hecho saber ya el gobierno de Vladimir Putin. Procederá en consecuencia. Cualquier duda, preguntarle a los mercenarios chechenos, a quienes se les pasaron pronto las ganas de fundar otra "Kosovo" en esa patria que ni Gengis Kahn, ni Napoleón, ni Hitler pudieron conquistar.
Y si no son terroristas, estaban violando la soberanía nacional rusa. Y eso sí que no. Tampoco. Menos que menos. De modo que, entre Camila y Camila, nos quedamos con la chilena, que también es bella pero viene con un valor agregado: es más inteligente. O tal vez sería mejor decir: menos ingenua. Nadie le vende "causas nobles" aprovechándose de su buena fe.
Y antes de pasar a considerar otras hipótesis estamos debiendo una explicación. La gran prensa gráfica y televisiva mundial silencia el hecho pero éste se filtra, obstinado, por los intersticios de la mátrix orwelliana con que desinforman para despolitizar y dominar. Esos intersticios están en la comunicación alternativa, que crecientemente va ganando en calidad y en audiencia. Pero se hallan, asimismo, en buena medida, en las redes.
Y allí, lo que se dice, es que un acaudalado hombre de negocios australiano, Clive Palmer, connotado e importante miembro del Partido Liberal de su país, ha denunciado, hace un año y medio, que Greenpeace invirtió seis millones de dólares para detener la explotación de la minas de carbón de Australia; que ese dinero lo aportó la CIA por medio de la "Fundación" Rockefeller; y que el objetivo de tan loable propósito ecologista no es otro que el de eliminar del mercado del carbón a la competencia australiana. No lo dice cualquiera. El señor Palmer en un serio hombre de negocios que cree en la libre competencia.
Los Rockefeller. John, Nelson y ahora David. El primero fundó, en el siglo 19, la Standard Oil. Pronto se convirtió en un monopolio que no dejaba comer a nadie. Hubo que vender. Pero no por eso los "Rockies" dejaron de ser dueños. Faltaba más. Pusieron testaferros en 34 compañías. Hoy, la que preside David es la Exxon Mobil y es la más grande del mundo en materia de petróleo y derivados. De igual modo, es dueño del Citi Bank y del JP Morgan Chase Bank.
También el bueno de Ted Turner, un hombre "sin fines de lucro", aporta lo suyo a Greenpeace. Ted es dueño de AOL Time Warner, controladora, a su vez, de TNT, CNN, Warner Music Group, Warner Bross y New Line Cinema. ¿Por qué aporta Ted? Porque quien muestra tan buenos sentimientos hacia una "fundación sin fines de lucro" -como caretea Greenpeace- recibe como premio, por parte del Estado, diez veces más en desgravación de impuestos. He allí su altruismo.
Y si no, atención al detalle. Cuando Greenpeace se entromete en alguna parte del mundo siempre hay allí, acompañando, un intrépido periodista de CNN que filma y divulga. CNN siempre tiene la primicia de lo que hace Greenpeace.
Digresión: quien esto escribe nació al pie del Lanín, poco más o menos. Hoy, para pasar cerca de ahí, le tiene que pedir permiso a los matones de Ted Turner que se ha apropiado de la famosa "ruta de los siete lagos", un paraíso natural que las leyes argentinas han puesto en manos de este forajido. ¿Algún diputado, algún senador que haya presentado aunque más no sea un saludo a la bandera en el recinto denunciando el hecho? No, obviously...
Y la Marisla Foundation de Paul Getty. No podía faltar como financista de Greenpeace. Paul Getty se hizo famoso por una ingeniosa y cínica respuesta que dio a un periodista que inquiría cómo se hace para ser millonario. Respuesta del magnánimo Paul: "¿Mi receta para hacerme rico? Levantarme temprano; trabajar hasta tarde; y encontrar petróleo...".
Una somera e incompleta lista de aportantes a Greenpeace es la siguiente:
Turner Foundation:
u$s 1.390.000 entre 1996 y 2001.
Rockefeller Brothers Fund:
u$s 1.080.000 entre 1997 y 2005.
John D & Catherine T.
Mac Arthur foundation: u$s 841.365 entre 1997 y 2002.
V. Kann Rasmussen Foundation:
u$s 456.000 entre 2002 y 2003.

