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sábado, 25 de febrero de 2012

DOS MARXISTAS AGRARIOS, por Gustavo Battistoni (para “Cuadernos de Izquierda Nacional” y “Redacción Popular”)


Uno de los aspectos a los que Carlos Marx dio mayor énfasis en el final de su vida fue al estudio de la cuestión agraria. El tercer tomo de "El Capital" contiene sus análisis sobre la génesis y el desarrollo de la renta de la tierra; particular interés para los habitantes de la Argentina es su investigación sobre la renta diferencial de la tierra, que es la clave para explicar el portentoso desarrollo de nuestra economía.

Marx se propuso demostrar cómo el capitalismo se apodera de la agricultura igual que de cualquier otra rama económica:”Todo progreso de la agricultura capitalista no es sólo un progreso en el arte de despojar al trabajador, sino en el arte de despojar el suelo; todo progreso en la elevación de su fertilidad durante un debido período de tiempo, es al mismo tiempo un progreso en la ruina de las fuentes permanentes de esa fertilidad. La producción capitalista no desarrolla, pues, la técnica y la combinación del proceso social de la producción sino en tanto que destruye al propio tiempo las fuentes de origen de toda riqueza: la tierra y el trabajador”.

Esta cita de Marx demuestra no sólo la profundidad de su análisis con respeto a la agricultura sino también su preocupación por la destrucción del medio ambiente por el modo de producción capitalista; el capitalismo no sólo “degrada” la fuerza de trabajo, también destruye el ecosistema que es la base material de la existencia humana.

El fundador del socialismo científico tuvo varios continuadores en la temática como Karl Kautsky y V.I. Lenin; entre nosotros Juan B. Justo, Guillermo Flichman, Héctor Alonso (en la Izquierda Nacional) también hicieron importantes aportes, pero quienes realizaron los más audaces análisis con escalpelo marxista fueron dos revolucionarios agrarios olvidados, José Boglich y Reinaldo Frigerio.

Desarrollemos un poco el concepto de renta de la tierra. Marx, en varios capítulos del tercer tomo de su magna obra, distingue dos tipos de renta derivados de la tierra.

La renta absoluta es la consecuencia de la propiedad privada de la tierra y del hecho de que, por ser un bien limitado, aquella es detentada en régimen de monopolio. La renta diferencial, depende, en cambio, del modo de producción capitalista.

Marx define como sigue la característica esencial de la renta de la tierra:”Por tanto, lo que caracteriza a la renta de la tierra no es el hecho de que los productos agrícolas se desarrollen hasta convertirse en valores y como valores, es decir, el que se enfrenten como mercancías a otras mercancías, mientras los productos no agrícolas se enfrenten también a ellos como tales mercancías, o el que se desarrollen como expresiones especiales del trabajo social. Lo característico de la renta del suelo es que bajo las condiciones en que los productos agrícolas se desarrollen como valores (como mercancías) y bajo las condiciones de la realización de sus valores, se desarrolla también la capacidad de la propiedad territorial para apropiarse de una parte cada vez mayor de estos valores creados sin intervención suya, convirtiéndose así en renta de la tierra de una parte cada vez mayor de la plusvalía”.

Es el tributo que la comunidad paga al terrateniente, en función de que no puede prescindir de un medio de producción que aquel monopoliza: la tierra.
La porción que el terrateniente retiene de la plusvalía como renta del suelo, aumenta con el desarrollo del modo capitalita de producción, pero no es consecuencia del trabajo o la intervención del terrateniente, sino del trabajo y la dinámica económica de la colectividad.

Karl Kautsky, en su libro”La Cuestión Agraria”, esclarece lúcidamente la teoría marxista de la renta territorial. Dice:”La renta de la tierra, como renta diferencial, es producto de la concurrencia; y como absoluta, es fruto del monopolio. Más adelante, afirma:”En la práctica, ambas clases de renta territorial no se diferencian; ni puede distinguirse cual sea la proporción de la renta diferencial o absoluta”.

La renta diferencial resulta, por ejemplo, de la mayor productividad de un campo con respecto a la media de producción, o la menor distancia al mercado que abarata los fletes, como pasa con respecto a los productos de la Pampa Húmeda con respecto a los productos de las provincias del norte.

