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domingo, 6 de agosto de 2023

PASO: certezas, especulaciones y enigmas, por Dante Augusto Palma

 



A días de las PASO, y salvo que suceda algún hecho conmocionante capaz de alterar el orden de cosas, puede decirse que hay alguna que otra certeza, demasiadas especulaciones y varios enigmas.   

Si reunimos esas poquitas certezas desperdigadas con algunas especulaciones sensatas, podría decirse, en primer lugar, que entre los resultados ya confirmados gracias al desdoblamiento de las elecciones y los resultados que se esperan, la oposición gobernará más distritos que los que tuvo en 2015 cuando Macri se alzó con el triunfo. En aquel momento, con sus aliados, JxC tenía 5 si a CABA, Buenos Aires, Mendoza y Jujuy le agregamos Corrientes. En 2023, la elección en Buenos Aires no será fácil, pero debemos sumar, a la lista de provincias opositoras, a Chubut, San Juan, San Luis y, casi seguro, Santa Fe. Si a esto agregamos que JxC tiene serias chances en Chaco y Entre Ríos, se está ante la posibilidad de que la oposición al peronismo gobierne casi la mitad de los distritos. Habría que remontarse, más que al 99, a la elección del 83 para un escenario más o menos cercano. 

¿Esto supone que la elección nacional está resuelta? Para nada. Ya todos sabemos que los números de las elecciones provinciales no pueden extrapolarse a una elección nacional. Sin embargo, como dijimos aquí hace algunas semanas, tras la acumulación de elecciones que han llevado a votar a casi la mitad del padrón, hay una tendencia evidente a favor de la oposición, algo que se confirma en el hecho de que de las 6 elecciones que perdieron los oficialismos este año, 5 eran peronistas y la restante pertenecía al MPN en Neuquén.  

¿Y las encuestas? Deben tomarse con pinzas pues aun si dejamos a un lado las que son burdas operaciones, el hecho de que utilicen la metodología del llamado telefónico aumenta el margen de error, máxime si se toma en cuenta que 9 de cada 10 personas cortan el teléfono. 

En este sentido, quizás sea mejor una mezcla de datos entre los que deben estar los números de las encuestas, los resultados de las elecciones provinciales, el comportamiento tradicional de algunos distritos clave y cierta intuición. De todo ese revuelto, podríamos inferir que parece muy difícil, incluso en un escenario catástrofe, que el peronismo (sumando la candidatura de Massa y Grabois) quede por debajo de los 30 puntos. 

Una cuenta que puede ayudar es la que se suele realizar dividiendo al país en 3 grandes bloques de manera bastante arbitraria, pero con la finalidad de establecer algo así como tres tercios. La provincia de Buenos Aires en sí misma, con 37 puntos, es un tercio (y un poquito más); pero luego, si se toma toda la región centro, esto es, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Entre Ríos, CABA, etc., zona que viene siendo refractaria al kirchnerismo desde el 2008, podemos encontrar allí otro tercio. Finalmente el otro casi 33% se conformaría con las provincias del sur más las del NEA y el NOA. 

En provincia de Buenos Aires el peronismo no puede sacar menos de 30%. Tampoco sacará mucho más en estas PASO, pero estará entre 30 y 35%. Eso supone, haciendo números redondos, entre 11 y 13 puntos para la elección nacional. En la franja central, donde es de esperar que el oficialismo saque la mitad de los votos que JxC, es difícil que obtenga menos del 20%. Quizás esté cerca de los 25% aproximadamente y eso equivale a unos 7 puntos para la elección nacional. En cuanto al sur y al NOA más el NEA, se trata de distritos donde el oficialismo ha sabido arrasar. Sin embargo, asumamos que eso no ocurre y que gana con cierta moderación, esto es, con un 40%. Esto equivale a algo así como 12% para la elección nacional. Este cálculo arroja a un oficialismo que estará en una franja de entre 30 y 35%. Si en la interna se da una relación de 9 a 1 u 8 a 2 entre Massa y Grabois, es de esperar que el tigrense tenga un piso de unos 27 y que, con un poco de suerte, supere los 30 para ser el candidato más votado de las PASO.  