Intereses negros como el petróleo
Hemos apuntado, al comienzo de esta nota, una posible hipótesis explicativa de la conducta provocativa y estúpida de los delincuentes que dirigen Greenpeace, que nada tienen que ver en ello los activistas que, de buena fe, han creído ver allí una veta posible para realizar sus ideales éticos y saciar, ya que estamos, su sed de aventura. A aquella hipótesis le agregamos la eliminación de la competencia y la desgravación impositiva. Como se ve, todo es dinero. Ansia de dinero. Espíritu burgués en estado puro.
Pero no dejaremos de hacer constar, también, una suerte de explicación psicológico-comunicacional que pretende explicar el porqué de tanto altruismo de estos negociantes insomnes que inventaron Greenpeace para consumo de incautos y, en realidad, para maximizar sus beneficios, aunque ello lo hagan al margen de la ley y violando jurisdicciones nacionales.
Financiar a un engendro como Greenpeace sería, en realidad, según otra interpretación, una técnica de marketing denominada por los que se dedican al tema, contrapublicidad. Si Greenpeace muestra al mundo un montón de pingüinos empetrolados o de delfines despanzurrados logra un doble objetivo: la opinión pública (esa que Oscar Wilde llamaba la estupidez institucionalizada) consume la información a velocidad de vértigo, y en pocos segundos ya está viendo las bombachas de Kate Moss, trémulas sobre sus nalgas, y todo mucho más divertido, por cierto. Objetivo cumpido: "alguien se está ocupando por mí de los delfines", y al rato ya me olvidé de los delfines y los caza delfines siguen con su tarea depredadora sin que nadie los joda demasiado. Y lo más importante sigue a esta interpretación entre psicoanalítica y sociológica: no son necesarias leyes que impidan la depredación porque esa tarea ya la cumple la benemérita oenegé que usa barcos verdes y gomones. Es otra interpretación.
Las corporaciones multinacionales crean y contratan a Greenpeace para eso. Más que ecologistas, son ecolojetas. E la nave va... La nave que va es el verde casco del Rainbow Warrior. Warrior. Guerrero. Siempre la guerra. Aunque funden un asilo de ancianos siempre le pondrán como nombre algo que aluda a la guerra. Rainbow Warrior. Guerrero del Arcoiris. Poético, si no fuera que esconde el epítome de lo siniestro.
Veamos. Un reporte de Carlos A. Ortiz del sitio www.mitosyfraudes.org sostiene que, en realidad, Greenpeace responde al MI6 inglés y no a la CIA, además de vincular a la organización "verde" con la Shell holandesa que, como se sabe, es propiedad de la familia Nassau-Orange y de miembros del club Bilderberg.
El periodista danés Leif Blaedel denunció que torturaban canguros para filmar las imágenes; Gudmunsson hizo denuncias similares de montajes en matanzas de focas bebés y Greenpeace los llevó a juicio. Los tribunales no condenaron ni a Gudmunson ni a Blaedel. Tal lo que se informa en las redes.
En fin, se trata de fundamentalistas que juegan un partido que nada tiene de ingenuo ni de ecologista. Constituyen un ariete más de las organizaciones de inteligencia que dependen de los gobiernos de EE.UU., Inglaterra y Holanda y que, a su vez, son gerentes de los intereses de las cien familias que gobiernan el mundo y que quieren acabar con él, al menos en su actual forma y estructura de organización.
Esta vez se han metido con Rusia. Se han metido con Putin Y después de Siria, EE.UU. ya ha dado muestras de que no podrá diseñar el mundo según sus intereses geoestratégicos. La multilateralidad avanza lenta pero constante. Obama es un incompetente grave para conducir los asuntos comunes de la humanidad y esto se lo han dicho al presidente negro un grupo de generales que le hizo ver lo evidente: Al-Qaeda es enemigo de EE.UU. y de Siria. Atacar a Siria es fortalecer al enemigo de los EE.UU. Si Ud. hace eso será depuesto por hacerle el juego a nuestros enemigos, los terroristas. Eso le dijeron. En EE.UU., la plutocracia cuenta con dos niveles gerenciales: el civil (presidente y gabinete) y el militar (Pentágono).
Irán tiene menos que temer, ahora, gracias a las "políticas" de Obama. Es uno de los saldos que ha dejado la brillante movida de ese descendiente de Alexander Nevsky llamado Vladimir Putin.
Por lo demás, y a tono con el tema de esta nota, a los “grinpicistas” habrá que correrlos a patadas allí donde aparezcan; atentos, eso sí, a advertirles a los tontuelos que de buena fe se visten de color naranja y salen a ejercitar el heroísmo, que los están usando de forros.

(1) http://www.taringa.net/posts/noticias/14360210/Rockefeller-y-Cia-con-Gre...

Publicado en:
 http://www.nos-comunicamos.com.ar/content/greenpeace-ya-tomo-nota-con-rusia-no-se-jode

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