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martes, 9 de diciembre de 2014

A LA SOMBRA DE #AYOTZINAPA, por Ricardo Martínez (para "Miradas al Sur" del 05-12-14)


En enero de 2010 en México un numeroso grupo de organizaciones civiles y particulares hicieron una convocatoria a constituir un Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) Capitulo México para que mediante un amplio trabajo colectivo de investigación, diagnóstico, denuncia y movilización social, con talleres, seminarios, asambleas populares y audiencias públicas poner ante la vista de la opinión pública nacional e internacional, la peligrosa supresión de todo tipo de canal político y jurídico que dé cuenta del “terror creciente e incontrolado que vienen desplegando el Estado mexicano azuzado y soportado por el Estado estadounidense y por numerosas empresas transnacionales en contra de la sociedad civil.”
El TPP es un organismo internacional no gubernamental creado como continuación de Tribunal Internacional sobre Crímenes de Guerra más conocido como Tribunal Russel (en honor al filósofo británico que fuera su creador) que se constituyera para investigar y evaluar la política exterior estadounidense y la intervención militar en Vietnam. Fue relevante ética y políticamente la participación de Sartre y Cortázar en ese primer tribunal. El informe finalizó en 1966 y la condena a los EE.UU. impactó en numerosos países y abrió paso al reconocimiento de la utilidad de este tipo de dispositivos de develar lo obsceno. No fue neutro expresar en plena guerra fría: “Declaramos culpable al Gobierno y ejército de los Estados Unidos por bombardear objetivos civiles de forma deliberada…”, etc, etc.
 El Tribunal Russel continuó entre 1974 y 1976 con la investigación de las violaciones a los DDHH por las dictaduras sudamericanas, en particular las de Chile y Brasil, y concluido ese informe fomentó la creación de otros organismos internacionales no gubernamentales que dieran continuidad a sus acciones, y allí nace el TPP que ha sido sostenido hasta la actualidad por la Fundación Lelio Basso de Italia.
El TPP se conforma con personalidades, académicos y juristas con alto reconocimiento en la defensa de los DDHH, y es presidido actualmente por Franco Ippolito y su secretario general es Gianni Tognoni. En forma estable está integrado entre otros por seis argentinos: Estela Carlotto, Graciela Daleo, Daniel Feirstein, Adolfo Pérez Esquivel, Marcelo Ferreyra y Alejandro Teitelbaum. La intervención del TPP se hace efectiva constituyendo tribunales que colectan en forma amplia y sistemática testimonios de los padecimientos ocultados, silenciados e impunes, los investiga y concluye con una sentencia pública.
El llamado Capitulo México, se constituyó bajo el lema “Libre Comercio, Violencia, Impunidad y Derechos de los Pueblos” y entre los doce jueces convocados estuvieron los argentinos G. Daleo y D. Feirstein. Durante tres años sesionaron públicamente escuchando a “los sin voz.” La Audiencia Final donde dio a conocer su sentencia fundamentada (http://www.tppmexico.org/sentencia-de-la-audiencia-final-del-capitulo-mexico-del-tpp/) se desarrolló entre el 12 y 15 de noviembre de 2014 en el auditorio de la Universidad Autónoma de México (UNAM) y representó “la conclusión de un largo camino que empezó el 21 de octubre de 2011 con la presentación del acto de acusación en una sesión pública en la UNAM y que se ha desarrollado a través de siete audiencias temáticas y tres transtemáticas dedicadas a explorar de manera sistemática y juzgar el espectro complejo y dramático de las violaciones de los derechos fundamentales de los pueblos que han ocurrido (en México) a lo largo del período 1982-2014.” Más de treinta años, si, y bajo gobiernos “democráticos”.
El marco analítico del sustrato histórico político de las violaciones de los DDHH que utilizó el tribunal se basó en “los tiempos, las características y las implicaciones generales del proceso de entrada de México en el mundo del libre comercio, hasta su transformación en un verdadero laboratorio a nivel regional y global”. En ese sentido los pilares de análisis fueron: la transformación de la estructura productiva de México, las reformas neoliberales y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan, también conocido como Nafta por sus siglas en inglés), la genealogía e instauración de la economía criminal y el narcotráfico. El Tlcan /Nafta fue firmado (aceptado) bajo la presidencia de Salinas de Gortari y entro en vigencia en 1994.
En la sentencia se afirma que: “el daño económico más importante generado por el libre comercio ha sido la desindustrialización de su área manufacturera [...] el extractivismo energético cada vez más complejo (que incluye no solo el petróleo sino también el gas convencional, el gas shale, el viento y la energía solar), un extractivismo minero cada vez más intenso y complejo y un extractivismo hidrológico también devastador. Todo enfocado a abastecer los mercados estadounidenses, y a entregar los recursos naturales estratégicos a empresas petroleras y gasíferas de EE.UU., a empresas españolas eléctricas y a empresas mineras de Canadá”.
