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sábado, 28 de mayo de 2011

ESTO ES UNA FALACIA DOCTORA BEATRIZ SARLO, por Carlos A. Valle (para Agencia de Noticias Prensa Ecuménica, mayo de 2011)



Por Carlos A. Valle (Buenos Aires)


Mucho se ha escrito sobre el programa 678 y la participación de la Dra. Beatriz Sarlo en una de sus emisiones. La variedad y, en muchos casos, la vulgarización de los comentarios empañaron una discusión sobre algunos temas que hacen a la comunicación actual.
Dejando de lado la discusión que se entabló en el programa, se intenta aquí señalar lo que vamos a denominar “falacias”, que se deslizaron en los aportes de la Doctora Sarlo y que, en general, no fueron rectificadas o cuestionadas por los demás panelistas.
Según el diccionario la falacia es “un engaño, un fraude con que se intenta dañar a otro”. Sin endilgarle todo el peso de este significado llama la atención varias de las inexactitudes de varias de sus afirmaciones.
Mencionó una encuesta, sin dar detalles de su origen y momento, indicando con total seguridad que al 70% de la gente en Argentina no le interesa la política. Atribuyó a la BBC poseer el mejor periodismo sobre el Tercer Mundo, sin mencionar su muy escasa y sesgada visión sobre América Latina. Dio a entender que la prensa en general da una completa información sobre lo que sucede en el mundo gracias a una cierta “lógica periodística” que parece estar sobre las limitaciones de los dueños de los medios y de la influencia de los diversos poderes sobre el contenido de la información.
Mostró una despectiva actitud hacia los medios audiovisuales con un “yo no tengo la culpa” cuando se hizo mención a la dinámica propia de la televisión. Dejó la sensación de que no está dispuesta a aceptar que, no importa el medio de que se trate, toda comunicación es una interpretación. Por lo tanto, es necesario estar al tanto de las posibilidades, las limitaciones y las trampas que encierra toda comunicación, lo que implica ejercitar una constante crítica respetando lo que se comunica y a quienes se lo comunica.
La defensa corporativa está siempre presente en todo ámbito. Curiosamente bautizo con el nombre de “elite” –término que define a una minoría selecta o rectora- para referirse al periodismo. Por eso recriminó que se afirme que las elites engañan. Su argumentación es que hay buenas y malas elites, lo cual es un débil argumento, salvo que se pretenda neutralizar toda crítica. Los periodistas no necesitan ser defendidos otorgándoles un aura de imparcialidad y de veneración a la verdad. No lo tienen como no lo tienen los científicos o los religiosos.
Además de lo mencionado es importante destacar la afirmación que ya no se considera como decisiva la influencia que los medios ejercen en la sociedad Lo consideró una concepción de los 60 sin vigencia en la actualidad. Es cierto que en la década del 60, al influjo de las perspectivas de cambio, prevalecieron tres paradigmas relacionados con el tema del desarrollo, el imperialismo cultural y el pluralismo cultural dominaron la discusión y las propuestas sobre comunicaciones. La desilusión y la frustración en muchas partes han hecho que esos paradigmas se hayan visto ensombrecidos. Eso llevó a muchos intelectuales a buscar propuestas que más bien se adaptaran a los contextos en los cuales se hallaban y evitaran irritar al dominante panorama general.
La reflexión de la Dra. Sarlo sobre comunicaciones pareció haberse detenido en los 60. Si es así ignoró que en 1977 la UNESCO aprueba la creación de una comisión internacional para el estudio de Los Problemas de la Comunicación. Esta Comisión, después de tres años de trabajo, da su informe “Un solo mundo, voces múltiples”, que con todas las debilidades que se le pueden achacar, sale a la búsqueda de un “Nuevo Orden Internacional de la Información y la Comunicación ”. Muy pronto ese informe es cuestionado por considerar que promueve restringir la libertad de prensa y la iniciativa privada. Por un buen tiempo Estados Unidos se alejó de la UNESCO y, siendo su principal fuente de recursos, a fin de lograr su vuelta el informe terminó archivado.
Es llamativo que muchos ignoraron este significativo aporte a la discusión sobre el papel de la comunicación en el mundo .Resultará valioso reivindicar varios de sus definiciones las que llamativamente germinaron en la nueva Ley de Medios de Comunicación Audiovisuales aprobada en Octubre de 2009.
Junto a esto hay que mencionar el hecho que en la década de 1980 comienza un proceso de concentración de medios a escala mundial que aun sigue su marcha. Por eso, el problema de la comunicación y el poder es quizás uno de temas más acuciantes.
Ben H. Bagdikian, ex decano de la Escuela de Graduados en Periodismo de Bekeley, California escribía en esa época, y es bueno citarlo in extenso: “Un manojo de organizaciones mamut privadas ha comenzado a dominar el mundo de los medios masivos. La mayoría de ellos anuncia confidencialmente que para los noventa, de cinco a diez corporaciones gigantes controlarán la mayor parte de los más importantes diarios, revistas, libros, emisoras de radio y televisión, películas, grabaciones y videocasetes del mundo. Más aún, cada una de estas corporaciones planetarias planea poner bajo su control cada paso del proceso de información de la creación del ‘producto’ hasta los más variados medios que utiliza la tecnología moderna para dar mensajes al público. ‘El producto’ es noticias, información, ideas, entretenimiento y cultura popular; el público es todo el mundo.”
La concentración de medios que se da en Argentina, la internacionalización de buena parte de las editoriales del país, las compañías de grabación y difusión de música son una señal de que lo que Bagdikian veía como efecto inmediato de un proceso de concentración que no ha terminado. Sin poner más detalles y argumentos a lo señalado no se puede menos que pensar que tildar la influencia decisiva de los medios como pasada de moda, no puede llevar otro calificativo que una falacia.
Es bueno recordar la mención que el filósofo Ricardo Forster (P12, 27.05) hacía de la calificación de “obstáculo epistemológico” con que Gaston Bachelard se refería a “la imposibilidad de la comunidad de científicos de ver aquello que su encuadre teórico le impedía ver (prejuicios, límites conceptuales, sentido común dominante, etcétera).”+ (PE)

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Bahía Blanca. Argentina.




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