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sábado, 22 de octubre de 2011

Estar atentos al frente interno, por Alberto J. Franzoia (para “Cuadernos de la Izquierda nacional”)

Arriba : Alberto Franzoia

Desde el regreso a la vida democrática (1983) nunca el resultado de una elección para presidente de los argentinos tuvo un final más cantado que el que se aproxima. Porque no caben dudas que Cristina será consagrada con una diferencia de votos descomunal con relación a la segunda fuerza. Como tampoco existen dudas con respecto al carácter patético que ha adquirido la oposición y su imposibilidad de realizar cualquier aporte sustancial al evento.

Alfonsín es presentado como un líder; la afirmación sólo puede provocar una carcajada. Otros que votaron en el parlamento contra proyectos de avanzada del kirchnerismo se presentan como el “progresismo verdadero”; poco creíble. Los que dicen representar a los trabajadores, sin registrar que dicho sujeto social está en realidad en otro espacio político desde hace décadas, festejan un milagroso porcentaje de adhesiones que podría superar el 4%; para llorar. Los más reaccionarios intentan camuflar su pelaje. Algunos candidatos huyen despavoridos para evitar un papelón del que no se vuelve. Y hasta están los que ejercitan la negación (psicológica) como mecanismo de defensa ante la inevitable catástrofe.

A esta altura de los acontecimientos y con cuatro años por delante para seguir gobernando sin partidos opositores de fuste a la vista, el escenario de conflictos fuertes se presenta en realidad en el terreno económico. Allí donde los que hoy no logran reunir adhesiones políticas suficientes tienen, sin embargo, un peso desmesurado. Porque más allá de los enormes avances registrados durante los ocho años de gestión kirchnerista, resulta evidente que tanto el capital financiero de los países imperialistas, como sus socios nativos de la oligarquía especuladora (agroexportadora, industrial y financiera) siguen en pie.

Y si el capital más concentrado que expresan estos sectores forma parte de nuestra realidad, nadie medianamente inteligente puede suponer que no trabajarán para expresar sus intereses en la superestructura cultural y política. En realidad la tarea cultural que apunta a instalar estos intereses corporativos como si fueran intereses de toda la nación, la seguirán llevando adelante los medios más reaccionarios, como el grupo Clarín. Por lo tanto allí no tendremos grandes novedades en relación a lo sucedido hasta ahora; basta recordar el conflicto de 2008 con la minoritaria oligarquía agraria y su presentación mediática como un atentado al conjunto del campo argentino.

Queda entonces por ver cómo las clases dominantes acomodan su táctica política (de coyuntura) en los próximos cuatro años, para que su estrategia (de largo alcance) basada en el control oligopólico del mercado nacional, no sufra consecuencias irreparables en caso de que el kirchnerismo intente modificar la relación de fuerzas en el terreno económico adaptándola a la actual bonanza política que atraviesa el bloque nacional y popular.

Sobre dicha cuestión habrá que estar muy atentos, por lo tanto, al movimiento de piezas interno, ya que no sería la primera vez que, ante una imposibilidad cierta de hacerse con el control político de la situación (ya sea por inexistencia de un partido afín con posibilidades ciertas de gobernar, o por la inconveniencia de intentar otras vías menos democráticas muy frecuentes en otros tiempos), el bloque oligárquico-imperialista buscará fragmentar nuestro bloque nacional-popular recurriendo a sus componentes más débiles para captarlos. Esos componentes existen. Algunos son gobernadores, otros intendentes y diputados, los hubo ministros y vicepresidentes. Algunos manejan fondos y contactos. Allí estará el espacio en el que seguramente se librará la principal batalla política del próximo período: hacia el interior de nuestro propio bloque. Batalla para debilitar el proyecto en curso e impedirle su continuidad transformadora.

No descuidarse, apoyar los avances experimentados por el gobierno kirchnerista, pero manteniendo a la vez una actitud crítica hacia las debilidades táctico-estratégicas y sobre todo hacia los ideológicamente débiles (propensos a abandonar sin complejos aquello que dicen defender), será la tarea política de todo militante que realmente apueste a profundizar este modelo con un sentido claramente social y antiimperialista.

La Plata, 19 de octubre de 2011

Artículo del Cuaderno de la Izquierda Nacional

Publicado en :

http://www.elortiba.org/notatapa20.html

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