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domingo, 30 de enero de 2011

EVO MORALES : “Casi me pongo a llorar cuando los chilenos gritaban ‘mar para Bolivia’ ”, entrevista de Victor H. Morales para "Tiempo Argentino" .


Morales x Morales

Publicado en TIEMPO ARGENTINO el 30 de Enero de 2011 por VÍCTOR HUGO MORALES


El periodista Víctor Hugo Morales entrevistó al presidente del Estado Plurinacional de Bolivia. La charla, que apareció en el programa La Mañana, de Radio Continental, es emocionante. Allí, Evo Morales se larga a contar su infancia, sus primeros pasos en el fútbol y sorprende con la noticia de la merecida salida al mar que puede lograr su país.



–Imagino señor presidente que usted ha tenido esta deferencia, que no sabe cuánto valoro y agradezco, por mi condición de relator deportivo, y como usted es un hombre tan de fútbol por eso nos ha atendido.


–Bienvenido a Bolivia, compañero hermano argentino Víctor Hugo. Gracias a los contactos. Estoy sorprendido por algunos mensajes sobre Bolivia, el gobierno y sobre todo por el deporte especialmente. Cuando me informaron que había un periodista que comenta bastante sobre Bolivia en la Argentina dije: “bienvenido”.


–Les quiero recordar a los oyentes que lo primero que usted fue en la vida pública fue secretario de deportes en un sindicato.


–Empecé en Orinoco muy jovencito, con 14 años. Fundé un equipo de fútbol que se llamaba Fraternidad. Pero antes, mi primera escuela la hice en la Argentina, en Calilegua. Mi papá era zafrero, mi papá iba a la zafra. Yo no entendía nada de español, ahí empecé a entenderlo, pero se cambiaban de departamentos y dejábamos la escuela. Así aprendí a nadar en algunos ríos. Y también aprendí a vender picolé, lo que se conoce como “chupe”, en la Zafra. Ganaba bien vendiendo.


–Es muy emocionante esa parte de la historia. Tengo entendido que entre los cinco y los seis años vivió en la Argentina. Sus papás eran tan modestos que cuando terminaron esa zafra pudieron comprarle un catre. Era un avance formidable para el nivel de una familia pobre.


–Mi papá era muy trabajador, no había sábados o domingos para él. Aprovechaban los paros para descansar. Así ganó muy bien y compró un catre, era un lujo, tal vez el primero en llegar a Orinoco.


–¿Hasta ese momento dormían en el suelo?


–Sí, el catre era para papá y mamá. Los chicos dormíamos en el suelo.


–¿Existe aún ese catre?


–Hay un recuerdo que nunca quería comentar. Mi hermana ha ido de cocinera a la zafra y cuando se casó, mi padre se lo regaló. Hay que preguntarle, pero capaz lo tiene por ahí. Así mi papá hizo algunos billetes y mejoramos la casita. Ahí jugábamos mucho al fútbol, era arquero de chico. Allá había césped, pero cuando regresé a Orinoco era distinto, quería hacer como en la Argentina: atajar volando, pero sufría accidentes. También empecé a comer lechuga allá, y en Orinoco no había. Inclusive, mi actividad de fútbol empezó en la Argentina. Un niño no iba a trabajar y la mejor manera que encontré era vender picolé. En Orinoco organicé mi equipo de fútbol a los 14 o 15 y hasta salimos campeones. Después del Servicio Obligatorio en 1978, en 1979 estuve tratando de sobrevivir en el Carnaval de Oruro. Me hice trompetista en el colegio. Ya no toco. Lo que pasó es que para sobrevivir... En el altiplano hay heladas, y cuando hay heladas no hay comida. Por tanto, en 1980 en plena dictadura militar de García Meza, llegamos a Chapare, compramos un saco con mi padre, y cuando llegó el primer domingo fui a la cancha de fútbol con mi chutera, mi pantalón corto, ahí hablaban en quechua y yo apenas hablaba. Me senté a un lado y casualmente me llegó la pelota y la agarré, y ahí me dijeron si quería jugar, y obvio dije que sí. Me preparé, entré a la cancha e hicimos dos equipos. Y resulté el mejor jugador, ahí todos me preguntaron cómo me llamaba, quién era, de dónde venía. Se sorprendieron y a la noche vinieron todos a mi casa, conversamos, hicimos intercambios. Chapare era la síntesis de la pobreza de Bolivia. Así me puse a organizar un equipo. Como era bolivarista, fundé el Bolívar para el sindicato. Después, en una reunión, me eligieron como el secretario de deporte.


