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miércoles, 3 de diciembre de 2014

El detrás de escena de un actor malo, por Matías Garfunkel (para "Tiempo Argentino" del 30-11-14)

 

Cuando los números no cierran. Massa está en campaña desde 2013 y eso dispara las dudas sobre cómo se financia el Frente Renovador.

 

De los tres precandidatos presidenciales que, según los sondeos de intención de voto, encabezan las encuestas a un año de las elecciones, dos de ellos tienen para mostrar al electorado sus respectivas gestiones en los distritos más importantes del país. El tercero, que resignó su lugar de intendente de un partido vistoso para jurar por la Constitución Nacional como diputado de la Nación y nunca ir a trabajar o a defender sus ideas al Congreso, tiene poco y nada que exhibir.
Y en esa tensión, queda al desnudo la lógica causa-efecto de su conducta: se desploma en las encuestas y sobreactúa cada iniciativa hasta niveles del grotesco. Pero este punto, si se quiere, es una observación subjetiva. Lo concreto, tomando los casos de Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa, es que los dos primeros apalancan genuinamente su imagen de candidatos en las propagandas de sus gestiones, la bonaerense en el caso del primero; la porteña, en el segundo.
Se podrá estar de acuerdo con uno, y en desacuerdo con el otro, pero cada día el habitante de sus distritos reconoce cuáles son las prioridades, por ende, sus definiciones políticas concretas, tangibles.
En el caso del ex intendente del turístico e inequitativo partido de Tigre sólo hay efectos especiales. Pero muy costosos. Massa vive sumergido desde el 2013 en una campaña electoral permanente. Nunca detuvo su autopromoción, que logra eclipsar, anular, al propio Frente Renovador y a los dirigentes que lo secundan en esa tan novel como endeble estructura partidaria.
Ante esta situación, la pregunta surge naturalmente: ¿De dónde saca los fondos Massa para sostener una campaña que inunda con su imagen sonriente cada rincón de la vía pública? Y en esa nebulosa incierta por la falta de respuesta lo que aparecen son las conjeturas y las sospechas sobre la verdadera independencia del precandidato mimado por ciertas corporaciones que, si se evalúa su historial, permiten interrogarse sobre si Massa no estará hipotecando –en el ilusorio caso de que ganase en 2015– el futuro de los argentinos.
Hay vínculos con sectores de poder que deben ser bien claros de cara a la sociedad. Y en otros casos, directamente, hay otros factores o grupos o bandas de poder con los que directamente no hay que tener ni cercanía de vecindad. Si ese es el ejemplo a seguir, tomando a Tigre de manera metonímica para analizar cuál sería la Argentina de Massa, la imaginación se torna en pesadilla.
Hubo tantas denuncias sobre narcotráfico y tanto capo, o lavador de dinero proveniente de orígenes dudosos desenmascarados, por citar un ejemplo, en Nordelta, que la patria no merece ni asomarse a ese abismo para su futuro. ¿Dónde moraba el capo narco Henry López de Jesús Londoño, alias Mi sangre, antes de su estadía tras las rejas en el penal de Ezeiza?
Cuándo los números no cierran lo que se abre son las dudas. Y Massa deja abierta muchas puertas para la inquietud.
Por eso, lo más preocupante no es algo que de por sí es indignante: que no trabaje, que no honre su investidura de diputado de la Nación y que defienda sus ideas en el caliente escenario de la democracia que es el recinto parlamentario.
Lo complejo de la figura de Massa es todo lo que se esconde detrás de él. Lo que se combina con su constante doble discurso de pregonar la institucionalidad como eje central de la vida republicana y a la vez, limar cotidianamente la política desde recursos efectistas, maniqueos, que toman el atajo del embrutecimiento y no de la profundización de los debates y argumentaciones.
Nada está librado al azar. Detrás de los discursos de la antipolítica está, nítido, la imposición de sectores de poder. Por eso, no es una mera especulación con fines electoralistas, es una concepción de una manera entreguista de entender para qué se es dirigente político frente a ciertas corporaciones.
Por eso es bueno detenerse en uno de los más recientes shows de Sergio Massa; la presentación en un teatro de Ciudad de Buenos Aires de su versión del Código Procesal Penal, que según se señaló prevé más derechos para las víctimas y medidas para acelerar operativos y la resolución de juicios y sanciones.
Hizo su anuncio, no en las comisiones correspondientes de la Cámara Alta sino en una sala más afín a los espectáculos humorísticos o el teatro de revista con otro tipo de vedette.
Pero su teatralización buscó el golpe de efecto. Massa estuvo acompañado por la plana de dirigentes que lo secundan en el Frente Renovador, diputados nacionales, provinciales, algunos intendentes pero también familiares y víctimas de la inseguridad, personas que han sufrido en carne propia el flagelo del delito, que son expuestas por un precandidato ambicioso, con el solo efecto de golpe bajo con fines políticos. No se debe hacer política con el dolor de la gente.
Las críticas le llovieron de inmediato. Por ejemplo, el diputado radical Manuel Garrido fue lapidario. Afirmó que la mayoría de las propuestas presentadas por el Frente Renovador "son inconstitucionales". Y agregó que otras ya estaban en el proyecto que había enviado el Poder Ejecutivo al Congreso.
Garrido dio como ejemplo para dejar al descubierto la endeblez de la acción massista, al referirse al punto que propone que los imputados por delitos con penas máximas que superen los seis años no podrán pedir sus excarcelaciones. "La prohibición de las excarcelaciones por el monto de las penas viola el pacto de San José de Costa Rica", dijo el radical para concluir con una definición: "Es una maniobra publicitaria para hacer campaña." Típica jugada de Massa, le faltó agregar.
Nada más triste cuando un actor queda expuesto sobre el escenario de un teatro y se nota que se aprendió la letra de la obra sin detenerse a pensar ni a elaborar lo que repite.
O peor aún, cuando a las marionetas se le ven los piolines de quienes lo manejan. Pero al público no hay que subestimarlo, se da cuenta. Y no compra las entradas para una segunda función.
Las encuestas lo confirman.

Publicado en:
http://www.infonews.com/2014/11/30/politica-174723-el-detras-de-escena-de-un-actor-malo.php

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