Y continúa el socialdemócrata alemán:”La diferencia, pues, de ambas especies de renta es en esencia que la renta diferencial resulta del carácter capitalista de producción, y no de la propiedad privada del suelo, como que subsistiría aún cuando el terreno se nacionalizase tal como quieren los partidarios de la reforma agraria, mientras quedara en pie la forma capitalista de la explotación agrícola; pero en este caso no beneficiaria a particulares, sino a la colectividad.

La Absoluta depende de la propiedad privada del suelo y de la oposición entre el interés del terrateniente con el de la colectividad. La nacionalización o incautación por el estado del suelo, podría suprimirle y disminuir los precios de los productos agrícolas”.

En nuestro país donde la producción agropecuaria está, en general, vinculada al modo capitalista de producción, está teoría de la renta territorial es indudablemente válida.

La Argentina como Australia, Nueva Zelanda y Canadá contaba con las condiciones climáticas ideales para el desarrollo de un capitalismo agrario consolidado. Pero como bien explicó Jorge Enea Spilimbergo en “Clase Obrera y Poder”, tuvimos una clase “capitalista” más no “burguesa”, que explica el derrotero de nuestra oligarquía. A diferencia de los otros países y por razones ligadas a la distribución de la tierra, nuestra república tuvo serios inconvenientes para ser un país de “campesinos” parcelarios. De la explicación que nos ofrece Spilimbergo podemos sacar más claras conclusiones que del debate ente Enrico Ferri y Juan Bautista Justo, donde el “maestro” del socialismo argentino utiliza la categoría de “colonización sistemática”, usada por Marx, en el capítulo 25 de “El Capital” para explicar la “acumulación primitiva” en el capitalismo. Es indudable, además, que el problema agrario argentino era muy distinto al descrito por José Carlos Mariátegui en su capítulo “El problema de la Tierra”, de su libro “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana”.

José Boglich nació en 1886 en Vroska, isla de Hvar, en el mar Adriático, perteneciente a la región croata de la península balcánica, se embarcó junto a su familia en 1906 hacia nuestro país, siendo desde su juventud un luchador por los derechos de los explotados.

Desde 1912 hasta su muerte, fue dirigente del ala izquierda del movimiento agrario argentino, donde tuvo un papel destacado como líder durante "El grito de Alcorta". Ejerció la presidencia de la seccional Firmat de la Federación Agraria Argentina, siendo delegado de la misma ante el congreso de la FAA de febrero de 1914.

En la primera década del siglo veinte arrendó un campo en Firmat junto a su familia, para luego pasar a Barlett, colonia cercana al pueblo de Bigand. En esta última localidad fundó en 1915 la Biblioteca Carlos Marx, desde donde intentó difundir la obra del fundador del socialismo moderno.

Fue por esta época un asiduo colaborador del periódico "La Tierra". En 1919 es elegido integrante de la comisión directiva central de la Federación Agraria. Influido por la Revolución Rusa es uno de los organizadores del Partido Socialista Internacional en el sur de la provincia de Santa Fe.

Radicado posteriormente en la localidad de Santa Isabel, instala una casa de ramos generales y acopio de cereales. Recala finalmente en la década del treinta en la ciudad de Pergamino, donde tiene un negocio ligado a la venta de productos agrícolas.

Coincidía con Juan B. Justo en el mejoramiento del nivel de vida de los arrendatarios y chacareros, pero opinaba a diferencia del autor de "Teoría y práctica de la historia" que las leyes de centralización y concentración del capital regían tanto para el agro como para la industria; consideraba que en la Argentina existía una formación económico-social donde predominaba un capitalismo agrario de naturaleza semicolonial.

Juan B. Justo, en “El Programa Socialista del Campo”,de 1901, afirma:” “El Partido Socialista se glorifica de tener una teoría; su acción basada en el progreso técnico económico, no puede ir nunca contra ese progreso, y jamás propondría a la división del suelo argentino en fracciones menores si este fraccionamiento fuera hacer menos productivo el trabajo. Pero sucede lo contrario. En la industria, la fábrica más grande puede siempre llevar más lejos la división del trabajo y competir ventajosamente con la menor. No pasa lo mismo con el cultivo más grande. Aquí se trata de operaciones sucesivas: la rotura del suelo, su pulverización, la siembra, la cosecha, la trilla, que es necesaria hacer cada una a su tiempo, y en las cuales no hay lugar de subdividir mucho el trabajo.”

“Para que el pueblo trabajador del campo tenga más perspectivas de desarrollo, para que el suelo argentino se enriquezca, para que haya más libertad y progreso, es urgente aplicar un plan de reformas tendientes a dividir los latifundios en unidades agrarias más conformes con las necesites técnicas, económicas y políticas del país.

