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sábado, 28 de mayo de 2011

ENRIQUE ARCEO : "AMÉRICA LATINA DEBE ORIENTARSE A UN NUEVO MODELO", entrevista de Telémaco Subijana (para "Iniciativa" 24-05-11)

Arriba : Enrique Arceo junto al logo de la revista Iniciativa.





Enrique Arceo: “América Latina debe orientarse a un nuevo modelo mucho más centrado en la industrialización, el cambio de la estructura exportadora y con una muy fuerte presión del Estado”. Entrevista exclusiva de Iniciativa.

24 Mayo, 2011 , Iniciativa

Reportaje de Telémaco Subijana

Iniciativa entrevistó en exclusiva al reconocido economista Enrique Arceo. Nos brindó su opinión acerca de la crisis económica mundial iniciada en 2008 y su impacto en América Latina. También señaló el buen desempeño de las medidas adoptadas por nuestro país frente a la crisis, así como la necesidad de generar cambios estructurales en América Latina tendientes a profundizar el proceso de integración regional con un eje central en el desarrollo industrial.




Telémaco Subijana -¿Cuál es su evaluación del impacto de la crisis económica mundial iniciada en 2008 y de las medidas adoptadas por EEUU y los países europeos para resolverla?




Enrique Arceo -A tres años de la crisis es evidente que todavía sus impactos están presentes. Esto se manifiesta principalmente por el gigantesco desempleo. Hay una fuerte incertidumbre sobre la evolución de la economía europea y todavía no es clara la recuperación de Estados Unidos. La crisis ha sido profunda y todavía no se ha salido totalmente de ella, pese a las extraordinarias medidas tomadas en ese sentido, tanto en Estados Unidos como en Europa, que fueron los centros financieros de la crisis. De todas maneras, puede decirse que las medidas fueron insuficientes en muchos aspectos. Las mismas estuvieron dirigidas, fundamentalmente, a salvaguardar el sistema financiero. Los fondos dedicados a ese objetivo superan, en la mayoría de los países centrales, el 30% del PBI, mientras que las medidas fiscales orientadas a reactivar el empleo y la producción fueron muchísimo menores. Los 6 millones de hogares que, se supone, van a ser desalojados en Estados Unidos prácticamente no han recibido ayuda. Estas fueron medidas claramente direccionadas en un contexto en el que un capitalismo centrado en el capital financiero fue salvaguardado sin que se haya debilitado en lo sustancial el poder y la hegemonía del propio capital financiero. Por lo tanto, las medidas que se están tomando reflejan los intereses del capital financiero en Estados Unidos. Ha quedado claro que uno de los requerimientos de la administración Obama, fue no indagar en los bancos en que estaba interviniendo el Estado para salvarlos; recién ahora se están empezando algunas investigaciones en los hechos generales.
Se trata de una crisis muy profunda y deviene, básicamente, de un capitalismo en el que ha crecido constantemente la participación de los beneficios en el producto con caída de la inversión. Esto es un axioma de economía-macro, que cuando la suma del consumo de los capitalistas más la inversión de los capitalistas es superior a los beneficios, los beneficios caen y el producto no crece. Esto se ha “solucionado” mediante el endeudamiento de los hogares, sin frenar la inversión. Se ha recurrido al masivo endeudamiento de los hogares, como fuente última de incremento de la demanda. Obviamente hay límites para el endeudamiento de los hogares; y estos límites llegaron. Esto explica cómo estalló la crisis. Pero lo que me parece claro es que este capitalismo neoliberal, en el centro, no tiene alternativas en política económica. Por lo tanto, entró en un largo período de ajuste, sin recuperación plena, en un contexto en que ya desde 2000 la periferia realiza la mayor contribución al crecimiento. Este es un caso escandaloso: la periferia impulsa el crecimiento pero evidentemente no tiene condiciones para asumir la hegemonía. Esto indica que estamos entrando en una fase de transición económica que, como señalaba Arbegui, lleva 30 años y en general han estado acompañadas de violencia y de complejas acomodaciones entre las potencias. Los primeros coletazos de esto son hoy la xenofobia y el nacionalismo renacido en Europa.




T.S. -¿Cómo avizora el ordenamiento del sistema económico mundial?



