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domingo, 13 de marzo de 2011

ALEJANDRO DOLINA : "Este gobierno hizo cosas que soñábamos en las pizzerías", por Noemí Arzamendia, (para Agencia Paco Urondo)



El lanzamiento de campaña de Daniel Filmus tuvo una fuerte impronta de la educación y la cultura. Numerosos referentes de esos ámbitos se hicieron presentes en el ND Ateneo para apoyar la candidatura del senador nacional. A continuación transcribimos la carta que el escritor, Alejandro Dolina, uno de los máximos referentes de la cultura porteña, le leyó a Filmus en esa ocasión:


"Hace mucho tiempo yo creía que los asuntos munícipes, no tenían color político. Pensaba que un colectivo en buenas condiciones no era de izquierda ni de derecha, y las manos de las calles tampoco eran de izquierda ni derecha (en el sentido metafórico, político). La construcción de un subterráneo –seguía pensando yo, que pensaba mucho en aquel entonces-, bien puede ser encarado por un régimen capitalista o socialista. Sin embargo, mientras yo pensaba todo esto, la vida de las grandes metrópolis se habían vuelto tan complejas que, podía decirse que cada decisión no solo implica un gesto político y científico. Las metrópolis son un ecosistema extremadamente sensible, dirían los sabios, un sistema con demasiados puntos de contacto; lo que implica que una falla en cualquiera de sus engranajes, pueda provocar un colapso general. El mero ejercicio de la propiedad sin regulación sería casi catastrófico.
La regulación indispensable y que ha fijado límites para la construcción, es un gesto político. Un hospital es un gesto político. Toda la imposición destinada a evitar contaminación, mejorar la educación, fomentar lugares recreativos todo eso es, inevitablemente, un pronunciamiento político. Y en un sentido contrario, las rejas, el crecimiento hacia adentro y asimétrico de la ciudad, la desregulación urbana, la persecución de los indigentes son también un pronunciamiento político.

Así que me parece, querido Daniel, que aquéllos viejos partidos municipales, con sus supuestas manifestaciones de ser apolíticos, me parece que ya no son imaginables, como así tampoco son imaginables los empresarios exitosos, o los entusiastas. En este momento la Argentina –y tal vez el mundo- vive un momento en el que la política, es mucho más que la mera opinión sobre la forma de administrar el estado. Cada posición con respecto al conflicto clásico, aparece hoy en el mundo occidental rodeada de una cantidad de pensamientos satélites, que aunque no sean netamente políticos, van desarrollando un perfil que es inseparable de la política. Entonces, cuestiones tales como el aborto, las minorías, la inmigración, la sexualidad, el matrimonio, etc., van perfilando un ADN tan congruente que casi podría decirse que cuando uno conoce la opinión de un tipo acerca de cualquiera de estos temas, va adivinando inmediatamente todas las otras.


Así que esta agudización de los perfiles, esta drástica polarización abarca no solo juicios sobre la gestión de un gobierno, sino toda una forma de ver la vida; es, me atrevo a decir, una buena noticia, porque propendía una caída de todas las máscaras; y genera un entusiasmo y un deseo de participación imposibles de sospechar en tiempos del neoliberalismo, cuando se decía que los gobiernos administraban o que las ideologías habían muerto.


En la ciudad de Buenos Aires el perfil republicano de derecha ha alcanzado una gran penetración. En ningún otro distrito la prédica de los medios se ha vuelto tan exitosa. Se ha convertido en un biotipo mayoritario que es como un personaje de sainete: autoritario, mezquino, intolerante, desconfiado de la política, machista, un poquito evasor de impuestos, que no da limosna porque cree que los mendigos son ricos; proclama cualquier clase de exclusión y considera sagrado el derecho de propiedad.


Con todo esto, lo que yo quería decir –que es poquito- es que la primera reacción es no querer saber nada con estos tipos y resistirse a cualquier tipo de pacto. Yo aplaudo esa decisión en principio, pero enseguida anoto que todas esas personas que encarnan al personaje antedicho son muchas… acaso son millones. Son las viejas de enfrente de mi casa. O la multitud de gordos burgueses que han sido “acorralados” en rincones de malevolencia. A ellos no hay que esconderlos debajo de la alfombra, sino que hay que persuadirlos y hay que incorporarlos astutamente a un proyecto nacional.


Persuadirlos de pensar en la superstición promulgada por la prensa, conforme a la cual el paraíso sería un lugar lleno de policías.


Y hay quienes en el mundo periodístico han hecho un trabajo interesante y han continuado y contribuido a dar vuelta una visión fatal para el gobierno nacional y una situación que lo rodea. Pero probablemente ha sido la propia acción del gobierno su mejor defensa; y quizás alguna vieja del frente de mi casa ha empezado a dudar o a pensar que después de todo, no todos los pobres son pobres porque son vagos, como ella creía.


Por eso mi humildísma propuesta hoy, Daniel, es abandonar los proyectos clásicos de la publicidad política. A lo mejor no tendríamos que hacer ni festivales, ni corto publicitario con Filmus tocando el timbre a los vecinos. Inclusive yo no sé si no hay que renunciar a la ironía y dejar de ver que las carencias de los opositores son virtudes nuestras. Lo mejor es persuadir con la inteligencia en acción y dejar que el proyecto de las corporaciones se marchite solo. Y que la propia inferioridad y la pésima imagen, sea llevada al pisotón.


El gobierno nacional ha llevado, Daniel, a su agenda de acción, cosas que nosotros soñábamos en las pizzerías."


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