“Nueva Zelanda, ése joven pueblo que llama la atención del mundo por el carácter humano y equitativo y humano de sus leyes, debe ser nuestro modelo político.”

“Nuestro plan para fomentar la división del suelo debe ser sencillo: por una parte levantar al trabajador del campo, dignificando su situación, y librar al capital agrícola y ganadero de toda actividad; así se formaron los hombres con sus aptitudes y los medios para construir una numerosa clase de productores autónomos mejor situados que los de hoy. Y, al mismo tiempo, hay que transformar el sistema de impuestos, para que estos, en lugar de pesar sobre la vida y el trabajo, graven el privilegio en su forma patente y controlable de renta de la tierra.” “Con la contribución directa progresiva sería incómodo para los propietarios retener los actuales latifundios, y pasaría al fisco una parte al menos del inmenso incremento del valor de la propiedad raíz urbana.”

Dice a este respecto, refutando a Justo, José Boglich en su libro “El problema agrario y la crisis actual”:”Los socialistas argentinos, cuando suelen ocuparse del despojo de la tierra pública por la burguesía nacional y por el capitalismo colonizador extranjero, plantean sus críticas con un concepto falso, como si se tratase de actos personales.

Hablan de política criolla, de gobernantes inescrupulosos, de administraciones deshonestas, etc., como únicos factores de esos hechos y como si ellos dependieran y se desarrollasen de acuerdo a la honestidad personal de los gobernantes y no como consecuencia de un proceso inevitable dentro del régimen capitalista. (Pág. 134)” y sostiene:”el obrero industrial y el pequeño campesino semi-proletario tienen dentro del sistema capitalista de producción un mismo devenir. Por tanto, el idilio de la pequeña explotación, de la “granja propia, del afincamiento del pequeño campesino, no deja de ser una fantasía propagada por los ´doctos´ que desde sus cómodos ´bufets´ expenden panaceas para todos los males económicos y sociales, pero en la mayoría de los casos, estas panaceas se ven confrontadas con la realidad desilusionadora de los hechos, demuestran poseer una completa ignorancia-cuando no mala fe-sobre los más elementales problemas que atañen a la organización económica y social de la sociedad.”(Pág.62) Como vemos, tanto en el proceso industrial como en el agrícola, la proletarización o el empobrecimiento de las masas es un hecho inevitable.

Para él, el capitalismo había "colonizado" completamente el campo, creando una masa proletaria que era el fundamento, con los arrendatarios, de la rebelión campesina; la salida de la crisis no se lograría por una "reforma agraria", sino por una transformación en sentido socialista que ponga en movimiento la colectivización de la producción.

En la década del treinta tuvo un acercamiento al Partido Socialista Obrero, una efímera aunque interesante experiencia, que intentaba articular la bandera de la liberación nacional con la de la abolición de las clases sociales. Luego se liga al grupo que lidera el trotskista Esteban Rey en el norte argentino, sector que intenta hacer "entrismo" en el Partido Socialista, según Horacio Tarcus en su estudio sobre los marxistas olvidados.

En "El Problema agrario argentino y la crisis actual" (1933), afirma sobre el papel de Rivadavia en la economía argentina: "La República Argentina, por ejemplo, tiene toda una historia de latrocinio y despojo de las tierras del Estado y los nativos; desde la ley de enfiteusis hasta nuestros días, no ha sido más que un proceso continuado de apropiación y afincamiento de la burguesía nacional y el capitalismo colonizador".

Otra idea a resaltar, es su noción de la renta de la tierra:”Si de acuerdo a la dialéctica marxista, la renta no proviene de la tierra sino de las relaciones sociales en que la explotación se verifica, la tierra, o mejor dicho la propiedad territorial, no es capital porque no encierra ningún trabajo social, y la tierra capital sólo da interés por la capitalización de la renta. Ahora bien, como la propiedad de la tierra mientras no da renta o esta no haya sido capitalizada, no es capital, es fácil deducir que esos créditos otorgados a los señores terratenientes no lo son a cuenta del capital tierra, sino a cuenta de la renta inmediata o futura, que debe salir del trabajo social contenido en la producción” (Pág.172)

Podemos colegir de este largo, pero profundo párrafo, que las actuales superganancias del agro argentino, no nacen de la capacidad productiva e innovadora de nuestros “agricultores”, sino de la plusvalía que la urbanización de China e India hacen llegar al bolsillo de quienes detentan la propiedad de la tierra.