–Ahí empieza la carrera política. ¿Cuándo supo que no iba a ser jugador profesional como soñaba?


–Cuando dejé el campo por la ciudad. A los 16 o 17 años. En Oruro había un campeonato de interbarrios, trabajaba en una panadería para sobrevivir. Ahí escuché que había un torneo, organicé el equipo y mi delegado era el dueño de la panadería. En la primera fase goleábamos 6-0, 10-0, y en la segunda fase nos eliminaron. Pero el mejor goleador de todo el campeonato había sido yo. Claro, en la primera fase hacíamos siete, ocho y hasta diez goles. Esto era allá por 1974, y llamó la atención este chico que goleaba tanto, y me convocaron para San José, el equipo de Oruro. Llegué y todos me decían: “¿Evo quieres jugar?”, y dije: “obvio”. Era delantero y sentía que podía pasar, era puntero derecho o número 9. Una vez me atreví a pasar a un jugador profesional, y el jugador empezó a amenazarme. Y otra vez intenté pero no pude pasar, la pelota pasó pero el jugador no, me botó fuera de la cancha (ríe). Entendí cómo se jugaba. Después fui a hacer una preparación física con un brasileño, era muy fuerte. Pero como el almuerzo y la cena no eran buenos daba ventajas. Por eso después fue trabajar y trabajar para sobrevivir.


–¿Cómo no va a trabajar el presidente de Bolivia para combatir la pobreza si su vida es una síntesis de la pobreza en América Latina? Cuando uno repasa su biografía descubre que cuatro de sus hermanos murieron antes de los dos años por enfermedades que tienen que ver con la pobreza. A pesar de todo lo que le ha ocurrido es presidente y repitió su mandato. ¿Qué ha aprendido con el último episodio de los hidrocarburos? Me imagino que sigue aprendiendo cosas...


–Nunca soñé con ser presidente, ni imaginé ser presidente. Pero ahora creo en los sueños, creo en el destino. Le digo por qué creo. Estando en Orinoco, al pie de un cerro, un día a los 11 o 12 años, en mi sueño estaba caminando y había cualquier cantidad de víboras, y ya no podía caminar por la cantidad que había, gruesas, delgadas, grandes, pequeños, hasta que desperté llorando, temblando, y mi madre, que en paz descanse, me respondió: “si eres respetuoso, te va a ir muy bien en la vida, no te va a faltar plata.” No se lo comenté a mi padre eso. Y a los 14 o 15 años soñé qué lindo sería andar en avión, y de pronto me asusté porque apareció una nube gigante y pensé que si volaba chocaría. Otra vez me asusté y desperté llorando. Eso se lo comenté a mi papá y me dijo: “en la vida te va a ir bien, hay que saber respetar a mayores y menores, y por eso te va a ir bien.”


–Se han cumplido con creces los sueños. Cuando ellos decían que le iba a ir bien no se equivocaron. Era imposible imaginar que su hijo podía ser presidente de esta Bolivia. Quiero aprovecharlo para hablar de estos temas cruciales como el de los hidrocarburos de los últimos días. Sé que ganó con el 64% la última elección, y estos avatares bajaron esa popularidad. ¿Cómo piensa reencausar su relación con el pueblo boliviano?


