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martes, 6 de noviembre de 2012

Vivir con lo vuestro, por Eduardo Anguita (para “Miradas al Sur” del 04-11-12)



Miradas al Sur.Año 5. Edición número 233. Domingo 4 de noviembre de 2012

Por 
Eduardo Anguita


Las calificadoras de riesgo Standard & Poors y Fitch le bajaron la nota a la Argentina. Son las mismas –sumando a Moody’s– que aumentaron brutalmente sus ingresos entre 2007 y 2011 sumando clientes a los que mantenían en el top de la consideración positiva (AAA). Esas empresas privadas eran contratadas por entidades financieras que ofrecían al público, vía las Bolsas de Valores, las hipotecas basuras y los activos tóxicos, entre otras inversiones rentísticas. Los casos más patéticos que descalifican a esas agencias son los del gigantesco banco Lehman Brothers y la del supermillonario Bernard Madoff que quebraron en 2008. Lehman había tomado una cartera inmensa de hipotecas subprime –de alto riesgo– y pese a ello seguía siendo AAA hasta pocos días antes de la bancarrota. Las acciones de Lehman recién se desplomaron nueve días antes de su implosión gracias al maquillaje que sus ejecutivos y las calificadoras hacían acerca de la solvencia del banco. En cuanto al asesor de inversiones y agente de Bolsa Bernard Madoff, fue acusado del mayor fraude financiero de la historia de Estados Unidos apenas tres meses después de la quiebra de Lehman. Pero, curiosamente, ni las autoridades norteamericanas ni las calificadoras de riesgo sospecharon que las altísimas utilidades que Madoff prometía a sus clientes formaban parte de una estafa monumental.
Bastó que una Corte del Estado de Nueva York ratificara un fallo del juez Thomas Griessa que favorece a los tenedores de títulos argentinos que no ingresaron en el canje de títulos para que la prensa opositora agitara el fantasma del riesgo que significa el lápiz rojo de las calificadoras y que además hablaran del riesgo del default (cesación de pagos). Más allá de las calificaciones que merecen muchos de los artículos periodísticos en cuestión, conviene detenerse para aclarar algunos aspectos que pueden ayudar a un análisis más sereno de los temas en cuestión. Es cierto que, como afirmó el canciller Héctor Timerman, para nada parece un escenario razonable sentarse a negociar con quienes retuvieron, con fines especulativos, una porción de la deuda externa. Se trata de un total de títulos cuyo valor nominal no supera los 6.000 millones de dólares y que sumando intereses podría llegar a unos 10.000 millones. Es decir, si se hiciera una quita similar a la de los canjes del 2005 y 2010 se trata de una cifra no mayor a los 3.000 millones de dólares. Sólo dos datos para no abrumar: cuando Néstor Kirchner hizo la primera declaración sobre llamar a los acreedores a una negociación, la deuda ascendía a 190.000 millones (capital e intereses), equivaliendo al 126% del PBI.
Y para ver la seriedad de los compromisos contraídos a partir de las dos negociaciones, el Estado argentino pagó a principios de agosto la última cuota del Boden 2012 por un total de 2.300 millones de dólares y antes de fin de año deberá desembolsar una cifra aún mayor (alrededor de 3.400 millones de dólares) por el pago de los llamados cupones PBI. Cabe resaltar que la propia Presidenta, por cadena nacional del 25 de junio pasado, confirmó ambos pagos y en dólares. El primero se hizo el día señalado y en cuanto al segundo, todo indica que se pagará también en tiempo y forma. Los pagos se hacen con las llamadas Reservas Internacionales del Banco Central, que hoy ascienden a unos 45.000 millones de dólares.
Piratería financiera. Es cierto que la incautación de la Fragata Libertad y la ratificación de una corte neoyorquina ayudan al clima de temor sobre si la Argentina tiene un frente externo sólido o está lleno de nubarrones. Lo primero que debe señalarse es que el camino emprendido de renegociar la deuda no se hizo a través de un club de deudores que negociaran desde una posición más o menos de fuerza, sino que fue la Argentina el único país que quedó en cesación de pagos y tuvo que arreglarse la vida sola. En ese sentido, una pelea de David contra Goliat nunca puede ser tomada como una pelea con victoria asegurada. Sin embargo, el primero y más importante triunfo fue el respaldo político que la mayoría de la sociedad le dio a Néstor Kirchner primero y luego a Cristina Fernández de Kirchner al acompañar sus gestiones con el voto y también con la reconstrucción del tejido social, laboral, educativo y político en un país donde algunos sectores políticos pensaron en concesionar el Ministerio de Economía a un grupo de funcionarios del FMI. En segundo lugar, el camino prosperó al punto tal de que, aún con los compromisos adquiridos, el Banco Central tiene una cantidad de fondos importantes. La comparación de nuestras reservas con la de otros bancos centrales no puede hacerse desconociendo la exigencia de los pagos que, vale la pena insistir, fueron obligaciones tomadas por el Gobierno y luego plebiscitadas en las urnas por la mayoría de la sociedad. En tercer lugar, no se puede confundir el supuesto traspié por la incautación de la nave escuela de la Armada con la