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miércoles, 14 de diciembre de 2011

“ROOSEVELT, EL NEW DEAL Y LA VÍA ARGENTINA”, por Dr. Jorge Francisco Cholvis (para “Redacción Popular”)

Hoy en la Argentina comienza a tenerse presente el rol de un Estado activo en el proceso económico. Sin embargo, observamos que desde sectores imbuidos del pensamiento neoliberal de los grupos dominantes que impulsó al golpe de Estado de 1976 y que se acentuó en la pasada década del ’90 del siglo XX, con el apoyo de nostálgicos personajes que perdieron el tren de la historia, ahora las critican y postulan reiterar la receta que nos llevó a la crisis de 2001/2002. Marginan la crisis que actualmente ocurre en los países de alto desarrollo y también las dolorosas recetas que sufrirán esos pueblos, por intentar revivir el anarco-capitalismo, y oxigenar el sistema financiero, su núcleo promotor.
Las circunstancias que está padeciendo el mundo ante el rotundo fracaso del paradigma del mercado para unos pocos como motor del proceso económico, requiere pensar otros medios o instrumentos de política económica que posibiliten el desarrollo económico y social, y terminen con un orden social injusto. Como señaló Aldo Ferrer, “el descrédito del canon neoliberal abre nuevas fronteras del pensamiento crítico, tanto en los centros como en la periferia”. El debate sobre las políticas públicas y la función de un Estado activo y promotor del desarrollo ha de ser la clave para salir de la grave crisis global por la que se atraviesa, y que en diversa medida afecta a todos los pueblos del mundo. Pero la crisis no debe ser pagada por los países emergentes. No cabe utilizar recursos públicos para socializar las pérdidas y reflotar a los grandes oligopolios.
Ciertamente, esta es una crisis global. La Argentina, con las políticas que lleva a cabo el gobierno nacional hacia el desarrollo económico y social, está consolidando sus defensas y evitando el tsunami sistémico. Sin duda, la presente no es la primera crisis del sistema capitalista. En esta etapa de la historia de la civilización ya hubo varias. Una de ellas fue la de 1929/30. Nuestro país la sufrió también en carne propia. En ese tiempo una nueva concepción en el pensamiento económico comenzaba a observarse y a debatirse, en pos de superar el quiebre del proceso productivo y la crisis social. Aunque todas esas crisis tuvieron las características propias que las circunstancias histórico-sociales le produjeron, durante la de 1929/30 la doctrina de Keynes logró primacía en el pensamiento económico y en los EEUU surgió un hombre y un programa que -en sustancia- la aplicó en sus políticas públicas, en las que el Estado intervino con un rol preponderante para superar tal estado de cosas.
Por cierto, hoy en nuestro país también un Estado activo con sus características propias será un instrumento vital para dar continuidad y profundidad al modelo de desarrollo económico y social, acorde al nuevo Proyecto Nacional, Popular y Democrático que estamos construyendo. Es importante entonces conocer cuál fue el instrumento y los medios que se utilizó en los EEUU para superar la gran crisis de 1929/30, que alguna enseñanza nos dejará para el debate cotidiano que debemos acometer por un país mejor y más justo. Actualmente Paul Krugman señala que “el mundo requiere cambios importantes en sus políticas públicas (...) su objetivo debería ser completar el trabajo del New Deal”. Se puede interpretar bien que quizá más que completar, lo que realmente quiere decir Krugman es que entiende necesario “retomar” los puntos de partida de aquella experiencia, “borrada por posteriores gobiernos estadounidenses” ¿Pero qué fue el New Deal, cómo se logra y que finalidad tuvo?
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Durante 1929/30 la crisis socioeconómica se había manifestado en los Estados Unidos con su secuela de depresión, desempleo e impedimentos para el goce de elementales derechos en los sectores más amplios de la población. Y ello condujo necesariamente a que distintas políticas se pensaran y se aplicaran para superar esos padecimientos. Pero también esas circunstancias y necesidades llevaban al nacimiento de un leader que debidamente interpretó las urgencias a solucionar, y con una concepción política distinta sostuvo los nuevos medios a utilizar por los poderes de gobierno del país del norte. Ese hombre fue Franklin Delano Roosevelt.
En plena crisis, cuando era gobernador del estado de Nueva York, en el mensaje que dirigió en una sesión extraordinaria de la legislatura en 1931, ya se pregunta: “¿Qué es el Estado? Es la presentación debidamente constitutiva de una sociedad organizada de seres humanos, creada por ello para su mutua protección y bienestar. El “Estado” o el “Gobierno”, no es mas que la mayoría por la cual dicha ayuda mutua y dicha protección se logran”.
Si la ayuda mutua exigía la expansión de las funciones gubernamentales, ello iba de la mano del concepto de responsabilidad social. “en términos amplios -decía Roosevelt- afirmo que la sociedad moderna actúa a través de un gobierno, tiene la obligación definitiva de impedir el hambre o el estado de extrema necesidad de cualquiera de sus miembros, hombres o mujeres que intentan mantenerse pero no pueden “ .