E.A. -Nadie preveía el estallido del mundo árabe. Creo que se van a agudizar las contradicciones entre los países centrales que pueden evolucionar como hasta ahora a la derecha, o pueden evolucionar de forma distinta a lo largo de un cambio de fuerzas sociales, que se va a dar inevitablemente. Pienso que la competencia de China pesa crecientemente sobre los sectores industriales de la periferia y que, por lo tanto, los que puedan van a tener que hacer política industrial en serio. Esto supone el fin de los consensos macroeconómicos basados en el neoliberalismo; ya lo estamos viviendo, en mayor o menor medida, en todos los países, pero creo que se va a acentuar. Ahora está por verse cuál es el resultado final de todo esto.




T.S. -A fines de 2010 se empezaba a hablar de una posible guerra de divisas y de enfrentamientos comerciales, ¿cree que nos encontramos ante una pérdida de hegemonía del dólar?



E.A. -El dólar sigue siendo la moneda hegemónica. Los problemas estructurales que tiene la Europa del euro impiden que en el corto plazo sea una alternativa. Ni el yuan ni el euro son una alternativa hoy. La hegemonía del dólar, su peso en términos globales va a ir cayendo, pero esto no quiere decir el fin de la hegemonía del dólar. Lo que sí es claro es que la respuesta más clara que tiene Estados Unidos a su crisis es la revaluación de la moneda china, o sea la “guerra de divisas”. Esto, en la magnitud que lo exige, el 30 o 40%, significa el fin del proceso de industrialización china. Creo que ahí está uno de los nudos del enfrentamiento en los próximos años. A China no le van a quebrar el brazo, sobre todo porque Estados Unidos está bastante solo en esto, ya que una recesión brutal de China implica una recesión muy fuerte en la economía mundial y no se ve muy bien cuales son las potencias que podrían acompañarlo. Este cuadro debilita las posiciones de Estados Unidos pero considero que va a haber una constante inestabilidad en cuanto a la paridad de las monedas, con enfrentamientos muy fuertes en torno a la paridad. Evidentemente, lo que quiere Estados Unidos, a través del G-20, es que se establezcan algunos criterios respecto de lo razonable de ciertos excedentes para poder presionar a China hacia una revaluación de su moneda y esto podría ser suicida para todos los países periféricos que, como la Argentina, basa en buena medida sus políticas -porque no tienen suficiente protección aduanera- en la devaluación de su moneda. Esto puede ocasionar un enfrentamiento fuerte en el futuro.



T.S. -¿Cuál es el papel relativo de Estados Unidos en la economía mundial?



E.A. -Sigue siendo la potencia hegemónica. Estados Unidos está perdiendo peso en la economía mundial y creo que lo va a seguir perdiendo. Ahora bien; Estados Unidos tiene 600 bases militares en 100 países. Creo que uno de los riesgos que tiene el mundo es que Estados Unidos trate de compensar con la intervención militar, como siempre ha hecho, su lenta, complicada y no lineal caída de peso en la economía y de pérdida de hegemonía relativa.



T.S. -Es lo que usted escribía sobre el Gobierno de Bush con respecto al atentado del 11 Septiembre de 2001 en EEUU en cuanto ha utilizado este acontecimiento y establecido su “guerra contra el terrorismo” para dar continuidad a sus políticas expansivas en términos militares. ¿Hubo alguna diferencia con la administración de Obama en este sentido?




E.A. -No ha habido diferencias. Tradicionalmente el Partido Demócrata ha sido el partido más ligado al capital financiero. Creo que Obama ha hecho honor, trágicamente o no, a esa tradición. La política de Obama es claramente la del capital financiero y creo que la política exterior de Obama no se ha diferenciado sustancialmente de la política de Bush. En realidad, cuando yo hablo de la permanencia de la hegemonía del capital financiero, estoy hablando de esto. Por lo tanto, creo que no hay que tener muchas esperanzas en Obama y el panorama político en Estados Unidos es bastante oscuro por el Tea Party y, porque igual que en Europa, existe un viraje hacia la derecha.




T.S. -Usted hablaba del capitalismo financiero y mucho se habló en relación a reestructurar el sistema financiero internacional, ¿qué opina de esta iniciativa?




E.A. -Lo que hoy estamos discutiendo es eso. Ahora, me planteo el problema de si hay necesidad de hacerlo. Los países periféricos tenemos necesidades, los sectores populares tienen necesidades, pero esa no es una necesidad hoy del capital financiero. Hoy por hoy el capital financiero es hegemónico. En definitiva, son las relaciones de fuerzas políticas y sociales las que deciden los rumbos a seguir y no las necesidades objetivas. Son necesidades de clase.




