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sábado, 13 de marzo de 2010
La Izquierda Interplanetaria
La revolución industrial que comenzó en Inglaterra a fines del siglo XVIII provocó una aguda crisis social . Los pequeños propietarios ingleses perdieron sus tierras, y fueron reemplazados por medianos o grandes propietarios que se dedicaban a la agricultura o a la ganadería ovina. Los campesinos desposeídos tenían una clara alternativa : emigrar o morir. El destino de estos pobladores fue, o irse a las ciudades inglesas, o viajar a ultramar, a las colonias de América del Norte, Oceanía o Sudáfrica.
Los artesanos no la pasaron mejor. Estos trabajadores altamente especializados y que tenían un nivel de vida bastante digno, fueron arrasados, y siguieron los pasos de los campesinos. Aquellos que optaron por la lucha y formaron el movimiento luddista, el movimiento de “Destructores de Máquinas”, fueron exterminados sin piedad por las autoridades.
En su reemplazo surgió un proletariado altamente explotado, absolutamente subcalificado, viviendo en condiciones de pobreza extrema. Las ciudades industriales inglesas tuvieron un crecimiento meteórico, y se desarrollaron como grandes “villas miseria” donde la gente vivía en condiciones inhumanas. Podemos consultar una fuente de la época, como la clásica obra de Friedrich Engels, "La situación de la clase obrera en Inglaterra", o, para los menos afectos a la lectura, simplemente mirar la película “Sherlock Holmes” (la de Robert Downey Jr.), cuyo trasfondo continuo es una Londres en su época de oro, cuando era capital del Imperio hegemónico, y sin embargo tenía una población que vivía en un nivel de sordidez casi increíble.
Como reacción a estas condiciones nació una ideología contestataria a la que en el siglo XX se bautizó como “comunismo”. Dos intelectuales alemanes radicados en Londres, Karl Marx y Friedrich Engels, desarrollaron en sus escritos una crítica profunda a la sociedad de su época, describieron los mecanismos de explotación de los trabajadores por parte de los propietarios de los bienes de producción, y propusieron un proceso revolucionario que permitiera a los proletarios tomar el poder y crear una sociedad en la que existiera un plena igualdad política, social y económica. A este sistema del futuro lo llamaron “comunismo”.
Marx planteaba la necesidad del “internacionalismo”. El sostenía que el enemigo de un obrero no era el obrero de otro país, sino su propio explotador “nacional”, su compatriota capitalista que lo explotaba. Por eso, los obreros de los diversos países debían unirse contra los explotadores, dejando de lado nacionalismos y banderas.
En el siglo XX, en diversas partes del mundo, líderes políticos inspirados en las ideas de Marx, Engels, y otros intelectuales de esa corriente ideológica, hicieron revoluciones exitosas que les permitieron tomar el poder en algunos países : Lenin en Rusia, Tito en Yugoslavia, Mao en China, Ho Chi Minh en Vietnam, Castro en Cuba.
Y si uno analiza en profundidad estas cinco revoluciones exitosas encuentra un fuerte rasgo en común : todos se inspiraron en las ideas marxistas, pero las adaptaron a sus necesidades, a su propia realidad social y cultural. Por el contrario, todos los que intentaron copiar, paso a paso, las revoluciones de estos líderes (sea Lenin, Mao, Castro, o cualquier otro) fracasaron estrepitosamente. Aunque parezca una contradicción conceptual, estas revoluciones internacionalistas, tuvieron un carácter marcadamente “nacional” : Lenin hizo una Revolución claramente “rusa”, la de Castro tuvo un carácter fuertemente cubano, y Mao encabezó una revolución indudablemente “china”.
Y no podía ser de otra manera.
La inserción de estas ideologías en Argentina fue bastante compleja, debido principalmente a la forma en que se organizó el Estado argentino.
Argentina como Estado-Nación surge a partir de las concepciones de las “Generaciones” de 1837 y 1880. Estos intelectuales tienen una serie de bases muy concretas para elaborar su modelo de Nación. Pero estas bases de apoyan sobre una serie de negaciones :
* no somos un país latinoamericano,
*no debemos valorar la cultura española
*no hay una herencia cultural indígena digna de mención
*no tenemos africanos
*la llanura pampeana y la Patagonia no tienen pobladores (son el “Desierto”),
*los caudillos no hicieron aportes trascendentes a la formación de la nacionalidad,
*no debemos recordar a ciertos personajes que no comparten nuestros objetivos
Subidos sobre la gran ola de la inmigración europea, buscaron erigir un Estado Europeo en Sudamérica, teniendo por objetivo, por modelo a imitar , las culturas de Inglaterra y Francia. Y lograron un éxito parcial, pues construyeron una gran fachada, una escenografía monumental en peligroso equilibrio sobre unos cimientos “criollos” a los que ignoraban y con los que no querían conectarse.
