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sábado, 4 de abril de 2015

EL TIRO POR LA CULATA, por Alberto Dearriba (para "Tiempo Argentino" del 04-03-15)


Una denuncia infundada de Clarín contra Máximo Kirchner instaló súbitamente su candidatura.

El tiro por  la culata
El CEO de Clarín no debe saber si felicitar al periodista Daniel Santoro y al editor responsable de su diario por intentar contribuir a desprestigiar el apellido Kirchner con su nota sobre dos supuestas cuentas de Máximo en el exterior, o pegarles un tirón de orejas por haber instalado la posibilidad de la candidatura que intentan evitar. 
En términos periodísticos, la denuncia apareció poco sustentable desde su misma redacción: cualquier editor sabe que los protocolos condenan un título de tapa, ancho de página, en condicional. Y políticamente se convirtió definitivamente en un gol en contra cuando el denunciado aprovechó la bolada para dejar abierta la puerta a una candidatura, durante el reportaje que le realizó Víctor Hugo Morales. En suma, Clarín potenció lo mismo que quiere abortar. 
Con el vicepresidente Amado Boudou les había ido mejor. Cuando la biología quebró la estrategia de alternancia entre pingüino y pingüina, Boudou apareció como un posible sucesor de Cristina Fernández. El multimedio demolió toda posibilidad de esa candidatura condenando a Boudou antes que la justicia. Pero con Máximo, el tiro parece haberle salido por la culata. 
El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, consideró precisamente que “estos ataques y operaciones infames (contra Máximo) no hacen más que impulsarlo”. 
La agresión mediática y las posteriores consideraciones ambiguas del joven sobre una posible postulación, desataron una catarata de apoyos de dirigentes oficialistas, que ven al hijo de los dos presidentes fundantes del proyecto político en aplicación como una locomotora capaz de tirar millones de votos y convertirse luego en una garantía de continuidad del modelo.
El diputado Juan Cabandié no se anduvo con vueltas y lejos de repetir la postulación de Máximo para intendente de Río Gallegos, que es lo que más sonaba hasta ahora, dijo que lo veía como presidente o gobernador de la Provincia de Buenos Aires, un distrito en el que puede jugar por haber nacido en La Plata. Su compañero Andrés “Cuervo” Larroque fue un poco más moderado al señalar que lo veía en la Cámara de Diputados y recorriendo el principal distrito electoral, en el cual se juega el 40 por ciento de los votos de todo el país. El diputado Carlos Kunkel, quién en 2007 anticipó que la candidata sería Cristina y no Néstor, también se inclinó por una postulación en la Provincia de Buenos Aires. 
El ministro del Interior, Florencio Randazzo, dijo que obviamente le gustaría Máximo como candidato pero no aclaró dónde; y el jefe de Gabinete, Anibal Fernández, ponderó su formación y dijo que “tiene todo el derecho a ser candidato a lo que él quiera”. 
Luego que el gobernador y precandidato presidencial Daniel Scioli expresara su solidaridad con Máximo Kirchner por “las acciones difamatorias y calumniantes”, su jefe de campaña, Alberto Pérez, dijo que tanto Cristina como su primogénito “serían muy buenos candidatos porque potenciarían al Frente para la Victoria”. Ya no sólo era candidato Máximo, sino un combo con el que sueña el kichnerismo como carta de triunfo. 
La candidatura del joven se instaló en momentos en que la presidenta parece dispuesta a jugarse entera para que el Frente para la Victoria continúe en el gobierno más allá de la elección. En medio de versiones que indican que el nombre de Cristina integraría la lista de representantes al Parlasur en las boletas del FPV, Cristina se mostró confiada. “Estoy seguro que vamos a seguir siendo gobierno”, dijo el martes pasado durante un  multitudinario acto en La Matanza. 
Los dos principales competidores del FPV a nivel nacional, Mauricio Macri y Sergio Massa, ningunearon la importancia de la emergencia del líder de La Cámpora. “Me preocupa más el mínimo no imponible de Ganancias que la candidatura de Máximo”, dijo el tigrense. “Es bueno que haya salido de la oscuridad”, chuceó el alcalde porteño que recibió un retruque de Larroque: “Si hay algo oscuro en este país, eso es Macri” dijo.
Pero tirios y troyanos son contestes de que las eventuales candidaturas de Cristina y Máximo dependen de decisiones exclusivamente personales. La presidenta venía diciendo que no será candidata a nada y Máximo se muestra también renuente cuando sus compañeros lo empujan a dar el salto. 
Los dirigentes de La Cámpora sostienen que cuando le piden que sea candidato a nivel nacional, se inclina por seguir una carrera similar a la de su padre. Dice que primero debe ser concejal, intendente o diputado, que debe estudiar más, recorrer el país y adquirir experiencia. Se trata de una muestra de prudencia, responsabilidad y cordura que escasea entre dirigentes con mucha más edad y rodaje que Máximo. Durante el acto del año pasado en Argentinos Juniors, Máximo sugirió incluso la posibilidad de volver al llano, en consonancia con algunas expresiones de su madre en favor de empoderar a la sociedad para defender el modelo. En los últimos meses, los sectores más puros del kirchnerismo sostienen que “el candidato es el proyecto”. 
Para Máximo, la presión por una candidatura que no sea en su pago chico de Río Gallegos, aparece mucho antes de lo deseado. Y para Cristina, la necesidad de acompañar la lista del FPV aparece cuando su deseo íntimo y personal sería descansar de la fatiga del poder. Pero las responsabilidades de los liderazgos políticos suelen demoler aspiraciones personales. Como ejemplo, antes de la conformación de la Alianza, Alfonsín se puso a la cabeza de los candidatos de la UCR en la Provincia de Buenos Aires, para evitar lo que las encuestas preveían como una catástrofe. Juan Domingo Perón admitió no quería ser presidente en 1973, pero debió asumir la primera magistratura para intentar controlar la catástrofe que estalló a su muerte. 
Cualquiera sabe que el peso del apellido en una lista es mayúsculo. Perón se convirtió en émulo del Cid al ganar elecciones con su imagen en las boletas del PJ después de muerto. Es encomiable que Máximo piense que el proyecto supera a las personas, pero es más fácil defenderlo desde espacios institucionales que desde el llano. 
A la cabeza de los candidatos a diputados nacionales de la Provincia de Buenos Aires, el joven sumaría votos al postulante presidencial oficialista en el mayor distrito electoral y contribuiría a conformar un numeroso bloque del FPV en la Cámara baja, capaz de custodiar eventuales desviaciones.
El cuerpo renueva la mitad de los 257 escaños que posee y el FPV pone esta vez mucho en juego, ya que deberá reponer 83 legisladores –entre propios y aliados- para seguir imponiendo su número. Apuesta más del 60 por ciento de su capital. La Provincia de Buenos Aires posee 70 diputados, de los cuales la mitad estarán en juego.     
Si la candidatura de Máximo se concreta, quienes escriban su historia política podrán hacer hincapié en su aparición en el acto del año pasado en Argentinos Juniors, donde demostró que no sólo jugaba a la Playstation, pero también deberán detenerse en el día que empezó a ser candidato, durante un reportaje concedido con el objetivo central de desmentir una denuncia flojita de papeles.

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