En el caso de la oposición, en la provincia de Buenos Aires parece correr de atrás. Que entre los dos candidatos lleguen a 30% es factible (algo así como un 11% para la nacional). Por otra parte, si arrasa en el tercio de la zona centro obteniendo un 50% de los votos, eso equivaldría a unos 15 puntos para la nacional; y haciendo buenas elecciones en el sur y NOA y NEA, ganando y perdiendo, o perdiendo por poco, tendría un piso de 30%, equivalentes a unos 10 puntos más en la nacional. 

Estos números arrojan cierta paridad aunque, intuyo, hoy los dos candidatos de JxC sumados estarían algunos puntos por encima de los de Unión por la Patria. Pero la diferencia no sería mayor a 5 puntos. 

Y aquí empiezan las dudas. La primera es el factor Milei. Las encuestas lo muestran resistiendo, pero sin competirle a las dos fuerzas más grandes. Es verdaderamente una incógnita. Sacar 15 a nivel nacional sería una gran campaña para un candidato cuya principal estructura es él en la televisión. Sin embargo, algunos dicen que puede sacar algo más. Lo dudo. Veremos. 

Otro interrogante es el de los desencantados y las elecciones de este año muestran que vienen en aumento. En las PASO, a su vez, la tendencia a ausentarse suele ser mayor que en las elecciones “de verdad”. Pero entre voto en blanco y los ausentes, el número alcanza un tercio del padrón. Lo dicen los analistas y también lo podemos intuir: ahí hay una clave para el oficialismo porque se supone que buena parte del desencanto se debe al gobierno de Alberto Fernández. Si por alguna razón, esto es, por un nuevo encantamiento (con Massa) o por pánico hacia lo que hay en frente, ese número se achica, es de esperar que favorezca al oficialismo. En cualquier caso, esto no ocurriría en las PASO sino en la primera o en la eventual segunda vuelta.     

El último interrogante, determinante si los hay, es cómo se resuelve la interna opositora. Los números dan parejos: las encuestas favorecen a Bullrich; las elecciones por los porotos favorecen a Larreta con su armado territorial radical. Ese resultado, junto a la performance del Milei, abre un escenario distinto pos 13 de agosto. Allí hay muchas combinaciones posibles y el cálculo es difícil y supone magnificar el odio de los vencidos: ¿unos bullrichistas eventualmente perdedores acompañarían a Larreta o a Milei? Dependerá de si Milei es competitivo, de cuánto odio/miedo le tengan a Massa, de a qué distancia han quedado, etc. ¿Y si pierde Larreta? ¿Ninguno de esos votos iría a Massa?   

Por otra parte, si alguno de estos cálculos falla y el oficialismo pierde catastróficamente (escenario improbable pero no imposible), ¿qué pasa el 14 de agosto con la economía y con el ministro que es el candidato?

La unidad detrás de Massa, trajo orden en un Frente que no funcionó durante casi 4 años. El recuerdo cercano del desastre opositor es la única razón por la que el gobierno es competitivo. Asimismo, el fracaso de este gobierno (y del anterior) explica que la suma de los votos de Milei, el ausentismo y los votos en blanco alcancen muy probablemente casi la mitad del padrón. 

La primera elección en 20 años sin apellidos Macri ni Kirchner al frente inaugura un nuevo tiempo pero tanto los Macri como los Kirchner se posicionarán en función del resultado del 13 de agosto. Con un triunfo de Larreta, el expresidente quedaría relegado y será su propia fuerza la que busque instalar que el período Macri es un período a ser superado. En el caso de CFK y el kirchnerismo, hay un ojo puesto en la nacional y otro puesto en la provincia. Inferimos que, eligiendo a Massa, CFK juega la última carta que tenía el Frente para intentar ganar la elección. Sin embargo, también entendemos que ella jugó un plan B a partir del diagnóstico de que la nacional está perdida. De aquí que haya “entregado la fórmula presidencial” a cambio de hacerse fuerte en la provincia donde es posible ganar aun si se perdiera la nacional. De ser este el caso, el kirchnerismo acabaría reducido a una fuerza conurbanera de clase media universitaria con fuerte predicamento en la franja etaria que va de los treinta y largos a los 50, esto es, aquellos que más gozaron de los beneficios de una década en la que casi todos los años se vivió mejor que el anterior. 

Que viene una Argentina distinta políticamente hablando parece ser un hecho. Lo que no queda claro es si este mismo 13 de agosto tendremos las suficientes señales como para confirmarlo.




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