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domingo, 24 de abril de 2022

2023 INCÓGNITAS… Y MÁS, por Adrián Corbella



 Los franceses deberán optar entre un neoliberal y una neofascista. ¿Y nosotros?


La elección de 2023 no será una elección más. Y no lo será por muchas razones.


Desde lo local, se inscribe en el ámbito de un frente de base peronista que llega al poder a caballo del fracaso estrepitoso de un gobierno de derecha que no se privó de ningún error, pese a lo cual logró 6% más de los votos que había obtenido cuatro años antes. Enfrentamos un electorado fanatizado, inmune a la realidad.


Pero la fórmula triunfadora en 2019, Fernández-Fernández, enfrentó por un lado una serie de males inesperados (una Pandemia como no se veía desde hacía cien años y una tercera guerra mundial en cuotas), pero por el otro chocó con sus propias falencias. Es un gobierno que se equivoca seguido, que no da una imagen de firmeza, y que decepciona a muchos de sus votantes.


A nivel regional, no es indiferente quien gane el año que viene en un continente donde la oleada de gobiernos de derecha parece amenazada por las realidades políticas de países como Chile, Perú, Brasil, México y Colombia. Cada resultado cuenta, más aún el de un país tan importante como Argentina.


A nivel global, vivimos en un mundo de renacimiento fascista, del que nuestro país no es ajeno. Es un fenómeno nuevo, al menos para nosotros. Podemos encontrarnos en 2023 con una derecha neoliberal que para unirse se fascistece más de lo que ya está, y no sería imposible la pesadilla que va a enfrentar Francia ahora, y que ya enfrentó en 2002: un ballotage entre un neoliberal y un neofascista. Sería terrible que tengamos que decir, como dijo Lionel Jospin en 2002: “Vote al ladrón y no al fascista”. (1)


Si el peronismo se divide, eso no es imposible. Es una aterradora posibilidad.


En la Argentina de abril de 2022 muchos de los votantes del FdT están defraudados y critican con dureza al gobierno. Y tiene razón Dante Palma cuando dice que no es justo atribuirle la misma responsabilidad al ciudadano común que al dirigente. No es justo decirle que “le hace el juego a la derecha” al votante descontento que critica al candidato al que apoyó.


En palabras de Dante Palma: “Lo cierto es que son los malos gobiernos los que le hacen el juego al adversario: el mal gobierno de Macri posibilitó el regreso de CFK en la tibia piel de cordero de Alberto y el mal gobierno de éste posibilita que se mantengan con expectativas no solo los presuntamente moderados de JxC sino también los presuntos halcones y hasta los exabruptos de las posiciones radicales (tanto por derecha como por izquierda).


Entonces no son las críticas de los propios las que horadan. Es el hecho de que se haya quebrado el contrato electoral con el votante” (2)


Dante señala varias cosas muy importantes: los errores de este gobierno lo llevan a una derrota en 2023. Si no se cambia la política socio-económica, si no se logra revertir la curva que aleja los precios de los salarios, no hay posibilidades de ganar.


Y también es correcta la idea de que los ciudadanos descontentos tienen todo el derecho del mundo a criticar las políticas del gobierno si no les parecen correctas, más aún si fueron votantes de ese gobierno.


También acota Palma que “una parte del electorado entiende, con buen tino, que […] ambos espacios dentro del gobierno son oficialistas” (2). Es decir: “cristinistas” y “albertistas” tienen para el ciudadano común idéntica responsabilidad por los fracasos, y se verán beneficiados por igual de los éxitos.


Fue leyendo la muy interesante nota de Dante que me surgieron varias reflexiones. Es indudable que el destino del kirchnerismo y del gobierno tienen un lazo indisoluble. Esto será así aunque el sector cristinista del oficialismo tenga posturas críticas, y seguiría siendo así aunque Cristina renunciara a su cargo y se fuera del gobierno. Esto es así porque en 2019 Cristina no apoyó a un candidato que tenía votos propios, muchos o pocos, como podían ser Sergio Massa, Felipe Solá, Daniel Scioli o el desaparecido José Manuel de la Sota. Cristina sacó de la galera un candidato cuya intención de votos el 17 de mayo de 2019 era del 0.0%, lo que une inevitablemente el destino de él y el de ella.


Es evidente que si el gobierno pierde en 2023 no va a ser porque algunos militantes lo critiquen. Pero sorprende el nivel de decepción de algunos, que evidentemente pensaban que F-F era una fórmula kirchnerista, cuando era evidente que se trataba de frente de coalición donde estaban representados distintos sectores. El kirchnerismo era el más numeroso, pero no podía ganar solo, o al menos eso pensaban en ese momento sus dirigentes. Necesitaban al sector moderado. ¿Pensaron realmente que era “Alberto al gobierno, Cristina al poder”?... Alberto Fernández tiene un montón de defectos, pero no es un títere. Hace lo que a él le parece correcto, con una constancia y tozudez dignas de mejores políticas. Aquellos que teníamos expectativas bajas, tenemos niveles de decepción más manejables. Para los que pensaron que se volvía a 2015, el enojo es intolerable.


Si estamos ligados al destino de este gobierno, y las políticas de este gobierno no parecen las adecuadas, hay que mantener la unidad y luchar desde adentro para que las políticas cambien. La elección de 2023 hoy parece muy difícil, pero no es imposible si se mantiene la unidad y se cambian las políticas. Son necesarias las dos cosas. Con una sola no alcanza.


Entonces lo único que se puede hacer es trabajar para que el gobierno funcione de otra manera. Porque si el gobierno fracasa, no fracasan. Fracasamos. Perdemos. Y si perdemos, lo que se viene si no es fascismo, se le va a parecer mucho.


 Adrián Corbella, 23 de abril de 2022

NOTAS:


(1): Francia la república en apuros

 https://www.lanacion.com.ar/221924-francia-la-republica-en-apuros


(2): Dante Palma: “Razones para perder una elección en 2023”





2 comentarios:

  1. Impecable y muy al hueso tu análisis, Adrián. Habrá que ver si se hacen cargo ellos y si podremos ubicarnos nosotres. Tanto "parche" de bonos es más una perversa burla porque genera un agradecimiento no merecido al gobierno. Parches, decisiones improvisadas y un rumbo a todas luces incierto es lo que vemos los que somos considerados simples espectadores. La respuesta llegará, contundente, frente a las urnas.

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