–Todos me dicen, sobre la nivelación del precio de carburantes, que era necesario. Sólo me dicen que no era el momento, o tal vez haberlo hecho graduado. Anteanoche estuve con la Federación de Cooperativas Liberales de Bolivia y les dije: “Han avanzado contra mí y cuestionado mi decreto, pero este decreto viene de 1988, cuando un neoliberal empezó con la importación del diesel, así que no me echen la culpa a mí. En 1997 empezaron con la subvención, no me echen la culpa a mí.” He demostrado con datos cómo van creciendo los recursos económicos del tesoro para la subvención. También fui muy sincero, como dije en algún momento. En 2006, cuando empezaba como presidente, no había mucha importancia con la subvención. Pero va creciendo porque va creciendo la frontera agrícola, y para conseguir más cultivos va creciendo. Lo mismo que para las pequeñas industrias que necesitan diesel, y lo mismo para los carros: ellos también necesitan diesel y, sobre todo, el contrabando. Por ejemplo, en la frontera con Brasil vendemos el litro de gasolina a más de tres bolivianos; pero en Brasil, al frente, se vende a diez bolivianos. Imagínense lo que sacan por los miles de litros que venden. Ninguno me dijo que la medida estaba equivocada. Los sectores sociales quieren someter a Bolivia para sus propios intereses y otros sectores no estaban de acuerdo, pero no defendieron. Los únicos que defendieron realmente fueron los hermanitos campesinos indígenas originarios, los petroleros, los CONADIPE y los hermanos de Luz y Fuerza. Lo cierto es que todo esto afectaba a la población. He tenido reuniones desde una madrugada a la otra madrugada y después escuchando al pueblo. Nuestro compromiso fue ordenar, y derogamos el decreto a los cinco días. Diría que siempre nos enseñan, pero en el fondo puede ser un error lo del procedimiento, debería haber sido paulatino todo. Algunos dicen que deberíamos haber hecho una consulta al pueblo boliviano. Acá no se trata de cuidar nuestra imagen, o de que nadie me cuestione: se trata de cuidar la economía nacional. Nuestra obligación, por encima de cuidar nuestra imagen, es cuidar la economía. Un datito importante es que el Estado colonial, desde 1825 hasta 2005, sólo ha ahorrado 1714 millones de dólares. Nosotros en cinco años de gobierno ahorramos 9200 millones de dólares. En esos 180 años, ¿dónde se ha ido esa plata? En cinco años, hemos demostrado que pudimos juntar eso, con honestidad, austeridad, pero principalmente con la nacionalización de los hidrocarburos.


–Hay una inmensa expectativa en América por si no le va bien a Evo Morales. Usted ha dicho, con razón, que en la primera oportunidad de representar a los pueblos originarios, se crea frente a la Historia una responsabilidad muy especial. Pero también toda América Latina mira hacia aquí, hacia esta parte del mundo, para ver cómo termina esta pelea contra el neoliberalismo. Sé que el 7 de febrero habrá una reunión muy importante con Chile para ver si se conseguirá una salida al mar, y también me gustaría conocer sus sentimientos cuando escuchaba los comentarios desde la Argentina cuando ocurrió la ocupación del Parque Indoamericano. Usted habló en su momento, pero empecemos por Chile: ¿qué expectativas tiene usted para esa reunión?