Todas las propuestas de Roosevelt: restaurar el poder adquisitivo, dar empleo a las masas, aliviar a los necesitados, ayudar a los agricultores, elevar los precios de los productos agrícolas, equilibrar el presupuesto, reducir el arancel y proteger la producción, fueron aprobadas por el pueblo estadounidenses en elecciones celebradas el 8 de noviembre de 1932. Roosevelt gano en 42 estados.
El interregno de cinco meses entre su elección y su asunción, fue el período más desesperado de la depresión. El pánico final, también el mas grave, se desencadenó cuando el Estado de Michigan concedió vacaciones bancarias de ochos días en febrero de 1933, al no haber podido hacer frente a sus pagos los principales bancos de Detroit. En todo el país la multitud asaltó los bancos y al momento en que debía asumir Roosevelt, cerca de la mitad de los Estados habían cerrado los bancos por disposición legal, y de los que permanecían abiertos mucho no disponían dinero . En esta situación, el sábado 4 de marzo de 1933, ocupó el cargo de presidente de los Estados Unidos, “y no estaba dispuesto a que se practicara la economía a expensas de hacer pasar hambre a la gente” .
Era obvio que ese día algo extraordinario flotaba en el ambiente, a partir del momento en que Roosevelt pronunció su discurso de toma de posesión, inmediatamente decretó un asueto de 4 días para la banca y convocó para el lunes siguiente a una sesión extraordinaria del Congreso de los Estados Unidos. El “New Deal” (“Nuevo Trato”) se enderezó inmediatamente a aliviar el sufrimiento extremo mediante la acción del Estado. A lo largo de los siguientes cien días, como se conoce a este período de la historia del Congreso, se aprobó una avalancha de leyes sobre fondos asistenciales para los desocupados, precios de apoyo para los agricultores, servicios de trabajo voluntario para los desocupados menores de 25 años, proyecto de obras publicas en gran escala, reorganización de la industria privada, creación de un organismo federal para salvar el valle del Tennessee, financiación de hipotecas para los compradores de viviendas y para los agricultores, seguros para los depósitos bancarios y reglamentación de las transacciones de valores.
Esas leyes crearon nuevos organismos encargados de llevar a cabo estas medidas, y aparecieron una multitud de nuevas siglas como, por ejemplo: TVA (Tennesse Valley Administración) fue el centro del gran proyecto hidroeléctrico que subrayó la intensa preocupación del nuevo trato con la base de una tierra sana, irrigada productiva y protegida contra la erosión y la expoliación; WPA (Works Progress Administración) fijó la política de obras públicas que entre 1935 y 1941 empleó anualmente a un promedio de dos millones de trabajadores; REC (Financial Recontruction Corporation) estableció un sistema de créditos indispensable; FERA ( Federal Emergencia Relief), organismo federal para distribuir la ayuda a los Estados y municipios; AAA ( Agricultura Adjustmen Act.) creó el sistema de subsidios agrícolas -en esencia vigentes hasta la actualidad- sostenido mediante un impuesto sobre la conservación de la tierra e instituyó el organismo federal para aconsejar a los agricultores la reducción de sus cultivos y pagarles primas por ello; CCC (Civilian Conservación Corps), instituto referente al servicio de trabajo; PWA (Publio Works Administration), organismo federal para realizar un programa especial de construcción de carreteras y otras obras publicas; NRA (Nacional Recovery Administration), ente federal para regular los precios, salarios y condiciones de competencia en la industria y el comercio . Así se iba conformando el primer “New Deal”, en el cual “había una esperanza jeffersoniana de renovación”. En esa época “el mito de la libertad de contrato había explotado” .
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Ciertamente, bien se expresó que el gobierno como un todo no puede abdicar su responsabilidad de luchar por la prosperidad, la seguridad, el cumplimiento de los derechos constitucionales y otros fines de gobierno . El nuevo trato represento la culminación de una tendencia de largo alcance hacia el abandono del capitalismo del laissez-faire, y se distinguió por la idea de que una mayor reglamentación permitiría resolver muchos de los problemas del país, “de hecho, los historiadores en general conceden al nuevo trato el merito de haber sentado los cimientos del estado benefactor moderno en los Estados Unidos” .
Las políticas impulsadas por F.D.R. (como también se le llamaba) crearon en los Estados Unidos el clima de optimismo, trabajo, prosperidad y oportunidades que justificaron sus palabras: “la presidencia es sobre todo el lugar del liderazgo moral de la Nación”
Entonces, el “New Deal” significó un profundo cambio histórico ya que tras la depresión, no sólo el gobierno federal intervenía en prácticamente todos los aspectos de la vida americana -al igual que había ocurrido con los gobiernos europeos como consecuencia directa de la primera guerra mundial-, sino que la mayor parte de la población esperaba que aquel garantizarse su nivel de vida. Esto es lo que intento el gobierno desde entonces y hubo un segundo “New Deal” (1935-1941) hasta II Guerra Mundial.
