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miércoles, 24 de julio de 2013
Un poco de Historia, de Perón a Chevron, por Roberto Caballero (para "Tiempo Argentino" del 21-07-13)
El convenio entre YPF y Chevron para explotar el yacimiento no convencional de Vaca Muerta produjo reacciones encontradas. De las más inteligentes, aunque no favorables al acuerdo, puede mencionarse la del economista y ex presidente del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial), Enrique Martínez, que en un texto no maniqueo ("Por qué no es conveniente ni imprescindible el contrato YPF-Chevron", que puede leerse en http://www.propuestasviables.com.ar/index.php/2013/07/19/por-que-no-es-conveniente-ni-imprescindible-el-contrato-ypf-chevron/) incursiona en críticas medulares, sin dejar de reconocer que el plan de la compañía renacionalizada contemplaba, desde el principio, que el 12% de la inversión para lograr el autoabastecimiento debía ser provisto por socios estratégicos que quisieran producir en yacimientos no convencionales. Pero también dice Martínez: "Establecer un régimen especial para inversiones mayores de mil millones de dólares es reforzar en la conciencia colectiva que solo las grandes corporaciones marcan el camino de las soluciones importantes. La gran minería; el gran semillero de semillas transgénicas; los grandes hipermercados; las grandes terminales automotrices. Allí está el futuro de nuestra ventura y en su ausencia puede estar nuestra desventura."
Convengamos que el tema petrolero, de Mosconi hasta el presente, nunca fue un asunto fácil. Cuando Perón quiso asociarse a la Standar Oil, no pudo lograr que el Congreso le votara el convenio, duramente atacado por Frondizi desde su banca por extranjerizante. Pero cuando este llegó a presidente, con el apoyo de los peronistas proscriptos, abrió las concesiones a límites inimaginables. En ambos casos, hay que decirlo, Argentina enfrentaba una crisis de abastecimiento. El desarrollo había generado mayor demanda de energía. El Estado, por sí solo, no tenía ni el dinero ni la capacidad técnica para resolver el problema en poco tiempo. Las concesiones eran vistas como un atajo, pero quedaron en la memoria colectiva asociadas a la entrega de un recurso propio a piratas extranjeros. Por supuesto, en los ’90 se saldó de la peor manera, porque ahí sí, YPF fue finalmente entregada a la española Repsol. Los resultados están a la vista: hoy la Argentina no se autoabastece y tiene un déficit energético de mil millones de dólares mensuales. El kirchnerismo, desde el "Informe Mosconi" para acá, parece haber tomado el toro por las astas para recuperar la soberanía hidrocarburífera. En pleno proceso electoral, el anuncio del acuerdo con Chevron calzó justo en una acusación de moda, fuertemente inoculada por los medios opositores: el gobierno dice una cosa pero hace otra. Ver al diario La Nación criticando la inversión extranjera fue de antología. Al margen de eso, la crítica fácil pretende que la llegada de la petrolera estadounidense es una resignación, cuando no una contradicción insalvable, con los postulados de la autonomía agitados durante la renacionalización de YPF.
Quien suscribe estas líneas habló esta semana con, al menos, nueve especialistas en petróleo. La mayoría está a favor del convenio. No podría reproducir en este recuadro lo que dijo cada uno. Pero releyendo el libro La fuerza es el derecho de las bestias, escrito por Juan Perón en 1958, surge un párrafo que, aunque parezca mentira, resume muchos de los argumentos de los actuales especialistas. Defiende el general en el exilio su intención de asociarse con la Standard Oil (hoy Chevron) en 1955, antes de ser derrocado por un sangriento golpe de Estado. Y dice así: "Los sistemas empleados en la Argentina distan mucho de los nuevos métodos de exploración, prospección, cateo y explotación racional de los yacimientos modernos. Es menester reconocer que no estamos en condiciones de explotar convenientemente los pozos de grandes profundidades que se terminan de descubrir en Salta (...) Si la capacidad organizativa y técnica de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales son insuficientes, la capacidad financiera es tan limitada para encarar la producción en gran escala que podemos afirmar, a priori, su absoluta impotencia. Descartando la posibilidad de la provisión de materiales y maquinaria (sólo hipotéticamente, porque sabemos que no es así), ni el Estado argentino está en condiciones de un esfuerzo financiero semejante. (...) Y pretender que los inversores extranjeros inviertan su dinero en compañías argentinas de petróleo es simplemente angelical (...) Si ha de resolverse el problema energético argentino por el único camino posible –el del petróleo– es necesario contratar su extracción por compañías capacitadas por su organización, por su técnica, por sus posibilidades financieras, por la disponibilidad de maquinaria, etc. De lo contrario, será necesario detener el ritmo de crecimiento del país. (...) El contrato con la Standard Oil de California, que el PE sometió a la aprobación del Congreso, contrataba con esta compañía la locación de servicios para la extracción de petróleo para YPF mediante el pago del uno por ciento de beneficio justo. Esa misma compañía se encargaría de la construcción de los oleoductos correspondientes, a amortizar con el transporte del combustible. Estos son los 'tratos inadmisibles' que desean insinuar la entrega del petróleo al extranjero. Como si la locación de servicios diera algún derecho de posesión. (...) El compromiso por Standard Oil de California era de llegar a satisfacer en tres años las necesidades del país, trabajando conjuntamente con YPF (...) También se comprometían a incrementar su producción en los años sucesivos, en forma de mantener el abastecimiento interno y aún comenzar la exportación de petróleo y sus derivados, para poder aumentar así la disponibilidad de divisas (...) Los tiranos de mi país, ignorantes e inexpertos, creen que resolverán la financiación con YPF mediante empréstitos. ¿Es que ignoran lo que esto representa? (...) Con este empréstito disminuido y nominal llegarán sólo a YPF los materiales: ellos deberán encarar todo el trabajo y sus altos costos. Yo me pregunto: ¿No es más conveniente traer las compañías especializadas, darles trabajo, dividir las ganancias por mitades y dedicar esas ganancias al pueblo argentino?”
Más de medio siglo después, el debate está instalado casi, casi en el mismo sitio. Sólo cambia la provincia: Neuquén, en lugar de Salta.
Publicado en:
http://www.infonews.com/2013/07/21/politica-87280-la-fantasia-del-voto-equilibrante-paso-2013-ypf-chevron.php
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