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domingo, 8 de septiembre de 2013

Siria, imperialismo y el tiempo de la guerra de los gasoductos, por Federico Bernal (para "Tiempo Argentino" del 07-09-13)



Hidrocarburos y geopolítica en la nueva maquinación guerrerista en Oriente Medio


 En los últimos 30 años fue el petróleo el móvil de toda invasión bélica estadounidense en Oriente Medio. Pero eso ya fue. Ahora el motivo es el gas. Y los sirios tienen la llave maestra.

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 Hubo un tiempo en que EE UU apoyó una Siria independiente y nacional, esto es, libre de cualquier intervencionismo o coloniaje (entonces, el francés). Claro que sus razones fueron puramente económicas y geopolíticas. Con apoyo estadounidense, Siria logró su independencia en 1946. Desde 1943 gobernaba Shukri al-Quwatli, líder del bloque nacionalista sirio. Su mandato, no obstante, fue abruptamente interrumpido con el golpe de Estado de la CIA, en 1949. Luego de seis años de asumido, Shukri al-Quwatli –quien firmaría con Nasser la creación de la República Árabe Unida en 1958– había dejado de ser funcional a los exigentes intereses estadounidenses en la región. El punto de quiebre se produjo cuando el parlamento sirio amagó con rechazar la aprobación del oleoducto Trans-arábigo (Tapline) a comienzos de 1949, una iniciativa vital tanto para los EE UU como para Arabia Saudita, su flamante y poderosísimo aliado petrolero en Medio Oriente. Casi seis décadas más tarde, una nueva maquinación imperialista en Siria está a punto de estallar. A decir verdad y para ser justos con la historia, el golpe de Estado contra Assad comenzó a planificarse el 25 de julio de 2011. Ese día se acordó la construcción de un gasoducto no precisamente compatible con los intereses estadounidenses, qataríes, saudíes, turcos y europeos. El gasoducto en cuestión, denominado por la prensa occidental como "gasoducto islamista", tiene una extensión de 1600 kilómetros de distancia y parte del mega-yacimiento South Pars en Irán, atravesando Irak y Siria, para desde allí embarcarse rumbo a Europa, una vez satisfecho el mercado interno del "eje del mal". El gasoducto islamista, clave para Irán y Siria pero absolutamente perjudicial para Qatar, sede de la base militar más poderosa de EE UU en la región, sigue en negociación y es apoyado por Rusia y China. 
 
El Pinochet sirio. 
 
A la luz de la presente nueva maquinación imperialista en Siria, nada más oportuno que el trabajo de Douglas Little, profesor de historia de la Universidad de Clark (EE UU) titulado: "1949-1958, Siria: primeros experimentos en acciones encubiertas". En él, Little detalla el rol de la CIA en los golpes de 1949 y sucesivos durante la década del '50. Citamos dos importantes fragmentos. El primero: "El 14 de marzo, Zaim (suerte de Pinochet sirio) 'solicitó a agentes estadounidenses provocar e instigar disturbios internos, esenciales para un golpe de Estado o bien, que los EE UU lo financiara para iguales propósitos'. Nueve días después, Zaim 'prometió una sorpresa en los próximos días' si Meade (funcionario de la CIA) le aseguraba ayuda de EE UU." El segundo: "El 30 de marzo, Zaim encabezó el golpe, arrestó a Quwatli y suspendió la Constitución... El 16 de mayo, aprobó el proyecto Tapline." Pues bien, a los que crean que la CIA y el Departamento de Estado nada tienen que ver con los insurgentes al gobierno de Assad y los ataques con armas químicas, sírvanse un poco de historia. 
 
Siria, llave maestra al gas natural de Oriente Medio. 
 