La agricultura tradicional y la soberanía alimentaria característicos del México antes del Tlcan fue suplantada por una agricultura de exportación subordinada al interés norteamericano, perdiéndose la soberanía en la mayoría de sus áreas básicas: granos, leguminosas, hortalizas, frutas, carne, alimentos procesados, etc. Insólitamente hoy el país importa diez millones de toneladas de maíz.
El TPP ha constado que “todos los programas de apoyo a la producción rural han sido desmantelados, así como las principales leyes que protegían la propiedad ejidal (colectiva) de la tierra, fomentando su privatización que avanza primordialmente en el centro del país [...] y la sustracción de los derechos de los pueblos indígenas a la tierra comunal. El comercio nacional, las grandes agencias comerciales estatales en el campo, y las pequeñas y medianas empresas productivas y comercializadoras familiares se han destruido, y fueron reemplazadas por empresas altamente monopolizadas, sobre todo de cuño transnacional. El mercado interno (industrial, agropecuario) destruido fue suplantado por un mercado importador de todo tipo de insumos industriales”.
Afirma que, “desde 2012 en México se paga uno de los salarios más bajos del mundo en términos comparativos, aprovechando la sobreoferta laboral [...] como así también el desempleo real, maquillado en el caso de los trabajadores intermitentes o informales (3 de cuatro trabajadores en México son informales) y con el flujo migratorio hacia Estados Unidos [...] 15.2 millones de mexicanos expulsados a partir de la firma del Tlcan, que es principal flujo migratorio del mundo”. El desempleo queda parcialmente oculto por la incorporación de trabajadores a la “economía criminal” del narcotráfico o al intenso reclutamiento de mano de obra para las fuerzas militares y de seguridad.
Uno de los aspectos sustantivos en pos de obtener una explicación - aunque provisoria- de la tragedia mexicana es proporcionado por el TPP cuando analiza en su sentencia la “dimensión criminal de la economía”, “que ha alcanzado ya niveles tales que llegan a condicionar y trastornar cada ámbito de la vida económica, social y política del país [...] en México, en los hechos, coexisten entrecruzadas una “economía criminal” de proporciones gigantescas y una “criminalidad económica” difusa y profunda”. A la violencia sistemática se adosa el recurso naturalizado de la corrupción de políticos y funcionarios públicos.
La “economía criminal” (que posee una incidencia extraordinaria) es el tráfico de drogas realizado por los distintos carteles; el contrabando de armas; la explotación de personas migrantes; el reciclaje de los ingresos provenientes de la droga y de otros delitos, principalmente en los Estados Unidos, produciendo “el balance trágico de una cadena de víctimas civiles, la eliminación física de los opositores[...] la pérdida de control de amplias zonas del territorio por parte de las instituciones públicas y por la existencia de una impunidad sustancial, incluso tratándose de los crímenes más horrendos”. Todo esto convive con “una difusa “criminalidad económica”, la criminalidad de los delincuentes de cuello blanco [...] que encuentra en México muy pocos obstáculos por la casi total ausencia de normas regulatorias.
El 15 de noviembre de 2014 el Auditorio de la UNAM fue colmado por campesinos, indígenas, estudiantes, trabajadores, obreros, grupos de apoyo a los migrantes y defensores de derechos humanos; se leería la sentencia. Como reafirmación del carácter continuo y estructural de la tragedia mexicana allí también estuvieron los compañeros y familiares de los normalistas asesinados y desaparecidos en Iguala, cuarenta días antes que el tribunal finalizara sus audiencias. Por eso ese día el TPP sesionó a la sombra de Ayotzinapa; todo México está cubierto por esa sombra. La sentencia comienza así: “Con todo el impacto del dolor y la documentada participación de agentes y connivencia de los poderes públicos, los hechos de Ayotzinapa no constituyen apenas un capítulo más en el largo listado de violaciones de los derechos a la dignidad y a la vida de los pueblos de México: son la expresión dramática, real y simbólica, de la actualidad y de la significación de las propuestas del TPP. Este dictamen quiere ser parte integrante de la movilización y de la lucha que se están manifestando en todo el país [...] Todo aquello que se ha documentado tan trabajosamente durante tres años de labor del Tribunal, se condensó en Iguala en unas horas de barbarie”.

