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lunes, 31 de mayo de 2010

UN ANÁLISIS DESDE LA ECONOMÍA POLÍTICA DEL MODELO ECONÓMICO KIRCHNERISTA, por Santiago Fraschina (para "El Argentino")

Arriba : Juan Santiago Fraschina

La diferencia entre un análisis de economía política y uno neoclásico no es su conclusión sobre las recomendaciones de política económica, sino más bien la inclusión de los factores políticos e históricos. En efecto, la confianza en el liberalismo económico no es exclusivo de los autores neoclásicos. Por ejemplo, tanto Adam Smith como David Ricardo propugnaban por la idea general de que el Estado debía ser lo más reducido posible, al igual que los neoclásicos. Sin embargo, el tipo de análisis realizado por Smith y Ricardo es totalmente diferente del análisis de los economistas marginalistas. Mientras que un análisis de economía política incluye las variables históricas y políticas, los análisis neoclásicos hacen abstracción en sus interpretaciones económicas de dichas variables. Por ejemplo, la recomendación de David Ricardo del liberalismo económico para Inglaterra se basaba en un análisis histórico y político del país. El economista ingles escribía a principios del siglo XIX, cuando el enfrentamiento principal en Gran Bretaña era entre los terratenientes y la burguesía en torno de la ley de granos. Pero de lo que se había dado cuenta Ricardo era que detrás de esta ley se verificaba una disputa entre dos modelos económicos, es decir, entre la profundización o no del modelo industrial que se había iniciado con la Revolución Industrial a mediados del siglo XVIII. La ley de granos era un arancel a la importación a los productos agropecuarios, esto es, protegía el mercado interno de los terratenientes británicos. Sin embargo, Ricardo observó que esta ley obstaculizaba la consolidación del modelo industrial. Por lo tanto, era necesario eliminar dicha ley. Según David Ricardo, como resultado del proteccionismo impuesto a los productos agropecuarios se generaba un aumento del precio de los alimentos que se traducía en un incremento del costo de vida de los obreros, lo cual obligaba a la suba del salario de subsistencia por parte de los empresarios. Por lo tanto, la ley de granos se traducía en un incremento en los costos de los capitalistas desalentando de esta forma la inversión y conduciendo a Inglaterra a un estancamiento económico denominado por este economista como “estado estacionario”. En esta situación, el único que se beneficiaba era el terrateniente que como consecuencia del aumento de los precios de los granos a partir del proteccionismo verificaba un incremento de su renta. Por tal motivo, David Ricardo recomendaba la eliminación de la ley de granos para así de esta manera poder estimular la importación de productos agropecuarios y generar una caída en el precio de los alimentos, lo cual se traducía en una reducción de los costos laborales de los empresarios británicos y en un mayor nivel de inversión para lograr una reactivación de la economía a partir de la profundización del modelo industrial. En resumen, la recomendación del liberalismo económico de David Ricardo materializado en una reducción del proteccionismo se basaba en un análisis histórico y de la disputa política que caracterizaba a Inglaterra a principios del siglo XIX. En otras palabras, la apertura comercial se sustentaba en la necesidad de la profundización del proceso de industrialización que se había iniciado en Inglaterra a mediados del siglo XVIII. En contraposición, el análisis neoclásico realiza una abstracción de los aspectos históricos y políticos de la realidad económica. Cuando los autores neoclásicos a fines del siglo XIX propugnaban por la no intervención estatal y el libre juego del mercado, basaban su teoría en el modelo de mercado de competencia perfecta. Sin embargo, en el contexto en el cual los autores neoclásicos escribían los mercados reales se alejaban cada vez más de los mercados competitivos. En efecto, a partir de la crisis mundial desatada en 1873 se comenzaron a consolidar las grandes empresas absorbiendo a las pequeñas y medianas. Como en toda crisis capitalista, la de 1873 condujo a un incremento de la concentración económica prevaleciendo de esta forma los monopolios y oligopolios por sobre los mercados competitivos. En este contexto de preeminencia de los mercados imperfectos, los economistas neoclásicos recomendaban el liberalismo económico sobre la base del análisis abstracto del mercado de competencia perfecta. Por lo tanto, la diferencia entre David Ricardo y los neoclásicos no fue en torno de la recomendación de políticas económicas, pues todos confiaban en el mercado autorregulado y en la no intervención del Estado en la esfera económica. La diferencia era entonces en el tipo de análisis: mientras que David Ricardo tenía en cuenta los factores históricos y políticos y a partir de ahí concluyó en la necesidad del liberalismo económico, los neoclásicos derivaron a la misma conclusión pero a partir