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lunes, 25 de abril de 2011

VARGAS LLOSA : LIBERALISMO POLÍTICO Y LIBERALISMO ECONÓMICO, por Eric y Alfredo Eric Calcagno (para "Miradas al Sur" del 24-04-11)



Miradas al Sur. Año 3. Edición número 153. Domingo 24 de abril de 2011
Por
Eric Calcagno, senador de la Nación,



y Alfredo E. Calcagno, doctor en Ciencias Políticas
politica@miradasalsur.com







La visita a Buenos Aires del premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa dejó como saldo dos disertaciones –una en la asociación Mont Pelerin y otra en la Feria del Libro– y múltiples entrevistas de prensa, radio y televisión. Opinó sobre política y economía, así como realizó una cerrada defensa del liberalismo político a la vez que económico, a los que consideró como partes de la misma unidad.En una de las entrevistas que concedió, Vargas Llosa afirma que “un liberal es un señor que cree en la libertad y que cree que la libertad es indivisible, que no se puede dividir la libertad política de la económica. Ese es un principio básico del liberalismo. Está en Adam Smith, el padre del liberalismo. Si hay alguien que pretende dividir la libertad política y la económica, se equivoca: no tiene derecho a ser llamado un liberal o da una visión completamente corrompida y criticable del liberalismo. Eso no es el liberalismo que defiendo y con el que yo me siento identificado. Además, creo haber demostrado que mi conducta es una conducta clarísimamente de defensa de la libertad en el campo político, en el campo social y en el campo económico” (Entrevista con Martín Granovsky y Silvina Friera, Página /12, 22 de abril de 2011).Esta identidad de la libertad política con la libertad económica no es nueva; ha sido la carta de presentación liberal desde hace más de dos siglos, aunque tal equivalencia parece carecer de sustento teórico y realidad práctica. Veamos.


Liberalismo político.


Cuando se estructuró, el liberalismo político significó un progreso enorme: se proponía afirmar la libertad de los individuos y de los grupos, para lo cual preconizaba un Estado que fijara las reglas del juego y sólo actuara para garantizar su cumplimiento. Implicaba, en los hechos, el abandono de la explicación en términos religiosos de los fenómenos humanos, para fijarse en la interacción de los individuos, que en su dimensión ciudadana creaban un determinado Estado a través de las diferentes teorías del contrato social, así como establecían una estructura de gobierno basada en “pesos y contrapesos” y en la representación de las minorías, que impida el despotismo, sea de los tiranos o del pueblo. Significa la elección de los gobernantes por el voto, matizado muchas veces por los niveles de ingreso, así como la vigencia de las libertades de conciencia, de asociación y de prensa, de tal modo que las minorías puedan llegar a convertirse en mayoría.


Liberalismo económico.


Esa visión del hombre en sociedad, progresista para los siglos XVIII y XIX, se contrapone con la teoría liberal de la economía. En efecto, se nos dice que la búsqueda no coordinada del interés individual lleva al mayor bienestar de todos, si rigen las reglas del libre mercado, en un contexto en donde existen iguales oportunidades de acceso, en el que hay información perfecta, y libertades de participación y elección. Es como si los agentes económicos, mientras buscan su interés personal, estuvieran guiados por una mano invisible para hacer el bien general, con mayor eficacia que si buscaran a propósito el interés de todos. Aunque es de imposible demostración, se concluye que la suma de los egoísmos individuales lleva al bien común. Sus características salientes son la defensa de la propiedad privada y la libre iniciativa de los agentes privados, que deben ser preservadas de la intervención del Estado en sus múltiples formas (por ejemplo, barreras aduaneras, fijación de precios o regulaciones).


Democracia y liberalismos político y económico.


La democracia, el liberalismo político y el económico, que así definidos se diferencian con claridad, son el objeto de una enorme confusión. El cuadro, a riesgo de ser sólo indicativo, tiene la ventaja de presentar la distinta naturaleza de cada uno.La primera gran diferencia es la de los valores, que distingue la libertad negativa de la libertad positiva. Para F. A. Hayek, uno de los principales pensadores liberales, lo importante es el respeto a la “libertad negativa”, esto es, que los individuos no se vean obligados a hacer lo que no quieren. Con esta definición de libertad, uno puede vivir sin derechos políticos o morir de hambre, sin dejar de ser libre. Frente a esa libertad negativa (libertad para no hacer algo) está la libertad positiva (libertad para hacer: alimentarse, trabajar, participar en las decisiones sociales).El liberalismo político defiende la libertad negativa y el liberalismo económico aplica la libertad negativa para impedir la acción del Estado y la libertad positiva para la empresa privada. Una segunda diferencia está marcada por la distinta naturaleza de la libertad política y la del capital. La libertad económica tiene como eje al capital y es totalmente ajena a la libertad política, ya que actúan en circuitos diferentes. El capital está guiado sólo por el lucro y no por la realización de la libertad. Tiene objetivos políticos sólo si afectan el circuito dinero-mercancía-dinero aumentado (R. L. Heilbroner, Le capitalisme, París, 1986). En el liberalismo económico no imperan las leyes electorales sino las leyes del mercado: quien manda no es la mayoría visible del pueblo, sino la mano invisible; su lógica es la rentabilidad y no tiene nada que ver con la democracia.Una tercera flagrante divergencia se manifiesta en relación a la democratización sustantiva, que se refiere al grado de igualdad que se haya alcanzado en una sociedad. En el liberalismo político, se afirma la igualdad ante la ley, y en el liberalismo económico desaparece toda veleidad igualitaria. La divergencia entre los procesos democráticos, el liberalismo político y el liberalismo económico no sólo se evidencia en la teoría sino que se refleja en la práctica. Los sangrientos golpes de Estado de los años setenta en Uruguay, Chile y Argentina, formaban parte del mismo proyecto político por el que se implantó el liberalismo económico y se liquidó el liberalismo político con decenas de miles de muertos. Cuando Vargas Llosa nos relata un liberalismo económico y político únicos e indivisibles parece preguntarnos: ¿crees en lo que digo o en lo que ven tus ojos?.

Publicado en :
http://sur.elargentino.com/notas/vargas-llosa-liberalismo-politico-y-liberalismo-economico

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