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domingo, 18 de noviembre de 2012

Mentira y cacerola, la lucha es una sola, por Gustavo Rosa (para “Apuntes Discontinuos” del 16-11-12)



Algunos mal pensados –como este escriba- sospechan que Macri aceptó hacerse cargo del subte sólo como herramienta de disputa con el Gobierno Nacional y de paso, para generar malestar en la población porteña. Por supuesto que los habitantes de la CABA no son “el país”, pero hacen tanto ruido que lo parecen. Entonces, una sola chispita basta para encender la hoguera capitalina. Y en eso, el Jefe de Gobierno porteño es un experto. Como sabe que no mide aún para posicionarse de cara al 2015, la única posibilidad de aproximarse al podio es socavar la solidez de La Presidenta. “Está claro que esto va a ser un costo para la Ciudad –explicó la vice jefa, María Eugenia Vidal- porque estamos asumiendo un servicio sin ningún tipo de apoyo del gobierno nacional, violando la Constitución nacional que es clara y dice que los traspasos se tienen que hacer con recursos". Miente, por supuesto, porque nada dice de lo que se ha depositado en el Banco Nación a lo largo de todo el año. También miente Bartolomé Mitre, el director del diario La Nación, en una entrevista realizada en Brasil. En cada una de sus palabras hay una mentira y detrás de cada mentira hay un destinatario que cree en ella. Y después de creer, de grabar a fuego las falsedades a las que decide dar crédito sin dudar, sale a cacharrear, convencido de que lo que sostiene es verdadero, aunque el mundo cotidiano se estrelle en su narizota.
Quizá por eso, los carroñeros abusan de tanta credulidad. La revista brasilera Veja entrevistó a Mitre y permitió que esbozara un panorama de ficción que asustaría al más valiente. La incongruencia del título de la nota ya anticipa bastante: “Una dictadura con elecciones”. Y de dictaduras sabe mucho el director de La tribuna de doctrina, pues ha sido cómplice y beneficiario –casi instigador- de la dictadura más sangrienta instalada en nuestro país. Pero su preocupación esencial es el 7D y por eso afila sus pestilentes colmillos para mentir despiadadamente. "La limitación de la libertad de prensa en nuestro país afecta a todos –pontificó- La libertad de Clarín es la libertad de toda la prensa argentina". En primer lugar, el 7D no va a pasar nada con la prensa, pues la ley regula los medios de comunicación audiovisual y cualquiera puede deducir que los diarios no estarán afectados. Tampoco la ley cercena la libertad de prensa ni de expresión, porque sólo regula la titularidad de las licencias y de ninguna manera los contenidos. Y por último, decir que Clarín, que ha crecido a fuerza de hundir competidores, presionar anunciantes y endosar su deuda a todo el pueblo, representa la libertad de toda la prensa resulta contradictorio y hasta insultante.
Pero no conforme con estas alteraciones de la realidad, el sucesor de El padre de la historia denunció que "alrededor del 80% de los canales de TV, periódicos y radios ya están bajo control del Gobierno". Y no conforme con esa senil alucinación, explicó que "la intención es lograr un control total de canales de televisión abierta”. Para no abundar en las ridiculeces vertidas por este patricio en el exterior, un par de fragmentos bastan para confirmar sus intenciones. “Tenemos cero de publicidad oficial. Somos independientes”. La pauta oficial no representa más que el 6 por ciento del total de la torta publicitaria, por lo que no es esencial para el sostén de estos medios. Independientes del gobierno, pero no de las empresas más importantes del país, a las que protegen desde sus páginas. Independiente del poder político, pero no de los poderes fácticos. Después, la frase que inspira el título: “esencialmente, vivimos en una dictadura de los votos". Estas palabras encierran un enorme desprecio hacia la voluntad del pueblo. Desprecio que se multiplica en las plazas caceroleras. Ya es común por parte de los sicarios de ciertos medios el uso de la palabra ‘dictadura’ con absoluta liviandad, pero es más grave aún cuando la pronuncia alguien que estuvo ligado a las verdaderas dictaduras, orquestadas por los que siempre trataron de dominar la economía del país en su propio beneficio.