En 1937 pública su obra,"La cuestión agraria”, ampliación de la anterior de 1933, y reeditada parcialmente en 1964, donde discute la tesis del Partido Comunista sobre el carácter "feudal" del campo argentino y la perspectiva de una revolución "democrática y antifeudal". Allí sostiene, como epítome de su vida y su obra, en su prefacio: "Hemos basado nuestra investigación del proceso de la agricultura y de los factores determinantes de la crisis, en la teoría marxista, vale decir, en la teoría de la dialéctica materialista, por ser el único método de investigación científica que se ajusta a la realidad histórica. Al decir que hemos ajustado nuestro estudio al método de Marx, creemos conveniente señalar, para evitar interpretaciones capciosas, que no nos hemos abstraído en lo más mínimo del conocimiento práctico de la economía campesina.

A través de nuestros treinta y cinco años de vida campesina, durante los cuales hemos cruzado diversos estadios de la escala económica y social (desempeñando desde el puesto de boyero, que representa la más inicua explotación de la niñez en las labores del campo, hasta el de comerciante y acopiador de cereales, pasando por los de jornalero, agricultor mediero y agricultor independiente), nos ha sido posible seguir paso a paso la evolución de nuestra campaña, conocer los intereses específicos de las clases sociales y compenetrarnos de sus inquietudes y problemas en nuestra condición de campesinos, hemos sido actores de los grandes movimientos agrarios acontecidos desde 1912 a 1921, y nuestra actuación en los organismos gremiales y cooperativos nos ha obligado a conocer las diversas teorías referentes a la cuestión agraria y profundizar el estudio de sus problemas. Pero sólo por medio del método científico que nos ha brindado la teoría marxista, hemos podido alcanzar la comprensión clara de la cuestión agraria, conocer el secreto de sus leyes económicas e interpretar en su justo sentido las contradicciones de los intereses que pugnan en su estructura."

Falleció, el notable luchador, en un confuso accidente el 10 de febrero de 1943; recordarlo, es recuperar la lucha de los oprimidos del campo argentino.
Dentro de la corriente socialista nacional, otro que hizo sustanciales aportes es el abogado Reinaldo Frigerio; el “gringo croata” José Boglich es el que abrió el camino para los análisis del campo y su desarrollo para quien utilizó el seudónimo de “Jorge Lagos”.

Nació Reinaldo Frigerio a principios del siglo pasado en la ciudad de La Plata, donde se recibe en derecho en 1937, comienza su carrera como defensor de los trabajadores de la zona de Berisso; se constituye en ese momento en el líder de un grupo trotskista de su ciudad natal.

En octubre de 1940, con el seudónimo de Jorge Lagos rebate la consigna de liberación nacional que Liborio Justo había defendido en su folleto ”La Argentina frente a la guerra mundial”; afirma Frigerio:”Se insiste en disfrazar de ‘capitalistas malos’ únicamente a la llamada oligarquía y de ‘capitalistas buenos’’´progresistas’,’antiimperialistas´a Yrigoyen, la UCR y su cría, cuando todo demuestra que la clase dominante argentina tiene a su cabeza un grupo de S.A. nacionales y extranjeras, un banco central y un estado capitalista que denuncia la presencia de una clase burguesa ensamblada con el capital imperialista, una clase burguesa que es a la vez oligarca, industrial, accionista de los truts, usurera, comerciante ,radical y conservadora y demócrata progresista y hasta socialista…Lo que necesitamos es una revolución socialista…porque no hay lucha contra el imperialismo desligada de la lucha contra la burguesía (Jorge Lagos-“La Cuarta internacional y la lucha contra el imperialismo).

Esta posición de negación de la cuestión nacional y de identificación entre el radicalismo yrigoyenista y la oligarquía será cuestionada por el mismo Reinaldo Frigerio en su ponencia para el Congreso de los Hombres de Buena Voluntad de 1951, donde afirma:”Ya a fines del año 1900 se palpa la presión de las grandes masas populares que confían sus esperanzas de liberación al Partido Radical conducido por su más relevante e inspirado caudillo, el señor Hipólito Yrigoyen”.

En 1941 se suma al Partido Obrero de la Revolución Socialista, donde sostiene sus viejas tesis de negación de la cuestión nacional y equiparación entre la burguesía nacional y el imperialismo (Frente Obrero-20/12/41); el PORS tiene una corta vida debido a las distintas y heterogéneas líneas que lo conformaban.

