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sábado, 5 de enero de 2013

Oligopolios y precios, por Alfredo Zaiat (para “Página 12” del 05-01-13)




El sábado pasado en esta misma columna se detalló el análisis del Banco Central sobre la inflación. Una lectura desprejuiciada habría observado la inclusión de seis indicadores de evolución de precios, relativizando el polémico IPC Indec cuya variación siempre se ubica por debajo de los cinco restantes. Detenerse sólo en la cifra del índice de precios al consumidor del Instituto Nacional de Estadísticas obtura el despliegue del debate de argumentos sobre las causas de la inflación. Eludir ese sendero propuesto por la ortodoxia, que ofrece las mismas medidas de ajuste fiscal y monetario que ya han fracasado en términos sociolaborales, es necesario para detectar el origen y la dinámica de los precios en la economía argentina. El documento “Programación 2013 Banco Central de la República Argentina. Objetivos y planes para el desarrollo de la política monetaria, financiera, crediticia y cambiaria” precisa cinco fuentes de base inflacionaria que están operando en la actualidad: la presencia de desequilibrios en la estructura productiva; los “cuellos de botella” en determinados sectores; la puja distributiva; los shocks exógenos de los precios internacionales; y la formación oligopólica de precios.
Esta última es una de las más interesantes de abordar porque no queda bajo análisis de gran parte de los economistas y por lo tanto es una cuestión que permanece oculta en el esfuerzo de entender las causas de la inflación. Es una opción política minimizar estudios sobre los niveles de precios que involucra a las empresas y a cada uno de los eslabones de la cadena de producción. Resulta relevante analizar entonces la relación entre el alza de los precios y el poder monopólico u oligopólico en los mercados si la pretensión es hablar de inflación. También es sustancial determinar los motivos de por qué en algunas economías el oligopolio tiene más influencia en los precios que en otras, puesto que la concentración del capital con la posibilidad de ejercer abusos de posición dominante se desarrolla en todos lados. El caso argentino es uno donde ese tipo de mercado tiene más impacto negativo en la inflación.
El estudio del comportamiento de las grandes firmas es importante debido a que tienen una capacidad notable para definir la evolución de las principales variables macroeconómicas, en especial la de los precios. Lo pueden hacer por su poder económico, su lugar central que ocupan en la dinámica de la generación de riqueza y en el destacado lobbying que ejercen sobre las autoridades. En Elite empresaria y régimen económico en la Argentina. Las grandes firmas en la posconvertibilidad se abordan “las alteraciones en la estructura de precios relativos de la economía doméstica que se motorizaron a partir de la ‘salida devaluatoria’ de la convertibilidad y la vigencia de un escenario internacional sumamente favorable en lo que hace a la demanda y los precios de los productos exportados”. Investigadores del Area de Economía y Tecnología de Flacso, Martín Schorr, Pablo Manzanelli y Eduardo Basualdo explican en ese trabajo que el agotamiento del “modelo de valorización financiera y ajuste estructural vigente entre 1976 y 2001” y la forma de resolución de la crisis terminal de la convertibilidad “trajo aparejados cambios significativos en la organización y el derrotero de las relaciones económicas en la Argentina”. Mencionan que el principal efecto de la maxidevaluación del peso fue una inmensa transferencia de ingresos del trabajo al capital, en especial a sus segmentos más concentrados, como consecuencia directa de la drástica reducción del salario real.
El documento de Flacso destaca esa fuerte pérdida inicial del poder adquisitivo como uno de los factores más relevantes para interpretar la forma que adoptó la salida de la convertibilidad, pero también indica otro elemento también importante: las transferencias intersectoriales del ingreso, o sea la alteración en la estructura de precios relativos de la economía a partir de la maxidevaluación. Apunta que se beneficiaron los sectores productores de bienes (minería, hidrocarburos, agropecuario y gran parte de la industria) en detrimentos de los proveedores de servicios.
Aquí comienza la evaluación sobre cómo aumentaron los precios domésticos en ese nuevo contexto económico de cambio de régimen de acumulación, moneda devaluada y escenario internacional con precios y demanda elevados de los productos de exportación. Entre las ramas que se ubicaron por encima de la media de la industria se encuentran actividades donde prevalecen mercados con acentuadas economías de escala, intensivas en capital y con altas barreras al ingreso que devienen en estructuras de oferta altamente concentradas. Son los casos, entre otros, de la industria siderúrgica, aluminio primario, celulósico-papelera, elaboradora de vidrio plano y de envases de vidrio, refinación de petróleo, automotriz, producción de neumáticos, petroquímica y fabricación de fibra óptica, hilos y cables aislados. Queda de manifiesto de ese modo la asociación entre la evolución de los precios mayoristas y la respectiva estructura de los mercados.
Una rama sensible que afecta el poder adquisitivo es el rubro alimentos y bebidas. La investigación de Schorr, Manzanelli y Basualdo destaca que en ese sector conviven oligopolios con otros mercados de escasa concentración, y “la variación de precios guarda correspondencia con esa heterogénea estructura de mercado”. Indican sobre esto último que
- los datos aportados por la evolución de los precios mayoristas, que luego se trasladan en gran medida al minorista, de la rama alimentos y bebidas en el período 2001-2010 permiten concluir que en los rubros vinculados con mercados concentrados hubo aumentos en los precios mayoristas por encima del promedio de la industria alimenticia durante la posconvertibilidad;
- por ejemplo, la producción azucarera (391,0 por ciento), la aceitera (390,8), la de chocolate y golosinas (333,1), la cervecera (329,9), la de alcohol etílico y bebidas alcohólicas destiladas (287,0) y la de productos lácteos (284,4 por ciento);
- en los dos años siguientes siguieron subiendo los precios mayoristas, por ejemplo productos de la industria aceitera aumentaron 35,4 por ciento en noviembre del año pasado respecto del mismo mes de 2011;
- en estas industrias conviven oligopolios con capacidad decisiva en la fijación de precios en el ámbito local, una elevada presencia en la cúpula empresaria y, en muchos casos, una considerable inserción en el mercado mundial a partir de sus exportaciones; y
- que por eso en un contexto de alza de precios y demanda en expansión (interna y externa), estos segmentos hayan registrado una mejora sustantiva en sus precios relativos y, en consecuencia, una considerable captación diferencial de excedentes en el ámbito fabril y en la economía en su conjunto.
En la mayoría de las ramas industriales en donde prevalecen mercados con estructura de oferta altamente concentradas los precios de producción crecieron a un ritmo más acelerado que la media. Aquí irrumpe la marcada debilidad de la intervención oficial en los últimos años, teniendo en cuenta que en otros países también existen oligopolios y no aumentan precios con la intensidad que lo hacen en Argentina. La estrategia del Gobierno fue negociar acuerdos de precios con los eslabones más concentrados con el convencimiento de que pactar con las grandes firmas es más sencillo, seguro y efectivo para garantizar una tasa de inflación decreciente. El resultado después de varios años de fijar pautas de aumentos de precios con empresas ejerciendo posición dominante, que no son cumplidas por diversas prácticas distractivas en la presentación de los productos, invita a una evaluación con vocación de revisión de esa política.



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