El largo proceso de fragmentación del sistema político argentino pos 2001 se ha profundizado con la sorprendente irrupción de Milei y este novedoso escenario de tres tercios.
Es imposible saber si este fenómeno ha llegado para quedarse, si el mileismo acabará fagocitando al PRO y a parte del radicalismo o si, por el contrario, una crisis en el gobierno deriva en el resurgimiento de una derecha presuntamente republicana y de buenos modos que se llamará Juntos por el Cambio o algo parecido. Tampoco sabemos si el peronismo logrará unirse detrás de una figura de cara al 2027. Lo único que parece cierto es que, al menos hoy, dado que las grandes figuras de cada uno de los tres espacios son incapaces de generar mayorías, su rol se reduce a protagonizar bloqueos y/o condicionamientos. La consecuencia es, naturalmente, una mayor crisis de representación, la obturación de cualquier dirigente o línea novedosa dentro de los espacios y una particular forma de llevar adelante un gobierno. Analicemos cada caso en particular.
Macri. Con encuestas que en 2023 mostraban que su triunfo sería imposible en un balotaje, lejos de impulsar al candidato natural, Horacio Rodríguez Larreta, jugó al misterio hasta que, presuntamente, dejó hacer e impulsó una interna fratricida que le hizo perder al espacio una elección que estaba ganada. Lo hizo suponiendo que Rodríguez Larreta barrería con él y, a cambio, apoyó a una candidata con pocas luces, pero mismo ímpetu para llevárselo puesto. Era eso o hacerse a un costado. Eligió eso. Hoy apuesta a ser el interlocutor de la gobernabilidad hasta que las encuestas exhiban la profundización del descontento con la actual administración. Su bloqueo ya ha corrido al ala bullrichista hacia la LLA y ha roto puentes con sectores del radicalismo. Si el mileismo no le quita muchos votos al PRO en 2025, será, como mínimo, el condicionante. Si el ingeniero confirma que con él solo no alcanza, intentará que sin él no se pueda.
Cristina. En estas horas se estaría resolviendo su llegada al PJ Nacional. Aparentemente con lista de unidad. En esta semana continuaron las presiones sobre Kicillof desde diferentes sectores de La Cámpora y hay distintas versiones sobre la existencia o no de una reunión que habría tenido con la expresidente. Sin embargo, en su discurso, el gobernador afirmó que los días más felices fueron con CFK. Si hay canciones nuevas, al menos el disco todavía no salió y en los recitales suenan muchos covers.
Ahora bien, si ya en 2019 con CFK sola no alcanzaba, es de suponer que después de una experiencia como la de Alberto Fernández, sus números, al menos, no hayan mejorado. Podrá darle bien en el conurbano, su gran bastión, pero ya en 2017, esa concentración de votos no le alcanzó para ganarle a Esteban Bullrich en la provincia.
Los pasillos indican, además, que no está en ella la intención de candidatearse ni para 2025 ni para 2027. Y agreguemos a esto que, se descuenta, Casación confirmaría su inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Seguramente la última palabra la tendrá la Corte y eso le podría dar tiempo para presentarse el año que viene, pero difícilmente los jueces del máximo tribunal se mantengan en silencio hasta 2027. De modo que la jugada pareciera ser la de bloquear y/o crear un condicionamiento hacia el interior del peronismo tras el fracaso de imponer a la figura de su hijo. Control ideológico y control político. Yo sola no puedo, pero ustedes van a tener que pasar por acá si quieren hacer algo. Eso incluye al gobernador que, sin duda, no hubiera hecho carrera política sin el padrinazgo de CFK, pero que, también, ha tenido mérito propio en sus dos triunfos en la provincia. Porque, digámoslo: jóvenes apañados por CFK hubo muchos. Pero muy pocos consiguieron votos y solo Kicillof ganó la provincia, incluso en 2023 siendo parte del espacio que encumbró y fracasó junto a Alberto Fernández. Entonces, es una hipótesis, claro, pero podemos suponer que CFK sale a jugar porque La Cámpora sigue sin hacer pie y porque sin ella en el medio, el peronismo adoptaría otras formas, probablemente con una mezcla entre nuevos dirigentes y muchos de aquellos que tienen varias facturas para pasarle al hijo de la expresidente.
Mover la dama, como viene sucediendo desde 2017, entonces, es más una señal de debilidad que una confirmación de permanencia. El trasvasamiento generacional no llega porque los trasvasados no parecen estar a la altura. Y sin CFK no hay Cámpora, máxime si el plan de la agrupación de Máximo es continuar con la misma lógica de imposición de candidatos y control de cajas.
Milei. A diferencia de Macri y CFK, Milei no tiene “interna” ni candidatos que pretendan hacerle sombra. La LLA es él y además es el presidente. Sin embargo, el problema lo tiene hacia afuera: terminado el sueño populista afiebrado de gobernar con referéndums, Milei hace los números y se da cuenta que, al menos hasta el 2025, está a tiro de un juicio político y a tiro de que el Congreso le imponga leyes. De aquí que, paradójicamente, a pesar de ser gobierno, su objetivo esté en bloquear a la oposición. Por eso, para Milei, hoy gobernar es bloquear. Para ello necesita garantizarse el tercio del Congreso, número mágico para impedir que “le volteen los vetos”. En las próximas legislativas, su performance le permitirá ganar bancas, pero él no necesita de mayorías para gobernar. Con Ley Bases, decretos, vetos y el tercio para bloquear la insistencia de la oposición alcanza. Es muy probable que, desde diciembre de 2025, incluso sin tener que recurrir a aliados y sin tener que negociar con Macri, esté muy cerca de lograrlo.
Naturalmente este escenario puede cambiar pues, tal como decíamos al principio, un fracaso de Milei podría erigir a Macri como alternativa de derecha, pero posicionaría al peronismo como fuerza favorita, dependiendo también de quién sea el candidato. Asimismo, un gobierno exitoso de Milei obligaría, probablemente, tanto a Macri como a CFK a cambiar la estrategia y a buscar consensos más amplios para poder enfrentarlo o, en el caso del PRO, para cogobernar.
Mientras tanto, el incentivo a retraerse en la minoría intensa y a garantizar esa representación necesaria para bloquear al rival (interno o externo) es todo lo que se puede ver en el horizonte.
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