En las elecciones presidenciales de 1936, Roosevelt no tenía rival posible, ganó en 46 de los 48 Estados. En su discurso de toma de posesión habló de la tercera parte de la Nación mal alojada, mal vestida y mal alimentada. El mensaje estaba claro: había tomado partido. Los grandes conglomerados económicos debían ser considerados como adversarios porque podían frustrar el cambio social, y eran muy pocos los que podían poner en duda que el cambio social no fuera esencial. En ese tiempo, las carreteras del sudoeste estaban repletas de y de obligados a abandonar sus pequeñas propiedades de Arkansas y de Oklahoma en busca de trabajo y tratados como delincuentes por su miseria. Fue también por esa época cuando muchos negros comenzaron a aprobar a F. D. Roosevelt. En 1936 dieron por primera vez su voto a un candidato del partido Demócrata.
Los procesos judiciales contra los trust recibieron un vigoroso impulso -con tal fin el departamento de justicia contrato 190 abogados-, el gobierno aceleró la próxima promulgación de una ley sobre la vivienda, la puesta en marcha del seguro social y su propósito de crear nuevos organismos de planificación regional. Y lo que fue trascendente, los sindicatos recibieron un amplio respaldo federal. Fueron aumentados los impuestos sobre los ingresos más elevados y el sistema fiscal se hizo más progresivo. El Congreso instituyó también un nuevo impuesto sobre la riqueza, que tuvo además la ventaja de adelantarse al demagogo de Luciana, Henry Long, único rival del presidente .
Roosevelt había buscado una alianza de todas las clases, pero la Suprema Corte, actuando como agente de las grandes empresas, estaba descalabrando el “New Deal” con derogaciones judiciales, casi estableciendo un antigobierno. Pero el 29 de marzo de 1937, en decisión de cinco votos contra cuatro, la Corte Suprema refrendó la ley de salario mínimo de Washington. Esto era un cambio de actitud pues seis meses antes la Corte había derogado la ley de salario mínimo para mujeres del Estado de Nueva York, bajo la cláusula del debido proceso. Ahora los miembros de la Corte decían que el debido proceso no debía utilizarse para la explotación de los trabajadores y que los Estados tenían derecho a regular los salarios y los horarios. En su decisión mayoritaria, el juez Hughes llevo la Corte al siglo XX, cuando lamentó “la explotación de una clase de trabajadores que están en posición desigual respecto del poder de negociación y que, así, están relativamente indefensos frente a la negación de un salario que les permita vivir”.
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El segundo discurso de toma de posesión de Roosevelt fue un documento alitivo y benigno en que hacia notar con satisfacción cómo había mejorado “el clima moral de los Estados Unidos”. Declaraba que la mejor prueba del progreso es, “si les proporcionamos lo suficiente a los que tienen demasiado poco”. Y durante su ultima campaña de 1944, habló de garantizar al pueblo una amplia seguridad y bienestar por medio de una , de los cuales el mas vital era “el derecho a tener un empleo útil y remunerativo”; en esa inteligencia también habló de “producción total y empleo total bajo nuestro sistema democrático de empresa privada, con el estimulo del gobierno, cuando y donde fuera necesario” .
En base a las reformas internas que instituyó y el restablecimiento del vigor económico norteamericano a partir de la acción del Estado, Roosevelt pudo proyectar mundialmente el liderazgo que ejercía. Su pensamiento conduce a la doctrina actual de la interdependencia de los derechos civiles y políticos, y de los económicos, sociales y culturales. Por ello, se menciona con frecuencia al mensaje que en 1944 Roosevelt envió al Congreso de los Estados Unidos, como origen de la interdependencia y unicidad de los derechos. “Hemos llegado -decía- a una clara comprensión del hecho de que la verdadera libertad individual no puede existir sin seguridad e independencia económica. Los hombres necesitados no son libres” .
El sábado 20 de enero de 1945 asumió por cuarta vez consecutiva la presidencia de su país. Al poco tiempo, después de un sacrificado viaje de miles de kilómetros para celebrar la Conferencia de Yalta, lo que no descartó a pesar que sabía podía afectar su delicada salud, decidido a afrontar las circunstancias que imponían su presencia en ella para definir los términos de la próxima paz y de la nueva situación del mundo, a su regreso fallece en ejercicio de su cargo, el día 12 de abril de 1945.
Después de recorrer estas breves líneas, y sin desconocer las grandes diferencias que puedan existir con nuestra realidad contemporánea, pero también encontrando significativas similitudes en conceptos, vías y cualidades personales, podemos afirmar la importancia que en la vida de las naciones tienen aquellos hombres o mujeres que ejercen la conducción del Estado y pueden interpretar debidamente las necesidades de sus pueblos, y cuentan con las cualidades propias para adoptar los medios, instrumentos y programas adecuados para lograr el fin último de toda comunidad política soberana, es decir la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación.


Buenos Aires, 10 de diciembre de 2011.

Publicado en :

http://www.redaccionpopular.com/node/4409

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