Como el patricio, son muchos los que, para construir una imagen demoníaca del Gobierno Nacional, apelan a la patraña del autoritarismo. Para ellos, el gobierno es autoritario porque no están de acuerdo con las medidas que toma la Autoridad, sobre todo aquéllas que tienen como objetivo limar un poco los privilegios del Poder Fáctico. El gobierno es autoritario porque impulsó los juicios a los genocidas, aunque pocos son tan audaces como para cuestionar esto. Pero sobre todo, es autoritario porque la Justicia está avanzando hacia los civiles, cómplices, instigadores y beneficiarios de delitos de Lesa Humanidad. En estos días, el juez federal Fernando Poviña decidió el procesamiento de Carlos Blaquier, de Ledesma, como cómplice en primer grado por privación ilegal de la libertad agravada sobre 29 personas en los primeros meses de la dictadura. Este es el primer caso de procesamiento a un civil, pero no será el último. Y eso es lo que temen. Aunque la Justicia tarda, siempre llega.
Y a veces se pierde en laberintos enmarañados, de esos que tan bien preparan los arquitectos periodísticos. Unos meses atrás, comenzó el culebrón de la no-causa de Amado Boudou. Muchas seseras mediáticas, hasta exigían la renuncia del Vicepresidente. En los cacerolazos de este año, Boudou aparecía como el corrupto número uno y despertó los insultos más creativos de muchos manifestantes. ¿Cómo se puede dar marcha atrás después de tanto estiércol arrojado? Un escrito de 110 páginas presentado ante el juzgado de Ariel Lijo, firmado por Alejandro Vandenbroele, demuestra que no fue Boudou el que puso dinero para salvar a la ex Ciccone Calcográfica, sino el financista Raúl Moneta. Esa fue la acusación inicial que dio origen a cientos y cientos de falaces informes mediáticos. Ahora, Vandenbroele rompe el silencio profesional y afirma, como lo ha hecho siempre, que no es amigo de la infancia ni testaferro de Boudou.
Pero si no es Boudou, será Moreno o don Juan de los Palotes. Siempre habrá una víctima para crucificar desde los medios, siempre habrá una denuncia infundada devenida de una falaz investigación que despierte la ira de los Indignados Argentinos. Ese es el nuevo nombre que portarán ahora los antiguamente llamados caceroleros. Indignados por enojados, no porque hayan perdido ninguna dignidad. No son como los indignados españoles, que, como muchos ciudadanos europeos, padecen en carne propia la crudeza de los ajustes que muchas veces sufrimos en estas tierras. Lo único que padecen los indignados de acá es una manipulación alevosa por parte de algunos medios de comunicación. Y sólo confían en ellos.
Algunas fuerzas políticas –por llamarlas de algún modo- están tratando de capitalizar a estos iracundos protestones. Para dar por tierra definitivamente al mito de la espontaneidad, los organizadores empezaron a moverse fuera del universo virtual y convocaron a una reunión para debatir la continuidad del movimiento cacerolero. Para que no queden dudas, la tertulia –con bocaditos incluidos- se realizó en el Salón Auditorium Manuel Belgrano del Banco Ciudad, por lo que el macrismo no está ajeno. Apenas unas treinta y cinco personas asistieron para no llegar a ningún acuerdo, pelearse entre sí y sumar más enojo a la indignación. Lo que pasa es que los del PRO están muy apurados. Ya está Mauricio molestando por teléfono y anunciando con voz angelical que tiene un sueño –no como el de Martin Luther King, por supuesto- y nos invita a formar parte de él. Como el autor de estos apuntes no oprimió la tecla 1, se perdió el resto de la historia. No hacía falta saber más. El sueño de estos individuos se transforma en la pesadilla de todos. Y ya nos resulta por demás de conocida. Para los que no tienen memoria, un paseíto informativo por algunos países europeos la puede refrescar.

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