T.S. -¿Cuál fue el impacto de la crisis en Argentina y como evaluó el desempeño del plan anticrisis que se llevó adelante en el país?




E.A. -Creo que el desempeño de la Argentina en la crisis fue honorable. Se manejó bien, sin romper los esquemas básicos en que el manejo de la crisis se ha llevado adelante en toda América Latina. Se procuró sostener el empleo y se logró bien. Se han subsidiado a las transnacionales y eso depende y refleja la estructura interna de poder, la estructura económica y el peso que tienen las transnacionales. Pero como desempeño frente a la crisis creo que ha sido razonablemente bueno.




T.S. -¿Cuál es la participación de América Latina en el mercado mundial?



E.A. -El peso de América Latina en el mercado mundial está cayendo. El ingreso per cápita se ha alejado del de EEUU, su peso en la economía mundial ha caído. Todo esto, en un marco en el que los que ganaron en la periferia, los que aumentaron su participación en la economía mundial, fueron los países del este de Asia. En definitiva, el del 10 % de participación en el producto que el centro ha perdido fue ganado enteramente por el este de Asia. América Latina ha tenido un mal desempeño en las últimas décadas del siglo pasado. En los últimos años se ha crecido muy fuertemente con un aumento de las exportaciones muy alto en términos corrientes, pero el crecimiento del producto de América Latina ha sido mucho menor que en el este de Asia. Ocurre que en esa región se está dando un proceso de industrialización con una transformación estructural muy acelerada que se traduce en un aumento de productividad cuatro veces superior al de América Latina. Por lo tanto, cuando hay un proceso de industrialización de esta envergadura, a igual crecimiento de las exportaciones, el crecimiento del producto es mayor. América Latina, anclado en las exportaciones primarias o en la producción del tipo de maquilas –el caso de México y parte de América Central-, tiene crecimientos muy bajos de la productividad y va a sufrir en los niveles de empleo por la competencia china. Creo que América Latina va a tener que definir una estrategia frente a este escenario. Seguramente los únicos que tienen intereses al respecto son los sectores populares por lo que hay que mirar qué fuerza pueden adquirir, en este sentido, para diseñar una estrategia autónoma para América Latina.




T.S. -Ante la profundización de la integración política de América Latina ¿Qué desafíos percibe en relación a la integración económica de la región?




E.A. -En primer lugar, el MERCOSUR, que es el núcleo de integración, fue pensado para crear un espacio común para las trasnacionales. En segundo lugar, a medida que los países de América Latina se re-primarizan, predominan sus relaciones con los grandes consumidores de productos primarios (hoy, el sudeste asiático) por sobre sus relaciones internas. En este sentido, creo que el viraje que debe tomar el MERCOSUR es el de una integración que incorpore a Venezuela, Ecuador, Bolivia, etc. en base a un proyecto común de industrialización. Una integración en que se le otorguen los espacios que necesitan a Uruguay, Paraguay, etc. en un proceso común de industrialización. Creo que se están dando algunos pasos -se dieron bajo el gobierno de Lula algunos pasos- pero son insuficientes. Falta una política argentina en este sentido. Considero que la integración, en estas condiciones, no es un sustituto de un proceso de industrialización y de cambio estructural. En realidad, la integración, sigue la evolución de Argentina y Brasil, en el MERCOSUR, en el que Brasil tiene un peso creciente en el sector primario. En nuestro país hemos tenido un proceso de relativa industrialización sin la incorporación de nuevas actividades fundamentales. Si esto no es superado, los límites que tiene una plena integración son muy fuertes.
Si uno quiere tener la industria de aviación que tiene Brasil, no la puede tener solo a nivel latinoamericano. El mercado interno y el mercado regional son importantes para un proceso de industrialización, pero este proceso no puede estar desconectado del mundo. En definitiva, tenemos que lograr una industrialización que nos haga competitivos en sectores en los que aún no son competitivos los países del sudeste asiático. Desde la aviación (con Brasil a la cabeza), buena parte de los medicamentos, algunas áreas de biotecnología y química, etc. Estamos tan desindustrializados que cuando en América Latina crecen las exportaciones, el producto crece un poco y las importaciones más que el producto y las exportaciones. En estas condiciones, pensar que no tenemos que profundizar la oferta industrial y, al mismo tiempo, expandir la oferta de exportaciones industriales, es suicida. No lo vamos a lograr nosotros mismos.
En relación al temor de un estrangulamiento externo como ocurría durante el proceso de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI), en América Latina ahora tenemos un ciclo similar de Stop and Go, pero por razones distintas. Esto es alargado por las mejoras en los términos de intercambio, pero en términos constantes, si tomamos América Latina en su conjunto, el balance en cuenta corriente se empieza a deteriorar ya en 1995 y fue sostenido por los términos de intercambio. Es un Stop and Go distinto porque durante la ISI se daba por el crecimiento industrial que demandaba insumos y bienes de capital. Este es un Stop and Go porque la estructura industrial no se modifica al mismo ritmo de la demanda. Seguramente América Latina tendrá que hacer como hizo el sudeste asiático, que combinó sustitución de importaciones con promoción de exportaciones. Estos son dos elementos centrales en cualquier estrategia de crecimiento.