El Capítulo Mexico
Graciela Daleo*
Llegué a México por segunda vez el 7 de noviembre. Como la primera, fui a sumarme como integrante del Tribunal Permanente de los Pueblos a la acción colectiva de visibilización de las problemáticas que atraviesan al pueblo de México en todas sus dimensiones. Desde aquel mayo de 2012, cuando en Ciudad Juárez se hizo la audiencia de apertura del “Capítulo México”, hasta este noviembre de sentencia nada de lo documentado y denunciado por cientos de organizaciones populares mexicanas ha sido desmentido sino ratificado. Y más: horrorosamente ampliado y multiplicado.
“A la sombra de Ayotzinapa” escribimos la sentencia, con la certeza de que Ayotzinapa “es la expresión real y simbólica”, absolutamente actual, de una planificada política de Estado que multiplica “43” por miles. Política de Estado con décadas de ejercicio impune, y que pese a la resistencia y la lucha de los pueblos de México, parecía inexpugnable. Parecía, digo. Tal vez como si de un fenómeno químico se tratara, a los mismos “elementos”: desapariciones, asesinatos, torturas, despojo, desplazamientos, arrasamiento de tierras e identidades, Ayotzinapa los “precipitó” de tal modo que hizo que se combinaran de forma tal que hoy hacen visible y audible ante el propio país y ante el mundo el México real. Ese México arrasado por el libre comercio, la violencia y la impunidad en el que apenas se rasga la tierra emerge que el paraíso de transnacionales y multimillonarios se asienta sobre miles de cadáveres. Para ser más exacta: el México real es visible y audible por lo que los familiares de “los 43 que nos faltan” y cientos de miles que recorren kilómetro a kilómetro exigiendo “Vivos lo llevaron, vivos los queremos” hacen “desde” Ayotzinapa; el Tribunal procura ser parte de ese camino.
En esos y estos días me preguntaba, me pregunto con indignación y dolor, por qué gobiernos latinoamericanos, entre ellos el argentino, no han manifestado su solidaridad con el pueblo mexicano y repudiado los crímenes de Estado que lo victimizan. Pocos lo han hecho, y bastante tardíamente. Entre tanto, en cientos de ciudades de todo el mundo, también en Argentina, movilizaciones populares nos hermanan en esa consigna que casi cuatro décadas atrás acuñamos desde el dolor y la lucha: “Vivos los llevaron, vivos los queremos”, “Aparición con vida y castigo a los culpables”.

*Integrante del Tribunal Permanente de las Pueblos (TPP)

Publicado en:
http://sur.infonews.com/nota/10101/a-la-sombra-de-ayotzinapa

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