La aparición del peronismo en la vida política argentina hace que Frigerio revea sus viejas posiciones y se acerca al “Movimiento Obrero Comunista” que lideran Rodolfo Puiggrós y Eduardo Astesano; el romper con la vieja concepción antinacional no le resultó fácil. Dice sobre el recorrido político de Reinaldo Frigerio, su maestro Rodolfo Puiggrós:”Era obligatorio que, en cierto momento, la vocación revolucionaria de un militante que busca en los hechos la comprobación de una política o del investigador marxista que analiza objetivamente la realidad de su país, chocara con la capilla cerrada de una secta que no piensa, que no estudia y que no siente a su pueblo, limitándose a aplicar la camisa de fuerza de fórmulas generales a los problemas nacionales. Una secta que teme todo lo que sea creación, conocimiento. Una secta que desconoce nuestra historia, nuestra economía, nuestra política, nuestra cultura. Una secta que podría vivir en cualquier parte, menos en la Argentina. Una secta de pedantes y vividores de una mediocridad impresionante. Una secta que jamás conseguirá atraerse las simpatías de las masas populares argentinas”.

Desde esta concepción revisionista revaloriza la cuestión nacional y los logros del gobierno justicialista:”El peronismo hecho Estado, no solamente llevó a la práctica, las aspiraciones de la burguesía nacional progresista-utilizando como ministro ejecutor a uno de sus hombres más inteligentes y emprendedores, don Miguel Miranda-sino que encaró resueltamente un amplio plan de reorganización total del país en lo económico-Capitalismo de Estado e industrialización privada-en lo político-eliminación del fraude electoral y plenas libertades populares para la clase obrera sindicalmente organizada-, y en lo social-derechos del trabajador-, que cambió esencialmente, el panorama de la Revolución democrática en la Argentina, e incluso en América Latina”.(Introducción-página 73)

En septiembre de 1947 publica “Cuatro ensayos marxistas sobre la historia nacional”, donde estudia la revolución de Mayo, el origen de las guerras civiles, las tentativas de organización capitalista y la figura de Juan Manuel de Rosas. Este original libro es uno de los primeros que repara en la figura del gran historiador rosarino Juan Álvarez y sus estudios sobre el origen de las guerras civiles; nuestro historiador, a pesar de las criticas que le formula desde un punto de vista marxista, lo considera como quien dio la explicación más verosímil de la situación argentina post-revolución de Mayo. Afirma Frigerio:”Parece, pues, que el proceso de formación de la Montonera y el origen de las guerras civiles argentinas, no es,como sostiene Álvarez, el producto exclusivo del régimen de la ganadería fundado en la propiedad privada del ganado, sino en general el resultado de la profunda crisis económica, política y social que provoco el comercio libre, la economía fundada en el capital-dinero, en el seno de la economía colonial ganadera e industrial del interior”(“Cuatro Ensayos…”-Pág.88).

Decía sobre la enfiteusis de Rivadavia, que para muchos “izquierdistas” significaba la democratización de la tierra:”La enfiteusis rivadaviana ha sido en nuestra historia un sistema de expropiación legal de la comunidad indígena y del paisano libre, un sistema dirigido a impedir la adquisición de tierras por los productores directos.¿En beneficio de quién se hizo esta expropiación con la que comienza el período del acumulación primitiva en la República Argentina? Desde luego, en beneficio de los estancieros ricos ya propietarios de la provincia de Buenos Aires, los cuales conseguían la posesión de nuevos campos y peones dóciles. Esencialmente, en beneficio del capital inglés.”(“Cuatro ensayos…”Pág. 109) En mayo de 1948 es invitado a dar un curso sobre el problema agrario argentino en el Colegio Libre de Estudios Superiores, bajo el influjo de las enseñanzas de su maestro José Boglich.

En 1953, publicó con prólogo de Rodolfo Puiggrós su “Introducción al estudio del problema agrario argentino” donde plantea:”La oligarquía terrateniente argentina, no es, pues, una entelequia; está constituida por los descendientes de los antiguos aprovechados ‘enfiteutas’rivadavianos de centenares de leguas, los mismos que sostuvieron a Rosas mientras la ganadería colonial se desarrollaba, los mismos que luego apoyaron a Urquiza, los mismos que se vincularon luego con el capitalismo imperialista, los mismos que han utilizado la nación como si fuera una gran estancia, formando, en efecto, una fuerza ‘conservadora independiente’ que durante tantos años han constituido una ‘democracia rural’ entendido el término en el sentido de gobierno ‘de’ los rurales terratenientes,’por’ los rurales terratenientes y ‘para’ los rurales terratenientes.”

