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sábado, 30 de julio de 2016

LA HISTORIA SENCILLA… PERO NO TANTO, por Darío Claudio Guadagnoli (para “Mirando hacia adentro”)


“Entre amigos y entre bromas decimos que ‘existen millones de Macri, pero sin sus millones’ ”. Darío Claudio Guadagnoli

En mi adolescencia leí unos párrafos en los que su autor decía que la historia de la humanidad es “la historia de una apropiación” y que como consecuencia de ello, a dicha historia se la podía calificar como “un inmenso matadero”.  Comparto y agrego que dicha apropiación no fue sólo de territorios y recursos naturales, sino también de bienes culturales y simbólicos.
La derecha (concepto moderno surgido hace algunos siglos y que no viene a cuento de rastrear aquí su génesis) política, social y económica siempre significó la perpetuación en el tiempo de esa apropiación primitiva y para poder llevarla a cabo los descendientes de los apropiadores primarios se valieron de distintos instrumentos: guerras, armas, ejércitos; más tardíamente, constituciones, jueces, golpes de estado, medios de comunicación, etc.  El terror pocas veces dejó de acompañar a cualquiera de estos instrumentos, los que siempre tuvieron el mismo objetivo: la dominación y el privilegio.
Aludía en el título de este escrito a que hay una historia que es sencilla, porque es descriptiva, está a la vista, especialmente para los que vivimos en esta parte del mundo, si es que nos referimos a países occidentales, subdesarrollados y latinoamericanos.
Alguien podrá decir que si está a la vista y se puede describir es pura contemporaneidad.  Es cierto, tan cierto como que los párrafos precedentes ya forman parte del pasado y que, ante lo evidente, no todos entendamos lo mismo.
Recuerdo a una conocida a la que le pregunté en 1995 por quién iba a votar para presidente.  Me contestó que apostaba por la reelección de Menem, porque “había logrado controlar la inflación”.  Yo le dije que las políticas de Menem la habían dejado sin trabajo –como a millones de argentinos- y la obligaban a vivir de la solidaridad familiar.  Ella se mantuvo firme en su postura, lo que me hizo pensar que, aún en lo evidente hay un orden de prioridades, también una elección en lo que decidimos creer, con lo cual la historia se empieza a complicar.
La anécdota mencionada me remite a la década menemista que fue coincidente con otros gobiernos en la región surgidos de partidos populares, con propuestas progresistas, pero ya en ejercicio traicionaron a sus mandantes con durísimas políticas neoliberales y actos de corrupción de diverso calibre.
Por el contrario, en los últimos 15 años aproximadamente buena parte de la región estuvo conducida por políticos surgidos también de partidos populares, pero que, mayormente, fueron coherentes con las plataformas que los llevaron a ser elegidos para encabezar gobiernos.  Aún con sus errores, y me detengo en esto: Parece mentira tener que aclarar que un gobierno, que en general hace bien las cosas, no pueda cometer errores.  Como si cada ser humano anduviera por la vida esclareciendo que además de virtudes tiene defectos.
Continúo.  Mucho de estos gobiernos fueron reelectos, pero más recientemente se nota un giro del votante hacia la derecha, medible en la elección de gobiernos que poco tienen que ver con sus intereses, medible también, en la disminución del caudal de votos de los partidos populares.
Distintos argumentos se dan para explicar las derrotas y mermas referidas en el párrafo que antecede: el degaste por el tiempo transcurrido en la gestión, la corrupción enquistada en distintas capas del Estado, la inflación persistente, etc.  Pero la predominante es la influencia de los medios de comunicación en la manipulación de la conciencia del electorado.  No dudo de dicha influencia, pero me quiero enfocar en otros aspectos.
Soy un convencido que la “no ideología” es la ideología del indiferente y que la indiferencia es una forma de egoísmo.
¿Cómo echarle la culpa a un medio si alguien decide su voto para presidente a partir de un debate televisivo, sin importarle ni averiguar el curriculum de cada candidato?  Del mismo modo, muchos electores en Argentina eligieron creerle a un programa “periodístico” de TV cuyo conductor culminaba cada emisión haciendo “fuck you”, pero no le asignaron ninguna credibilidad a otro que tenía panelistas e invitados, de opinión discutible, pero cuyos archivos eran y son irrefutables.  Los archivos se pueden editar, pero no mienten.  Asimismo, el 49% de los votantes no se hizo eco de los mensajes explícitos y subliminales de dichos medios.  Y así podría seguir dando ejemplos hasta el cansancio, pero lo que quiero significar es que siempre hay una elección a quien creer en temas en los que existen distintas opciones.  Cuando se elige se hace una interpretación de la realidad –también del pasado-, sea por preconceptos, por ignorancia, por influencia o por lo que fuere.
