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domingo, 26 de febrero de 2012

Reflexiones sobre la tragedia, por Agustín Rossi (para “Página 12” del 26-02-12)

Ante tragedias como la del miércoles en Once hay que ser muy respetuosos y medidos en las palabras. Antes que hablar mucho, hay que estar y acompañar. Qué mejor símbolo para ello que la actitud demostrada por los familiares y amigos de Lucas: la templanza que tuvieron fue un verdadero ejemplo para todos. Sabemos que nada alivia el dolor de las víctimas (fatales o no), de sus familias y amigos, ni siquiera la enorme solidaridad expresada por la inmensa mayoría del pueblo argentino. La sociedad argentina demostró –una vez más– una altísima sensibilidad ante la tragedia. Cuando pasan estas cosas, un clima de consternación y reflexión inunda a absolutamente todos los argentinos bien nacidos. Lo pudimos constatar en las calles de Buenos Aires por estas horas y en cualquier lugar del país.

Es imposible haber presenciado la tragedia de Once sin conmovernos ante tanto dolor. Que argentinos pierdan la vida en situaciones como ésta nunca es inocuo para alguien con responsabilidades públicas. La indignación ciudadana (justa y razonable, por cierto) suele llevar a posturas extremas donde suele pensarse que “todo es lo mismo”, que “nada les importa” a los que tienen mayores responsabilidades. Y eso no es así. Los que vivimos la política como vocación de servicio, los que asumimos esta actividad como una herramienta de transformación de las cosas que están mal, vivimos estas situaciones como un verdadero quiebre. No tenía rol institucional en diciembre de 2001. Desde Rosario me tocó ver lo de Cromañón. Viví desde diversos lugares tragedias viales de magnitud o muertes constantes por la inseguridad. Más allá del cargo o responsabilidad que uno circunstancialmente tenga, la pérdida de la vida de personas inocentes conmueve y obliga.

Nuestro espacio político –el denominado “kirchnerismo”– siempre fue muy sensible a este tipo de hechos. Desde la política tratamos –con aciertos y errores– de que los argentinos vivamos cada día un poco mejor. Por eso, la muerte nos golpea, como a todos, pero con un adicional. Tenemos responsabilidades públicas y las tragedias nos interpelan.

¿Se podrían haber evitado las muertes? ¿Podríamos haber hecho otra cosa? ¿Qué hacer para que no vuelvan a pasar? Tenemos que reflexionar y mucho. Pero, además de pensar, tenemos que actuar en consecuencia para que estas cosas no sucedan de nuevo aunque sepamos que quizás haya elementos técnicos o humanos que no se puedan controlar desde las políticas públicas.

Néstor Kirchner vivía situaciones como ésta con una enorme intensidad. La muerte ajena lo interrogaba, más aún si se trataba de víctimas inocentes. Su generación vivió con especial tensión el delgado hilo que separa la vida y la muerte. Néstor era parte de la “generación diezmada” por el terrorismo de Estado. Por eso hizo lo que hizo en materia de derechos humanos: actuó desde el Estado para que Nunca Más suceda algo similar.

Recuerdo el dolor de Néstor Kirchner por la muerte de Axel Blumberg, su actitud de reflexión en cada acto por el atentado contra la AMIA, su permanente recuerdo de los que dejaron la vida en Malvinas, su enorme desazón por el asesinato de Mariano Ferreyra. Kirchner transformaba el dolor de la muerte en el germen de políticas públicas que generaban vida.

Cristina es igual, con dos agregados. Primero, es mujer, con todo lo que ello implica en materia de sensibilidad ante estas situaciones. Y además, vivió la muerte de Néstor, su compañero de toda la vida. La Presidenta ama la vida, por eso sufre la muerte. Y, como decía el Che, vive el padecer ajeno como si fuera propio. Pero Cristina es una persona de Estado y debe actuar con la prudencia, la responsabilidad y la firmeza que le implica su cargo. Siempre lo hizo así y no dudo de que lo seguirá haciendo de esta manera.

Por estas horas se han despertado muchas especulaciones que poco tienen que ver con un abordaje serio de la tragedia de Once y entran en el fangoso terreno de la especulación política. Se preguntan si Cristina tendría o no que haberse pronunciado sobre el tema. Se preguntan si hay que rescindir una concesión o pasar a otro esquema de gestión de la política de transporte. Interrogan sobre la conveniencia de que tal o cual funcionario sigan en su cargo.

Todas estas preguntas parten de no tener en cuenta un elemento central: la Presidenta gobierna las 24 horas de los 365 días. No gobierna sólo cuando pronuncia un discurso. Fueron sus decisiones las que indicaron a sus funcionarios la total coordinación de tareas de rescate con el personal de la Ciudad. Fue la mismísima Presidenta quien decretó el duelo nacional y pidió la suspensión de toda actividad que pudiese sacar al pueblo argentino del necesario clima de recogimiento en memoria de las víctimas. Fue Cristina quien instruyó a sus colaboradores para resguardar todo lo que pueda servir como elemento de investigación y fue decisión suya que el Estado se presente como querellante. Fue una Presidenta presente, nadie puede ponerlo en duda.

En estos casi nueve años de gobierno desactivamos muchas bombas de tiempo instaladas por las décadas de retroceso estatal y el neoliberalismo. El manejo de la deuda externa; la recuperación estatal de la administración del sistema previsional; la estatización de Aerolíneas y la empresa de Aguas; la recuperación del rol del Estado nacional en materia educativa; desandar la legislación laboral del neoliberalismo. Todas estas decisiones pusieron fin a pesadas herencias que condicionaron por años la vida cotidiana de los argentinos. Pero somos conscientes de que tenemos que seguir trabajando para solucionar muchos problemas que todavía existen. Para eso nos eligió el pueblo argentino: para seguir gobernando y transformando, no para ser meros administradores de situaciones preexistentes.

Por eso, estamos convencidos de que será la Presidenta, junto a sus colaboradores, como lo demostró en tantas ocasiones, la que impulsará todas las acciones necesarias para que el Estado argentino aprenda de las experiencias dolorosas y vuelva a sembrar vida donde hoy sólo hay muerte y consternación. Los que con orgullo y convicción acompañamos este proyecto desde el 25 de mayo de 2003 sabemos de su sensibilidad y de su temple. Y la vamos a apoyar en la implementación de todas las decisiones que considere necesarias.

Agustín Rossi es Ingeniero. Diputado nacional.
Presidente de Bloque FPV-PJ.

Publicado en :

http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-188391-2012-02-26.html

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