T.S. -¿Cuáles son las medidas necesarias para lograr esta estrategia de crecimiento?



E.A. -Es un problema de construcción política. Se deberá lograr en base a la movilización y organización de los sectores populares y, de esta manera, realizar una planificación económica tendiente a priorizar una serie de actividades productivas. Pero esto no puede estar separado de reformas del sistema impositivo, de la reconstrucción de los estados con capacidad de intervenir en la política económica industrial. Se trata, por ejemplo, de que los estados tengan industrialistas. Es una tarea compleja y uno tiene la impresión de que los estados todavía son débiles para realizarla.
En América Latina predominan dos grandes modelos y la posibilidad de un tercero. Uno de ellos se apoya en las exportaciones y deja afuera a millones de habitantes; un modelo que también tiene el límite de la frontera de la tierra que en pocos años no tendrá donde extenderse. El otro modelo consiste en aprovechar para repartir e impulsar el mercado interno. Los límites que encuentra este segundo modelo, por sus requerimientos, llevan a un tercer modelo. América Latina debe orientarse a un nuevo modelo mucho más centrado en la industrialización, el cambio de la estructura exportadora y con una muy fuerte presión del Estado. Esto último, porque es muy difícil llevar adelante este proyecto con un 70% de la producción industrial en manos de las trasnacionales. No digo que haya que comprarlas, sino que hay que crear empresas públicas sociales que cumplan la función de desarrollar las nuevas actividades.




T.S. -En relación a los BRIC, ¿cómo repercute el papel de China en América Latina?



E.A. -Se podría decir que China intenta desarrollar una expansión al estilo inglés constituyéndose como un motor industrial y realizando inversiones externas para controlar las fuentes de materias primas. Un país y una región pueden insertarse en ese modelo pasivamente, como hizo Argentina con Inglaterra a fines del siglo XIX y durante las primeras décadas del XX, o bien se puede tratar de aprovechar el modelo chino para devenir en productor industrial, como hizo EEUU con Inglaterra en el mismo período del ejemplo anterior. Pienso que China va a ejercer una muy fuerte presión sobre América Latina y hay que tener cuidado porque esto juega a favor de nuestra primarización si no sabemos jugar otra carta.




T.S. -¿Y con respecto a Brasil?




E.A. -Brasil se constituye como un actor clave. Tiene la hegemonía en América del Sur y su suerte será la suerte de toda la región. Lo que habrá que seguir es cómo estas contradicciones que venimos señalando se van desarrollando en Brasil y cómo desde los otros países de la región podemos presionar en un sentido acorde a los intereses conjuntos de América Latina. Brasil es un actor central, ha hecho mucho por mantener el MERCOSUR pero tendrá que pasar a otro esquema de integración. América Latina necesita que ocurra eso pero es difícil si no tiene socios activos. Por ejemplo, para participar del desarrollo de la aviación brasilera, tenemos que generar, en nuestro país, una industria de aviación nacional. Lo mismo en el desarrollo de nuevas actividades complementarias.




T.S. -¿Y en ese sentido que opina en relación a la idea de creación de un Banco del Sur?




E.A. -Creo que es factible y necesario porque no podemos depender de la financiación del BID. El problema, de nuevo, es el papel de Brasil. Es importante que no sienta que la creación de un Banco del Sur será una competencia para su Banco de Desarrollo. Será cuestión de que las negociaciones, que van lentas, den cuenta de esto.

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