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sábado, 28 de junio de 2014

Griesa, entre Watergate y las Brujas de Salem, por Alberto López Girondo (para "Tiempo Argentino" del 27-06-14)


La idea de que EE UU es un pueblo elegido para intervenir de un modo correctivo y salvador, justifica sus políticas expansionistas en todo el planeta.


Nota de Tiempo Argentino
Los argumentos del juez Thomas Poole Griesa para aceptar el planteo de los fondos buitre contra Argentina resulta irritante y denigra cualquier soberanía, como bien resaltó el gobierno argentino repetidamente. Mucho peor cae a los espíritus nacionales la seca respuesta de la Corte denegando tomar cartas en un asunto que, por lo que dejan en claro con su silencio, entienden que está muy bien resuelto en la primera instancia.
Ya en su primer dictamen, de 2012, Griesa protestaba contra "los más altos funcionarios argentinos que han continuado haciendo declaraciones inflamatorias sobre que las sentencias del Tribunal no serán obedecidas. (… y además) han declarado que Argentina podría pagar a los bonistas que entraron en el canje pero no pondrá un dólar para los que tienen los bonos originales (holdouts). La presidenta Cristina Kirchner hizo declaraciones en tal sentido."
En aquel momento, Griesa involucró al entonces ministro Lorenzino. Pero ahora agregó nuevos discursos de la mandataria argentina y del nuevo titular de la cartera económica para denostar al gobierno y asegurar que no les cree, que Argentina sólo quiere esquivar sus deudas desde hace diez años y que no le da confianza de que lo hará en el futuro. "Habría sido mejor si ella no se hubiese referido a una extorsión. Eso habría ayudado", señaló sobre uno de los últimos discursos de Cristina.
Más allá de la forma en que un simple juez de condado se refiere al gobierno democráticamente elegido de un país independiente, es bueno hurgar un poco en la concepción del mundo que traslucen los fallos de Griesa y la posición de la Corte. Porque tal vez eso sirva para entender la idea que la sociedad de Estados Unidos se hace del mundo y de su propio lugar en él. Una concepción que nace desde sus orígenes, cuando los primeros "peregrinos" desembarcaron del mítico Mayflower en la Bahía de Massachusetts, en 1620. Un dato no menor es que se trataba de un contingente de puritanos, un movimiento religioso surgido en Gran Bretaña que rechazaba tanto a la Iglesia católica como a la anglicana que había "inventado" Enrique VIII. Y que huían de la persecución a que eran sometidos en su patria de origen.
Muchas de estas cuestiones suelen ser ventiladas por Hollywood en series y dibujos animados, al punto que casi forman parte de la formación de generaciones enteras de niños latinoamericanos. El caso es que esos primeros pobladores se fueron dispersando a lo largo de la costa para conformar la llamada Nueva Inglaterra. Hay dos acontecimientos posteriores que marcarían en el futuro del "ser americano" (o, mejor dicho, estadounidense). Uno es el Día de Acción de Gracias, el otro es el llamado Motín del Té o, en inglés, Tea Party. Un tercero forma parte, en cambio, del inventario de los grupos más progresistas, como son los juicios por bujería popularizados con la obra de teatro de Arthur Miller Las Brujas de Salem.
No había pasado un año de la llegada de los colonos cuando según la leyenda compartieron la primera cosecha en tierras americanas con los indígenas wampanoag que, bueno es decir, los habían ayudado generosamente ni bien los vieron llegar. Los wampanoags vivían en comunidad y tenían una economía basada en la distribución de la tierra y los bienes. Desde ese 21 de noviembre de 1621 se celebra el día de Acción de Gracias. Con los años, nuevas camadas de emigrantes fueron desplazando a los pueblos originarios y en 1675 el cacique Metacomet organizó un ejército de wampanoags junto con los pueblos narragansett, nipmuc y pennacook, y atacó los establecimientos de los invasores. Los blancos lo llamaban Rey Felipe y tras derrotarlo fue ejecutado el 12 de agosto de 1676. Su cabeza quedó expuesta sobre una pica, y su mujer y sus hijos acabaron sus días como esclavos en las Antillas.
Poco más tarde, en 1692, se registraron los procesos por delitos de brujería en los condados de Essex, Suffolk y Middlesex, en Massachusetts. No importa tanto la verdad histórica como el enfoque que le dio Miller –quien fue acusado de comunista en el marco de las persecuciones del inefable Joseph Mc Carthy– en su magistral obra de teatro. La caza de brujas macartista forma parte también del "ser estadounidense", tanto en su extremismo como por el rasgo de paranoia que revela. En Las brujas de Salem –por el distrito donde se inició la oleada– Miller cuenta de modo dramático cómo las declaraciones de un grupo de jovencitas influyen en la culpabilización de ciudadanos altamente morales al punto de llevarlos al cadalso.