Con la inmigración europea llegaron a la Argentina las ideas socialistas y comunistas, y se insertaron sobre todo en las grandes ciudades más europeizadas, como Buenos Aires y Rosario, en esa “Pampa Gringa” que por entonces parecía una sucursal de Europa. Estos primeros socialistas, europeos o de formación europeísta, se vieron “contaminados” por estos preconceptos culturales, se sumaron a esta cosmovisión que veía a la Argentina como una extensión de Europa, y que consideraba deleznable o despreciable, y evidentemente “feudal”, a esa base criolla. Los partidos de izquierda surgen dentro de esa fachada, de esa escenografía europea, inevitable e ineludiblemente ligados a ella. Por eso logran cierto peso en las ciudades más grandes (como el caso del Partido Socialista en los años ’30) pero les cuesta mucho ingresar a la Argentina profunda, más criolla, más “americana” (más “latinoamericana”).
Con la emergencia del peronismo se devuelve en la Argentina protagonismo y poder político a estos sectores más criollos, hasta entonces ignorados. Esto disloca a la izquierda, la descoloca, porque esa gente viene de fuera de su universo intelectual, porque esa gente “que no existía” ahora cuenta y tiene poder. Eso no es el pueblo ni son obreros, como afirmaba un comunicado oficial del PC ante el 17 de octubre.
Los más exaltados califican simplemente de “fascistas” a estos extraños “peronistas” , y se unen a empresarios, militares, estancieros y a la Iglesia en contra de un partido al que apoyaban masivamente los obreros.
Los más moderados recurren al mote más tibio, pero igualmente despectivo, de “populistas”.
De allí en más hemos presenciado el espectáculo patético de ver como grandes sectores de la izquierda, cuando se discuten los grandes objetivos, cuando se definen los grandes modelos, cuando se fija el rumbo a seguir, cuando están en juego las grandes cuestiones que dividen aguas, se aferran con obstinación a la letra chica de los pequeños objetivos, totalmente secundarios, y se encolumnan en el lado equivocado.
Ven como “enemigos” a quienes deberían ser sus “compañeros de ruta”, al menos hasta que se llegue a la discusión de esa letra chica en la que puede haber (o mejor va a haber ) discrepancias.
Vemos entonces a partidos “obreros” y “socialistas” marchar con alegría junto al capital más concentrado, a la derecha más prehistórica y a la Iglesia (en el ’46, en el ’55, en el 2008), cuyos objetivos son exactamente opuestos a los de ellos.
Y no es de extrañar. Pues ellos tienen grandes objetivos, y piensan que no los traicionan. Y piensan eso porque sus objetivos no están aquí ; están allí en lo alto, más allá de las nubes, en un oscuro rincón del Universo…
Esa izquierda argentina no es internacional… Es Interplanetaria…
Y aquí quiero recurrir a las palabras de un intelectual de fuste, de un hombre cuyo accionar político me parece deleznable, pero cuyo nivel literario es innegable : Domingo Faustino Sarmiento.
Sarmiento definió a los unitarios, los padres y abuelos biológicos e intelectuales de los grandes pensadores liberales y positivistas que construyeron Argentina, de una forma realmente dura, demoledora :
“Me parece que entre cien argentinos reunidos yo diría : éste es unitario. El unitario tipo marcha derecho, la cabeza alta ; no da vuelta, aunque sienta desplomarse el edificio ; habla con arrogancia ; completa la frase con gestos desdeñosos y ademanes concluyentes ; tiene ideas fijas, invariables ; y en la víspera de una batalla se ocupará todavía de discutir en toda forma un reglamento o de establecer una nueva formalidad legal ; porque las fórmulas legales son el culto exterior que rinde a sus ídolos, la Constitución, las garantías individuales . Su religión es el porvenir de la República, cuya imagen colosal, indefinible , pero grandiosa y sublime, se le aparece a todas horas, y no le deja ocuparse de los hechos que presencia… Es imposible imaginar una generación más razonadora, más deductiva, más emprendedora, y que haya carecido en más alto grado de sentido práctico” (1)
Si cambiamos conceptos como “Constitución”, “República”, “fórmulas legales” y “garantías individuales” por otros como “Revolución”, “Pueblo”, “Proletariado” , “principios revolucionarios” y “lucha de clases”, esta frase, escrita hace tanto tiempo, es una excelente definición de una parte muy numerosa de la izquierda argentina.
Adrián Corbella, 11 de marzo de 2010
(1) Texto tomado de Domingo F. Sarmiento, Obras Completas, Buenos Aires, 1949, tomo VII.
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