Afirma, además, con exactitud:”En síntesis, esta es a grandes rasgos, la historia de la acumulación que nosotros llamamos “primitiva” del suelo, en nuestra patria, el relato abreviado del origen de la propiedad terrateniente argentina. No se trata, como se ha visto, de una historia de trabajo, ahorro y sacrificio, sino de una historia de expropiación a mano armada del suelo y extermino sistemático. Se trata de una indignante crónica de expropiación y domesticación del poblador criollo y del paisano libre, trabajador de la ganadería, por medio de la legislación de fondo y forma: código rural, leyes de cercos y leyes y decretos de vagancia, Código civil.”(Introducción…, Pág. 36)

También es para él importante lo realizado por el justicialismo en materia agropecuaria, pero dice admonitoriamente con respecto al latifundio:”En este sentido, quienes apoyamos a Perón con una conciencia formada través de muchos años de militancia antiimperialista, no dejaremos de reiterar que o bien la revolución destruye al latifundio o bien el latifundio ahoga a la larga a la revolución.”

Y decía sobre la reforma agraria:”En general la lucha por la reforma agraria nacional, la efectiva aplicación del presente o de otro programa de reforma agraria, depende de la alianza política entre todos los sectores productores del agro, en la lucha contra el latifundio, los intermediarios y los monopolios capitalistas. El éxito de la reforma agraria nacional depende de la unidad de las grandes masas populares del campo a través de sus reivindicaciones. La transformación del campo argentino, la destrucción del latifundio-el peor enemigo de la soberanía y del progreso-depende de que el pueblo mismo tome en sus manos la solución del problema agrario.”

Después de la caída del peronismo se suma a la resistencia contra la dictadura de la “Revolución libertadora”; sostenía en 1947 en “Los cuatro ensayos….”: “La revolución democrático burguesa, agraria y anti-imperialista, continúa siendo reivindicación central de la lucha del pueblo argentino por su existencia como nación”. Reinaldo Frigerio consideraba que el peronismo, en 1955, había realizado la transformación que él esperaba; era de los que entendían que teoría y práctica conforman una unidad inescindible.

Murió en el olvido el estudioso socialista nacional de la cuestión agraria, en la ciudad de Pergamino, donde se había radicado décadas atrás; su vida es un ejemplo para todos aquellos que bregamos por la alianza plebeya entre los trabajadores de la ciudad y el campo argentino.
Para finalizar, podemos decir que la actual coyuntura mundial con el incremento de la demanda de granos motorizada fundamentalmente por la urbanización China ha llevado a un boom en la producción agraria argentina. A más de cincuenta años de las teorizaciones de Boglich y Frigerio, sus planteos tienen plena actualidad.

Sigue existiendo una renta diferencial de la tierra debido a que producir en nuestros campos es más barato que la media internacional, validando la teoría marxista de la renta; pero esta productividad se centra en una tendencia al monocultivo basado en la soja, que es una gran expulsora de mano de obra de la agricultura. Está disminución de la cantidad de la fuerza de trabajo no significa, como lo ha demostrado en un magnifico estudio Juan Manuel Villulla, que los trabajadores rurales no sean los principales productores del valor creado por el modelo sojero imperante.

Desde los años noventa existe una propensión a la concentración de la tierra, la nueva política implementada no ha modificado sustancialmente la realidad; a pesar de haber mejorado la rentabilidad de muchos productores no se han creado las condiciones para la radicación de los agricultores en el interior del país. El nuevo modelo permitió el incremento de los márgenes brutos de producción desde los 209 dólares constantes por hectárea durante la convertibilidad hasta los 272 dólares en el período comprendido entre los años 2002 y 2010.

La Argentina continúa siendo un país extenso donde la mayoría de la población se concentra en las grandes ciudades; nada hace entrever que se vaya hacia una política que busque un desarrollo armónico y equilibrado de nuestra Patria.

El actual modelo de expansión agropecuaria no es inclusivo ni equitativo; urge volver a las soluciones recomendadas por estos dos grandes militantes del socialismo nacional.


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  • Enviado por el autor en exclusividad para Cuaderno de la Izquierda Nacional

Publicado en :

http://www.redaccionpopular.com/articulo/dos-marxistas-agrarios

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