Pero para llegar al punto que pretendo y luego vincularlo con la historia que comenzó a escribirse en nuestro país a partir del 10 de diciembre de 2015 con la asunción de Macri como presidente, me voy a valer de lo que sigue: Sabemos que hay distintas disciplinas que tratan de comprender la relación entre distintos grupos sociales a través del tiempo, ya sea en un mismo territorio o entre territorios vecinos o lejanos; la relaciones de poder entre grupos dominantes y dominados; la cuestión de las jerarquías y de la pirámide social; las formas de organización y funcionamiento; en fin, desde que el hombre aparece en nuestro planeta viviendo en comunidad se lo trata de abordar desde distintas miradas para poder entender su comportamiento.  Pero ninguna de estas disciplinas tiene en cuenta que todo ser humano se estructura psíquicamente de la misma forma, independientemente de la clase social a la que pertenezca, por lo menos desde que comenzó el camino de su desarrollo, hasta erigirse en el tipo de sujeto que hoy conocemos en la modernidad (no incluyo obviamente en esta estructuración a personas que nacen con patologías genéticas u orgánicas).  No hay nada para reprochar, dado que no es su objeto de estudio.
Sigmund Freud decía una frase que, cuando la leí, me impacto mucho: “Somos inconsciente”.  Los que tuvimos la posibilidad de hacer terapia psicoanalítica y poder contrastarla con la teoría desarrollada por el genial médico austríaco y alguno de sus múltiples discípulos, verificamos su existencia a través de actos fallidos, interpretación de sueños, asociación libre de ideas, en terapia o fuera de ella; pero también chequeamos la verosimilitud del preconsciente: Con un simple ejercicio de memoria recordamos, por ejemplo, lo que cenamos anoche, dónde fuimos de vacaciones el último verano, etc.  Y así, podemos hacer diversas constataciones entre teoría y experiencia personal.  Pero para los fines que persigo necesito referirme brevemente al Yo, el que resulta indispensable en la conformación de nuestro psiquismo (al igual que las otras instancias psíquicas).
Los que cumplen con el rol de padres, sean estos biológicos o adoptivos, además de sentimientos transmiten cultura a través del lenguaje.  Más allá de la peculiaridad por  nacer en determinado grupo familiar, social, econó+mico, étnico, etc., lo cierto es que cada individuo atraviesa un período a partir del nacimiento en el cual el carácter de exclusivo y excluyente, como sujeto del deseo, es determinante para su posterior constitución como persona.  La intensidad en la constitución yoica está directamente vinculada a la peculiaridad del grupo de pertenencia señalada anteriormente y que redundará en un Yo más débil o más potente.  Sin embargo, el lapso de conformación del Yo es igual para toda persona, sea que haya nacido en un lugar pobre, rico o de clase media.  Pero así como el Yo tiene rango indispensable en el armado de la personalidad de todo hombre y de toda mujer, también representa el mayor obstáculo para alcanzar sus cualidades superiores, como la solidaridad, la compasión, la humildad, etc.;  precisamente porque todo hombre y toda mujer debe, desde su génesis, sentirse el centro de gravedad, debe sentirse único e irrepetible para poder conformarse como tal.  La arrogancia, la prepotencia, el engreimiento, la soberbia, etc. son hijos directos del Yo, de cuyo legado primitivo es muy, pero muy difícil apartarse.
Por todas estas cosas lo que intento decir es que el problema fundamental no radica en que Macri pertenezca a una clase social y económica privilegiada y minoritaria, sino que pertenece a una MAYORIA PSICOLOGICA (el “hombre mediocre” de José Ingenieros, el “hombre niño” de Shiddartha).  Y no hablo sólo de la Argentina, aquí y ahora, sino ayer y siempre, en la China, en Europa o en donde sea.
Entre amigos y entre bromas decimos que “existen millones de Macri, pero sin sus millones”.
Entre amigos también nos preguntamos qué hacer para revertir las cosas.
Personalmente creo que no podemos esperar nada de los medios de comunicación dominantes, porque son una causa perdida.  Son o representan a intereses de muy pocos que sólo buscan perpetuar su hegemonía a través de la manipulación y la desinformación.  Son escasos los medios que intentan y pueden informar de manera veraz para concientizar a la ciudadanía.  Y muchas veces se ven condicionados porque dependen de pautas publicitarias que están, mayormente, en manos de grupos económicos concentrados.
Para los que nos interesa el prójimo, estoy convencido que el camino es individual a través de relaciones interpersonalizadas, desde la formación que cada uno posea, sea en política, en economía, en psicología, cultura en general, etc.  Pero sin perder de vista que no somos responsables de la negligencia y del desinterés ajenos. Hacemos nuestra parte, pero no tenemos por qué hacer la parte del otro.
Hace poco anoté una frase que dice que: “Para que un mentiroso prospere hace falta de la candidez del crédulo y de la desidia del indiferente”.
En el mientras tanto sólo puedo adherir al sabio refrán que nos señala que: “La historia se repite, pero sus lecciones casi nunca son aprovechadas”.
No obstante, ¿podremos esta vez aprovecharlas?...


                           
Darío Claudio Guadagnoli
Julio de 2016

RECIBIDO POR MAIL POR EL EDITOR DE "MIRANDO HACIA ADENTRO",DIRECTAMENTE DEL AUTOR

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