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miércoles, 18 de octubre de 2023

COMO FUE QUE NO LO VIMOS, por Perla Barrueca

 



MEA CULPA

Existían antes, pero con la pandemia se multiplicaron. Mientras la mayoría de nosotros la pasábamos en casa, entre el celu y la compu, ellos pedaleaban frenéticamente, dribleaban con las motitos, completamente precarizados. No nos preocupamos por ellos, a lo sumo les dedicamos nuestro enojo por alguna maniobra temeraria.

LA GUERRA DEL CERDO

Alguien capitalizó su bronca de explotados, su desesperanza, la de ellos y todo un ejército de precarizados en diversas ocupaciones. Les sopló al oído que todo es culpa de la "casta política", jamás del empleador que los negrea. Se presentó como "lo nuevo" y nosotros pasamos a ser los "viejos meados", pusilánimes, no dignos de consideración, despreciables. 

HEREDARÁS EL VIENTO

Los jóvenes libertarios no tienen indemnización, aguinaldo, vacaciones pagas, obra social, ¿qué pueden perder apostando al mesías iracundo? Justamente, la herencia. Los "viejos meados" se resistirán a desaparecer y echarán mano al canuto que tienen en el ropero, ese toquito que fantaseaban iba a ser para los nietos. Y cuando esa plata se acabe todavía queda el bien al que se aferran: la casita. Pero la vida está primero. Martín Lousteau ya profetizó hace unos meses que los viejos pueden hacerse de unos mangos recurriendo a la "hipoteca inversa": le das tu casa al banco, ellos te pagan un pucho todos los meses y cuando te morís se quedan con la casa, minga para los hijos y nietos. 

Habría que advertirles a los jóvenes que las decisiones intempestivas acarrean consecuencias a futuro que no están evaluando.

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