improvisación. Los medios opositores no destacaron el reciente fallo sobre la intangibilidad de las reservas argentinas en el Banco de Basilea. Los fondos especulativos tuvieron un revés el pasado 18 de octubre, cuando la máxima instancia del gobierno suizo ratificó los fallos de la Justicia de ese país en el sentido de que su pretensión de embargar depósitos en el Banco Internacional de Pagos de Basilea, iniciada con una demanda judicial en 2009. Ese fondo también perdió varias instancias judiciales en Nueva York con su demanda de embargar depósitos argentinos en la sede de la Reserva Federal Federal estadounidense en esa ciudad. Cabe recordar que el juez Griessa había fallado a favor de ese reclamo y ordenó que quedaran embargados unos 100 millones de dólares. La Argentina apeló la decisión y una Corte de apelaciones dio vuelta el fallo. Los abogados de los fondos especulativos, a su vez, apelaron y las autoridades argentinas están confiadas en que la última instancia será positiva para el país y les cerrará las puertas a los fondos especulativos. Es decir, si bien hubo dos alertas –Fragata y confirmación de la Corte del fallo de Griesa– hubo una cantidad de otras demandas judiciales en las que los especuladores vieron cómo se les cierran las puertas.
Al respecto, el hecho de que hasta ahora no hayan tenido suerte no indica que estos fondos no encuentren, algún día, un escenario favorable para ellos. En primer lugar, porque el nivel de crisis que viven varios países europeos lleva a pensar que la banca pública y privada internacional –y no sólo los fondos especulativos– hace lobby para que los tribunales sean estrictos en la defensa de los intereses financieros y desoigan los reclamos de las sociedades que viven ajustes salvajes. En segundo lugar, porque la decisión de las autoridades argentinas de no negociar con los reclamos en cuestión se asienta en que cumple con sus obligaciones y honra sus compromisos. Por último, y tan importante o más, porque la Argentina puede “vivir con lo nuestro” tal como se demostró a sí misma y lo valora buena parte de la comunidad internacional. En cambio, los acreedores de deudas impagables o flagrantemente injustas, sólo saben “vivir con lo vuestro”.
Ningún clima de miedo. Aunque parezca un contrasentido, varios medios opositores se regodean con la posibilidad de que el juez Griesa pueda ordenar el embargo de pagos efectuados por la Argentina a quienes entraron en los canjes de 2005 y 2010 con el propósito de trabajar de Hood Robin y entregarles a los tenedores de títulos en default una parte de ese dinero. El mecanismo que imaginan los afiebrados es, más o menos, el siguiente: Griesa ordena, por ejemplo al Banco de Basilea, que retenga una parte de los pagos para ser remitida a su juzgado neoyorquino y desde allí, el juez destinaría el dinero, por ejemplo, al fondo NML de Paul Singer. Pero, tal como se dijo más arriba, los depósitos en Basilea son intangibles. Entonces, la captura deberían hacerla entre que sale del Banco de Basilea y llega a Euroclear, el ente financiero que, a su vez, redirecciona el dinero a las cuentas de los destinatarios finales. Los abogados especializados en estos litigios saben que existen varias maneras de eludir ese camino y las autoridades argentinas han tenido en cuenta éste y otros riesgos desde el primer momento que se inició el camino de la renegociación de la deuda. En ese sentido, cabe consignar que la reestructuración de los compromisos se hizo en completa soberanía. No hay FMI ni consorcio de bancos ni juez Griesa que obligue al país a seguir una vía de pago preestablecida que pudiera prestarse a riesgos de embargo. Entonces, es el Estado argentino y cada uno de los que renegociaron los títulos los que establecen la modalidad y el lugar de pago. Si, por ejemplo, los cupones del PBI se pagaran en una cuenta en dólares del Banco Nación en cualquier distrito argentino a conformidad del tenedor de títulos la eventual orden de incautación no sería reconocida seguramente por las autoridades argentinas. Claro, no habría que descartar algún magistrado dispuesto a convertir en hechos los deseos de los afiebrados articulistas opositores y, hay que decirlo, antinacionales.
Si alguien quiere mezclar estos ruidos de tenedores de títulos con los ruidos de las cacerolas del próximo jueves 8, está en todo su derecho. En definitiva, tenedores y cacerolas son parte de los instrumentos de cocina y quizá puedan hacer un buen desaguisado. Pero, vale la pena recordar que la única vez que sonaron fuerte las cacerolas fue a partir del corralito. Fue el decreto 1570, firmado por Fernando De la Rúa y Domingo Cavallo, el que estableció el 3 de diciembre de 2001 que quedaban prohibidos “los retiros en efectivo que superen los 250 pesos por semana por parte del titular del total de sus cuentas en cada entidad financiera”. Así de violento fue. Y de eso estamos saliendo. Con muchos problemas, con muchos temas para debatir, con todo el derecho a disentir y a publicar el disenso. Eso sí, con todo el derecho a que algunos vivos no crean que, 11 años después, llegó la hora de repetir la fórmula de “vivir con lo vuestro”.


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