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martes, 25 de julio de 2023

Los festejos de Passerini, la vehemencia de Llaryora y la mueca de Schiaretti, por Mariano Saravia

 

¿De quien es el velorio?


El triunfo del peronismo cordobés sobre Juntos por el Cambio es mucho más que eso. 

-Es una derrota nacional de la derecha, que vino con su plana mayor a celebrar y se fue calladita de vuelta a Buenos Aires. 

-Pero también es una derrota contundente de Schiaretti, que ya ve como inevitable el recambio generacional a favor de Llaryora, Passerini y muchos otros dirigentes del peronismo cordobés. 

-Schiaretti no movió un dedo en toda la campaña para intendente. No recuerdo haberlo visto en ningún acto, en ninguna recorrida, en ningún spot publicitario. No recuerdo haberlo visto pedir el voto para Passerini, algo muy pero muy raro. ¿Qué había un acuerdo para entregar la capital a Juntos por el Cambio? No me consta, pero es muy sospechoso.

-Recordemos que antes de las elecciones provinciales del 24 de junio, Schiaretti montó la opereta de su entrada a Juntos por el Cambio, algo que perjudicó notablemente la performance de Martín Llaryora. Sin ese exabrupto, Luis Juez jamás hubiera podido disputar tanto esa elección. Le dejó la pelota picando en el área chica y Juez, que venía mal, hizo lo que mejor hace siempre: jugó su papel de víctima y de justiciero solitario, se fue en auto a Buenos Aires y pegó dos gritos que los medios hegemónicos amplificaron. Fue una grandísima ayuda de Schiaretti a Juez.

-En campaña, no sólo Schiaretti no pidió el voto para sus candidatos, sino que fue piantavotos. A pesar de decir que él quiere cerrar la grieta, lo único que hizo fue agigantarla. En los últimos dos meses, Schiaretti no solo coqueteó con Rodríguez Larreta, sino que se cansó de insultar al kirchnerismo. Y no insulta a Cristina o a algún otro dirigente, insulta directamente a los militantes kirchneristas. En Córdoba no son muchos, es cierto. Pero si a nivel nacional hay un kirchnerismo duro del 25 o 30 por ciento, en Córdoba estoy seguro que llega al 10 o 15 por ciento. Y esos votos fueron fundamentales para el triunfo de Llaryora el 24 de junio y para el triunfo de Passerini ayer 23 de julio. Esos votos fueron obviamente motivados por la necesidad de evitar un triunfo de la derecha, en ambos casos. 

-Esto está avalado por los números. El 24 de junio el candidato del kirchnerismo sacó poco más del 2% y ayer entre los dos candidatos cercanos al kirchnerismo, no llegaron al 1%. Está claro que la militancia kirchnerista votó en ambos casos al peronismo cordobés.

-No digo que Schiaretti les agradezca, pero al menos que se quede callado. Lejos de eso, sigue insultando y agrediendo a esos miles de cordobeses que les dieron el triunfo a sus candidatos.

-Por eso, hay que leer entre líneas, más allá de la primera imagen. Si ya de por sí, la sonrisa de Schiaretti siempre ha sido falsa, la de anoche era una mueca. Se lo notaba incómodo con su propia hipocresía de subirse a ese escenario de triunfo que él nunca buscó ni quiso.

-Sorprendió la virulencia del discurso del gobernador elector, Martín Llaryora: “Basta de pituquitos de Recoleta que vienen a decirnos qué hacer”, en clarísima alusión a Rodríguez Larreta, el cuasi aliado de Schiaretti. Y siguió más duro todavía: “No producen nada, nosotros producimos en el interior del país. Es fácil gobernar el distrito más rico del país con los mayores subsidios”. Y repitió varias veces: “No producen nada”. Le dio un contenido al discurso vacío schiarettista de un federalismo cordobesista. Puede gustar o no, pero ahora Llaryora le dio un contenido a esa idea: “Basta de unitarismo, queremos que sean más justos en el reparto”. Por supuesto que esta crítica alcanza a todos los gobiernos, incluidos los kirchneristas que nunca dejaron de ser centralistas, pero se orientó específicamente contra Rodríguez Larreta… y con Schiaretti al lado que no dejaba de forzar la sonrisa.

-Por su parte, Passerini eligió como blanco a Patricia Bullrich: “Para nosotros, la política no es a todo o nada”, en clarísima alusión a los spots publicitarios de la precandidata de extrema derecha que no deja de decir que, si no es todo, no es nada, cada vez más cerca del discurso de Milei.

-Con estas frases, Llaryora y Passerini están apuntando directamente a Rodríguez Larreta y a Bullrich. Claro que dijeron que van a militar por la precandidatura del “Gringo”, y quizá lo hagan, con la convicción de que difícilmente esa aventura saque más de 3 o 4 puntos a nivel nacional. 

-La otra lectura, más pragmática (y recordemos que el peronismo si algo es, es pragmático, y si algo tiene, es vocación de poder) es que ya se están dando señales para octubre, de apoyo a Sergio Massa. Que se viene una nueva era en las relaciones del peronismo nacional con el peronismo cordobés. Y quizá, entre la Nación y la Provincia. 

-Por su parte, Sergio Massa anoche llenó de elogios a Passerini y a Llaryora, los mencionó como “los hijos de De la Sota” y ni siquiera nombró a Schiaretti. Y fue más allá, dijo: “Como la educación es el motor de la movilidad social, estoy peleando para crear varias universidades públicas como la del Delta, de Pilar, Saladillo, de Paraná y de San Francisco de Córdoba”. ¿Guiño? Con los dos ojos.

-Resumiendo, la foto de la derrota fue una foto nacional, porque el mismo Juntos por el Cambio se encargó de nacionalizar su derrota. El título de esa foto es “Los hice venir al pedo”

-La foto de la victoria mostraba matices. La alegría genuina de Passerini, el médico y trombonista que ahora es intendente de Córdoba. La vehemencia del gobernador electo Llaryora, detrás de la cual hay un intento abierto de diferenciarse de su predecesor. Y la mueca tragicómica de Schiaretti, perdido en su propio laberinto. 

-El nuevo tiempo ya empezó. Si será mejor o peor, lo veremos. Pero será distinto. Un problema es que, en lo formal, recién empieza el 10 de diciembre. Habrá que ver cómo el peronismo de Córdoba gestiona estos seis meses, donde lo muerto todavía no está enterrado y lo nuevo todavía no camina.

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