Otro hecho constitutivo de esa nación es el motín registrado en diciembre de 1773 en la Nueva Inglaterra en rechazo al pago de un impuesto a la importación de té. Tea Party quedó como sinónimo de lucha por las libertades –de hecho, de este movimiento crecieron las primeras luchas por la independencia de Estados Unidos– pero también de un modo de interpretar la realidad. Los grupos Tea Party surgidos en los primeros años de este siglo se inscriben en esta actitud: en términos groseros, recelan de los poderes centrales, del pago de impuestos y de la intromisión de las instituciones en la vida de los ciudadanos. Son individualistas extremos, y con esos argumentos rechazan la ley de salud de Obama y tildan de inmoral cualquier ayuda a los desposeídos.
La idea de que Estados Unidos es un pueblo elegido y que eso habilita para intervenir de un modo correctivo y salvador en cualquier parte del mundo corre paralela y justifica la política de expansión territorial en detrimento de los pueblos originarios primero y del resto del planeta posteriormente. Siempre con su plan sobre lo que una democracia debe ser.
Una democracia representada por un sistema institucional que, como dijera al debatir la Constitución uno de los "padres fundadores", James Madison, tiene a la justicia como control último de posibles abusos de las muchedumbres. La moral media exige que un hombre temeroso de Dios como piden los puritanos, respete las leyes, cumpla los contratos y trabaje de sol a sol, porque no hay nada que discipline tanto como un esfuerzo colosal.
Cualquier desviación a este mandato es moralmente condenable, y especialmente por los medios de comunicación masivos, tan conservadores de las costumbres ellos. En este contexto, una persona que reciba una asignación es un vago sin remedio y el gobierno que la otorgue, un demagogo cercano a la autocracia. Madison pensaba justamente en la defensa de los intereses particulares cuando promovía una justicia independiente de los poderes electos. A través de la Constitución estadounidense, el detalle se expandió y se introduciría en la Argentina, donde los constituyentes de 1853 identificaban en Juan Manuel de Rosas al populismo que el legislador estadounidense recomendaba evitar.
Griesa fue designado por el entonces presidente Richard Milhous Nixon el 15 de junio de 1972 en un tribunal que se estrenaba con él. Tras la aprobación del Senado tomó el cargo el 30 de junio. Entre esos días, el 17 de junio, se produciría un hecho llamado a cambiar la historia moderna de Estados Unidos: cinco hombres caían detenidos por haber ingresado ilegalmente en la sede central del Partido Demócrata en el edificio Watergate de Washington. Estaban espiando para el gobierno de Nixon, quien terminaría renunciando en agosto de 1974. Las acusaciones contra el mandatario republicano no fueron tanto por entorpecer a la justicia, como figuraba en el pedido de juicio político. La peor imputación era por haberle mentido a la ciudadanía. Bill Clinton casi corre la misma suerte hasta que se dio cuenta de que era preferible reconocer "relaciones inapropiadas" con una pasante que admitir que había engañado a la población.
Griesa demostró en los dictámenes contra Argentina que le disgusta el gobierno de Cristina Fernández. Porque los briefs de prensa que le llegan la presentan como una populista cercana a otros mandatarios regionales que están en la mira de Estados Unidos, como los de Venezuela actual y el pasado. Es un conservador y, como juez estadounidense, se sabe intocable. Desde allí emitió su fallo. La Corte lo avala porque también piensa igual: las deudas se deben pagar, no importan otras consideraciones que no sean el papel escrito. Las leyes están para vigilar los intereses de los que tienen en contra de los que quieren arrebatárselos, Madison dixit.
Estas son buenas razones –y mucho más exquisitas– como para castigar a un díscolo gobierno latinoamericano. Como lo son para "purificar" con armas o finanzas al resto del mundo.

Publicado en:
 http://www.infonews.com/2014/06/27/politica-151280-griesa-entre-watergate-y-las-brujas-de-salem.php

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