de un análisis ahistórico y apolítico de la realidad económica. En otras palabras, los análisis ahistórico y apolítico de la economía es lo que diferencia la economía neoclásica de la economía política. En este sentido, para entender y valorar el modelo económico kirchnerista es fundamental realizar un análisis desde la economía política. Es decir, contextualizar la economía del gobierno de Kirchner en términos históricos y políticos, esto es, describiendo la situación económica y social en la cual Néstor Kirchner asumió la presidencia y la disputa política de los dos modelos económicos que se explicitaron en el gobierno de Cristina Fernández a partir de la resolución 125 que establecía las retenciones móviles a los productos agropecuarios y el lockout patronal de las entidades agrarias en repudio a dicha medida. Con respecto a la situación histórica, Kirchner asumió luego de la aplicación del modelo neoliberal desde mediados de la década del ’70. El modelo neoliberal fue instaurado durante la dictadura militar de 1976 a partir de las distintas políticas económicas aplicadas por el ministro de Economía José Martínez de Hoz. El modelo neoliberal fue legitimado y profundizado por los sucesivos gobiernos democráticos hasta el 2003. Las consecuencias económicas y sociales del nuevo régimen de acumulación impuesto por la dictadura militar fueron la desindustrialización de la economía argentina y el aumento de la simplificación productiva, la primarización de las exportaciones y el auge importador de bienes industriales, el aumento de la concentración económica, el incremento de la deuda externa y la fuga de capitales, el aumento de la extranjerización de la economía nacional y el incremento de la exclusión social a partir del aumento de la de­socupación, la pobreza, la indigencia y la concentración del ingreso. A partir del gobierno de Néstor Kirchner, el sector productivo –y fundamentalmente el industrial– se transformó nuevamente en el centro de la economía argentina. Es decir, desde el 2003 se verificó un proceso de industrialización de la economía nacional. En este sentido, la instauración del modelo de valorización productiva se tradujo en un aumento de la inclusión social como resultado de la generación de puestos de trabajo, reducción de la pobreza y la indigencia y una mejora en la participación de los asalariados en el producto y en la distribución del ingreso. Asimismo, se produjo un fuerte proceso de desendeudamiento externo como resultado del exitoso canje de la deuda y el pago al Fondo Monetario Internacional. Por su parte, se experimentó un proceso de diversificación de las ventas externas aumentando la participación de las exportaciones con mayor valor agregado. Además, se verificó un aumento de la sostenibilidad del modelo económico a partir del superávit comercial y fiscal y del incremento constante de las reservas del Banco Central de la República Argentina. Por último, este nuevo modelo de desarrollo se sustentó fundamentalmente a partir del crecimiento constante del mercado interno como resultado de la generación de puestos de trabajo, el aumento de los salarios a partir de la reactivación de las paritarias, el aumento de las jubilaciones, el incremento de la inversión pública y la expansión del gasto público social. Todos estos factores generaron una aumento permanente del consumo y del mercado interno. En este contexto, y a partir de la resolución 125 se explicitó la disputa de dos modelos ecónomos. Uno es el modelo de las entidades agrarias, que implica la estructuración de la economía argentina a la producción y exportación de bienes primarios, retornando a la lógica del modelo agroexportador a partir de la venta externa de alimentos a los países centrales. Sin embargo, este modelo económico es sumamente excluyente debido a que la actividad primaria no absorbe gran cantidad de mano de obra, por lo cual si la economía argentina, como quieren los dueños de los campos, se especializa en la producción y exportación de bienes primarios se traduciría en un fuerte incremento de la desocupación, la pobreza y la indigencia. En este sentido, el modelo económico kirchnerista no sólo significó un progreso desde el punto de vista histórico al sustituir el modelo neoliberal, sino que además significa un avance desde el punto de vista de los modelos en disputa donde las entidades agrarias añoran volver al modelo agroexportador en contraposición a la profundización del proceso de industrialización con inclusión social. En otras palabras, realizando un análisis desde la economía política, es decir, teniendo en cuenta los factores históricos y políticos en términos de la disputa de los dos modelos económicos, se puede entender el progreso que implicó e implica el gobierno de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández para la economía y la sociedad argentina. * Economista del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular (GEENaP); www.geenap.com.ar

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