El petróleo fue el móvil fundamental para el intervencionismo imperialista en Medio Oriente durante el siglo XX y lo que va del XXI. En Siria específicamente y como vimos, su ubicación geoestratégica y el oleoducto Trans-arábigo (para trasladar el crudo del principal aliado estadounidense desde el Golfo a Europa y a la misma EE UU) fueron las causas de la intervención imperialista en el hoy amenazado país de Oriente Próximo. Ahora bien, sucede que en estos últimos años el gas natural ha ido remplazando al petróleo, por considerarse al primero (consecuencia directa de la revolución del shale gas) el energético más importante del presente siglo. Nótese cómo Irán, la principal reserva gasífera del mundo, seguida de Rusia y Qatar, está en el epicentro del nuevo conflicto en Siria, y Siria a su vez, en el epicentro de todo por la relevancia que adquieren las rutas para el transporte/exportación del gas natural. En efecto, la resolución de la guerra en Siria decidirá si el gasoducto que abastecerá a la crítica Europa se extenderá desde Irán e Irak hasta las costas sirias sobre el Mediterráneo o, en cambio, lo hará vía Qatar, Arabia Saudita, Siria y Turquía, por un lado, o desde Azerbaijan, Turkmenistan e Irak vía Turquía por el otro (gasoducto Nabucco, prácticamente descartado). En otras palabras, o el gas natural a Europa y aliados OTAN lo proveerán Irán, Irak y Siria –proyecto favorable a Rusia y China– o lo harán los aliados estratégicos de Washington: Qatar, Arabia Saudita (gas del Golfo Pérsico) a través del otro gran aliado occidental Turquía y, tal vez, Israel. Como puede observarse, Siria es la llave común y maestra para todas las alternativas, con un sustancial detalle: la terminal siria sobre el Mediterráneo, el puerto de Tartus, coincide con ser una base naval rusa (en leasing). Llegado a este punto preguntamos al lector: ¿por qué alternativa cree Ud. que Bashar al-Assad se decidió? 
 
El gasoducto "islamista" . 
 
Occidente y, muy especialmente la Unión Europea, no puede darse el lujo de acrecentar su dependencia gasífera en manos de sus enemigos históricos y sus principales competidores en cuanto a demanda mundial. Assad debe abandonar el gobierno, por las buenas o por las malas. Como dijimos en la introducción, la decisión imperial de borrarlo del mapa nació con el memorando de mediados de 2011, firmado en la ciudad iraní de Bushehr, memorando para la construcción del gasoducto "shiita" (Irán; Irak de mayoría shiita; Assad). El cañito, con una capacidad inicial de 110 millones de m3/día y un costo de 10 mil millones de dólares, tendrá una extensión de 1600 kilómetros de distancia. Su construcción se prevé realizar en dos etapas. La primera, cubrirá desde la posesión iraní del yacimiento gasífero más grande del mundo (North Dome/South Pars, compartido por Qatar e Irán) para desembocar en Damasco. Las longitudes aproximadas por territorio serán: 225 km en Irán, 500 km en Irak y entre 500 a 700 km en Siria. En una segunda etapa, se ampliará al gasoducto hacia el Mediterráneo y Grecia. ¿Qué significan estas dos etapas? Que el proyecto shiita tiene como prioridad el abastecimiento del mercado interno de Irak, Siria y el Líbano, los cuales ya anunciaron su necesidad de gas iraní (25-30 millones m3 diarios para Irak, 20-25 millones para Siria y 5-7 millones para el Líbano). El excedente, capaz de competir con el Nabucco (entre otros proyectos, pero todos excluyentes de Irán y Rusia), justifica la segunda etapa destinada a la provisión extra-regional, con el agravante (para Qatar, Turquía y aliados occidentales) de poder hacerlo vía el invaluable puerto sirio de Tartus (base naval rusa de regalo). 
 
Imperialismo y guerra de gasoductos. 
 
Reservamos para el cierre el análisis de un último gasoducto en juego, uno con directo y fortísimo involucramiento de Qatar y Arabia Saudita, cruciales aliados de EE UU en la región. Transportaría gas desde Qatar –como se sabe principal exportador mundial de GNL– a Europa, pasando por Arabia Saudita, Jordania y Siria, pero vía Turquía e Israel (que de esta suerte también podría exportar gas por tierra a Europa). En Siria (Homs) debería producirse la segmentación del ducto hacia el puerto local de Latakia (Siria), hacia el Líbano (conectando Israel) y hacia Turquía (conectando Europa). Se explicaría así el estratégico financiamiento en armas y dinero que Qatar y Arabia Saudita (3000 millones de dólares en dos años sólo Qatar) vienen aportando a los opositores de Assad, según publicó el 16 de mayo el chavista Financial Times. Se explica así todo. Imperialismo y guerra de gasoductos.  «
 
 
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