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martes, 17 de septiembre de 2013

La fuga de capitales y los "salvadores" de la triple D, por Eric Calcagno (para "INFOnews" del 17-09-13)




Hay un aspecto de la presentación realizada en la reunión de la Comisión de Presupuesto el jueves pasado que merece cierta reflexión. En efecto, el viceministro Axel Kicillof mostró en un gráfico la formación de activos en el extranjero: "La salida de capitales como consecuencia de la formación de activos externos se aceleró marcadamente desde el estallido de la crisis internacional.


Entre 2007 y las elecciones presidenciales de 2011 estas compras totalizaron USD 78 mil millones." Eso marca el resultado de la fuga de capitales.
El arco opositor, en su versión más liberal, caracteriza a la fuga de capitales como resultante de la falta de confianza de "los inversores", "del mercado", en síntesis, como la desconfianza de aquella "mano invisible" destinada a regir la prosperidad de las sociedades. Como es habitual, el pensamiento ortodoxo en economía se presenta como complejo e inaccesible a los profanos, reservando para estos alguna frase ingeniosa que tienda a simplificar los términos del problema y alcanzar así al sentido común. Con notable éxito, por cierto, gracias a la repetición constante en los medios hegemónicos.
Basado en "falacias de composición" tales como la comparación de la economía con el cuerpo humano (¿quién estaría a favor de la enfermedad y contra la salud?), o la recordada frase de "achicar el Estado es agrandar la Nación", nos enfrentamos a una argumentación que escamotea la cuestión del poder, su origen y ejercicio; de la distribución del ingreso; de la creación, asignación y uso del excedente económico. En el caso que nos ocupa, la fuga de capitales sería la resultante del voto "no positivo" de los mercados locales e internacionales a la política económica del Proyecto Nacional desde 2003.
¿El dinero vota con los pies? ¿Debe la Patria sufrir por haber osado, en el momento más crítico de su historia, una política económica basada en el desarrollo industrial con justicia social? ¿Quién puede confiar –nos repiten– en un modelo "antipático" para el Fondo Monetario Internacional, las calificadoras de riesgo, los holdouts? ¿Dónde está la necesaria confianza? "¡Fin de ciclo!", "¡¡¡Fin de ciclo!!!", atinan a decir mientras los candidatos mediáticos anuncian que habrá que pagar con renovados ajustes el costo de la "fiesta populista", con devaluación, metas de inflación y reendeudamiento constante. Decisiones por esencia políticas, que definen actores e intereses, ganadores y perdedores en la sociedad argentina, pasan entonces a ser tan inevitables como la lluvia, tan inexplicables como el universo.
Sin embargo, la evidencia histórica no parece convalidar estos supuestos. Al examinar el comportamiento de la fuga de capitales en los últimos decenios del siglo XX y lo que va de este siglo XXI, observamos que, cualquiera sea el gobierno, mientras sea dócil, bajo cualquier régimen, mientras convenga, la formación de activos de (algunos) argentinos en el exterior es un mecanismo de apropiación de la riqueza nacional, que precisa además del endeudamiento externo para cumplir el ciclo de valorización financiera. Poco tienen que ver las simpatías de los gobiernos –electos o de facto– con los valores del mercado: tanto durante la dictadura militar como durante los años noventa se vivieron grandes momentos de la fuga de capitales. Y no eran tiempos de políticas "antimercado". ¿Entonces?
Entonces, más que una reacción espontánea, casi naturalizada, de los flujos de dinero, nos encontramos frente a un comportamiento económico duradero de los estratos más elevados de la sociedad. Quizás haya algo de burguesía fallida –si nos referimos a los modelos de los países capitalistas desarrollados– o de "lumpenburguesía", en términos de Gunder Frank, pero en cualquiera de los casos es preciso para este sector contar con el control del Estado para llevar adelante tal estilo de acumulación económica. Si el Estado es gobernado por quienes, electos, negocian, desendeudan, industrializan y distribuyen el excedente económico, este sector se encuentra lejos del óptimo posible para sus intereses.
No se trata de una respuesta casi legítima –como muchos lo sobreentienden– frente a un modelo que no los privilegia (¡y los destrata!), sino de borrar cualquier alternativa posible. De la incapacidad para los sectores dominantes locales de asumir un destino nacional surge la necesidad de demostrar por el caos que no existe ningún destino nacional otro que la sumisión generalizada de la sociedad. Se hicieron golpes de Estado para demostrarlo; se realizaron golpes de mercado; hiperinflaciones, hiperdeflaciones, hiperdesocupación. No contemos las corridas financieras desde el 2003, para que el poder civil supiera el poder de las corporaciones, de quiénes son en realidad y de quiénes los representan. Aquí y en el extranjero.
De allí que la cuestión de la fuga de capitales no responda tanto a la proclamada desconfianza sino al restablecimiento de relaciones de poder anteriores a 2003. Sin desorden, si es posible; con desorden, si es necesario. Las corporaciones saben que a la Argentina se la disciplina con desapariciones: de personas, de moneda, de Estado. ¿En ese orden? De allí, también, el imperativo para la oposición realmente existente y sus proyecciones políticas y sociales para desfinanciar al Estado Nacional como sea. También para desprestigiarlo: claman desconfianza, descreimiento, desesperanza. Es el caldo de cultivo para que figuras mediáticas puedan alzar frente a la sociedad civil su perfil de salvadores, cuando en realidad son amanuenses; de gestionadores, cuando son funcionales; de razonables, cuando son obedientes. Son los que garantizan devaluación, deuda, desocupación. La triple D.
¿Nosotros? Defenderemos y votaremos el Presupuesto elevado por el Poder Ejecutivo para 2014. Es el rumbo argentino.

Publicado en:
 http://www.infonews.com/2013/09/17/economia-98141-la-fuga-de-capitales-y-los-salvadores-de-la-triple-d.php

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