–Empezamos con buenas relaciones con el ex presidente Ricardo Lagos. Recuerdo que me visitó con motivo del traspaso de mando en un pequeño cuarto en que vivía. Se sorprendió porque el gobierno anterior no me había dado un espacio para que yo pueda tener reuniones con otros presidentes, y no entendía cómo el presidente entrante podía vivir así. Él me decía que hay que resolver este tema. Es más, sus allegados me dijeron que si hubiera seguido un mandato más, el tema de la salida al mar ya estaría resuelto. Después de mucho tiempo nos hemos visitado, con nuestro vicepresidente, y lo invitamos al presidente Lagos el 22 de enero de 2006, porque antes algunos hermanos nuestros quemaban algunas banderas de Chile y antes, en Chile, decían que Evo Morales no podía entrar, y era verdad. Yo no he podido entrar a Chile. Pero a partir del encuentro con Lagos, ¡cómo no lo íbamos a invitar si es un presidente de un país hermano! Y tenemos que trabajar para solucionar los problemas entre hermanos. Y después fui al traspaso de mando del presidente Lagos para la presidenta Bachelet. Hasta me invitaron a una concentración de coliseo. Había entre 8000 y 10 mil hermanos chilenos, y entré asustado, hasta que en un momento empezaron a cantar “mar para Bolivia, mar para Bolivia”. Tenía una emoción que casi me pongo a llorar, no podía entender que los chilenos griten “mar para Bolivia”. Me sorprendió, y ahí por primera vez desde el año 1879 entró a la agenda el tema del mar. Hay una confianza mutua entre los dos países: con su presidente, con el pueblo, para resolver el tema del mar, pero tenemos otros tantos temas pendientes... Sobre el tema que pasó en la Argentina, estaba en contacto con muchos hermanos nuestros, tengo familiares. La semana pasada recibí en el Palacio a gente, y me decían: “nosotros fuimos allá a trabajar, pero por culpa de algunos hermanos que están tomando tierra quedamos todos mal. Señor presidente, tiene que decirles que no se puede tomar tierras.” Yo lamento mucho que algunos hermanos hagan eso. Pero es entrar en un tema interno político de la Argentina, mis hermanos realmente van a trabajar, a ser respetados. Antes de ser diputado estuve por la Argentina dando algunas conferencias a las que me invitaron. Las universidades siempre me han apoyado, y así casualmente caí en algunas zonas donde en algunas madrugadas se concentran los migrantes buscando trabajo. Me he encontrado con mineros despedidos. Hasta me encontré con cocaleros, y así ví como aparecían los chinos buscando bolivianos, y aunque estaban indocumentados, se los llevaban. Y me decían los empresarios que el boliviano es honesto y trabajador. Me sorprendió esa frase de gente que necesita jornaleros para trabajar. Por eso me sorprendió que haya hermanos que quisieran tomar tierras y quedemos mal mirados los bolivianos. Por suerte está todo aclarado después de conversar con nuestra embajadora, y está todo resuelto. No puede haber discriminación, pero tampoco toma de tierras. Yo saludo a nuestros hermanos argentinos que dan la posibilidad de trabajar a mis hermanos, y mediante un programa llamado Patria Grande hemos legalizado su documentación. Hemos empezado el trabajo con el ex presidente, que en paz descanse, Néstor Kirchner, que ha sido tan importante su trabajo, su apoyo para dar legalidad a nuestros hermanos, y con la presidenta Cristina pudimos continuar nuestro trabajo para que nuestros hermanos puedan trabajar libremente.


–Le pido una línea para no quitarle más tiempo. El tema de la Coca-Cola, ¿se ha solucionado?


–Es un tema muy interesante. Es una transnacional. Yo consumía Coca-Cola. He probado que el exceso de Coca-Cola hace mucho daño al ser humano. Les cuento una vivencia. Allá por 1990, después de comprar un terreno, empecé a hacer mi casita con algunos albañiles. Y los domingos, mientras seguíamos trabajando, algunos me dijeron: “nos vamos a tomar chichita”, y les dije que si tomas chicha o alcohol, el día lunes tienes “tufo feo”. Entonces les dije: “no voy a tomar chicha, ustedes tomen. Yo me voy a tomar Coca-Cola.” Entonces me dijeron que si ellos se tomaban todo el vaso de chicha, yo tenía que tomarme todo el vaso de Coca-Cola. Después de eso, ellos estaban sanitos y yo estaba pálido, con dolor de estómago, como envenenado. Tuve que abandonar lo que estaba haciendo, y desde esa vez tengo mucha desconfianza en la Coca-Cola.


–Y ahora, concretamente, ¿qué es lo que pasa? Ellos aumentaron el precio diciendo que es por el precio de la azúcar, y usted intentó demostrar que no había tal motivo para aumentar. ¿Ese es el problema?


–No, se magnificó eso. Nada que ver con el precio de la Coca-Cola. Lo que estoy viendo es que muchos productos de Coca-Cola hacen mal al ser humano. Por ejemplo, sólo consumiendo la hoja de coca en su estado natural puedes combatir la diabetes, y está totalmente comprobado. Algunos científicos expertos están queriendo convertir la hoja de coca en tabletas. Consumiendo tabletas puedes combatir una enfermedad. A mí me ha sorprendido este resultado sobre el consumo de la hoja. Por eso vamos a seguir revalorizando esto para el bien de la humanidad.


-¿Habría una posibilidad de investigar si en la Argentina se masca coca? O habría que ver en las provincias donde puede ocurrir, qué porcentaje de esta enfermedad se da o no. Ahí podríamos tener un número. Voy a intentar periodísticamente recorrer ese camino. Presidente Evo Morales, le agradezco todo este tiempo. Ha sido generosísimo en cada una de sus respuestas.


-Quiero que sepa algo: después de escuchar muchos comentarios sobre usted, sobre lo que comenta de Bolivia, acepté darle esta entrevista.

Entrevista realizada por Victor Hugo Morales.


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